Hey Chiquillo!~ ¿No es este árbol sorprendente? [Priv.Beifong John]

Era el día perfecto para comenzar a crear nuevas pociones y alguno que otro caramelo de nuevo sabor!... pero quedó en aquel simple ‘Era’. Por la mañana al bajar al sótano de lo que se trataría mi casa, revisando algunas que otras estanterías y frascos denotaría varias ausencias de material… muchas, y la mayoría se trataba de hierbas silvestres y algunas poco comunes. Claro, estos desgraciados no podían sacar la entrañas o las ancas de rana que abundaban en los recipientes. Luego tocaría regañar a quien se habría infiltrado en el sótano, eh, seguramente alguno de mis hermanos, dudo que mis dos crías se hayan atrevido a regatear por ahí.
Pasaría buscando hierbas para recolectar entre el bosque, haciendo así un buen canasto de toda case de flora y alguno que otros hongos que seguramente serían útiles en próximas preparaciones; y, en aquel amplio recorrido que di terminé dando con uno de los lugares más majestuosos de la cúpula. ¿Cuál era este? El árbol sagrado…
Si se le veía como un árbol cualquiera no tenía alguna comparación, todo a excepción de que era notablemente más voluminoso, pero.. el ‘Árbol sagrado’ era uno especifico entre todos. Se decía que era el árbol más antiguo que se podía conocer, habría sido rescatado antes de ser destruido por la guerra allá abajo, en la Tierra; más, además de tener aquella cualidad, también resultaba ser que daba unos frutos exquisito, que solo los Dioses eran dignos de probar, aunque, los simples Muggles , vamos, mortales, podrían probar de su fruto al ser bendecido por alguno de estos, cosa improbable debido a que al parecer se denotaba la ausencia de estos. Simplemente quedaba el hecho de que si sacas uno de sus frutos y lo comes, este se pudre antes de ser devorado…cosa no muy benefactora para nadie, claro estaba….Pe~ro.. sí! Si lo pensaba, aquella fruta sería perfecta para alguna clase de ‘experimento’ – Pero… agh, qué… - batía las mangas a medida que avanzaba entre las raíces del gran árbol, habían demasiados mosquitos y luciérnagas que molestaban a la vista, sobre todo si tienes solo un ojo para valerte –Molestas criaturas-… gruñí por lo bajo, terminando por hacer una batalla ‘campal’ con las luciérnagas

Allí estaba John, no sabia como diantres había llegado hasta aquel extraño árbol; la verdad era que ese sitio desprendía cierta paz y tranquilidad que el aparentemente joven Beifong John buscaba desde hacia años. La desaparición física de Byakko para unirse a él y detener juntos a Genbu; el espíritu del caos. Había hecho que viajar resultase aburrido.
No tenia con quien hablar, pero siempre se las apañaba para ayudar a la naturaleza, ahuyentando a los malhechores que tratasen de hacerle mal tanto a la naturaleza como a las personas. Por esa razón se había detenido a respirar el aroma de aquel lugar, porque era un lugar bastante tranquilo.

-Ojala pudieras sentirlo por ti mismo, Byakko-fue lo que dijo mientras se llevaba una mano a su nuca y la acariciaba con cuidado, para girarse y darse cuenta tras escuchar una voz, de que no estaba solo. Desde hacia mucho tiempo no había visto a nadie mas de carne y hueso...bueno si, pero aquello había sucedido en las montañas. Ahora solo había una pregunta que asaltaba la cabeza de Beifong John.
¿Amigo o enemigo?, se preguntaba mientras se acercaba, dejando ver claro que tenia un arma en su espalda; aunque John odiaba usar armas, pero aquella espada ademas de estar rota, tenia un gran significado para el.
Si fuese amigo....¿tendría comida?

-Buenas, caballero-dijo al observar a aquel hombre con curiosidad reflejada en sus verdes orbes.

A proximidades, se encontraba un muchacho de cabellos rubios, que seguramente a la luz del sol brillarían en un esplendido dorado cuan oro. De mientras, pasaría de el, aquellas molestas luciérnagas parecían estar afanadas en molesta a alguien que solo quiere sacar una de las frutas del árbol sagrado, eh.
Terminé espantando a los bichos con el simple gesto de una mano, la cual formó una ráfaga sutil de viento a aquellos bichos, estampándolos contra al árbol sin piedad alguna – Bien merecido se las tienen – suspiré limpiándome el rostro con un pañuelo de seda, mirando de soslayo al joven que se acercaba .
Estatura promedia, pero la de un chiquillo, orbes verdes, cabellos color sol, como antes dicho…con una presencia algo extraña, destilaba cierto…poder, una fragancia que no parecía provenir de cualquier lugar, además de aquel detalle especial, llevaba un arma a la vista. Dudaba que se tratase de alguno de los alumnos de la Accademia, si no hubiese visto a aquel peculiar muchacho entre las cabezas de los alumnos, siendo o no perteneciente a una de mis clases impartidas. Di media vuelta para no darle la espalda, claramente Alistea~r Harrison no sería un sujeto maleducado, eso nunca ocurriría! – Buenas , estimado jovencito – saludé en aquel tono empalagoso de voz, de buenos ánimos; puesto que no había motivos algunos para comportarse amargado con aquel muchacho. Dediqué una amplia sonrisa, de esas que molestarían a cualquiera que se irritase con facilidad. – Que lo trae por estos rumbos? ¿Vino a apreciar la majestuosidad del árbol sagrado? – Pregunté con cierto aire curioso, aunque era la rutina de cualquiera dar preguntas de aquel tipo, si es que se disponía de entablar una charla. Miré los frutos de árbol de soslayo, para luego observar nuevamente al rubio – Supongo que no ha probado sus frutos, no?...- reiría un poco, a carcajadas –sería una desagradable experiencia, se lo aseguro – agregué ante ello

-Me perdí-fue lo primero que dijo mientras miraba a aquel desconocido; una de las cosas que le llamo la atención fue como rompía el equilibrio de la naturaleza aquel hombre; sin embargo no parecía malo, es mas destilaba un aroma similar al de aquellos que solían impartir clases en aquel extraño lugar del que había oído tanto hablar.

Beifong John se revolvió el pelo con una mano y sonrió cerrando sus ojos mientras miraba el árbol, se fijo en que el hombre miro un momento su arma y aunque no lo preguntase respondió en un intervalo de tiempo bastante rápido, pero sin perder su sonrisa.
-Tranquilo, es una espada rota-dijo desenvainando su arma y dejando ver que no queria sino un pedazo de aquel metal que antes formaba el arma-.Aunque es solo la empuñadura suele asustar bastante, por eso la llevo, odio luchar...pero tuve que hacerlo hace tiempo.

-No he tenido ocasión de probar esos dulces frutos, pero tampoco lo deseo...aunque tengo hambre-decia riendose levemente-.La vida del trotamundos-dijo sentandose a observar a aquel individuo.

'' Me perdí''.. Bueno, era lo bastante fácil pero realmente difícil a la vez perderse en la cúpula, siendo que normalmente el lugar siempre estaba concurrido..al menos. Tal vez aquel muchacho era nuevo, o simplemente un visitante de afuera...¡Joh, qué divertido!.... En definitiva el rubio logró captar mis atenciones.
No fue siquiera necesario preguntar por el arma, aunque no lo preguntaría en algún futuro.. más se pudo apreciar que el chiquillo se encontraba atento a las acciones- Oh; es que es curioso ver armas de este tipo por aquí..aunque, se ve algo inservible estando rota-Solté en ello pudiendo observar el objeto en sí, efectivamente estaba roto, aunque la empuñadura era lo bastante bonita, aquellos detalles. Esbozaría una sonrisa un poco más amplia.-Pero bien podría tener lo suyo...-Solté después; en el fondo efectivamente, sí, me encantaban las espadas de todos los tipos, por ello mismo poseía una en mis manos. Si el ejemplar del joven estuviese completo, es decir, con el filo y todo, seguramente la hubiese pedido observar un poco más.
Soltaría tras ello una risa..- A su suerte que no ha tomado ninguno de estos frutos; no se los recomendaría, joven...-Aseguré en ello. No creía que sea agradable para ningún ser vivo comer fruta descompuesta...
Aunque.. en.. gustos no hay nada escritos, la verdad. Proseguía con ello. - Estas frutas tienen la peculiaridad de pudrirse antes de ser probadas... ¿engañoso, no?-

Al escuchar aquello atendería de inmediato, si se trataba de comida era algo que siempre portaba entre la chaqueta, en algunos bolsillos mágicos ...y en fin.. paridas mías. Metí una de las manos a mi propio abrigo buscando uno de los bolsillos.- Por aquí tengo algo para comer, one second~...- Tras rebuscar entre los bolsillos sacaría un cupcake lo bastante adornado, y grande como saciar el hambre al menos por un rato.
Se lo ofrecí sin despegar por ningún segundo la sonrisa
- Disfrútalo~-

-No me gusta usar armas, me parece un acto violento desde hace muchos años, pero la llevo porque tiene un gran significado sentimental para mi, porque fue el arma que use en mi ultima batalla con mi mejor amigo-dijo sonriendo, aunque hubiesen pasado ya bastantes años desde el combate entre Byakko, el espíritu de la armonía y tigre blanco amigo de John, y Genbu, el espíritu del caos...a John...todavía le dolía recordar que su amigo había fallecido protegiéndolo. Aunque hubiesen encerrado a Genbu, John aun tenia mucho trabajo por delante...y en fin...eso era tareoso...pues no podía estar en un sitio fijo.

John sonrió envainando su espada, advirtiendo que aquel hombre parecía simpático...o quizás no....lo acababa de conocer y ya estaba hablando sobre Byakko...bueno...siempre lo hacia, ya que había sido su único amigo, se llevo las manos a los bolsillos y miro con sus orbes verdes los frutos de aquel enorme árbol.
-Me alegra que me hayáis avisado, seria desagradable comer algo que se muera en mis manos-tras eso dedico una suave y cálida sonrisa al hombre y cuando este le lanzo aquel manjar lo miro con una ilusión increíble mientras lo comía a toda prisa, quedandosele algunas migas alrededor de su boca-....Muchas gracias, estaba muy rico, por cierto me llamo Beifong John, pero podéis llamarme como guste.

Encontraba cierta razón en el muchacho; las armas no habrían sido hechas nada más para provocar el mal en la gente, no soluciona nada, solo destrucción… Se supone que la gente es civilizada, y sus problemas los debería de arreglar de forma civilizada…pero…ah, la humanidad está tan perdida todavía – Oh bueno, su motivo es completamente válido, a decir verdad, joven – respondí con una sonrisa plasmada de oreja a oreja…entonces se trataba de lazos sentimentales.. y también era altamente comprensivo. Hasta yo mismo admitía poseer ciertos objetos inútiles que conservaba por los valores sentimentales que se tienen de ello.
Mantuve la vista en el muchacho, estando tranquilo, a buenos ánimos…en fin~.

Denoté aquellas ansias que el rubio tenía por la comida, realmente se encontraba hambriento. A suertes traía aun más chucherías de las cuales poder comer –Vaya, joven, si se estaba quedando en huesos – reía con levedad; nuevamente de otro bolsillo sacaría algo, pero esta vez se trataba de un paquete de galletas de vainilla, y junto a el, un pañuelo de seda. Se los entregué aun con rastros de risas por la voz – Tenga, acá hay más comida. Procure siempre estar limpio eh, no debe de parecer desahuciado de frente a una señorita – aconsejé ante ello manteniendo el ‘respeto’ verbal con el trato de ‘usted’, aunque seguramente lo quitaría después de un rato. Aparentemente el chico habría tomado rápido confianza – No hay de qué, joven Beifong – tras ello otorgaría una pequeña reverencia, mientras bajaba, hablando – Alistea.r, pero prefiero el diminutivo Stear, para todo público – aclaré volviendo a la posición recta. - ¿Qué lo trae por estos lares? – pregunté con dicha curiosidad de saber de quien se trataba el muchacho.

John sonrió al hombre cuando le tendió nuevamente algo de comida y comió algunas, algo mas relajado, limpiándose el rostro con cuidado.
¿Damas?...¿habría alguna por allí?...¿se acordaría de como era una mujer?...bueno intento recordar a la ultima mujer que había visto y así se quedo un buen rato pensando, hasta que la nueva pregunta del hombre que se decía llamar Mr. Lovely Love, alias Stear. Nuevamente sonrió; había que decirlo así de sencillo...bueno...solo esperaba que nadie le dijese nada malo.
-Pues vera, busco la manera de entrar en la cúpula, tengo curiosidad por saber como es la gente por ahí...aunque bueno-se rió-.Hace mucho tiempo que no hablo con nadie, usted es el primero con quien tengo el gusto de hablar, Stear-sama, una persona muy agradable, al menos eso opino.
Tras decir aquello se sento en el suelo con las piernas cruzadas y sonreia ampliamente.
-También me dedico al estudio de los puntos zen...bueno eso lo hago actualmente, ya que me aburría y mi amigo Byakko me había dicho en su momento, que era bueno aprender a ser libre como el viento...porque el decía que el viento es el elemento de la libertad.

Escuché con atención las palabras del chico quedándome en la misma posición de costumbre. Aparentemente el muchacho no era cualquiera, quiere decir, aquel rubio venía de ‘’alá abajo’’, del tal llamada Tierra, actualmente llamada como Caos, debido a tanto lío que se situaba abajo. – Acá hay personajes lo bastante peculiares, en realidad – comenté entre tanto, denotando aquel aire positivo que emanaba Beifong .

Reí un poco al escucharle, apenas conocía al menor y ya me había agradado algo, aunque extrañas veces alguien sentaba mal a mis gustos… En fin~.
Tomaría asiento frente al chico en una de las gordas raíces del árbol que sobresalía, cruzando una pierna sobre la otra dejando el canasto de colecta a un lado.
–Por los visto usted se trata de un externo a la Accademia, joven John – dije sin perderlo de vista, con el único ojo que a esas alturas poseía – Pero, a pesar de ser una posible amenaza siendo Renegado, Cazador.. o tal vez algún Titán más pequeño momentáneamente, no parece traer intenciones bélicas – aclaré después. En lo personal no veía a todos los externos como seres viles ni nada de eso, se me hacían en parte indiferentes…además de haber algunos cuantos que me agradaban aunque sea un poquito. Beifong John, entonces, no sería la excepción al tema. –Seguramente se lo decía con fines de metáfora. Aunque, en verdad, el viento es uno de los elementos que siempre fluye, y nunca falta – agregué entonces. Haría un suave movimiento con la manga izquierda, de ahí una brisa cálida de viento comenzó a formarse a un lado levantando las hojas del suelo, creando así un pequeño torbellino alrededor tanto del joven como mío. Las hojas danzaban entre las hileras del viento que las mecían – Oh, podría contarme algo de sus estudios, joven. Suenan interesantes – Pedí a cierta educación chasqueando los dedos, las hojas nuevamente volvieron al suelo, y la brisa se perdió con las leves corrientes invernales que merodeaban el árbol.

-Ya, lo se...todo el mundo me ha mirado raro...aunque no soy una amenaza...a menos que hagas algo que no me guste...entonces deberían correr y esconderse porque los encontraría y les haría pagar lo que han hecho por mil veces mas-decía sonriente el chico, pero al ver que aquel hombre se interesaba por sus estudios; John se entusiasmo mas, aunque lo de la brisa de viento le había encantado, John también podía hacerlo...pero el no era tan afín a ese elemento como a la tierra.

-Pues vera...para poder expresarlo primero debo ir con lo principal-decía el chico mientras se ponía de pie frente a Stear, pero algo alejado-¿Cuando mira al fuego que es lo que ve, Stear-sama?, ¿siente usted la tierra cuando la pisa?,¿escucha el agua y nota la brisa acariciando su piel?. Eso que siente usted es la energia del mundo conectando con la suya...y gracias a ello somos capaces de controlar los diferentes elementos de la naturaleza, porque nuestra energía indirectamente esta conectada de uno a dos elementos...La mayor parte de las personas comienzan moldeando los elementos, los que controlan el agua, son capaces de ondear las olas, los de fuego doblan la llama, lo afines a la tierra quebramos el piso cuando pisamos muy fuerte y los de aire comienzan a flotar. Cuando eso pasa, es cuando nos damos cuenta de que formamos parte de algo mas grande que nosotros mismos.

Mientras John hablaba parecía no tener la edad que aparentaba, sino parecía mas maduro y culto; el mismo había echo vibrar lentamente la tierra con un paso suyo; a la vez que un suave soplido había movido las hojas, pero todo con suavidad, casi parecía que aquellos dos elementos a su alrededor estaban danzando con el, como si fueran una parte de su cuerpo.
-Por eso una criatura cuenta cuenta con varios puntos zen que nacen de nudos de nuestro sistema energético. Es importante saber que en principio todos los puntos zen están en nuestro interior...llamemoslo...nuestro imán energético. En una manifestación simple, como por ejemplo hacer que una llama prenda nuestros puños, ahí se genera la actividad de un único punto zen. Pero si lo canalizamos hacia el exterior, generamos un nuevo punto zen lejos de nuestro imán, así dándonos control sobre el elemento y dominarlo, pero gasta bastante energía hacer eso constantemente. Y mis estudios me están llevando a saber que hay una forma bastante increíble de acabar con una guerra empleando los puntos zen...pero claro...seria...un sacrificio...algo que solo se debería hacer en un momento...de desesperación o por proteger a alguien importante...pero creo que nadie se interesaría en los puntos zen excepto para hacer el mal...nadie lo ve como yo-suspiro mientras se quedaba mirando el cielo azul con una suave sonrisa.

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❤ Vida Máxima
◘ Fuerza
⌂ Resistencia
♦ Destreza

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