Tenía una nueva misión aunque esta vez era un pedido expreso por los altos cargos. Una carta firmada por el mismísimo Giotto. Suspiró, era cierto que ella misma fue quien hizo los informes sobre ese cazador y quien investigó por tierra y cúpula. Con sinceridad no entendía por qué el cazador era uno de los tantos seleccionados, aunque su trabajo no era preguntar a los altos cargos.

Bajó en su nave particular, no le gustaba que pilotasen para ella. ¿Destino? Estación Italia. Era uno de esos lugares por los que todos pasaban de una manera u otra. En su caso evitaba pasar por allí, menos preguntas, menos sospechas. Pero esta vez era distinto, iba a abusar un poco de su cargo. Se colocó una capa roja y se tapó la cabeza con la enorme capucha. Salió y se dirigió al puesto de mando entregando una carta escrita por ella misma.

A partir de ahí todo fue coser y cantar. Le dejaron como escoltas a dos muchachos y una tienda médica. Cuando el rubio llegase allí tendría que pasar por el chequeo médico, y allí estaría ella. Con su capa hasta los pies, su carta con el sello de Giotto y con el uniforme escolar escondido por debajo. Según sus últimas noticias tenía entendido que el cazador debería estar a llegar. Solo esperaba que no hiciese mucho ruido.