Todo parecía haber acabado. El albino parecía haberse calmado al notar que no se quejaba por los acosos. Cualquiera se preguntará ahora si Gil era tan sumiso para dejarse hacer de todo por los deseos de su amo sólo por ser eso, su amo, y si incluso se dejaría matar sin quejarse por el mismo hecho, y... Sí. La respuesta es que sí. Pero un sí teñido con una ligera negación. Si se mostraba tan tranquilo era porque lo había aprendido con el tiempo, que así se cansaban de él más rápido y lo molestaban menos. ¿Qué tenía de divertido molestar a alguien que parecía más hielo que persona? Esa era su principal idea, aunque también sabía que si se sublevaba podía recibir regaños y castigos, pero siendo Stear su responsable era algo bastante dudable, a decir verdad, así que aquella no era su principal preocupación. Sería obediente porque así había aprendido a ser, sería sumiso para que no insistiera y evitaría sonrojarse para no atraerlo todavía más, aunque esto último le resultaba bastante incontrolable. El moreno no era tan tonto como pudiera pensarse a simple vista, no; era todo estrategia. Sabía que quejarse lo empeoraría, que sólo serviría para molestarse y hacer que, en consecuencia, el mayor lo fastidiara aún más y además tuviera excusas para poder quejarse del deplorable comportamiento ajeno. No se dejaría engañar tan fácilmente. Ya había probado cosas con sus anteriores amos, y cada vez se acercaba más al tópico de sirviente ideal, o más bien de esclavo, al paso que iba.

¿Comer? ¡Já! ¡Se lo tenía creído, aquel desgraciado! No se dejaría engañar, no. ¡No otra vez! Ya había probado aquello con miedo antes y había fallado al pensar en que sería más o menos de fiar, y no volvería a colar con aquello. Nunca más, si lograba acordarse. No caería de nuevo en aquella asquerosa trampa de mal gusto. Maldito hombre... Se divertía a su costa, seguro, mientras se hacía el bueno. Pues se dejaría hacer, sí, pero que no pensase que era tan estúpido. Ni quiso reintentarlo; no comería ni un poco más. No de nuevo. Negó con el rostro. No, no caería otra vez. No reiteraría un fallo como aquel.

Para empezar, debía pensar en qué hacer y qué no deber hacer. Evitaría hablar de más para no ser regañado, no tocaría lo de delante para evitar un nuevo acoso, no haría movimientos ni ruidos extraños para no asustar al otro, es decir, para evitar ser regañado, nuevamente... ¿Qué más? ¡Ah! Tampoco haría gran cosa delante de su dueño si éste no se lo pedía. Era más extremista que el típico perro obediente y fiel a su amo, en esto. De igual manera, si le prohibía algo no lo haría.
¿Y fumar? ¿Podía fumar? La monotonía lo tentaba, pero...

Durante un rato, mantuvo la mirada clavada en un punto fijo de la tela por no tener otra cosa mejor que hacer, pero en seguida se percató de que si seguía así parecería un perturbado con múltiples traumas, o algo similar. Por lo tanto, en cuanto hubo vuelto en sí alzó la mirada por tal de localizar al albino. ¿Estaba poniendo a prueba su paciencia? No lograba captar las intenciones ajenas, pero no le daban buena espina. Si hacía algo, mal; si no lo hacía, posiblemente también. Y, aun así, parecía que intentaba tratarlo bien y consentirlo al máximo... Definitivamente, no lo entendía.
Paseó la mirada por todo el mantel y lo que había sobre éste, sin la intención de tocar ni uno de sus componentes pero sí de saber, al menos, lo que tenía cerca. Todo era "muy Stear", simplemente.

Volvió a lo anterior. Quería pero no debía. No, no quería. Lo deseaba. Tampoco. Tenía ganas, sentía que lo necesitaba pero pretendía dejarlo, evitarlo al máximo. Le convendría distraerse, pero por la anterior reflexión había deducido que nada le serviría para eso, excepto pensar en... ¿En qué?
Ugh, maldito Stear... de nuevo. A veces pensaba en buscar independencia, pero luego recordaba ciertos momentos de su vida y prefería dejarlo estar para seguir así, pendiente de alguien, menor o mayor. Sólo... de alguien. Por ejemplo...

Alzó la mirada al oír las palabras ajenas. Era una petición, a su parecer una orden, y obviamente referida a él por el nombre y, básicamente, porque no había otra posibilidad lógica. Una muñeca ayudaría poco, o nada, en algo que necesitara movimiento.
Se levantó casi de un salto, olvidando lo anterior -¡Nos quedamos sin ejemplos!-, carraspeó con suavidad, evitando parecer tan... activo, o nervioso, y se dirigió al mayor.

Primero examinó lo que el otro pretendía. Más tela. Un nuevo mantel, tal vez... No. Era algo aún más absurdo e inútil. Vaya tío que se había buscado para obedecerlo o, más bien, vaya uno que le había venido. Pero ya era tarde para ir marcha atrás y, como he comentado, la independencia y dejadez no era lo suyo, aunque esto no signifique que estando solo durante cinco minutos muriera. En realidad era más por manía que por otra cosa, porque era autosuficiente por diversos temas que por ahora está de más comentar.
Asintió levemente. Lo ayudaría, claro. Echó una ojeada rápida a su alrededor y se acercó al árbol más lejano, que tampoco es que estuviera muy lejos. Esto último no era una casualidad, pero el moreno desconocía ciertos datos, claro. ¿Allí estaría bien? Tocó el árbol con una mano, evitando preguntas directas para no molestarlo. No quería que le viniera de la nada con que si estaba muy alto, muy bajo, muy a la sombra, o cualquier otra chorrada, así que se aseguraría antes de que lo quería justo allí.

Para ese entonces ya había perdido el interés en seguir molestando al sirviente; había sido entretenido, y lo hubiese sido más si el joven Nightray hubiese estallado como algún volcán en erupción, cosa que claramente no había ocurrido. Aquello solo duraba unos momentos, he de estar, en parte, satisfecho con la porción de molestia de hoy, por lo que restaba, dedicaría a tomar una pequeña siesta, no menos de diez minutos… no mas de veinte; algo justo y preciso, simplemente para descansar un rato más.
Desde donde estaba miraba al contrario, el cual se había acercado a uno de los árboles en cuestión para aparentemente examinarlo, lo cual era normal. Aun así no sería alguien exigente ‘’Eh, pincha por acá, que no está tan húmedo’’ ‘AH, pero llega un sol de mierda, venga, cambiemos a este otro árbol’ ‘Espera, acá huele mal, volvamos al otro’… Simplemente algo desagradable. Habían ciertos grados, no llegaría hasta tal punto.. supongo.
- En el que estás tocando está bien- Señalaba mientras sostenía la tela de la hamaca, batiéndola con cuidado para quitarle algo de polvo y pelusa que todavía tenía; era lo suficientemente grande para dos o hasta cuatro personas, y a la vez, lo suficientemente reconfortante como para no querer despegar la espalda de esta. Sosteniendo con ambas manos el objeto, encogería suavemente los hombros moviendo el cuello hacia la izquierda, haciendo tronar ese mismo soltando un quejido tras un bostezo. Idealizarse dormir daba más sueño de lo esperado, eh~. Pasaría la hamaca sobre mis propios hombros, acercándome al este a pasos ligeros, con la expresión más que nada con cierta dejadez, como  quien diría estar decaído- Firme el nudo – Esbozaría una sonrisa más suave y pasiva, tomando el brazo izquierdo del moreno y dejando en su palma una de las extremidades de la hamaca, en la cual se encontraban seis lazos, tres a cada lago lateral de un grosor considerado, lo suficiente como para jugar a tirados y quedar con las manos quemadas, horriblemente rojas. El árbol más cercano estaba a una distancia prudente, casi exacta de no ser que hubiese que dejar un nudo más rodeando aquel tronco; caminaría hasta allí, jalando de la tela para comenzar a estirarla con lentitud, asegurándome de que no estuviese rajada…eh! ~
Acto seguido, procedería a amarrar cada lazo, dando con cada uno unas dos vueltas por el ancho del árbol, amarrándolo con un nudo sencillo, pero a la vez con grado de dificultad para poder desatar.- Si quieres descansar un poco, puedes sacar el colchón inflable o uno de los sacos- Di a ofrecer, tal vez en una indirecta de señal ‘Vamos, que te he sacado de la cama temprano y seguro que estás que te das contra la cara y el suelo’ aunque la verdad, sería más sencillo simplemente decírselo, en son de disculpas, que dar una indirecta. Pero no; no daría disculpas, ¿para qué? Era sencillo.. pero egh, era como que en la zona del paladar se contrajese en puntadas seguido de un mal estar en la garganta tras un sentido amargo de la boca y perdida de cierto orgullo y tal vez…desdén. Bostezaría nuevamente , dejando el lado correspondiente amarrado para volver sobre el mantel donde estaba la merienda a medio terminar. Miraría a la muñeca con cierta sonrisa, esta misma solo parloteaba sola, mirando alguna que otra avecilla o mariposa. Dejaría caer las mangas de la chaqueta, soltando el arnés, dejando caer a la par el cuerpo de esta misma, para dejarla tendida. Nuevamente paso a estirar, pasando los brazos tras la nuca, mirando el cielo..hace un rato estaba dando el sol, dando calor.. – Ah.. el cielo se va a romper …- Pensaba a mis adentros, algo curioso con respecto al clima; el cual seguramente sería algo más inestable que el de allá abajo, después de todo, al estar arriba de una montaña era lógico que la temperatura bajase, aunque eso aun no ocurría, el sol aun brindaba sus rayos dorados, el viento aun no corría como fiera por los árboles; lo único que llamaba la atención eran ciertas nubes grises, que comenzaban a aparecer sin haberlas llamado.

Se detuvo y asintió al oír la afirmación, esperando que no le viniera con chorradas justo después de haberlo colocado todo. Había accedido demasiado deprisa y aquello, según experiencias pasadas, le daba bastante mala espina la simple posibilidad de que luego le soltara algo como "No, no, está mal. Lo he decidido demasiado rápido. Ahora te fastidias, por inútil, lo deshaces y lo repites todo, pero justo al lado. Si hubieses avisado te lo hubieras ahorrado.", "¿Es que no me has oído? ¡El otro! ¡A-quel!" o cualquier reproche absurdo similar.

Se mantuvo bastante quieto mientras esperaba a que el albino terminara con lo suyo hasta que finalmente pensó que sería una mejor idea acercársele para ayudarlo y aligerar la faena. Y eso hizo o, al menos, pretendió, pues en seguida se le adelantó el otro. Asintió una vez más, ésta por sus indicaciones, y pretendió recibir el objeto con la diestra cuando le fue dado a la mano contraria. Si fuera por ahí pregonando ser zurdo lo entendería, pero le resultó absurdo sabiendo que siquiera lo era ni había dado indicios de ello. Aun así, prefirió evitar comentarios relacionados con un detalle tan poco importante como lo era aquel, simplemente cambiando la entrega de mano para hacer el pedido nudo, fuerte pero sin pasarse para poder quitarlo después, con una facilidad mayor.
Así estaría bien. O eso esperaba. De hecho, pensándolo bien... ¿Sólo lo había despertado de la nada, molestándolo cuanto pudiese, para fastidiarlo aún más y pedirle un nudo? ¿Un maldito y dichoso pero trabajado nudo? No, también para... Para... ¿O sí? De veras, era denigrante. Jamás entendería a aquel demente. La dulce locura superaba gran parte de sus amplios conocimientos, por lo visto. Se dedicó, pues, a retocar aquello por tal de hacer... algo. Simplemente eso: algo. Alguna cosa útil, por mínima que fuera. Era como si sintiese una necesidad por hacerlo, por servir de ayuda, por... Ni él sabía por el qué.

Lo miró de reojo al oír su voz de nuevo. Descansar, sí, pero ni idea de qué. No había hecho gran cosa, además de madrugar por la culpa de aquel insensato. Tal vez sería una buena idea echarse una pequeña siesta si tuviera tiempo y no se encontrara en compañía de un par de locos. Sí, un par. ¡Además, no se volvería a fiar de él, tan necio y estúpido como lo había sido antes! A lo que iba... El segundo ser poco sano mentalmente era Nintsu. Ella tampoco parecía estar muy cuerda, principalmente porque siquiera tenía una apariencia humana. Era una muñeca que, por cierto, casi había olvidado hasta hacía poco. Estaba por... por...
Se acercó a ella con sigilo, oyendo cómo soltaba palabras que siquiera llegaba a comprender pese a oírla de un modo considerablemente claro.

- Pst, Nintsu... - Murmuro, al fin soltando aunque fuera alguna palabreja suelta. - Hey... - Quería entretenerse con algo o alguien mientras su insano dueño se mantenía posiblemente dormido, y la muñeca no parecía divertirse especialmente, además estando sola, por lo que puede que más que una molestia fuera una buena compañía y, quién sabe, así tal vez podría conocerla mejor y sacarle información sutilmente del mayor.

Mientras avanzaba se daba cuenta de que la luz solar, tan fuerte hacía unos momentos, comenzaba a declinar. No llevaban mucho rato, por lo que no era de noche, así que seguramente el tiempo empeoraría. No le serviría demasiado comentarlo, así que decidió ignorarlo por el momento, preocupándose después de ello si llegara a serle necesario, para seguir tranquilamente a lo suyo.

- ¡Nintsu! - Exclamó por tal de hacerla volver en sí en cuanto llegó a ella y se sentó cerca, prácticamente a su lado. - ¿Qué hace? - Le preguntó directamente por tal de iniciar una conversación y por simple curiosidad. Eso sí, no perdía el respeto hacia la contraria, no quería tutearla conociéndola tan poco aunque no pareciese ser ni... humana, o algo así. - ¿Con quién habla? - Intentó darle un mejor tema sobre el que poder comenzar a hablar por el momento, sin darse cuenta de que tal vez así la intimidaría o incomodaría un poco sin querer, es decir, de un modo notablemente inconsciente.

Antes de proceder a subir a la comodidad de la hamaca, me descalcé dejando las botas bajo esta misma , ambas algo esparcidas, visualmente desordenadas, pero era lo de menor importancia, después de todo luego volverían a calzarse. Una vez arriba , pasaría los brazos tras la nuca, una pierna sobre la otra, sin perder de vista el azulado cielo que era invadido por las nubes, además de una escasa visual que daba el follaje del par de árboles de los cuales la hamaca estaba amarrada. Aun no dedicaría a tomar completamente la siesta, unos segundos… un par de minutos, para meditar y despejar un rato la mente, excluyéndome de aquel… sí, de aquel mal trío.

La muñeca aun daba las palabras al aire, se denotaba que estaba inquietantemente desesperada por hablar con alguien, después de todo la única compañía que mantendría durante los días era con Stear, Stear, y sólo Stear; se podría llegar hasta decir, que tras la llegada del moreno pretendió entablar de igual forma cierto contacto aunque sea escaso, no simplemente para joderlo como el otro lo hacia, tal vez un trato un tanto amistoso, por absurdo que sonase aquello viniendo de un simple juguete del cual solo se le habría brindado una vida, la cual para ella era deplorable e inservible si no podía moverse. Un calvario que ya no estaba dispuesta a soportar. Habría escuchado el primer llamado del joven, pero le restó un poco de importancia hasta que pudo ver que se acercó con aparente intención de hablar. Guardó silencio por unos prolongados minutos, ladeo el rostro de forma un tanto mecánica para poder verlo de a frente, acomodándose a como podía en una posición que fuese cómoda; Nintsu igual sentía dolores, malestares, solo era limitada por un cuerpo inútil . –Ah ¡ Gilbert! No, no, nada, solo charlaba con las mariposas de los alrededores ¿No son unos seres maravillosos? – Y de ahí, la muñeca extrovertida, pero a la vez algo tímida , se lanzaría a una supuesta conversa con el moreno – Las mariposas tienen una vida algo corta, pero la aprovechan como pueden..¿alguna vez te haz imaginado poder volar como una, y ser libre?... no pensarías en nada en lo absoluto! Irías de flor en flor ¡ - Se pudo percibir de aquella áspera y empalagada voz una pequeña risa infantil; si sus ojos pudiesen expresar aunque sea un poco de lo que sentía, seguramente perderían aquel brillo, demostrando simplemente, una tristeza incomprendida por su dueño. Movió sus brazos un poco para ladear el cuerpo y ver como el albino descansaba en la hamaca, volviendo después a la compostura de antes – Anda, si quieres descansar un rato puedes hacerlo – Ofrecería precipitadamente , sintiendo cierto apeno suponiendo que, como el otro había anunciado que tomaría una siesta, a Gilbert no le quedaba de otro que hablar con ella… Ojo! Eso no quería decir que la muñeca estaría en lo correcto, era al menos, para Nintsu, su extraña realidad y visión sobre las cosas.

Blah,Blah,Blah,Blah.
Podría oír alguna que otra palabra de la muñeca, que al parecer se habría puesto en campaña para hablar con el joven Nightray; no me era precisamente interesante prestarles atención o no, después de todo era un tema que no me afectaba en lo absoluto ¿A quién le importaba la opinión de una simple muñeca, después de todo?~ . No emitía ruido desde la hamaca, exceptuando el sonido del envoltorio de una paleta, al cual terminaría sostenida de mis labios. El movimiento se limitaba a un sutil mecer de la pierna que se encontraba suspendida en el aire, sumado al mecer de vaivén de la hamaca que se movía de izquierda a derecha, de una forma suave lo bastante como para relajar.
Considerando las nubes, lo más probable es que en cualquier momento las nubes descargarían su poder dejando caer gotas de agua sobre la montaña, empeorando así el presunto día soleado. Lo dejé pasar, no me alteraría por una simple lluvia, no alteraría el propio descanso…después de unos segundos de pensar sobre la lluvia, terminé por quedar dormido en un sueño ligero

Le alegró un tanto lograr llamar la atención de la muñeca. No daría risueños saltos por ello, pues no era esa clase de felicidad, pero le agradó haber conseguido que le dirigiera la palabra, al menos. De hecho, pensándolo bien, apenas le había hecho caso él a la... ¿niña? Ni sabía cómo referirse a ella, sinceramente, pero el caso era que la conocía más bien poco. Sabía de su existencia, sí, y no parecía ser un absurdo juego del albino porque ésta parecía tener vida propia incluso al estar sola, moviéndose un tanto por sí misma, aunque no mucho, y hablando por su cuenta, con su propia voz, con o sin el mayor, a la vez o a destiempo, conversando con él o con cualquier otro ser... Todo apuntaba a que, ciertamente, era un ser independiente. Humano o no era otra cosa, pues siquiera tenía la forma de uno, aunque podría serlo perfectamente, estando sellada, o sellado, en una muñeca de trapo, o... Ciertamente, le quedaba mucho por descubrir, sobre ella.

Decía conversar con las mariposas. En otras palabras, Nintsu se podía comunicar con los animales. O sólo era una excusa. O se estaba quedando con él. O todo.
No, todo no. Todo no podía serlo, pues sería una contradicción demasiado obvia.
Ante la pregunta, simplemente negó con el rostro. No lo había imaginado, no de ese modo, y de la misma manera podía volar un pájaro, un murciélago, un dragón, un ángel o incluso varios vampiros y demonios. Por lo tanto, volar por ser una mariposa, un frágil ser que sólo vive para dar vueltas entre las plantas y luchar por sobrevivir, no era tan asombroso.
Aunque podía envidiar sus alas y su libertad, sí, además de su enorme belleza.
Estaba siendo demasiado pesimista, como de costumbre. Y lo peor era, posiblemente que fuese totalmente consciente de ello.

- Hablar con ellas parece entretenido. - Comentó, y luego se dio cuenta de que no tenía mucho que ver con lo mencionado por ella. Posiblemente pareciera un tanto distraído por decir esas escasas cinco palabras, pero se mantenía totalmente atento ante las palabras de la... ¿menor? Desconocía su edad.

Se agachó delante de ella y negó con suavidad. Con no estar siendo molestado le bastaba para considerar que estaba en un momento de descanso, así que no se tumbaría, dormiría, o haría algo de más para considerarse "descansando de verdad" a ojos -O simplemente ojo.- de cualquiera que lo viese.

Durante todo el rato se había fijado en los movimientos de la pequeña, dándose cuenta de que se basaban en algunos que parecían básicos, escasos y, sobre todo, repetitivos: cabeza, manos y un intento fallido de acurrucarse, posiblemente.

- Mi amo la lleva sobre el hombro porque no puede caminar, ¿verdad? - Preguntó sin ánimos de burla ni ofensa, dispuesto a enseñarle a moverse con más soltura, si le era posible. Siempre podía moverse con sus enormes manos, arrastrándose o dando saltitos, con cuidado para no ensuciarse demasiado ni rasgarse, pues lo último parecía especialmente peligroso para ella.

Ya le haría caso a Alistear más tarde, pues de momento no lo creía necesario. Prefería mantenerse con la que parecía ser una fémina, por el momento.

–  Lo es, en verdad. Pero sería mejor que ellas mismas te respondiesen. Sería bonito que los animales y bichitos se pudiesen comunicar con los humanos. Así se ahorrarían muchas cosas – Nintsu parecía estar emocionada en cuanto el moreno se le acercó a hablarle; realmente la muñeca no tenía mucho de lo que hacer, y en este último tiempo, estos días, solo se había fijado con las personas que el brujo solía entablar conversaciones, y claramente una de las más destacadas en el ranking –de la mismísima muñeca- era Gilbert. Debido a que es alguien observadora, comprendía que el moreno hablaba lo justo y necesario, en vez de dar la lata como ella misma lo hacía. Meditó por unos segundos, resolviéndose a sí misma que trataría de hablar moderadamente para que el sirviente no se sintiese incomodo con una muñeca parlanchina.
En cuanto este tomaría asiento, la muñeca se movió un poco gracias a los movimientos de sus manos y de su propia cabeza, para darle lugar al ojimiel .
–  Así es, Gil. – Si tuviese aunque sea un cuerpo de muñeca decente, como aquellas de porcelana, podía llegar hasta gesticular sus emociones facialmente, más con el pobre cuerpo que ahora tenía ni siquiera podrían parpadear; por lo que lo único que pudo hacer para ‘hacer comprender sus emociones’ fue ejecutar un tono de voz bajito y algo tímido, casi sonando decepcionado  por tener un sistema tan pobre. –  Pero sé que tarde o temprano el –  La muñeca se reacomodaría observando al albino, dando una especie de salto al cual pudo caer perfectamente sin tastabillar –Soquete de Stear – Cargaría la voz con intenciones de que él la oyese, nuevamente, se movería para quedar de frente a Gilbert –   Me obsequiará un cuerpo nuevo con el cual pueda moverme con más libertad. – Luego aquel tono rasposo de la muñeca se tornó un poco más cálido , algo así como esperanzado.
Guardaría silencio por algunos segundos, descansando del tanto hablar, para reiterar la voz –  Oye.. Gil… ¿No quieres llevarme tú por un rato?..d-digo… si es que quieres llevarme a dar un paseo – Pediría luego bajando su redonda cabeza, atropellándose en sus palabras –Solo si es que quieres.- Reiteró la muñeca algo más callada y aparentemente avergonzada por la petición.

~.~.~.~.~.~

Se me fue odiosamente inevitable el escuchar ‘ Soquete de Stear’ de la boca de mi propia muñeca, la relación entre aquel objeto animado era relativamente buena, pero cuando la pequeña estaba enfadada e insatisfecha… se armaba una especie de trolla contra mi propia persona…de todos modos no me preocupaba en lo absoluto   – Con insultos no llegarás a nada – Canturrié entre un bostezo de voz, entre la conciencia y la inconciencia que uno mantiene en el sueño, como sea, después de darle una respuesta a Nintsu, la cual probablemente no fue entendible debido a la distorsión del bostezó, volvería a adentrarme a adormitar.

Las palabras ajenas destrozaron la teoría de que podía comunicarse con animales, posiblemente objetos y de que no era humana. O realmente era un objeto encantado, o algo así, pero se sentía como una persona normal y corriente, dentro de lo que cabe, o... a saber. Era curioso que hubiera tanto contenido en un par de frases, pero no le daría más vueltas. Él era callado, por lo que no conocía demasiados datos útiles sobre el tema excepto sobre la cuestión de sintetizar mentalmente las oraciones antes de soltarlas. Pensar antes de hablar era mejor que hacer lo contrario, a su parecer, aunque muchos pareciesen creer lo contrario. Al menos acertó en la única deducción que dijo en voz alta, que ya era algo, y no precisamente poco.
Suspiró al oír cierta palabra dirigida hacia el mayor, pues aunque fuera con poca gravedad lo había insultado sin demasiado sentido. Sólo por tardar, según entendió, en mejorar su apariencia para hacerla más... adaptable a la vida, por así explicarlo. Aunque no parecía dolida por tener la apariencia de una simple muñeca. De hecho, si el moreno hubiera sabido el "deseo" de la muñeca en otro momento posiblemente le hubiera ofrecido alguna ayuda, pero prefería no intentar hechizarla sin estar seguro de que todo saldría bien. Prefería ser previsor, en la gran mayoría de casos.
Miró de soslayo al aludido al oír su comentario y negó levemente con el rostro. No quería darle importancia, fingiendo que ni lo había oído, pero si el otro lo había hecho...
Al ver que no parecía molestarle demasiado decidió no prestarle demasiada atención. Incluso se ahorró la advertencia que estaba preparando internamente para regañar de forma concisa a la "menor" -Insisto en la duda.- por tal de que la situación no se repitiera. Un discurso, incluso si era extenso, no sería muy útil, si ya recibía quejas diarias pero las ignoraba tan vilmente.

Ladeó el rostro al oír la proposición, cuan cachorrito confuso e impaciente al mismo tiempo en espera de ser adoptado o ignorado. Le resultaba impresionante que le pidiera algo así y de ese modo, como si fuera algo muy... íntimo, tal vez. Pensándolo bien, podía llegar a serlo. Sinceramente, siquiera se había planteado cargar con la pequeña, y menos sin el permiso de Stear, pero si era ella la que lo pedía... Y si él no estaba disponible para aceptar o rechazar... Se arriesgaría, esta vez. Asintió levemente y tomó a la muñeca con cuidado, colocándosela con suavidad en el hombro izquierdo en un intento de imitación de cómo se lo había visto hacer al albino. Se levantó con lentitud entonces, vigilando que el extraño ser no se cayera, y con algo más de soltura comenzó a caminar, primeramente a un paso tranquilo, aunque no demasiado apacible, y atento, rozando la paranoia. No soportaría dañar una pertenencia o un ser querido de su dueño.

Aunque intentase hacer oídos sordos, efectivamente Stear podía escuchar la plática ajena, le era casi inevitable. No sentía demasiada curiosas por saber de lo que hablaban, no estaba preocupado a por ello de hecho, más la voz áspera y escandalosa de su muñeca no lo dejaba conciliar un sueño en concreto, y lo que más quería era descansar un rato antes de que lloviera y tuviese que montar carpa o quizá sabe quién.
Ah, bueno, no se preocupaba siquiera de la lluvia, no era exacto tampoco si es que las gotas comenzarían a caer, bueno.. ya vería lo que haría si es que eso pasase....notese que tampoco le molestaba ir empapado por la vida, todo mientras no se resfríe, eh..

La propuesta que pediría Nintsu también le hizo pasar. No le molestaba en absoluto que el moreno la cargase y complaciera en sus pequeñas e inofensivas peticiones, al contrario. Pero sí le llamaba la atención el interés en que esta misma le prestaba al joven de ojos dorados. Tal vez , si se llevasen bien no sería algo malo...además, si lo pensaba, si tomaba que Nintsu era de la propiedad de Stear, pues, a Gil no le quedaría más que obedecer a la muñeca por indirecto que fuese ¿no?...aunque tal vez trataba de un pensamiento algo equivocado. Lo observó de reojo con una suave sonrisa... tal vez no era mala idea luego, más adelante, si investigaba un poco más del asunto, poderle darle un cuerpo decente a la muñeca. Quién sabe, de la nada, por raro que sonase tenía el deseo de pasárselas de padre.
Rió por lo bajo en cuanto el pensamiento se le pasó por la cabeza, callando a los segundos gradualmente.

Nintsu , si pudiese, en realidad, esbozaría una amplia sonrisa al ver que Gilbert la tomó para poder llevarla. Era sumamente cuidadoso y lo pudo percibir a la perfección. No tenía mucho por hacer, pero si sentía el tacto, las manos suaves del muchacho... le agradaba, no había otra cosa más que decir sobre el joven Nightray. Se acomodó en su hombro, el izquierdo, siendo exactos.- Ah, eres mucho más alto que Stear - Comentó entre ello ; era algo lo bastante obvio a simple vista y Nintsu lo sabía, se notaba la diferencia por precaria que fuese de todos modos.... pero desde su punto de vista, ahora que estaba en el hombro del joven, se podía tener un panorama distinto, unos centímetros más alejados del suelos pero.. en fin, comentarios de la muñeca - No temas en caminar con apuro. No me voy a caer.- Pidió luego moviendo un poco las manos, ladeando el rostro para observar al muchacho - Gracias- Agregó luego en un murmuro

El primer comentario, por absurdo que pudiera parecer, le hizo pensar más que cualquiera de los que hubiese oído antes por parte de la muñeca, o esa fue la impresión que le dio en aquel momento. Era cierto que su altura era mayor a la del albino, eso era evidente, pero nunca se había parado a pensar la diferencia exacta. No era excesiva, por lo que siquiera llegaría a los diez centímetros, pero llegaba a ser notable, por lo que pasaría de los dos o tres. Cinco, tal vez. No estaba seguro. Aun así, sabía que no era tantísimo como la pequeña parecía creer. Pero, como era habitual en él, prefirió no comentar debido a la poca seguridad que sentía y, por ende, la posibilidad de equivocarse. Además, probablemente desde el punto de vista de ella, sobre el hombro de alguien múltiples veces más grande que ella, en altura al menos, pues desconocía su edad, cualquier mínimo cambio fuera totalmente notable. Y más si iba del hombro al suelo y del suelo al hombro. Pasada directamente de Stear a Gil seguramente no hubiera notado tanta diferencia.

Al oír lo siguiente, simplemente asintió y se limitó a obedecer cuan perro fiel que parecía ser a veces. Comenzó a avanzar con una naturalidad mayor, casi como si hubiera dejado de tener en cuenta la existencia de la fémina de un momento a otro, comprobando aún que fuera bien, mirándola de soslayo y vigilándola basándose en el tacto. Si la seguía notando ahí significaba que lo estaba, y si sentía que se desplazaba le daría tiempo a reaccionar, siendo rápido. No podía resultar un gran problema, si alguien como Stear era capaz de hacerlo tan fácilmente.

Por alguna razón no se esperaba el agradecimiento, pero a la vez no lo veía extraño. Era normal que lo dijera teniendo en cuenta la situación, pero el moreno no estaba haciendo un gran esfuerzo y además, sobre todo, no estaba acostumbrado a que le agradecieran lo que hacía bien. Si de caso era felicitado como un can, más que como la persona que era y como la que se suponía que debía actuar.

- No es necesario que agradezca. - Susurró de todos modos.