Una estridente pero reconfortante música sonaba enérgicamente mientras un hombre de verdosos cabellos paseaba por aquel Sector como si el frío no fuese nada nuevo para él. La verdad es que tanto tiempo diciéndose a si mismo que debía ser como una serpiente, a veces pensaba que había conseguido convertirse en un animal de sangre fría...y eso era...excelente. Ni siquiera aquel gélido frío le haría cambiar de idea respecto a su plan; veamos cuantos habían muerto ya a sus manos en aquel día...¿setenta y tres?....¿ochenta y nueve?...bueno ya daba igual, tenia lo que quería.
Haber intentado escapar de él no había sido suficiente.
Seguramente su presa se había dado cuenta muchos días atrás, y seguramente aquella inocente criaturilla no había querido creerlo. Por pura obstinación Nicro la había seguido en su marcha hacia el norte...pero no solo por eso, también lo había hecho porque era la ultima de aquella estúpida Orden llamada; Los Tigres Blancos...bueno, al menos de los que estaban en aquel paraíso caótico que tanto adoraba Nicro. Aun cuando ni todos los cuerpos pudiesen mantener sus cuerpos calientes, aun cuando hacia ya días que aquella metamorfa había perdido la capacidad de transformarse debido al cansancio y ahora se encontraba ahí, frente a al peliverde, caída sobre la nieve,abatida por el frió y la inanición.
Pero Nicro era bastante retorcido y le había atado su cadena de metal alrededor del cuello mientras el seguía caminando por aquel helado paraje. Se encontraba realmente cerca de su objetivo: de hecho los espíritus del caos revoloteaban por aquellos lares así que Nicro no podía equivocarse.

-Wonderfull-fue lo unico que dijo en un perfecto ingles mientras chasqueaba los dedos de su mano izquierda, la cual tenia libre; miro hacia atras, el cuerpo cansado de una bella joven le observaba cansada mientras el sonreia con malicia-.Realmente me ha gustado enfrentarme en un uno contra uno, pero mi mision hoy es entregar tu cabeza al caos.
La mujer se notaba que estaba aterrorizada ante la sonrisa maligna de Nicro, y a su vez ante esa oscura presencia que el emanaba.
-¿Por qué...no nos dejas en paz?-la voz de aquella mujer sonaba suave, cansada y dolorida, al igual que jadeante mientras que Nicro tensaba la cadena alrededor del cuello de la muchacha para hacerla callar.
-Shhh, calla perra, y escucha atentamente-tras aquella petición de Nicro, toda la montaña retumbo con un poderoso rugido que venia del interior de aquellas montañas, tierra y cielo retumbaban mientras que a Nicro los ojos se le iluminaban cada vez más y mas-. ¿Después de sentir todo este caotico poder, todavía piensas que los Tigres Blancos podrian derrotarlo, querida Lis?
-P...por supuesto...-la voz de aquella mujer sonaba suave y debil mientras era asfixiada-....el capitán te detendra a ti y a Genbu como hizo en antaño...ya lo veras...el capitán es un hombre fabuloso que...-ella no pudo terminar de hablar pues la mano de Nicro se vio envuelta en el metal de la cadena, volviendo este tan afilado como una espada y cortando secamente la cabeza de la chica, la cual rodo en el aire dos veces antes de que Nicro la agarrase con la mano izquierda y lamiese su mejilla.

-Tú capitán, al igual que tú, acabareis muertos bajo el control de mi caos.

Observaba el motor congelado del automóvil que había conseguido días atrás como si no me creyera lo que estaba viendo. Me había costado muchísimo conseguir esa maldita chatarra para que ahora me deje tirada en medio de la nada - ¡Maldita sea! – Exclamaba propinando una potente patada al parachoques, haciendo que este se cayera como si estuviese hecho de papel. Sin duda acabaría con quien me había vendido aquella cosa. Suspirando pesadamente me recolocaba la gruesa bufanda que cubría gran parte de mi rostro, permitiendo que únicamente se notasen mis ojos. Aquel lugar era extremadamente frío, debía dar gracias a mi sangre y a la resistencia natural de mi cuerpo a este tipo de climas para no terminar congelada, aun así, me encontraba cubierta de pies a cabeza.

Terminaba de tomar algunas cosas que tenía guardadas en aquel desastroso vehículo, continúe el camino a pie, siguiendo por mi cuenta aquel rastro de muerte que se percibía en al aire. Cualquiera con un buen olfato podría captar el fuerte y delicioso olor a sangre que transportaba el viento. Para alguien como yo, era como si estuviesen llamándome a gritos. Mi particular paseo no terminó en mostrarme que tenía razón, pues no paraba de encontrarme cuerpos según iba avanzando hacia el norte. Eran como las miguitas de pan que se dejaban en un camino para no perderse, solo que esta vez, se usaban para guiarme, aunque el causante de aquel pequeño desastre no tuviese ni idea que fuese tras su pista.

Tras una demasiada larga caminata, al fin pude visualizar a alguien con vida a lo lejos. Mi sonrisa, en ese momento oculta por la gruesa tela, no tardó en aparecer al encontrarme con tan deliciosa escena. Reconocía a uno de los sujetos, siendo completamente desconocida la mujer que se encontraba a sus píes exhausta en ese momento. Mientras me acercaba, pude admirar con total claridad como comenzaba a asfixiarla, para luego ver como la cabeza de aquella chica salía por los aires.

-Parece que he llegado un poco tarde…- Decía a pocos metros de la espalda del peliverde. Tras hacerme de notar, dirigí mis pasos al decapitado cuerpo, presionando con mi bota su estomago, provocando que la sangre saliera a presión por su cuello- Podrías haberme dejado alguna presa, te las quedaste todas – Apartaba tanto la capucha como mi bufando, mostrando de ese modo mi rostro al ya conocido peliverde, pues no me apetecía demasiado ser atacada de repente ante la posibilidad de no ser reconocida- Haz dejado todo un reguero de sangre tras tus pasos... ¿Tantas ganas tenías de verme? –Bromeaba riendo con suavidad, ocultando los labios al hacerlo con mis dedos- Por cierto… - Me acerqué a él tomando aquella cabeza, la cual miré con curiosidad sin perder en ningún momento la sonrisa-  ¿Quién es la afortunada propietaria de esta cabeza? ¿Otra de tus amantes? –Pregunté dedicándole una divertida y maliciosa mirada.

-Se equivoca mi semilla del caos, yo le he cortado la cabeza  y detenido el latido de su corazón, pero fue otra persona quien acabo con la muchacha agresiva que un día ella fue. Ella decidió luchar y llevar a personas a que viviesen una vida de paz en la dichosa cúpula. Definitivamente se convirtió en una ilusa que soñaba con que todos vivirían mejor ahí arriba con las demás razas para convivir en paz.-suspiro riéndose mientras agarraba la cabeza de su victima y le hacia mover la mandíbula como si esta hablara por él-.De verdad cambió sus principios la muy idiota.

Tras eso dejo caer la cabeza de Liz al suelo, girándose para sonreír a la mujer; la cual bajo aquel paraje helado, ella estaba realmente preciosa, sin embargo su extraña forma de ser con ella hacia que Nicro apenas dedicase atencion al resto del mundo que le rodeaba congelado en aquel instante. Ya como costumbre se quito su sombrero de ala caída y lo colocó con delicadeza sobre la cabeza de ella.
-Querida, realmente deseaba verla de nuevo, quizás por eso en donde encierran a Genbu te tengo preparado un buen festín-su sonrisa fue suave y sádica, mientras su mano cogía la de ella y le depositaba un suave beso en el dorso de la mano a la mujer.
-¿Ella, mi amante?-pregunto señalando la cabeza de Liz-.Ni de broma, tengo gustos mas exquisitos-susurro acariciando el brazo de ella por encima de la ropa de ella para luego enroscar su cadena alrededor de su brazo.

-Esa niña era la aprendiz de Beifong John, y la ultima de los llamados Tigres Blancos, que se encargan de proteger la armonía y ayudar a las personas a llegar a esa estúpida cúpula, que pronto caerá...y con él toda la cúpula-sus palabras sonaban suaves, pero llenas de odio, pues desde que Nicro había perdido a su prometida por culpa de aquel grupo de "salvadores" que era aquella estúpida Orden de la que Beifong era el capitán, se había jurado a si mismo acabar personalmente con todo lo que aquel hombre amase.
Recordaba que cuando John había llegado a su castillo cuando el era aun un embajador humano este le hizo comprender muchas cosas, e incluso hubo un tiempo donde se había unido a aquella patética orden, las políticas de aquel muchacho frenaron muchas conquistas de la guerra. Con su fuerza la Orden de los Tigres blancos podría haber conquistado lo que era la tierra y los tesoros que escondía estarían bajo el amparo de aquella orden convirtiendo la tierra en el lugar mas avanzado y enfrentarse a los diferentes ejércitos para conseguir con mano dura la paz.
Sin embargo no fue así, cuanto mas indagaba en el por qué ellos hacían aquello descubrió a los espíritus del caos y a Genbu, el poderoso espíritu del caos que siempre se enfrentaba a Byakko, el espíritu de la armonía y compañero y amigo de Beifong John. Cooperar con las criaturas del caos era muy diferente a hacerlo con las fuentes de la paz y armonía, todo era mas perfecto, amaban sus teorías y el la de ellas.
Y tras el encierro de Genbu, allí se encontraba él junto a una hermosa dama, la primera de muchos que le seguirían a traer el caos a la cúpula...para así poder destruir a Beifong John...de una vez por todas.

-¿Supongo que querrá ver lo que planeo, mi semilla del caos?-pregunto girándose hacia la montaña donde podrían observar los arremolinamientos de sombras y espíritus de diferentes criaturas jamas vistas por los humanos.

Me resultó imposible contener unas sonoras carcajadas al ver como jugaba con aquella cabeza manipulando su mandíbula para simular que era ella quien hablaba. Una persona normal habría sentido cierta compasión por la pobre muchacha, o como mínimo, no encontraría la situación de lo más divertida. Pero… ¿Por qué iba a sentir pena por la pobre desdichada? Ella misma había buscado acabar de ese modo al volver una persona débil e inútil. En un mundo como ese, solo los más fuertes sobrevivían, si aquella tonta muchacha había decidido perder la agresividad con la que era podía vivir sin problemas, ese destino no le resultaba en absoluto desmerecido-  Es lo que suele suceder con los idiotas… -Respondí pasando los dedos por mi cabello, acomodando algún que otro mechón rebelde que no paraba de revolotear a causa del gélido viento, tras mi oreja – Ella sola ha conseguido acabar de ese modo – Mis celestinas orbes se centraron en esa cabeza por unos segundos, sumergiéndome unos instantes en mis oscuros pensamientos, volviendo rápidamente la mirada hacía el caballero de curiosos cabellos verdes- Fuiste compasivo…cortar su cabeza ahorra demasiado sufrimiento – Agregue al tiempo que una fina y cruel sonrisa se mostraba en mis labios, de los cuales se pudieron intuir mis afilados y blanquecinos colmillos tras ellos.

Seguí el breve momento en el que la cabeza rodaba por el suelo con atención, volviendo a reír al pensar en la estupidez que había llevado a esa chica a terminar de ese modo.  Al sentir como se acercaba, alzaba el rostro hacía él, dando un pequeño toque en la visera de aquel sombrero que tan bien me quedaba perteneciente al muchacho, provocando que este se elevase sutilmente, regalándole en ese momento un pequeño guiño y una suave sonrisa – Eso suena interesante… espero que todo el viaje que hice valga la pena – Comente jugando con uno de los mechones que caía por encima de mi pecho con los dedos antes de que tomase mi mano como todo un caballero y depositase un pequeño beso en ella- Que encantador… -Reía con suavidad-  Me encanta ver que aún quedan hombres que saben tratar como se debe a una mujer  -Dije con un pequeño tono bromista.

Un pequeño golpe de viento revolvía mi cabello, provocando que por un instante estuviese a punto de salir volando el sombrero que se me había prestado, impidiéndolo rápidamente al llevar la mano a mi cabeza, sujetándolo. En ese momento esbozaba una sonrisa ladina de lo más seductora, moviéndome de forma que la distancia entre ambos se acortase prácticamente a cero – Puedo imaginar que tan exquisito puede llegar a ser – Ronronee cerca de sus labios, para luego girar y dirigirme con pequeños pasos hacía aquella cabeza, la cual recogía sujetándola por  sus cabellos, alzándola de modo que quedase frente a mi rostro-  Si se trata de su aprendiz, sería un poco maleducado por tu parte no entregarle algo suyo – Mi mirada se oscurecía a la par que mi sonrisa- Pienso que esta cabeza podría ser un hermoso presente – Deslizaba mis finos y largos dedos por el rostro que sostenía, acariciándole como si fuese la cosa más delicada del mundo en ese momento-  La expresión del muchacho seguro que será de lo mejor

Me acerqué de nuevo al caballero de verde cabellera, situándome justo a su lado, fijando la mirada en el lugar en que en el que se centraba la contraria.  Lo que se mostraba ante mí, sin duda era un hermoso paisaje. Las oscuras  sombras que se arremolinaban  en una de las montañas, contrastaban en demasía con el helado paraje blanco que las rodeaba.- Estoy deseando verlo – Comenté centrando mi atención en aquellas sombras-  Tengo una pequeña duda, Nicro – Lo miré por un momento, apoyando la mano en mi cintura-  Se que quieres ver todo consumido por el caos, eso es algo que me ha quedado bastante claro, siendo ese hermoso sentimiento de destrucción lo que más me ha cautivado de tu persona – Dije esbozando una suave y tranquila sonrisa- Pero quiero saber el por qué  de ese sentimiento…¿Por qué tanto odio a ese crio?  - Pregunté refiriéndome a Beifong John.

“Pequeña semilla del caos”…Sin duda aquel apodo era uno de mis favoritos hasta la fecha, por no decir el que más, algo que se mostraba a la perfección en la sonrisa que se dibujaba en mis labias cada vez que lo escuchaba- ¿Aun más loco? – Pregunté acompañando mis palabras con una suave y cantarina risita- No se me ocurre mejor aliciente para continuar… - Giré dedicándole una traviesa mirada, dejando entre ver mis colmillos volviendo a acercarme a él, manteniendo una pequeña distancia entre ambos- Tendré que comprobar hasta qué punto eres capaz de perder tu linda cabeza – Hablaba despacio, en un tono de voz calmado con un pequeño toque provocador.

-Suerte que me tienes a mí para darte tan buenas ideas – Le dije desviando la mirada por un momento a la cabeza, volviendo a reír al imaginarme de nuevo la expresión del muchacho al recibir aquel presente. Sinceramente, no tenía nada personal contra aquel niño, más bien me resultaba de lo mas indiferente lo que le pasará, pero tampoco podía negar que me resultaba bastante divertido hacer ese tipo de cosas- Es una pena que no vaya a estar presente cuando lo hagas – Supuse por mi cuenta, pues era complicado que los tres nos encontrásemos en el momento en el iba a hacer eso. Resople acomodando el cuello de mi abrigo, sintiendo como la gélida brisa acariciaba parte de mi cuello-  Al menos con este horrible clima no tendrás que preocuparte por que se pudra – El frío sin duda era un buen aliado para conservar aquella cabeza sin demasiados problemas.

Mis pupilas se dilataron de emoción al ver aparecer aquella serpiente, sintiendo como mi pulso se aceleró por un segundo- Hermosa… - Susurre con la mirada centrada en la magnífica forma que habían tomado las cadenas del cazador. Amaba las serpientes, aquellos reptiles eran uno de mis puntos débiles, por lo que ver a una de ese modo, con un aspecto tan tenebroso y retorcido…sencillamente era una maravilla.

Las palabras de mi compañero me despertaron de mi embelesamiento, volviendo a centrar al momento mis celestinas orbes en las contrarias, esbozando una sonrisa ladina tras escuchar su comentario- ¿Tal vez hasta el momento he sido demasiado sutil? – Pregunté con un claro sarcasmo, tras el cual, propinaba un pequeño mordisco a los dedos con los que acariciaba mi labio, dedicándole en ese momento una mirada tan inocente como maliciosa.

Tras escuchar su historia, no pude más que sentir escalofríos. Era demasiado parecida a la mía. Innumerables recuerdos de Kuo invadieron mi mente con la fuerza de la peor de las tormentas. Tantos mis bromas como mi buen humor se evaporaron, siento de nuevo aquella rabia y odio hacía los que moraban tan tranquilamente en la cúpula. Deseaba por todos los medios ver aquel maldito lugar consumido por el caos y el dolor, por el mismo que yo había pasado cuando me arrebataron lo más preciado en mi vida. Sujetando la mano del peliverde, la apartaba de su rostro, mostrándole en sé momento una expresión tan salvaje como cruel. Mis orbes, que hasta el momento se mostraban en un celeste intenso, tornaban a un escarlata brillante, al igual que mis pupilas dejaron su forma circular para pasar a ser una fina línea-  Haremos que todos ellos pierdan la suya… - Dije con una cínica sonrisa-  Todos caerán…y estaremos ahí para verlo en primera fila

Imaginé por un momento aquel lugar que tanto odiaba destruido, en las mismas condiciones en las que se encontraba la tierra. ¿Qué tan magnífico podría ser aquello?  Ver todo consumido por el horror, el miedo y la destrucción… Sin duda sería una experiencia inolvidable. Al fin y al cabo, sería lo justo. Los de ahí arriba no eran mejores que los de que habitaban la tierra, sin embargo, gozaban de una vida sin complicaciones y con todas las comodidades del mundo. Habían olvidado a los caídos, el horror que se vivió aquí abajo no hace mucho…Eran los más egoístas, solo preocupándose de su felicidad. Por lo tanto, era más que justo es querer verlos hechos trizas…especialmente a varios de ellos, a los que guardaba un mejor destino que al resto.

Observé con curiosidad aquel hermoso reptil, el cual se acercaba a su amo susurrándole algo que fui incapaz de entender, para momentos después, salir disparada hacía las montañas. Sin duda, aquello fue algo que avivó mi curiosidad de por sí bastante alta de forma natural. Mis labios se curvaron dibujando una sonrisa enigmática, tomando en ese momento uno de los verdes mechones del muchacho para juguetear con él entre mis dedos-  Siento curiosidad por saber que te dijo tu mascota – Giré el rostro hacía las montañas, a las cuales permanecí observando con atención por unos instantes, antes de volverme hacía él de nuevo- Por supuesto que no, ardo en deseos de escuchar lo que tu Dios del Caos tiene que decir

Reía entre dientes alejándome del peliverde un par de metros, quedando de espaldas a él analizaba el terreno en un rápido vistazo, volviendo a sentir la gélida brisa acariciar mi rostro- Suena apetecible, no he podido hincarle el diente a nada decente desde que bajé de aquel lugar – Comenté dedicándole una pequeña mirada por encima del hombro-  Por curiosidad ¿Cómo llegaremos a las montañas?... No es como si me importara demasiado tener que hacer todo este camino a píe – Añadí señalando el terreno por el que debíamos ir para llegar con el índice- Pero supondría demasiado tiempo –Si no aún conservase mi vehículo, la cosa sería bien distinta.

Ladeaba curiosa el rostro al escuchar lo que aquella serpiente había dicho al peliverde. Una gran sonrisa divertida a la par que maliciosa se mostraba en mis labios – Por lo que parece, no solo es hermosa, también tiene buen gusto – Comentaba con arrogancia que no me molestaba en disimular. ¿Quién podría decir que no era perfecta? Poseía un cuerpo de infarto y un rostro que no se quedaba atrás. Aunque suponía que aquel magnifico reptil no se refería solo a mi cuerpo… Nuestros demonios internos parecían haberse entendido a la perfección desde el momento en el que nos conocimos.


Relamí mis labios al pensar en toda la comida que me esperaba. La verdad era que me encontraba hambrienta,  visitar aquel lugar suponía un considerable gasto de energía por mi parte. El saber que me esperaba todo un banquete en aquellas montañas, resultaba un plus bastante seductor, era imposible negarlo- Me agrada saber que estás tan pendiente de mis necesidades – Comentaba con una  suave sonrisa, girando un poco el rostro en su dirección, para volver a centrar mi atención en las montañas. No tardé demasiado en volver a centrarme en él. Una especie de aura sanguinaria lo rodeaba, sintiéndome en ese momento de lo mas atraída hacía su persona.  Verlo de ese modo tan amenazante y siniestro, me resultaba de lo más seductor – Estupendo – Respondía sonriendo seductora- Que no idolatres a ningún Dios me resulta mucho más interesante….- Me acerqué por un momento, depositando sobre sus labios un atrevido y juguetón beso- Y porque no decirlo…también de lo más excitante – Le susurre antes de apartarme, manteniendo una corta distancia entre nosotros.


Asentí a sus palabras, sintiéndome bastante reconfortada al saber que no tendría que caminar hasta las montañas, algo que me resultaba de lo más agotador solo con pensarlo.  Tras escuchar su explicación y ver aquel cuadrado, lo miré con cierto brillo de desconfianza, cosa que no podía evitar, era algo que formaba parte de mi naturaleza- Espero que no sea una trampa y termine siendo el sacrificio a ese Dios del caos – Comenté medio en broma tomando su mano. La posibilidad que algo como aquello  ocurriese era mínima, pero al fin y al cabo, tampoco sería de extrañar que pasase. Debía de estar preparada para todo.
Seguí el oscuro camino por el que me guiaba, dando un pequeño salto cuando sentía que él lo hacía, ya que sin ver nada, no tenía más opciones que dejarme guiar por  él.


Mis ojos tardaron pocos segundos en acomodarse a la luz de nuevo, mostrándose al hacerlo, un escenario maravilloso.  Todo era caos, dolor, gritos, desesperación, miedo…No podía dejar de mirar de un lado a otro, siendo  aquellas personas las que más captaron mi atención con diferencia, siendo lo más natural – Esto es maravilloso… - Dije sintiendo un pequeño escalofrío recorrer mi cuerpo. Sin poder evitarlo, mordía mi labio inferior de puta excitación ante aquello. No era fácil dejarme sin palabras, pero sin duda el peliverde era algo que había conseguido hacer.