No había podido pegar ojo. En lo más mínimo. Cada vez que estaba quedándose dormida, de repente se despertaba sudando frío, con un grito en la garganta, y las garras hincadas en cualquier cosa que tuviera cerca o a la mano. Por supuesto, no recordaba nada, lo que la llenaba de una terrible frustración e impotencia; mezclas excelentes para producir un horrible humor en ella, totalmente detestable. Nunca le había gustado su habitación en los edificios destinados para los trabajadores. Nunca. Pero, las veces que regresaba del territorio de Caos, solía intentar conciliar el sueño en ella, como una especie de consuelo para su agitado ser. Esa noche, como las siguientes noches, sabía que no habría manera de que funcionara. Simplemente lo sabía, la desesperación lo sabía, y su mal humor lo sabía. Así que no había otra opción: tendría que perderse unos días. Mínimo dos. Podía hacer eso. Lo había hecho antes en reiteradas ocasiones, y había concluido en que era la mejor decisión. Así que tomando un par de cosas en un pequeño bolso, de sus de por si casi inexistentes pertenencias en la habitación, salió rápidamente.

No tenía ganas de toparse con ningún indeseado, así que con la poca iluminación que había, la moldeó a su alrededor para pasar desapercibida ante la vista de cualquiera, hasta que estuvo totalmente fuera del alcance de ningún guardia, o merodeador, o estudiante bribón que quisiera andar por ahí en las noches para alguna travesura. Se adentró en los terrenos del bosque, simplemente porque ese ambiente le relajaba en alguna medida, y luego buscó algún lago donde nadar. Pero nada, seguía con su mal humor a flor de piel. Así que pensó en el único lugar que conocía para desahogarse de la manera más estúpida: La granja. ¿Qué hacía para desahogarse? Era mejor no preguntar, usualmente terminaba  en algún destrozo y alboroto. Pero, por supuesto, todo bien camuflado. Con la luna como única iluminación, iba caminando por el sendero que se sabía de memoria, dejando un rastro de gotas de agua que destilaba su cabello por la reciente "ducha". No fue hasta que estuvo relativamente cerca de una caballeriza, que sintió el agitamiento en el aire.

Los animales solían tener este... sentido extrasensorial. Algo nada lógico, que solían llamar instinto, para percibir amenazas incluso invisibles a la vista. Y Charlotte podía captar esas señales de conmoción que lanzaban los animales, que ella también podía sentir cuando su lado animal estaba más despierto. En ese momento, sólo alcanzó a percibir el olor extraño que no pertenecía a ninguno de los animales, y el sonido de los caballos alterados. Se lanzó en esa dirección en menos de un segundo, haciendo nada de ruido puesto que venía descalza y parecía simplemente un fantasma salido de la noche. Se detuvo en silencio y con una expresión de muerto en la entrada, dándose cuenta que la cosa con el olor extraño, estaba de pie y moviéndose como alguien sufriendo los síntomas de una abstinencia mortal; porque no podía ser un humano. No con ese olor, y no alterando tanto a los pobres caballos. Por alguna razón, aquello le molestó. Ya tenía bastante de una mala noche como para tener que lidiar con otro problema.

- Hey, tu.- le llamó la atención - Tienes pinta de estar a punto de cometer un homicidio, y como no veo ninguna persona cerca, supongo que la estás agarrando con los pobres animales.-. No se había movido de la entrada todavía. Lanzó la mochila por ahí, cruzándose de brazos, con una ausencia de expresión en su rostro antinatural, pero en sus ojos ardía el mal genio. No dormir le pasaba factura. - ¿Quien rayos eres tu y qué te crees que haces en mi territorio? Si eres un Renegado, date por muerto. Hoy no estoy de ánimos para sus vagabunderías. -. En realidad, tan ofuscada estaba, que ni se había detenido a tratar de identificarlo. Saber si era algún rostro conocido de la Cúpula. Sólo estaba ahí empeorando su noche. Y alargándola, de ser posible. A este paso, no conseguiría nada de sueño. Juró por lo bajo apenas este pensamiento cruzó su mente.

Seguía dando vueltas de forma nerviosa, con pasos rápidos pero cortos los cuales hacían menos ruido del que debería. Movía los dedos de forma nerviosa y mientras seguía con su debate interno, con sus colmillos totalmente extendidos se metió un cigarro en la boca y con un mechero zippo desgastado, arañado y casi sin gas se encendió un cigarro al cual daba caladas largas y profundas, expulsaba el humo por la nariz sin quitarse el objeto de entre los labios.

 Entre el olor a tabaco, el olor a estiércol y el nerviosismo del hombre no llego a percibir a tiempo a la persona que se había dirigido a el en aquel momento, se giró pues se encontraba de espaldas a ella mientras andaba y se la quedo mirando, su gesto era arisco, totalmente serio y casi carente de cordura.

Estas en lo cierto en algo, estoy planeando algo, no un homicidio y mucho menos con los animales. Por dios... un hombre como yo alimentándose de animales... Esto ultimo lo dijo casi para auto convencerse de que no valía la pena atacar a esos animales, se quedó completamente quieto, erguido y en un movimiento lento y delicado se quitó el cigarro de la boca.
¿Y quien demonios eres tu para replicar donde puedo y no puedo ir? No he visto tu nombre puesto en estas paredes, y tampoco huelo ningún tipo de señal animal para intentar marcar tu territorio. Soy un profesor y un habitante de la cúpula y como tal ejerzo mi derecho a pasear tranquilamente si quiero.

Dijo esto en un tono inquisitivo, enfadado y agitado. Cuando acabó apretó los labios y frunció aun mas el ceño mientras que en un movimiento algo mas rápido y brusco se llevó el cigarro a la boca y dio una calada intensa. Sus ojos estaban totalmente clavados en la chica que tenia frente a el, sus ojos estaban acostumbrados a la oscuridad y la veía completamente bien, a simple vista se encuentra frente a una persona aparentemente de su misma edad, aunque realmente Artyom estuviera vivo desde hace casi un siglo y aun parecía que le quedaba por vivir bastante mas, su aspecto en aquel momento impondría respeto a una persona normal, pero a un vampiro del carácter de Artyom le parecía otra persona enfadada mas.

Se tomó unos minutos para verlo mejor. De hecho, tenía mejor aspecto que ella. Al menos, en cuanto a vestimentas. Aunque el tipo tuviera una cara de neurótico y unas ojeras que le daban aspecto de panda - algo que ella consideraba podría empezar a tener también-, en realidad iba decentemente vestido. Ella, por otro lado, aunque no tenía cara de neurótica ni ojeras, andaba con unos pantaloncillos y una camiseta. Ropas que usaba para dormir y que, encima, estaban en parte mojadas porque ni siquiera había tenido la decencia de secarse luego de salir de su sesión de nado. Sumado a eso que ni zapatos llevaba, parecía la loca de la granja. Y sin embargo, le valía un rábano su aspecto o el del otro, aunque si hubo algo en lo que se fijó que hizo que encajara algo en su mente. - ¿Acaso piensas beber la sangre de estos caballos? - el pensamiento la descolocó. Bueno, acababa de darse cuenta de los filosos y largos colmillos adornando los labios del moreno, además de su olor atípico, diferente al de los humanos u otros animales; y dijo alimentarse... No era estúpida, podía sumar dos más dos, aún estando con el pensamiento medio nublado.

Pero otra vez su genio tomo el control cuando el otro pretendió opacarla con su estúpido título de profesor. Empezaba a creer que la tenía agarrada con todo aquel que trabajaba cómodamente en la Cúpula, y ni siquiera sabía si era por una envidia injustificada a su completa ignorancia, o una disconformidad con todos sus estúpidos hábitos complicados desarrollados a la fuerza por el tipo de vida que tenía. O tal vez era algo tan sencillo como que su temperamento insociable salía con esa cuerda de mequetrefes. Por supuesto que tenía derecho a replicarle.- ¡Ah! Perdona, ha sido mi culpa. Olvidé orinar por toda la zona circundante y escribir mi nombre con sangre en las paredes para hacer evidente que tenía algún derecho exclusivo sobre este lugar. - su tono sarcástico no dejaba para margen de duda sobre lo que pretendía decir. - Estúpidos profesores mequetrefes, se creen la gran cosa porque están enseñando a los niños como lanzar patadas y comerse los mocos sin ser descubiertos. ¡Vaya hazaña! -. Le chocaba tanto esa pose de suficiencia, como si le valiera nada lo que ella dijera.

Un gruñido bien poco humano se formó en su garganta y, con paso decidido, se le acercó para arrebatarle el cigarro, sin importarle cómo lo agarraba o si se quemaba haciendo eso. - Haz el favor de ir a otro lado para saciar tu sed de sangre. - le dijo fastidiada - Me vale bien poco que agarres a una  jovencita por ahí, que las hay bastantes, y con eso satisfagas tus ansias de la noche. Con tal que te largues de aquí. - estando más cerca se fijó más en sus colmillos, y la sola visión de ellos le causó escalofríos. Los vampiros eran, definitivamente, una de esas razas que realmente le causaban cierta aversión. No era como los lobos, pura agresión instintiva y sin fundamentos. Era más bien porque parecían alimañas, chupando la vida de otros, sin hacer distinciones... Eran demasiado fríos para su gusto; prácticamente su opuesto, considerando lo sangre caliente que era ella. - Ugh... - resopló con algo de asco y se volvió a alejar del tipo como si de repente le hubieran dado una descarga - Oh, vamos. Ni yo en mis peores momentos, me he rebajado a usar animales. ¿En serio piensas beber sangre de ellos? ¿Tan desesperado estás? Eso es dar lástima, hombre, que no puedas ni hacerte con una comida decente. - fuera de todo el asco, realmente empezaba a verlo como eso. Algo realmente lastimero y desesperado... no muy distinto a ella en ocasiones, así que no era quien para juzgar. Aún así, seguía de mal humor, y a menos que el tipo se comportara o se esfumara en el aire, su presencia no le permitiría su tan ansiado descanso. Era imposible.

El tiempo que ella estuvo observando su aspecto el lo paso básicamente de la misma forma, esa chica realmente parecía casi mas loca que el, aunque su cara no estuviera demacrada como la de el. Se podía notar cierta decadencia, cansancio. Su rostro se torno en una mueca de sorpresa ante aquella inesperada afirmación. Estaba claro que le había dado la suficiente información como para que llegara a esa conclusión ella sola, pero al tener ese aspecto dudaba de su astucia, al menos hasta aquel momento. Antes aquella afirmación agachó la cabeza y miro hacia otro lado con una mueca de asco que dejaba al descubierto que esa chica había dado completamente en el clavo.
No dijo nada y se mantuvo esperando a que la chica siguiera hablando, pues el haber sido descubierto intentando alimentarse era un golpe tan grande a su ego que ni siquiera quería responder a eso. Al escuchar aquello que dijo la chica en aquel tono satírico sobre orinar por la zona y luego aquella burla hacía su labor como profesor, en su estado normal se hubiera ofendido pero en aquel momento mas que ofenderle le hizo mucha gracia, pero solo se limitó a sonreír ante aquello, su sonrisa denotaba un tono divertido, pero su expresión era algo oscura.

No voy a irme de aquí. Y no puedo atacar a nadie de la copula, al menos no debería. ¿Inutil? Mujer, un vampiro no vive casi mil años a base de aire y buenas intenciones. Pero esto no es la tierra ¿Como esperas que ataque a alguien de la cúpula? Soy profesor, tengo que contenerme. ¿Sabes acaso lo que podrían hacerme si mato a quien no debo o simplemente mato a alguien? Tu debes de saberlo, dudo que seas una alumna. Por lo que has dicho tu también tienes instintos como los míos, pero dudo que a ti, el no hacer caso a los tuyos te maten.

Dijo todo aquello en un tono bastante alto, casi al borde de gritarlo, su voz era gruesa y directa lo estaba pasando mal, tenia hambre, estaba débil y necesitaba beber sangre, sus puños estaban apretados hasta el punto en el que el mismo se estaba haciendo daño.

¿Sabes qué? Tienes razón, debería atacar a una maldita niña virgen y punto. ¿Que va a ser lo peor que me hagan, matarme? O son ellos o es esta necesidad.

Se quedo mirando a la contraria con el ceño fruncido, le había quitado el cigarro antes por lo que volvió a sacar uno para encenderselo y fumar de nuevo mientras esperaba una respuesta de la contraría, la cual estaba claro que no iba a dejarlo tranquilo mientras estuviera allí.

Meneó la cabeza con tanta fuerza, que mechones de cabello mojado se le pegaron a la cara. - ¿¡Por qué a mi!? - exclamó frustrada tan sólo escuchar la frase "No voy a irme de aquí". Le prestó atención a lo demás, obviamente, más por interés en encontrar algo que le sirviera a resolver el asunto que por cortesía o amabilidad de su corazón. Pero sus nervios no le permitían estar simplemente de pie como una estatua, así que empezó a moverse de un lado a otro cual animal enjaulado. Aunque tuvo ganas de reírse en su cara, no lo hizo, más si se le pegó una sonrisa de pura ironía. Por supuesto que sabía lo que pasaba si violabas las normas, es decir, era ella quien soplaba la información de aquellos que lo hacían. De hecho, era ella quien podría hacer que a este vampiro lo mandaran a matar por ser una amenaza para los habitantes y residentes de la Cúpula. Pero claro, no le iba a decir tal cosa, ni en sus más locos sueños; su pellejo valía algo más que la paz mental de aquel tipo. Aún así, sabía que mientras el tipo no fuera una amenaza, se mantendría con vida. Tal vez ni lo mataran si cometía una falta grave, tal vez sólo lo echaran como a los Renegados.

Se detuvo abruptamente y con gestos extravagantes, porque más que el lenguaje hablado usaba también el corporal para comunicarse, se sacó la duda que tenía. - Alto ahí. ¿Me estás diciendo que no puedes, simplemente, elegir a una chica por ahí para que te de su sangre, sin tener que convertir todo en una escena del crimen? - su cara de confusión no tenía precio. Aparte, por algún motivo que no lograba atinar, tenía estas ganas de reírse por lo absurdo de la situación. ¿En serio estaba tomándose en serio todo este asunto de que el vampirito tenía sed de sangre? Pues, al parecer, estaba distrayendo su mente de manera fenomenal, a pesar de que la falta de sueño seguía pegando fuerte en su cerebro y sus nervios. Al menos era más entretenido que sentarse sola... aunque no lo admitiera, claro está. - Aparte, ¿qué con eso de la chica virgen? ¿En qué siglo estamos? No me encaja que necesites una chica virgen, tomando en cuenta el hecho de que, actualmente, estabas considerando beber de esos pobres chicos - señaló a los caballos que ya se habían tranquilizado, con una sonrisa petulante en su rostro. No pudo evitarlo en ese momento y, literalmente, se dobló de risa. -Maldito insomnio-.

Se acabó rápidamente su estrafalaria risa y, dando por zanjado todo el drama problemático que se estaba haciendo el pobre sujeto, decidió que si quería mantener tanto su puesto como al otro entero, tendría que hacer algo de trabajo extra esa noche. Una parte de ella estaba exquisitamente tentada a convidarlo para irse de cazas. Pero no podía hacer eso en territorio de la Cúpula, sería considerado traición que perjudicara a aquellos para los que trabajaba, así que... tendría que ingeniárselas con otra cosa. - Las chicas que te puedo conseguir, ni buenas ni vírgenes son. O al menos, no la mayoría. Además, no se qué tan jóvenes las prefieras, puede que la mayoría ronde mi edad, y no tengo precisamente 15. - se encogió de hombros. Sabía de los renegados que vivían colándose en la Cúpula. No habría problema si ellos eran los blancos. Mala suerte para ellos por estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Algún Cazador... pues, también podrían encontrar alguno, pero sería algo más complicado.

- Pero yo opino, que deberías de empezar a dejar de ser tan exquisito con tus gustos, porque no siempre podrás conseguir lo que quieres. Podrías simplemente alimentarte de hombres, eso son más fáciles y menos trágicos. - le volvió a quitar el cigarro - Y deja de fumar, a los animales no les gusta ese olor, y a mi tampoco. - esta vez lo lanzó a una cubeta que vio por ahí. Se dio la vuelta y alcanzó la mochila que había tirado antes. - Aquí no vas a conseguir nada, muevase señor "Profesor enseña mocosos". - Aunque, pensándolo mejor, debía dejar algo claro. Se volvió para mirarlo. - Por cierto, conste que sólo estoy ofreciendo ayuda en beneficio de conseguir mi noche de paz. Consigues lo que quieres y te largas. ¿Estamos de acuerdo? -. Si, bueno, ya se le había ido la cabeza con todo eso. De hecho, en ese instante no estaba pensando mucho. Pero si el tipo estaba tan desesperado como ella, que por conseguir lo que quería estaba dispuesto a hacerle de guía por esa noche a un completo neurótico come caballos... Pues, tenía la sensación de que aceptaría el trato. Los resultados de tal acuerdo, preocupaban a la parte racional de su cerebro, que en este momento estaba ignorando olímpicamente.

Escuchó el primer quejido de la chica mientras andaba de nuevo en casi círculos, observaba los gestos que hacía la mujer y como comenzaba a imitar lo que el vampiro hacía para intentar tranquilizarse, que básicamente era andar como un pollo descabezado creando un circulo imaginario sobre el que moverse.
Cuando ella se detuvo el se mantuvo en movimiento al menos durante unos instantes en los cuales escuchó la replica de la mujer con una mueca de desdén en rostro.

Imagina por un momento lo que estoy pasando y la carencia de sangre que tengo en este momento ¿Crees siquiera que una sola persona, sin quedar seca por completo podría saciarme? Maldita sea, no sería una escena del crimen, es que no dejaba ni el tuétano de dentro de los huesos de la pobre desgraciada a la que pille.

Observó el gesto que tenia la chica, estaba flipando completamente con aquello, algo que al vampiro le hizo especial gracia, lo que hizo que esta vez si estallara en carcajadas, se llegó a inclinar hacia atrás y tras unas fuertes carcajadas se encorvo hacia delante agarrándose las rodillas con las manos mientras miraba al frente, sus ojos se clavaron en la mujer mientras hablaba.

¿No sabes el maldito manjar que es para un ser como yo la sangre de una maldita chica virgen? A demás, me refería a que puestos a ser totalmente libres sin tomar en cuenta las consecuencias, de paso podría darme el maldito capricho de alimentarme de una maldita niña de once años.

Tanto su sonrisa petulante como el que básicamente se partiera de risa en su cara le sentó como una patada en la boca del estomago al vampiro, pero no iba a hacer nada mas que callarse, pues cada vez que mencionaba el tema de que quería alimentarse de unos jodidos caballos le daba como una punzada en la cabeza. Estaba claro que la chica había resuelto que ella debía de ayudarle a saber por que razón, escuchó sus propuestas sin mediar mas palabras hasta que le quitó el cigarro de la boca, a lo que contestó sacando otro y encendiendolo en sus narices.

Lo siento, pero ya que nos vamos a ir de aquí, prefiero moverme mientras fumo y por dios, me llamo Artyom, no me llames con esa mierda de apodo. Y como quieras, hagamoslo a tu manera, no tengo mas que perder.

Tras decir esto comenzó a andar tras la chica, a una distancia prudencial, aunque seguramente ninguna distancia  fuera capaz de hacer que la chica no pudiera oler el cigarro, así que simplemente esperó a que se lo quitara de nuevo.

No importaba en qué estado estuviera. Cuando le daban la razón, cuando le cedían el mando, simplemente no podía evitar sentirse bien... Pero que muy bien. Aunque seguía estando en desacuerdo con, básicamente, varias cosillas de las que le había comentado. En su mente, por supuesto que no podía imaginarse la sed de sangre que podía tener un vampiro. Sin embargo, ella se aferraba a su cordura con uñas y garras, tenía una fuerza de voluntad que era mayormente una montaña de tozudez que se negaba rotunda y tajantemente a perder. Y perder la razón, desvanecerse en si misma en un acto de cobardía, era una derrota que jamás se permitiría. Si algún día le ocurriese, la muerte sería el mejor regalo que podría recibir. Pero por supuesto, tenía claro que muchos, por no decir la mayoría, no compartían esa forma de pensar. - Claro, Artyom. - murmuró a regañadientes. De no ser porque no estaba de humor, podría seguirlo llamando con el apodo estúpido o cualquier otro que se le ocurriera, pero tampoco es como si quisiera empezar en plan "molestando cual kindergardianos".

- Yo soy Charlotte - se volvió a verlo, dándose cuenta de que posiblemente tenía cigarros infinitos. Le volvió a quitar el que tenía, pero en vez de tirarlo como con los otros, se lo llevó a sus propios labios sin quitarle la vista de encima al hombre y le dio una calada, exhalando el humo en su cara. - Realmente esta cosa es detestable - aún así, no lo soltó, y siguió caminando a la par del otro, sin darle la espalda puesto que tenía por hábito no hacerlo. Que no le gustara, no significaba que no lo hubiera probado alguna vez, o incluso agarrado la practica. Tenía bastante de eso, saber y ser capaz de hacer cosas que, en realidad, le disgustaban. Pero el humo hacía acrecentar su dolor de cabeza, y en ese momento no quería oler nada más que el refrescante aroma del aire limpio, así que lo tiró entre las pequeñas piedras del camino.- Si piensas hacerle eso a una niña de 11 años, y la chica no es una psicópata, y no quiere que lo hagas... Te advierto que me pondré de su lado. Pero no vamos a buscar niñitas, así que estamos bien. - suspiró. Sabía que había un pequeño grupo de idiotas que deberían de andar esa noche por los alrededores del bosque. El detalle, era encontrarlos.  

- De acuerdo... - comenzó a decir, pero se detuvo - Esto es demasiado extraño. Tener compañía. - observó a aquel vampiro como si de repente se le hubiera despejado la mente y estuviera realmente pensando en lo que estaba haciendo, pero sacudió la cabeza como si no le importara. - Debemos adentrarnos un poco en el bosque, aquí en la granja sólo encontrarás animales y si acaso alguna gente de la Cúpula, y no queremos que te metas en problemas innecesariamente. Probablemente nos tome unos 10, máximo 15 minutos encontrarlos. Asumiendo que seas rápido y me sigas el paso.- enarcó una ceja como retándole. Ya era toda negocios otra vez.- Sólo dame un minuto... - sacó unas zapatillas de la mochila que se colocó rápidamente. Era medio burda, pero tampoco tanto así como para andar a lo Tarzan por ahí... ¿O si? Habría que esperar y ver. También sacó un par de sus agujas, que se colocó en un movimiento rápido en el cabello, como si fueran parte de un arreglo o un peinado. Se acercó a uno de los árboles que tenía más cerca, y lanzó la mochila a una de las ramas. Su puntería era envidiable. - Ahora si podemos irnos. La pista es el olor a polvora o ceniza. Si es que aún te sirve el sentido del olfato, podrías estar atento a eso. No vayas a terminar atacando a un pobre conejo por favor - le sonrió con cierto deje burlón. Y salió corriendo. Tal vez correr le ayudara un poco a despejar la cabeza... a ambos. Todavía tenía la imagen de tipo neurótico en la cabeza.

Al escuchar el nombre de la otra persona sonrió, de alguna forma sentía que la chica se estaba ablandando, al menos un poco. En la cabeza del vampiro simplemente se encontraba el pensamiento de encontrar comida, y por lo visto al final esa persona iba a ayudarle a ello, quizás si lo necesitaba por que estaba bastante débil, al menos lo suficiente como para no cazar como debería.

Un placer, Charlotte.

Se quedó mirándola cuando le quitó el cigarro, frunció el ceño y expulsó aire por la nariz a la vez que gruñía de una forma que denotaba su molestia. Ando al lado de la mujer mirando de frente, con las manos metidas en los bolsillos, observó como tiraba su cigarrillo y miró al frente de nuevo volviendo a fruncir el ceño, no dijo nada ante el comentario que hizo, simplemente se quedo callado.
Tampoco quiso comentar nada ante aquello que decía sobre la niña, estaba claro que no iba a ponerse de parte del vampiro, nadie se pone de parte del vampiro cuando quiere hacer algo a una persona inocente, estaba como algo mas calmado, el poder estar con otra persona es como si lo estabilizara de alguna forma, a lo que le dijo a la mujer completamente en serio.

Voy a poder incluso adelantarte, estoy débil. Pero los vampiros no somos especialmente conocidos por ser lentos.

Se quedo mirando mientras se colocaba los zapatos, estaba débil, obviamente no tenia tanta fuerza como debería de tener, ni su velocidad era igual y mucho menos sus sentidos, pero aun así funcionaban, de una forma bastante simple, pero funcionaban. Echó a correr tras ella, poniéndose a su lado en la carrera, no estaba corriendo al máximo de su capacidad, pero tampoco iba a poder aumentar el ritmo mucho mas, al menos no si quería aguantar corriendo el suficiente tiempo como para encontrar a alguien.

La adrenalina fue como una droga para su organismo. Correr siempre era bueno, y mejor aún si estuviera en su forma animal, ¿cómo no se le ocurrió antes? Ah... pero no era solamente correr. No necesitaba apartar la vista para saber que el vampiro estaba ahí. Era silencioso, si, y rápido también. Eso le gustó. Últimamente no había mucha gente con quien pudiera estar al hombro, y eso era en parte aburrido y peligroso... para su animal, que necesitaba cierto contacto con otros de su especie, o terminaba convirtiéndose en un solitario. Justo como era Charlotte ahora. Pero, al menos por esa noche, tenía alguien a quien acompañar y con quien... divertirse, tal vez. Probablemente no estaban haciendo algo muy "lindo", pero qué más daba si ambos encontraban cierta liberación en todo eso. - Para ser un vampiro loco y medio muerto de hambre, te mueves bien Artyom - se detuvo sólo para decirle eso, con una sonrisa poco usual. Definitivamente era un cumplido en toda regla, algo raro en la pelirroja, pero esa noche habían muchas cosas raras ya pasando. - Lo siento, no te mantendré esperando mucho tiempo más -. el comentario le salió en un tono medio burlón, medio preocupado y de disculpas. Sentía su cabeza un poco más despejada que antes, así que ya no le estaba dando tanta rabia tener que ayudar al Profesor enseña mocosos.

Minutos después, se detuvo un momento, tratando de orientarse. Los distintos olores y sonidos del bosque la inundaban y apaciguaban sus ganas de desgarrar cosas, como un manto frío sobre sus neuronas y emociones alteradas, pero no lo suficiente. Hizo una rápida revisión mental del mapa que se había hecho en su cabeza de aquel lugar que había recorrido tantas veces... Al momento, totalmente estaba ignorando al vampiro, y empezó a moverse con un paso normal pero asegurándose de no hacer ruido hacia otra dirección. A los pocos metros logró captar un poco de olor a quemado e inmediatamente supo que los habían encontrado. Sonriendo de una manera un tanto perturbadora, porque nadie entendería el nivel de satisfacción que le producía rastrear y cazar cosas o personas, se giró para encarar al vampiro. - La cena está servida - se encogió de hombros.

No eran cazadores, tan solo renegados. Y estaban en movimiento hacia el helipuerto, de seguro, porque llevaban un par de sacos que suponía e intuía llevaban armas, por el sonido que hacían. - Son todos tuyos, si me dejas uno sería lindo, para que sea al menos equitativo el beneficio. -. A ese distancia apenas se podían divisar tres figuras caminar entre aquel espeso bosque, como a 4 metros de donde se encontraban en ese instante. Claro que la oscuridad dificultaba un poco ver algo más que el contorno de las figuras, la luna no iluminaba tanto esa noche dentro del bosque, pero Charlotte no tenía problemas en la oscuridad. Decidió darle espacio y campo libre al vampiro de actuar. Luego de que él se olvidara de ella, cambiaría a su forma animal. Tenía estas ganas de sentir un cuerpo caliente bajo sus patas y al alcanza de sus zarpas. No tendía a ser cruel a propósito, pero jugar un poco no lo consideraba del todo cruel... no cuando estaba así de cansada.