Tardó demasiado tiempo en reconstruir su walki. Tras la explosión no es que hubiese hecho el efecto deseado de Twelve pero sí el suficiente. El cansancio por lo manos había matado momentáneamente las ganas asesinas. Llevaban bajo los escombros demasiadas horas. Al menos estaban vivos por su rápida actuación. También agradecía que tanto la estantería como el inmenso escritorio fuesen de buena madera. Lanzó a Giotto bajo esa mínima protección para luego usar la magia y conseguir que la bomba no los matase al instante. Gracias al agua al menos la mesa no encendió en llamas.

El siguiente problema, aparte de caerle el techo encima y creer que no lo contaría fue el humo. Agradecía a su magia en ese momento el poder hacer que el aire apartase el humo lo máximo posible. Aun así, era capaz de notar la intoxicación de humo. El director parecía inconsciente pero al menos vivo y respiraba. Por lo menos no tenía una gran herida atravesando su cuerpo. Otra cosa era la espía. Notaba que tenía un brazo roto y tres costillas rotas de un lado.

Ni si quiera supo el cómo consiguió reparar el aparato con una sola mano y una luz mágica. Volvió a probar esperando a que alguien la escuchase.

--¿Hola? Rous a… --sintió una punzada de dolor--. ¿Me escucháis? Seguimos vivos. No os preocupéis, Giotto está bien. No le queda mucha batería, asique escuchad. Estos walkis son los únicos que ese terrorista no puede interferir. Escuchadme… no digáis que estamos vivos, así Twelve creerá que cumplió con su deber. ¿Me oís? –empezaba a sentir el pitido de la inconsciencia cerca. Tampoco lograba escuchar nada debido a que sus oídos estaban completamente reventados por la bomba--. Estamos bien… lo principal es encontrar la bomba, somos secundarios. Giotto está bien, repito, Giotto está bien.

No supo realmente si logró acabar su pequeño discurso antes de caer nuevamente en la inconsciencia. Era su primera vez como muro de contención y no como una sombra en la lejanía. Le parecía irónico, Alice debería haber sido quien salvase al director y ella quien descubriese la bomba. Otra vez sería.

¿A la perfección?. De momento todo marchaba más que bien, al menos para el par detrás del atentado, aunque la participación de Slam era meramente de sucio cómplice, seguramente algo recaería en sus hombros si es que alguna vez fuesen descubiertos. Cuando sintió el remesón por la bomba, por él pasó una gran risa interna de victoria, siguió a la multitud, sin separarse de Hisami a por nada del mundo, cubriéndole las espaldas, comentado cosas con el castaño. En fin.
Estaba de más mencionar que la emoción lo recorría de punta en punta, de extremo a extremo.
Teniendo una actitud bastante osada, iba de vez en cuando a la cafetería sin demasiado temor en compañía de algunos cuantos que no resultaron tan shockeados por el asunto en busca de algunos víveres, como la esencial soda enlatada que tanto disfrutaba. Después de todo de algo tenía que vivir por esos instantes.
Se situó junto a su compañero teniendo en su mochila una cantidad de latas contrabandeadas, pasándole una después de una amplia y amistosa sonrisa algo socarrona en parte. Tras el segundo contrabandeo, esta vez de un móvil partido en dos, comenzó, disimuladamente a echarle descargas eléctricas al aparato electrónico en su mismo bolsillo.
No tardó en reducirlo en simples cenizas. Tomó su tiempo, pero lo hizo, dejando un pequeño polvillo de lo fundido. Bebió su soda, vaciando el contenido dentro para, consecutivamente, pisotearla contra el suelo creyéndose alguien aparentemente reciclable, pero le importaba un reverendo comino.

Escuchó atentamente la grabación, recargando plácidamente la espalda contra la del estudiante de trueno disfrutando de una segunda lata – No importa como suene, la voz sigue pareciéndome lo bastante escalofriante como cómica – comentó para el muchacho, apretando de vez en cuando la lata, estirando los brazos con un poco de sueño – No sabes cómo mataría por darme una ducha – se quejó a voz baja, debido a que la orden dada, al menos, era resguardarse con los demás estudiantes por el jardín. De vez en cuando se aseguraba, por medio de susurros discretos al castaño, si es que se había despropiado de algún artefacto tecnológico sospechoso, después de todo, si él tenía el control del sistema, Derek perfectamente podría ir destruyendo los cables de información o inhabilitando manualmente objetos para quitar las evidencias, como el mismo teléfono celular que se le había contrabandeado antes.

Decir que le molestaba la situación actual, era quedarse corto. Quería despellejar lenta y dolorosamente a Twelve.
Habían perdido comunicación con Rous, la única que estaba lo suficientemente cerca como para salvar a Giotto. Había sentido una punzada de enorme alegría al escuchar que la espía estaba cerca de la escena de próximo crimen...

- ¿Qué pasa, Williams...? - aún recordaba sus palabras... Hasta que perdió la comunicación para luego sentir retumbar todo a su alrededor. Habían llegado tarde... - ¡¡¡ROUS!!!

Aún recordaba cómo había corrido hasta aquel lugar. Menos mal que la espía dio señales de vida.
¿Cuál no fue su alegría al escuchar que Rous estaba viva con Giotto? Por desgracia no pudo entablar comunicación con ella. Parecía ser que el aparato de demonio sólo transmitía, porque, trató de contestarle, pero de nada sirvió.

Ahora, dos días después, estaba sin dormir en absoluto. En realidad, no lo necesitaba, pero le agradaba hacerlo. Le recordaba a cuando era humana....
Desde el incidente de Rous, había estado tratando de localizar al culpable. Había dividido al grupo inicial en dos para cubrir ambos frentes al mismo tiempo.
Así que ahora, trataba de rastrear al culpable con ayuda de Daian y Natasha. Mientras tanto, había encomendado a Noah y Kano buscar la bomba tras oír el anuncio a la hora de comida.

Todos traían walkie talkie, por lo que, si a alguien se le ocurría la magnífica idea de la localización de la bomba, podían comunicárselo al equipo encargado de ello.
Vio a sus compañeros de búsqueda con decisión tras pulir la nueva grabación y entregárselas.

- Bien. Tenemos menos de las siete horas para tratar de localizar al culpable. Por lo cual recomiendo dejarlo en un límite de seis cuando mucho. - dijo seria - Si logramos localizarle en menos de seis horas, tendremos, tal vez, tiempo de sobra para ir a por la bomba. - dicho esto respiró hondo - Y digo "tal vez" porque nada garantiza que vaya a hablar. - les miró con algo de preocupación - Así que no nos queda de otra que esperar que lo logremos y que no haya incidentes. Casi sufrimos una baja en el lado de los espías y de no ser por Williams, hubiésemos perdido a Giotto...

Miró donde se encontraba la ciudad. Habían quedado de verse en la azotea de la academia para ver todo mejor.

- ¡Bien! - dijo con algo más de entusiasmo - Hay que pensar positivamente, esta vez, encontraremos la bomba y al terrorista ese... - se giró a verlos - Señor Doyle, le toca hoy investigar la academia, señorita Diatlov, a usted también. La academia es enorme como para cubrirla sólo una persona. Yo mientras iré a ver al CI y a los Laboratorios a ver si tienen alguna pista. Bien podría ser algún científico la mente tras de todo... Y el trabajo sucio podría estar haciéndolo algún estudiante... Por eso nos divido...

Suspiró hondo. En realidad tenían menos de las seis horas. Ya había pasado media. Tenían que darse prisa.

- Si alguno tine una idea de la bomba en el inter, contacte al señor Harrison, o a Shuuya. - recuperó su semblante sereno - Tenemos... - dijo mirando su reloj - Exactamente cinco horas y media, ya hemos gastado media hora en decodificar la nueva grabación y ponernos de acuerdo. Pongan sus relojes en sincronía. Pasado ese tiempo, abandonen la búsqueda del culpable y concéntrense en ayudar a Harrison con la bomba... Así que... ¡Hora de empezar la cacería de Twelve!

Se alejó de ellos llegando a la puerta de la azotea, la cual tenía a su derecha. Quiso salir, pero...

- Chicos... Por favor, si algo grave pasa, pidan refuerzos... - dijo sin verlos aún. Odiaba admitirlo, pero no quería que alguno de ellos saliese herido. Se giró y con un leve sonrojó sentenció: - No me gustaría que alguien más... saliese herido...

Dicho esto se giró bruscamente. Había dejado ver un lado de ella que no hubiese querido. Se suponía debían ser serios con esto... Pero...

- Les deseo la mejor de las suertes. Y recuerden: Sé que todos queremos despellejar a Twelve, pero necesitamos sacarle toda la información posible... Aunque si se niega... Supongo que nadie se opondrá con que lo hagamos trizas a él y su colega...

Y salió bajando las escaleras a toda velocidad. No había tiempo que perder.

Era ya el segundo día sin incidentes, al menos hasta que esa condenada voz nuevamente se hizo presente en toda la cúpula. Estaba de más decir que se encontraba bastante molesto por la situación actual. Tanto como la espía como el director estaban vivos y eso al menos eran buenas noticias, a pesar de esto el metamorfo no estaba pudiendo descansar correctamente en las últimas horas, lo único que corría por su mente era el querer despedazar al culpable de ello.  

Tras dividir los equipos, se separó de su “pequeño hermano” y su mejor amigo, haciendo equipo con la madre de su hijo y la pequeña Alice, todo a pedido de esta última. Sobre la azotea el viento movía con cuidado los cabellos de los tres asesinos, encargados de buscar y destruir al culpable y sus aliados, pues todos tenían en mente que sería imposible hacer eso solo. En su cintura traía colgado uno de los walkie talkie que se habían repartido para mantenerse en contacto mientras sus manos estaban ocultas en los bolsillos de su pantalón, había abandonado completamente el balón en su recamara puesto que por esos instantes no podría serle de ayuda.

Elevó la muñeca, observando el reloj que mantenía en la misma mientras se aseguraba de ir a tiempo con el resto. Gracias a Alice habían logrado escuchar la voz del culpable al menos dos veces más en la grabación que ella poseía. Se gravó a fuego la voz del terrorista en su memoria, lo que más le incomodaba era el hecho de que ya había oído esa voz antes, de algún lado, había sido capaz de oírla justo cuando fue hacia el lugar de la primer explosión. Gracias a esto, la base de que un estudiante estuviese involucrado no fue cuestionada en lo más mínimo, si la pequeña asesina tenía razón, solo restaba saber quién era su aliado.

Asintió a cada palabra que la asesina dijo, manteniendo en todo momento un semblante relajado, observándola alejarse hacia la puerta -¿Qué dices? Estaremos bien, Alice Le sonrió con la confianza que siempre poseía, si bien tenía grandes deseos de asesinar al terrorista, primero disfrutaría jugando con él un poco, de todos modos el final sería el mismo. Una vez la pequeña salió de su vista se giró para posar aquellos orbes dorados sobre la mirada de la pelirosa, acercándose a ella para así tomarla de la cintura con tranquilidad –Lo dicho, nos toca cubrir la academia. Ten cuidado tú también, si te pasa algo…  Su calma, era que al menos ella no debía ir en busca de la bomba, aun así no pudo terminar la frase. Su diestra se posó en la mejilla ajena, acariciándolo con cuidado antes de juntar sus labios a los de ella, de forma repentina, con el deseo que siempre sintió hacia ella y preocupación tanto por su bienestar como por el de su hijo –Cuando la hora sea próxima, disminuye tu rango de audición, podría ser peligroso… Murmuró nuevamente cuando se separó de sus labios.

Ya todo estaba dicho, no tenían que perder demasiado tiempo. Nuevamente la besó, apretándola contra su cuerpo  unos instantes antes de separarse repentinamente, como si se obligase a sí mismo a hacerlo –Te veré pronto linda Le guiñó un ojo, soltándola con cuidado para dar varios pasos de espalda y girarse para ir hacia la puerta de la azotea, cruzando por la misma se fue directo a las escaleras, su forma humana lo abandonó por completo de un segundo a otro y un rugido mínimo se hizo presente en el eco de las escaleras antes de que se alejara a toda marcha de allí, con sus sentidos totalmente agudizados, su velocidad mucho más alta que siendo simplemente un humano, comenzó a recorrer la academia, en busca de un sonido familiar para poder encontrar al alumno responsable de los mensajes.

Habían pasado ya dos días desde que no sabía nada de nadie conocido. Se encontraba en los jardines, sentada debajo de los árboles en medio de grupos de gente que, como ella, se encontraban tocados por la situación imperante en la academia. A pesar de que se habían formado grupos, ella no había decidido pertenecer a ninguno. Habría preferido quedar un poco más apartada, en lugar de quedarse en el centro de la multitud, pero los profesores no se lo habían permitido por la seguridad de todos. Querían mantenerlos juntos a todos por si había necesidad de evacuar de nuevo y ella no quiso causar problemas.

Sentada en el pasto, enfundada en un suave vestido blanco, tal como siempre vestía, se abrazaba las piernas con fuerza por la angustia de no saber que era lo que pasaba. Lo último que había escuchado era que el director había... No quería pensar en ello y a la vez no dejaba de darle vueltas.

Las bocinas comenzaron a sonar de nuevo, presumiblemente con otro mensaje del presunto asesino. Enterró la cabeza en las rodillas y se dispuso a escuchar la sarta de mentiras que el contrario decía.- ¿60% de su ocupación? Qué dice, si el dormitorio de niebla no llena ni uno de sus pisos con alumnos... Todas las habitaciones están desocupadas... Las casas de la ciudad están solas casi todas... La vida comenzó en el agua... ¿Ahora piensa explotar el lago? -Susurró, o al menos eso pensó. En el imperante silencio que siguió al mensaje, su voz se escuchó tan clara como había sonado el mensaje por encima de todo. Rápidamente, sus mejillas se sonrojaron al ver como su voz se había extendido más allá de lo que había querido. Muchos de los que estaban ahí jamás la habían escuchado hablar. Con fuerza, abrazó un poco más sus piernas, esperando a que alguna cara conocida apareciera para salvarla.

En ese preciso momento, segundos antes que la bomba detonara, los ojos de la ninfa se abrieron todavía mas con cierto reflejo de horror al percatarse de un zumbido que resonó al menos dos o tres segundos, lo había captado al estar decodificando los sonidos “cercanos”, pero de nada sirvió, el sonido y la velocidad del pensamiento-reacción fueron disparejos por lo que antes de siquiera poder esbozar palabra alguna una fuerte detonación culminó con sus pensamientos. Se vio obligada a cerrar con fuerza los ojos y llevar ambas manos sobre sus oídos, completamente aturdida, con una punzante sensación de dolor en su cabeza que la hacía sentir a la miseria, como si estuviesen partiéndola.

Dos días después, su estado de nerviosismo y alerta estaba a tope, apenas había podido dormir a la fuerza tomando algún tranquilizante que la indujera al sueño, no por ella, le importaba poco su propio descanso…sin embargo, era consiente que debía al menos intentarlo por aquel pequeño ser que estaba gestándose en su interior. Un nuevo día había llegado, la brisa primaveral mecia sus largos cabellos hacia atrás, profiriéndole una imagen bastante delicada al respecto, realzando sus atributos como el ser que a fin de cuentas era.

En su mente había quedado grabada la voz de aquella sabandija que estaba ocasionando tanto caos y destrucción, sin embargo, por ese entonces mantenía su mirada perdida hacia los jardines hasta que finalmente cuando su compañera Alice empezó a hablar la observó a los ojos en una clara señal de respeto. –Ten cuidado tú también, no pises en falso y cualquier cosa…no te arriesgues sola- Comentó, forzando una pequeña sonrisa e intentando no ser invadida por la preocupación, al menos hasta que ella ya había desaparecido de su campo de visión.

Solo atinó a corresponder levemente los beso del contrario e incluso en un momento apoyó la frente sobre el pecho ajeno, con notable cansancio, jamás lo diría o admitiría pero realmente estaba preocupada por la seguridad de todos. Eran momentos clave en donde todos y cada uno debían sincronizarse por el bien de toda la cúpula, Giotto y Rous estaban bien, aparentemente, desconocían en qué condiciones físicas o psíquicas pero al menos…estaban. Finalmente apoyó ambas manos sobre las mejillas ajenas, observándole con ligera profundidad mientras escondía todos esos sentimientos angustiantes. –Cuídate…te quiero- Reconoció bajando la mirada para posarla justamente en otro punto, no deseaba ver su espalda, no cuando él se marchaba y no sabía si volvería a verlo.

Esperó unos momentos antes de voltearse y a toda prisa comenzar a correr, esa personalidad asertiva o furtiva que tanto la caracterizaba cuando seguía una “presa” afloraba perfectamente en momentos de tensión. Mantuvo su mirada entornada, dicha seriedad parecía no abandonar el reflejo azulino de su mirada ni por casualidad, tenía algo fijo en su cabeza, tanto la hora que marcaba al reloj como asi también la voz que había escuchado ya por segunda vez en la grabación, sin interrupciones.

Tras bajar las escaleras y doblar por algunos pasillos comenzó su recorrido por la academia, sin embargo y de forma repentina extendió sus manos hacia los costados por solo segundos, ocasionando así corrientes de aire que se extendían en un radio de treinta metros a la redonda desde su posición, de forma continua, así fue como por ese entonces comenzó a decodificar cada sonido que pasara en ese rango de percepción, nada escaparía seguramente mientras estuviera lo suficientemente centrada en filtrar cada posible pista que se presentara por esas instancias. Sus pasos eran veloces por el pasillo, estaba realmente dispuesta a encontrar al causante de todo ese pánico generalizado a costa de lo que fuera.

Como consecuencia de usar el viento, las puertas iban abriéndose por sí solas con algo de rudeza, pero nada podía hacerse para evitarlo, al menos en ese rango de alcance que poseía todo estaría controlado por la ninfa, al menos en lo que respectaba sobre el viento y el sonido. Seguía pendiente al comunicador ante cualquier llamada repentina que fuera propicia a cambio de planes.

Se había posesionado del cuerpo de una estudiante para lograr estar en dos lados a la vez. Mientras se sentaba el el jardín con el resto de los estudiantes a esperar, con su alma en el cuerpo de uno de los estudiantes de la academia, camuflándose para cubrir el flanco, su cuerpo se mantenía en la reunión con los asesinos. Estupidamente, lo sabía, confió en que su cuerpo desprotegido estaría más a salvo en la reunión que en medio de los jardines, pero aquello ya no estaba a discusión. Escuchó sin problemas el plan que cubrían los asesinos, pues los jardines estaban de lo más tranquilos. Nadie hablaba ni hacía ni un solo ruido. Estaban asustados, como liebres atrapadas. El sonido de algo al romperse llamó su atención y giró rápidamente el rostro hacia el lugar. Localizó el sonido en un área donde había entre 5 a 7 alumnos, pero sabía que aquel ruido era inusual y no coincidía con aquel ambiente. De repente, las bocinas sonaron y el segundo mensaje fue enviado. Escuchando lo que la morena de ojos celestes dijo tras el terrorista, sonrió y dejó el cuerpo de la estudiante, volviendo con los asesinos, que justo rompían filas en ese instante.

La esposa del director tiene una teoría interesante sobre la localización de la bomba... Por cierto, sí, se ha casado con una estudiante en una ceremonia discreta. Linda chica, muy callada, muy tímida y dulce, peligrosa como todos los que no saben usar y medir bien sus poderes. Ella piensa que puede estar en el lago y hay algo inquietante en lo que dicen sobre los estudiantes...

Cuando todos se fueron a los labores que se les asignaros, con el radio que le asignaron y le habían dejado cerca, llamó a quienes estaban en los jardines.- Hola, a quien esté con los estudiantes. Necesito que se las ingenien para asegurar que no van a salir de un perímetro. Ni uno solo puede moverse, caminar, tirar nada lejos y necesito que los registren a todos. Puede que haya renegados revueltos entre ellos. Ahora ellos también son sospechosos. Confisquen aparatos electrónicos y cualquier dispositivo que pudiera parecer sospechoso. Manténganlos lejos del lago y que alguien que maneje campos de fuerza, que ayude en el lago, puede que se necesite proteger a Cheza. Gowther, dirigete allá. Envíen a quien maneje el aire, o a Zaitseva si no hay nadie disponible, tenemos que ver como llegar al fondo y buscar esa bomba antes de que contamine el agua y llegue a la Diosa... Recuerden todos que la vida de Cheza es prioridad, por encima de la investigación. Y repito, los alumnos, no los dejen solos.- Dijo con su actual sonrisa, y se dirigió rápidamente hasta el lugar donde se reuniría con aquellos con los que tenía que hacerlo.

Ya habían pasado dos días desde aquella explosión, la situación se calmaba de a poco, pero aún se sentía en el aire aquel miedo de abandonar la zona de resguardo, ya todos sabían bien que esto no era una broma y que la pesadilla pasaría hasta el final, nadie estaba a salvo, al menos que desactivaran todas las bombas o alguien encontrara al culpable. Colette sabía que eso tomará bastante tiempo y no valía la pena perder la cabeza por ello, por lo que se encontraba totalmente calmada.
De vez en cuando volvía a su dormitorio para estar sola sin todo ese ruido ensordecedor y tenso que se sentía en el aire, pero más que nada lo hacía para comer una que otra golosina y poder adentrarse mejor en sus pensamientos. Le dio un último sorbo a su taza de té, que ya estaba frío, y decidió cambiarse de ropa, el vestido que ella solía usar ya estaba todo sucio y era demasiado descubierto para la situación actual, además de que se lograban percibir algunos rasguños en su piel. Esta vez tomó un vestido liso de su armario, sin olvidar el típico color blanco que la identificaba, sus pies descalzos los cambió por unos zapatos, donde sus cintas azules rodeaban toda la piel de sus piernas. Y prosiguió a salir para volver rápidamente al jardín, ya ningún lugar era seguro, eso podía estar claro, pero por lo menos en aquella zona habían profesores reguardando la seguridad de sus alumnos, aunque por fuera se viera como una chica totalmente serena y madura, por dentro lo único que quería era encontrar algún rostro familiar que la pudiera ayudar, en realidad, no quería estar sola.
Mientras caminaba por los pasillos, logró escuchar nuevamente aquella voz que le haría el día miserable, sin pensarlo dos veces, sus piernas por acto propio comenzaron a moverse rápidamente en dirección a la salida para llegar al jardín lo más rápido posible. En el momento en que sus pies se detuvieron dejó caer su cuerpo sobre el pasto, sin poder evitar la conversación de un par de alumnos a su lado, hablaban de la posibilidad de que la bomba estuviese en el lago, era la excusa perfecta para buscar a tan anhelada compañía.- Stear… Hans, deben saberlo.- Sin pensarlo más se levantó en busca de alguno de los dos profesores.