La claridad del día se iba desvaneciendo poco a poco, dejando que la luz tenue de la luna entrase a una pequeña choza, que parecía querer derrumbarse con cualquier ventisca fuerte, o algún movimiento telúrico considerado. Era, sin duda, una hogar bastante pequeño, dos dormitorios, un living comedor, un baño, una cocina pequeña, sumando un pequeño cuarto invernadero que estaba junto a la choza; no obstante, a pesar de verse construida de una forma bastante rústica y a la vez descuidada, por dentro de podía destacar un piso de loza bien limpio, de un color coral, capaz de poder verse uno reflejado en éste, las paredes estaban forradas de un papel de un encaje cálido, el living comedor estaba adornado con muebles hechos de madera, candelabros góticos, bastantes adornos inservibles entre las estanterías; una cocina sencilla, un baño de amplio espacio, emanando de éste un olor a vainilla bastante suave. Los cuartos medio desordenados, pero sin dejar de ser lindos para la presencia de cualquiera. Lo que se podría destacar, es que en todos los cuartos parecía haber presencia de alguna que otra planta.
Uno de los dos habitantes de la casa, un joven de estatura prominente, cabelleras castañas, tomadas debidamente con una coleta alta, pero a la vez desordenada, era el único que emitía algún movimiento útil en la casa, o al menos para esas horas. Estaba vestido con su atuendo de todos los días, excluyendo de la gabardina, que se encontraba colgada debidamente en el perchero – Tal vez un ave es lo que nos hace falta – comentó en voz alta, paseándose por el living con una regadera, cuidando de las plantas de interior, que con mucho esfuerzo había cuidado.
Como era la vida en   la Tierra , era difícil poder conseguir comida decente, o agua, algo que era esencial para cualquier tipo de vida  existente; Kendal, el jovencito que estaba regando las plantas, estaba más que claro que mantener sus huertas era una labor bastante pesada, porque debía preocuparse de las goteras de la casa o del cuarto cuando llovía ácido, porque debía de preocuparse en ir en búsqueda de agua, porque teniendo las plantas, a su querido hermano y a él, pues, cualquiera con dos dedos de frentes sabría que cuidar plantas en una situación tan deplorable, era algo realmente estúpido; pero obviamente Kendal negaba testarudo en dejar que sus preciados vegetales, sus flores, hortalizas, tubérculos, murieran de una forma tan poco humana. Tocó la puerta del cuarto de su hermano, ignorando el hecho de, que tal vez, Dimitri no se encontraba ahí adentro  – Oye – alzó la voz, golpeando por segunda vez la puerta – Recuerda que hoy toca ir de cacería, la última vez no conseguimos mucho – aseveró tras un pequeño suspiro, esperando una respuesta del contrario.

El rubio se encontraba tomando un baño en el cuarto de al lado, gozaba de la tranquilidad que le daba aquella situación, siempre se tomaba su tiempo y habían ocasiones en que se quedaba dormido. Ésta vez no era muy distinta a las anteriores, si, se encontraba dormitando, pero aún mantenía sus sentidos alerta. Fue cuando escuchó los golpes en la habitación de al lado, seguido de la voz de su hermano. Soltó un suspiro.-Tsk, pero si fuimos la semana pasada.- se quejó para sí mismo.

Salió de la bañera lentamente, sin urgencia alguna, tomó una toalla y la colocó alrededor de la cintura y otra para secarse el cabello. -Ya voy, estoy aquí, por si acaso- gritó sin ganas.
Atravesó el cuarto mientras se secaba el pelo para ingresar a su habitación, que para su comodidad, se encontraba al lado del baño. Pasó a su hermano, se sentó en la cama mientras soltaba un bostezo. -Ah~ no puedes hacer nada sin mi, hermanito -río, mientras se colocaba algo de ropa, unos pantalones bastantes sencillos para lo que estaba acostumbrado, odiaba ensuciar su ropa, y por lo general, cuando iban de cacería no quedaba demasiado de ella. Se abotonó una camisa, bastante mal para variar, lo intentó un par de veces para no quedar como un idiota, finalmente optó por ponerse un abrigo que tapara el trabajo mal hecho.