En menos de nada, parecía ser que ya se había formado un plan de emergencias. Necesitaban moverse rápido. Los dos Harrison formaron un puente de hielo que parecía ser bastante frágil. Elissa pasó por el, llegando directo a la bomba... No le parecía muy buena idea dejarla ir sola...
En eso, cuando Elissa estuvo del otro lado, un móvil sonó... Con un tono MUY peculiar... ¿Los creía idiotas acaso, o qué? Tuvo que contenerse para no hacer una tontería.

- Ese es un cab... - se contuvo de acabar la frase porque había una estudiante presente y no quería dar mal ejemplo.

Se puso la llamada en altavoz. Ese idiota si que se estaba divirtiendo de tomarles el pelo. Ahora tenían que tomar una elección... La bomba biológica o la normal... Interesante dilema. Si ella estuviese en el lugar de la señorita Elissa, optaría por desconectar la biológica. Una vida menos... Muchas vidas más a salvo... Se mordió el labio inferior frustrada. Su prioridad eran la bomba y Elissa. Quería acercarse y sacar a la chica de ahí, pero si lo hacía, seguramente, empeoraría el asunto.
Cuando le escuchó decir que escogía la biológica, se alivió momentáneamente. La bomba de abajo iba a explotar y ella... ¡Al cuerno! Se acercó a la orilla y con paso rápido y ligero.

- ¡Ni suele que la vamos a dejar sacrificarse! - le gritó molesta - Admiro su elección pero...

No acabó la frase justo para oír que lo de abajo no era una bomba... Era un jodido despertador... Despertador... ¡QUERÍA DESPELLEJAR A TWELVE! Pero... Momento, nada aseguraba que lo de abajo fuese un despertador...

- Señor Harrison. - dijo resuelta - No creo que sea prudente arriesgarse... Llévese al resto de aquí. Yo cuidaré de la señorita Elissa. Aunque me lleve la vida en ello...

¿Correcta? ¿Podía haber en aquella situación una respuesta que fuese la correcta? Sucedía que no entendía cómo podía ser, hasta que aquella explicación de cómo había mentido a todos era demasiado fantasiosa.

Estoy en la nieve... ¿Despertador? ¿A qué se refería? Oh, Dios, ya no entendía nada. Aquello de lavarse los dientes y cenar liviano también estaba volviéndola loca. Si fuera cualquier otra persona quien le diera los consejos, probablemente los tomaría con gusto y trataría de seguirlos bajo toda regla.

Estoy en la cal... Debajo de su vestido, en su muslo, sacó la daga corta que llevaba siempre consigo. Se le olvidaba la mayoría de las veces que la traía siquiera, pero en el momento justo era siempre útil. Comenzó a observar la bomba, gateando a su alrededor para ver que debía hacer. Le había dado una pista al menos, no la había dejado a ciegas. Pero ahora sabía que él era un tramposo, no podían fiarse más.

Estoy en el azúcar... No podía ser un sabor, por supuesto, no tenía nada que ver con cables. Había muchos, verdes, azules, demasiados rojos para su gusto... La sal... Ahí, en un rincón entre un par verde y azul trenzado, lo vio. Era un único cablecito pequeño y blanco el que conectaba con el reloj. Con cuidado, trató de separarlo lo más que pudo del resto de los cables. Al menos de los que estaban cerca para no terminar cortando nada más. Colocó apenas la punta de la daga junto al cable y dio un tirón fuerte y preciso, cortando aquello, cerrando los ojos, esperando lo peor...

No supo cuánto tiempo estuvo en la negrura y el silencio. Notó su propia respiración cuando algo húmedo le hizo volver en sí. En un principio no recordaba nada y los escombros la desorientaban. Poco a poco las imágenes de todo viniéndose a bajo y el reconstruir el walky le venían a la mente. Masculló de dolor y se llevó su mano buena a las costillas. Efectivamente, dolía a rayos y sentía la opresión costándole respirar. Al menos no notaba nada perforado. Su cuerpo se curaría más rápido si tuviese sangre o a la comida de emergencias. Maldito gato… ¿por qué la abandonaba en momentos así? Sonaba muy egoísta, y en realidad no quería que el gato hubiese sufrido daño alguno. Pero no podía evitar necesitar su compañía en ese silencio aterrador que la rodeaba. Le ponía de los nervios que no le contestasen por el walki o no gritasen sus nombres… ni algún ruido raro de alguna luz titilando. Nada.

--Auch… --murmuró en bajo tratando de reincorporarse buscando el pequeño aparato.

Fue entonces cuando vio al director a su lado… No entendía por qué no le había escuchado. Le miró mover los labios pero no le escuchó ni la mínima palabra baja. Frunció el ceño ante el pequeño punto de dolor en la cabeza y se llevó su mano buena a su mejilla como si así pudiese calmar el dolor. Notó algo húmedo… apartó la mano y vio el denso color rojo. Fue cuando lo comprendió. No es que el mundo estuviese silencioso, es que ella era incapaz de escuchar nada.

La idea la aterró pero no profirió sonido alguno. Solamente se quedó quieta mirando la sangre de sus manos. Por más que le hablasen ella era incapaz de entender, estaba demasiado en shock como para concentrarse en leer los labios. Era la primera vez que le pasaba una cosa así. La frustración la invadió: atrapada, hambrienta, debilitada, dolorida y… sorda.

Colette lentamente se iba debilitando, por alguna razón sentía una angustia enorme, era un gran juego del destino arrebatarle la vida cuando más la quería. Quizás un par de años menos, Colette se habría sacrificado no por el bien común, si no por el de ella misma, para terminar con tal soledad, pero ahora… Justo en el momento en que empezaba a ver la belleza de tener una familia que la quisiera… Se la iban a quitar de las manos.
No dejaría que aquello pasara. Intento concentrarse lo más que podía sobre esforzando su cuerpo lo más que alcanzara para poder permanecer estable aquel puente, las consecuencias empezaban a presentarse, una jaqueca horrible empezaba a hacer presencia en su cabeza. La peliblanca cada vez se angustiaba más por tener un cuerpo tan débil. Hasta que escucho las palabras de su hermano, aquel que la quiso desde que supo de su existencia, a ese mismo que le había quitado el ojo por un acto de furia, creyendo que era otra persona, aunque fue un malentendido, ella aún no lograba perdonarse a sí misma, sentía culpa, le costaba mirarle a la cara, pero cada vez que se atrevía a ello él la esperaba con una gentil sonrisa. Sintió aquel beso en la cien provocando que aquellos ojos violetas se pusieran cristalinos, derramando un par de lágrimas, intentando pasar lo más desapercibida posible, odiaba que la vieran llorar, rápidamente puso una sonrisa en su rostro y volvió a concentrase en su tarea.- Vamos~ no digas tonterías en momentos como este querido Stear, pero esta vez me apunto, me vendría bien un buen helado de fresa.-

Desde lejos se oía fragmentos de la conversación de la morena con el terrorista. La albina se confundió un poco al escuchar la palabra despertador… ¿Qué tenía que ver con aquello? ¿Era una broma de aquel chico sin sentido del humor? Luego escuchó unos reclamos de la pelirroja, definitivamente algo estaba pasando. Vio el movimiento de la morena, era obvio que cortaba algo, por inercia trato de cubrirse con su hermano, esperando que pasara algo, aún si soltar su magia. Pero el tiempo se agotaba, Colette estaba llegando a su límite.

Chesiré se habia encontrado aquellos dias en su forma de gato investigando toda la zona; mas que nada porque habian situaciones demasiado peligrosas. En mas de una ocasion, tuvo que emplear sus habilidades para crear sombraso hechizos que protegieran a la gente que alli huia de aquellos espiritus oscuros que estaban ahora, atacando la ciudad.
Pero algo le extrañaba; hacia tiempo que no sentia la presencia de Rous, a la cual se habia acostumbrado desde hacia muchisimos años conviviendo con ella. Sabia que el primer atentado habia sido alli, en el despacho del director, pero supuso que Giotto estaria bien...sin embargo, un escalofrio le recorrio el cuerpo por completo.
<<Mierda>> penso el metamorfo mientras echaba a correr, sorteando todos los obstaculos que se le presentaban por delante, aun en su forma de gato; solo por si las moscas, se dirigio a la habitacion donde descansaba con la muchacha, recogiendo en su forma de gato una o dos bolsas de sangra, las que cupiesen en su diminuta boca y se dirigio hacia donde era su actual destino.

¡No, no, no!
Pensaba Chesire, observando la situacion mientras tragaba saliva; aquello no podia ser peor, su corazon se quedo paralizado mientras veia aquello, al menos estaban quitando los escombros, por los cuales se acerco hasta su dueña, aprovechando su elasticidad como felino para poder llegar hasta ella.
Verla en aquel estado casi le hizo abandonar su forma de gato, sin embargo se acerco a ella maullando, mostrandole las bolsas de sangre, dejandolos a su lado; para luego acurrucarse sobre ella para darle su calor.
<<No me abandones ahora>>

Era cierto que Sharek, su jefe, le había dicho que se fuese a descansar. Pero si el jefe se estaba preocupando por su seguridad y la de los demás, ella consideraba justo que aportara su pequeño granito de arena. Así que empezó una ronda de patrullaje al más puro estilo de Sherlock Holmes , tratando de encontrar pista alguna sobre el culpable, que según se había dado cuenta, era más listo de lo que todos decían.
El culpable había sido lo suficientemente inteligente como para colarse a su sistema informático y casi tirarlo abajo. También, había borrado sus huellas químicamente con compuestos de sencilla elaboración. Era claro que no era un idiota. También le era claro que parecía ser que no trabajaba solo. Eso era demasiado trabajo para sólo una persona. Por lo cual, podía deducir que había una mente maestra y quien realizaba el trabajo sucio.
Por ello recorría la academia en ese momento. Al principio se le ocurrió que podía ser alguno de los científicos, pero tras revisar (obviamente sin su permiso) las oficinas, ordenadores y móviles de cada uno, llegó a la conclusión de que no era alguno de ellos. El culpable seguramente tendría, socialmente, un perfil muy bajo. Así no llamaría la atención de nadie.
Así que, ahí la tenían, recorriendo la academia en busca de evidencia... Porque, ¿quién mejor que un maestro o alumno para no llamar la atención...? Eso y que le daba flojera buscar de casa en casa por toda la cúpula... Y que le quedaba de camino al mercado. Tras un rato de inspección, le llamó la atención el hecho de ver correr a gente despavorida. Fue hacia la fuente de semejante caos y descubrió colores en forma de gas... ¡Alucinante...! Y raro. Obviamente alguien había usado aquello para escapar. Así que... Sus suposiciones no estaban del todo mal... Uno de los culpables, seguramente estaba ahí.
Desesperada, recorrió los pasillos buscando cualquier indicio que apuntara al culpable. Cuando lo vio. Dos cadáveres totalmente desfigurados. Nadie los reconocería a primera vista. También faltaban prendas de vestir en la escena del crimen. No había huellas, cayó en cuenta de ello cuando se acercó. Maldición... No tenía ninguna evidencia... Aunque si encontraba quienes eran los muertos, posiblemente podría localizar a los culpables, que obviamente, se estaban haciendo pasar por ellos. Se puso los guantes de látex que siempre cargaba consigo. No tenía que contaminar la escena del crimen con su ADN.

- Hora de trabajar. - se dijo a sí misma con una sonrisa. Luego meditó acerca de lo que haría con los cadáveres y la escena del crimen - Bueno, no hay evidencias... Así que, sólo debo encargarme de los cuerpos y listo... - se dijo a si misma. Por lo menos trataría de hacerle saber a la familia y/o amigos de las víctimas lo ocurrido. Pero por lo pronto, lo mejor sería ser discretos y no levantar sospechas o pánico entre los alumnos. No le quedaba de otra. - Jefe... Creo que le gustará saber que... Tengo dos cadáveres en mi poder... - dijo, sabiendo que aquello llamaría la atención del chico, a través de su móvil. Iba a ser una laaaaaaaaarga jornada.