La alumna se había sentado a un lado con su barriga “hinchada”. Su gato era un dormilón y le encantaba pegarse a ella en cuanto podía.  Esbozó una pequeña sonrisa.

--Entonces significa que el hechizo salió bien, querido profesor. No todos pueden tener el privilegio de tener a tal cosa amorosa—acarició al gato por encima del jersey--. Bueno, solo se me ocurre enseñar cómo hacer desaparecer las ocupaciones fantasmas. Muy fácil, solo tenéis que decir las palabras mágicas: Hoy toca ducha.

Sonrió divertida ante la reacción del gato. Este se removió al instante y subió por su torso hasta salir por el hueco de su cuello buscando una zona de escapatoria. Para ser un gato era el animal más listo que había visto nunca. Bueno, tampoco nunca había visto un gato vivir más de cuarenta y cinco años, pero eso era aparte.

Lo atrapó entre sus brazos mientras este miañaba quejándose y bufando.

--¿Veis? Y ya está, así concluye el tutorial de cómo cazar a un gato de raza violeta raro de encontrar—se dobló haciendo una burla de saludo y el gato volvió a gruñir tratando de escaparse--. Recordad, si lo conseguís, que no lo creo porque no sois unos magos a la misma altura creativamente, tenéis que darle leche tres veces al día. Si no tiene su ración diaria se pone gruñón. Le gusta dormir a todas horas y al calorcito… y sí, ahora finalizo mi demostración de cómo hacer que un profesor no me grite por colar un animal dentro de clase.

Sonrió traviesa mirando la hora cuando pronto tocó el timbre. Que bonitas serían unas clases así…

Sonreí con levedad – Más que privilegio, una carga innecesaria – suspiré dejando unos cuantos mondadientes dentro del vaso que contenía aquel extraño aromático, consecutivamente, observando a la alumna de cabellos castaños por el rabillo del ojo; era inevitable centrar el ojo en aquella desagradable criatura en el salón. Seguramente dejaría por dónde había pisado aquel desagradable cabello de animal… no era alérgico a tal pelaje, no obstante, era bastante molesto ver a las personas sucias con aquel pelaje, verse impregnado en la misma ropa de uno… me arriesgo a decir que a más de algún propietario de un felino (aunque era válido para todo animal con pelaje, en realidad) habría encontrado alguna sorpresa en la comida – Bueno, finalizando la explicación educativa de la señorita Will, les doy el aviso general. Animal que entre en mi clase, exceptuando un ave de menor tamaño o algún reptil inofensivo, será llevado a la cafetería para la hora del almuerzo – reí mientras pasaba la mirada por todas las cabezas.

No me consideraba lo suficientemente cruel como para mandar a degollar a un animal así como así, no obstante, si era un gato, a la cafetería no llegaría siquiera, tal vez despellejarlo o… exiliarlo a la diversión del caos. Expresamente, ver a los felinos no era un agrado pero tampoco un calvario, no obstante, Whisper tenía las características físicas de Raúl, aquel desgraciado animal que costó la vida de la preciosa…. Calla, no es de bien traer tanto mal recuerdo.

Consecutivamente el timbre había sonado, toda una clase perdida a conciencia…. Extraña satisfacción, pero dejaba con el gusto de pérdida de tiempo. Con un ademan de la mano zurda procedí a abrir la puerta del salón – Bien clase, les veo después de almuerzo en el salón de Brebajes y Pociones, ésta vez podrán crear la maravilla que se les ocurra durante la clase. Si logra ser un buen experimento… tendrán un sobresaliente directamente al libro de clases – les sonreí, tomando paso al lugar de la joven Will, negando con levedad – Pero usted, necesito unos cuantos minutos de su tiempo, señorita Will – avisé