El Tigre Blanco y La Amateatsu [Priv. Seika]

Recuerdo del primer mensaje :

De una forma muy extraña había acabado la estancia de John en un pequeño pueblo de la cúpula, pues en cuanto dijo que pertenecía al mundo exterior y que a su vez era un Cazador; comenzaron a tratarle como un apestado. Y el no quería problemas, había oído hablar de un lugar donde la naturaleza parecía estar viva, donde todo era maravilloso.
Por lo que tras despedirse, emprendió un viaje diseñado por el mismo en el mas absoluto de los silencios durante los días grises...un viaje hacia el llamado, Árbol Sagrado. Ya apenas escuchaba la voz de Byakko recordandole que debía ser cauto y seguir protegiendo la naturaleza...aunque...aquello había sido lo primordial siempre para John.

El muchacho de rubios cabellos y verdes orbes hacia complejos cálculos y siguió por largos caminos durante varios días y noches. La niebla era cada vez mas y mas espesa, y parecía que había perdido el rumbo. Los caminos eran cada vez mas peligroso. Pues cada vez aparecían mas caídas al vació.
Y entonces todo fue calma, y por fin llegó a su destino.
Un lugar cuyo suelo era del más puro verde. Posiblemente uno de los rincones mas ocultos de la cúpula.Aquel lugar parecía un sueño para John. La energía del lugar era tal, que desprendía un pequeño y delicado brillo. Y en el centro había un enorme árbol que se perdía en el cielo y se ocultaba con aquella niebla.
-Guau-fue lo único que pudo decir John al ver aquello-.Lo hemos encontrado...Byakko....un lugar donde la naturaleza...es...armoniosa.

John se acerco algo mas a la muchacha y se sentó en el suelo mientras se quitaba su mochila, sacando de esta dos manzanas, ofreciéndole una a la chica con una suave sonrisa. Luego descolgó su espada la cual John siempre portaba consigo; una espada rota con un mango en forma de dragón, nadie conocía el significado de por que llevar una espada rota, ¿tendría algún poder especial?, esas preguntas se la hacían siempre...y no, simplemente era un regalo, un regalo que a pesar de estar rota, usaba para intimidar a la gente evitar que atacasen lugares tranquilos. Dejó el arma envainada a un lado y miraba hacia el tallo del árbol.
En su interior pudo sentir a Byakko, débilmente, como siempre, pero lo sentía...apenas sabia como contactar con el...llevaba unos cincuenta años buscando respuestas, atrapado en aquel cuerpo que parecía tener la edad de un niño...pero con la mentalidad suficiente de un adulto.

-Y dime, Seika-san...¿qué te trajo a ti, a este sitio?-pregunto el muchacho bastante curioso-.Y por cierto, también eres la primera persona que conozco aquí...espero que lleguemos a ser amigos.

Seika observó con cautela los movimientos del chico, no porque desconfiara de él, al contrario, a aquella ingenua metamorfa le encantaba curiosear cualquier cosa, sin darse cuenta del peligro o cualquier otra situación riesgosa. Al ver que aquel joven muchacho le ofrecía una manzana la chica esbozó una enorme sonrisa y su cola lobuna comenzó a agitarse de manera incontrolada. Tomó la manzana aún sonriente y se sentó con delicadeza en el suelo, al lado del muchacho, bajo la sombra del Árbol Sagrado. Dio una suave mordida a la manzana y para su sorpresa estaba más dulce de lo esperado por lo que se llevó una mano a la cara mientras ponía cara de satisfacción. Todo aquello sin ni siquiera recordar que aquel joven estaba a su lado, esto era normal en Seika, tan despistada era que vivía en su mundo, hacía lo que quería, como quería y no le importaba lo que los demás dijeran. Así era ella, no le importaba demostrar sus sentimientos abiertamente y no tenía miedo al que dirán los demás. Así había vivido siempre, o al menos lo que podía recordar, y siempre le había ido bien, o eso era lo que ella creía...
Sin embargo una pregunta inesperada del chico la hizo volver en si misma y jugando un poco con uno de los mechones negros que le colgaban al lado de la cara le respondió un poco sonrojada y haciendo pucheros.
-Pues...no lo se...yo simplemente estaba dando un paseo por el bosque -de repente los ojos de Seika se iluminan -es hermoso -dijo refiriéndose al bosque- ¿has estado allí alguna vez? sin duda es mi lugar preferido del mundo mundial y, y,y...-dijo sonrojándose al darse cuenta de que había estado hablando demasiado deprisa, casi atropellando las palabras, aquello le solía pasar cuando hablaba de algo que de verdad le gustaba. -...bueno, en resumen me perdí...y caminando sin parar llegué a este lugar...-dijo mientras se encogía de hombros.

John esbozo una amplia sonrisa cuando la escucho hablar tan entusiasmado, cuando comenzó a hablar del bosque; lo que hizo que el chico riese levemente, puesto que a él también le entusiasmaba muchísimo la simple idea de poder estar en un bosque...de hecho cada vez que deseaba meditar, se dirigía a algún bosque y se podía pasar horas y horas bajo la sombra de un árbol meditando y escuchando la armoniosa melodía del bosque a su alrededor.
En aquel momento mientras disfrutaba de su manzana y la compañía de aquella muchacha, el lugar alrededor del árbol sagrado parecía estar en la misma armonía que el bosque en el que la ultima vez, había estado meditando.

-Pues, si, he estado en un bosque-dijo John sin perder su sonrisa, notándose en su voz que el también estaba muy entusiasmado-.Los bosques son los mejores lugares del mundo...ya veo...mala orientación, eso suele pasar...mucho...créeme.

Un poco avergonzada por su desorientación Seika escuchó lo que dijo John relajándose con cada palabra que escuchaba. Se sentía alegre, quizás demasiado, incluso más de lo que a ella le gustaría admitir. No todos los días encontraba a alguien que compartiera sus extraños gustos y obsesiones por la naturaleza, sin embargo le hacía sentir bien el saber que había más personas como ella, que pertenecía a algún lugar y que no se encontraba totalmente sola en el mundo. Su sonrisa era brillante y sincera, como hacía mucho que no sonreía debido al poco contacto que solía tener con las otras personas. Solo había hablado contadas veces con el dueño del templo y con los habitantes que se pasaban por allí para rezar o simplemente en las fiestas a celebrar.
Además no entendía muy bien porque pero se sentía comprendida por primera vez por algo más que la naturaleza, quizás, solo quizás ¿había encontrado a su primer amigo? Aquella idea sonaba lejana y fantasiosa para Seika, sin embargo aunque no lo admitiera no la rechazaba del todo, es más la tenía muy en cuenta.

-Me alegra mucho escuchar eso John -dijo esbozando una gran sonrisa.

Cuando se terminó la manzana sacó un pequeño pañuelo en el que envolvió los restos. Miró el árbol y luego el suelo a su alrededor, habían una gran variedad de flores de diferentes colores por sus alrededores. Poco a poco y con delicadeza comenzó a arrancarlas y a entrelazarlas una con otra para crear así una hermosa corona de flores la cual colocó en la cabeza de John sonriente para luego decirle sonrojada y nerviosa.

-Esto es como símbolo de nuestra amistad ¿sí?

John observaba el cielo del lugar con sus orbes verdes, pensando en las cosas que le aguardarían a partir de aquellos momentos, deseaba vivir una vida pacifica, no quería volver hacer daño a nadie, su pasado como ladronzuelo le había llevado a hacer muchas cosas; sin embargo el chico sonreía con suavidad. Aquella época oscura acabo cuando se unió a Byakko para impedir que el caos se apoderase aun mas de la Tierra.
El muchacho se sorprendió al sentir que en su cabeza se posaba aquella corona de flores echa por Seika, lo cual le hizo sonrojar levemente; ¿cuanto tiempo hacia desde que había podido decir que tenia un amigo?...años...muchisimos años. Aquel gesto de amistad hizo que John sonriese, poniéndose en pie tras terminar el también, una corona de flores y colocarla en la cabeza de Seika, aun sin perder aquella sonrisa suya.

-Entonces copiare tu idea...a partir de ahora...-[ff0000]]susurro mirándola sin perder su deslumbrante y alegre sonrisa-...somos y seremos amigos, siempre. Cuando tengas un problema, el mundo se ponga en tu contra o cualquier cosa intente hacerte daño, acudiré como una ráfaga de aire a tu lado, Seika-san

-Jajajaja mi pequeño amigo copión -dijo burlándose pero en el fondo se sentía muy feliz, estaba alegre de que hubiera hecho aquello. Sin embargo no pudo reprimir las lágrimas cuando escuchó decirle todas aquellas cosas, que jamás nadie la había dicho por el simple hecho de que nunca antes había tenido un amigo. Seika se secó las lágrimas sin borrar la sonrisa de su cara sentía como aquellos sentimientos de alegría comenzaban a desbordarla y sentía como la transformación se iba acercando a gran velocidad. No quería que su amigo se asustara al verla transformada como habían hecho cada persona que había presenciado la transformación. Sin embargo aquella alegría en su interior le brindaba un calor demasiado fuerte y no quería que.
Sentía como la vista comenzaba a volverse en blanco y negro y pronto su cuerpo comenzaría a cambiar por lo que rápidamente se puso en pie y tomó al chico de las manos ya sin poder distinguir el color de sus ojos, ni el de su pelo.
-Yo te protegeré John, siempre que lo necesites, para cualquier cosa estaré ahí, seré leal a mi amigo -decía Seika aún llorando.
Luego temblando se aparto varios metros de él, ya que era inevitable que se transformara no debía hacerlo demasiado cerca de él debido a que podría hacerle daño.

Sus huesos comenzaron a romperse y a volver a formarse moldeándose a los de un animal, su piel se recubría de fuego quemándola arrebatándole su figura humana, un hocico creció donde antes estaba su cara y una vez extinto el fuego ya no hubo más rastro de Seika, solo quedaba en su lugar un elegante Amaterasu.

Amaterasu:

Pronto John se encontró allí de rodillas sobre el césped, junto a un enorme amaterasu. Era algo realmente hermoso y John le miraba como si fuera lo mas hermoso del mundo. Alzó sus ojos verdes, mostrando una increíble alegría. Seika era como él, un metamorfo, alguien capaz de transformarse en un animal...aunque John...solo lo hacia parcialmente volviéndose el estado armónico, una mezcla de humano y tigre; pero ver a Seika transformada en aquel ser, le hizo sonreir.
-Eres...una metamorfa-fue lo único dijo, haciendo notar lo evidente.
Casi podía oír los susurros del espíritu de Byakko, que había poblado la Tierra tiempo atrás, conviviendo con seres como aquel,.
Le dedico una sonrisa a la criatura y le hizo una reverencia; siempre era bueno dedicarle respeto a las criaturas como aquellas.

Seika mantenía los ojos cerrados con fuerza evitando ver la cara de terror que esperaba ver en John. Al escucharlo pronunciar aquellas palabras poco a poco fue abriendo los ojos con miedo a lo que se podría encontrar sin embargo al verlo hacer una reverencia Seika se quedó estupefacta. No sabía que hacer, no parecía tener miedo, es más casi podría decirse que parecía tenerle respeto.
Se podría decir que cualquiera que supiera lo que era un Amaterasu por lógica le tendría respeto, sin embargo para Seika aquello era exagerado, sobretodo porque para ella, el Amaterasu que vivía en su interior era su amigo, era con quien se imaginaba largas conversaciones cuando se aburría o con quien compartía los buenos momentos de la vida. Sin embargo nunca lo había tomado como el ser poderoso que era.
Agachó la cabeza y se acercó a John poco a poco con las orejas gachas para luego tocarle con la nariz la palma de la mano a modo de saludo.
-No tienes que hacer una reverencia John...soy yo, Seika -
La voz de Seika no parecía ser femenina ni de lejos, además de que era casi inentendible.

John sonrió ante la presentación de la Seika/Amaterasu y le dedico una de sus mejores sonrisas; al menos ella era capaz de transformarse, el ni siquiera podía hacerlo; parecía como si Byakko y el apenas tuvieran relación, y por eso John no podía alcanzar el estado armónico...quería...pero no podía.
¿Estar con Seika, seria quizás la clave para volver a adoptar aquel estado? Suizas por eso había estado tan interesado en llegar al árbol sagrado, otra vez sus números y probabilidades. Sin estar con alguien aumento sus probabilidades de que ese encuentro acudiese pronto. Ese era el mensaje que Byakko quería darle...necesitaba conocer mas gente y dejar su misión aparcada unos días.
Algunos metamorfos tenían habilidades que el desconocía, por eso tenia que observarlas mas de cerca. Quizás las probabilidades matemáticas habían hecho posible aquella amistad con ella.

-Eres bastante, bonita en esta forma-sonreía el chico.

Seika se sentía un poco avergonzada al sentir la mirada fija de John sobre ella, era lógico ya que la sorpresa debió de ser muy grande, sin embargo comenzaba a entrarle vergüenza. Al escucharlo pronunciar aquellas palabras Seika profirió un sonido de risa burlona para luego decir, con la misma voz anterior.

-¿Me estás insinuando que soy más bonita pareciendo un lobo que una humana? -dijo fingiendo falso enfado ya que le parecía divertido hacer aquel tipo de cosas para ver como John reaccionaría ante su afirmación.

Solo estaba bromeando sin embargo ella sabía que la elegancia de un Amaterasu jamás sería alcanzada por una simple humana, ni siquiera si se trataba del mismo contenedor.
Después de estar un rato transformada comenzó a sentirse rara, algo que siempre le pasaba debido al abrumador poder que mantenía en su interior, el cual quería despertar. Sin embargo Seika no era consiente de esto, y simplemente se encontraba extraña en el propio cuerpo del Amaterasu sin explicarse muy bien el porqué. Se alegraba que las fuertes emociones ya comenzaban a calmarse por lo que pronto podría volver a su forma humana con la que se sentía más cómoda y ligera.

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