¡K-Kya! [Priv. Ginger]

Todo comenzaría con una absurda discusión con el padre.
Ambas niñas comenzaron a gritar con euforia y llegaron al punto de tirar algunas cosas de su cuarto, y sobre todo maldecir cada segundo de la existencia de quién correspondía su tutor. Llevaban cerca de media hora discutiendo el por qué no se les era permitido conocer la Ciudad de la cúpula.

Ambas niñas se creían lo suficientemente grandes para poder recorrer todo lo que quisiesen de la cúpula por sí solas. De hecho, estaban tan seguras de sí mismas que se veían capaces de ir sin la compañía de una y la otra. Por un punto de vista, si podrían independizarse de su compañía, pero era más que seguro que alguna se podría perder con facilidad en terrenos que no conocían. - ¿Sabes qué? Me voy - La rubia era la más molesta con la situación planteada, sobre todo porque ella era la que comenzó a salirse de estribos exigiendo más libertades y tal. Desde que dejó de ser una muñeca sencilla se había sublevado con su tutor, a tales grados de ser sumamente grosera con él.

¿El clima?. A pesar de que era invierno no estaba nevando, ni mucho menos lloviendo. Sólo era capaz de percibirse una pequeña brisa, lo que importaba realmente era el hecho de que ya era bastante tarde. La rubia , resignada y cegada por su berrinche se puso una bufanda y un pequeño abrigo de lana, saliendo por la puerta delantera - E-Espera! No vayas sola! Interrumpió Annie, siguiendo a su hermana con un abrigo grueso, en comparación, indispuesta a dejarla a ir sola.

Nintsu comenzó a correr, escapaba de la casa sin siquiera importarle la seguridad de su hermana, y Annie intentaba seguirla a tientas, casi sin aliento. Pasaron por el bosque hasta que ambas toparon con un tétrico muro gris, en el cuál sin motivo alguno con exactitud se colaron por uno de los agujeros del muro. La rubia quedó sin fuerzas para continuar, y sin notarlo se sentó en el escalón de una de las tumbas del cementerio, con las mejillas rojas por el calor, y además el frío del exterior- N...Nintsu... Dónde estamos¡?- Preguntó la morena quedándose de pie frente a ella, abrazando su propio cuerpo con algo de frío, aterrada al desconocer aquel lugar.

La viuda negra había sido testigo de aquella ardua batalla entre las niñas y su maestro. No tenía la suficiente voz y voto en cuestiones de permisos a lugares que antes se les habían sido negados, a pesar de que ella era la niñera de Nintsu y Annie no podría dar demasiado en contra las desiciones del propio Stear quien era su padre.

No obstante intetaba de alguna u otra forma apasiguar los aires, era evidente que todo se iba agravando a medida que el color comenzaba a subir por todos los rostros como los tonos de voz, en especial la nívea piel de la niña de rizos rubios. No era una rabieta cualquiera y Ginger estaba siendo consiente de todo aquello.

A mitad de la discusión la arácnida no quizo seguir en lo toxico del ambiente y decidio sumirse en su cuarto a leer un rato o a hacer tejido y al menos eso hizo hasta que escucho que se comenzaron a marchar. Vio como se alejaron de la casa por medio de la ventana, y era evidente de que la metamorfa se preocuparía por ellas mas aun si era plena noche. No tardo en salir de la casa siguiendo a las niñas lo más rápido que sus tacones y vestido permitían, todo sería mas sencillo estando en su forma real de viuda negra pero ya no había tiempo para que eso fuese de esa forma y no de la otra en la que lo estaba haciendo pero ni modo ya se veía entre los bosques sujetándose las faldas siguiendo el rastro de la morena.

Cuando Ginger se topo con el muro gris supo que su cuerpo de adulta no pasaría con facilidad por lo cual no quedo mas que buscar la entrada del cementerio e ir a buscarlas, no estaba asustada porque siendo araña recordaba haber vivido en varios cementerios pero siempre le era mejor vivir en casa más calidas que estar expuesta a un frío que podría enfermarla. Cuando vio los cabellos de las niñas les llamó la atención medio cansada por la corrida -como se les ocurre irse así como así niñitas? – les regaño enfadada mirando a ambas niñas con gesto de desaprovación, siendo algo dura con ellas -ni siquiera saben donde estan, ustedes no deberían colarse en un cementerio, las almas descansan a estas horas-siguió con el sermón indignada ante sus propias creencias

¡K-Kya! [Priv. Ginger]

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