Una mañana como cualquiera en la que ambos habían faltado a clases en común acuerdo para tomarse el día libre y pasear un poco. Desde que había llegado a la cúpula, Arabella sentía una gran curiosidad por cierto tramo del lugar que antes jamás había incursionado en profundidad, y era precisamente donde estaban todas esas pequeñas casitas que aportaban una dosis de encanto al lugar, similar quizás a esa sensación de “hogar” que todos habían poseído en la Tierra alguna vez. La mañana era ciertamente bella, despejada y con un hermoso cielo azul que invitaba a cualquiera a pasar obligadamente el día fuera para disfrutar al máximo del día, podía escucharse al ser algo temprano el canto de las aves entre los árboles que rodeaba cada vivienda, algo que a la joven maga le parecía sumamente alucinante.

Ahí se encontraba caminando al lado del muchacho de ojos azules, manteniendo las manos a cada lado de su cuerpo y el uniforme típico de la academia con el escudo pequeño que indicaba a que clase pertenecía. El cabello rojizo suelto que ondeaba libremente con la delicada brisa enmarcando aún más la silueta de aquella señorita que se mostraba siempre sumamente sonriente o animada, más aun por estar en compañía de Tokiya, seguramente su persona preferida en todo el lugar.

-Son hermosas…imagino que la mayoría de sus ocupantes puede que estén durmiendo todavía, o algunos no…quien sabe. Me encanta…- Musitó bajito, observando en todas direcciones con notable emoción en sus orbes inocentes como alegres, claramente ella también quería poder tener una así seguramente para decorarla como más le gustase, pero a fin de cuentas…tampoco se encontraba mal viviendo en la academia. Sus pasos eran decididos pero lentos, siempre armoniosos y un poco más adelante iban corriendo dos pequeñas criaturas, una conocida como “eevee” a quien todavía no le había puesto nombre, y otra claramente llamada Kirara…estos pequeños animalitos correteaban entre sí bastante a gusto al poder contar con más espacio que la reducida habitación de la estudiante.

-¿Cómo era tu casa?. Sabes…esto no se parece al lugar donde vivía, pero me encanta, se ven tan lindas, como poseyendo justa medida, ¿no crees así?- Cuestionó a nueva cuenta con una cálida sonrisa en lo que extendía la diestra para picarle suavemente la mejilla solo una vez y terminaba llevando ambas manos detrás de la espalda, sin dejar de caminar con calma por aquel complejo junto al vampiro de cabellos azules.

Normalmente no era de faltar a clases, principalmente porque no tenía nada mejor que hacer que asistir a las mismas, sin embargo hacia días raros en los que prefería estar encerrado en la biblioteca o permanecer en la azotea, lugares tranquilos donde sabía que no tendría interrupciones de nadie, donde podría leer un libro o simplemente permanecer en calma durante horas, porque así era su personalidad. A pesar de todo eso, esa vez había escapado por una razón completamente distinta, simplemente para cumplir el capricho de una estudiante de clase ajena. Si bien solía ser callado y algo alejado del resto, a la hora de socializar no tenía absolutamente ningún problema, su personalidad tan calmada le permitía poder hablar con cualquier persona siempre y en cuando el tema para hablar fuese interesante, tampoco tenía inconvenientes en dar favores al resto, simplemente que esa faceta tan seria en él lo hacía ver tal vez un poco más alejado de lo que podría llegar a ser.

El día era cálido, la mañana estaba algo fresca pero agradable por lo que simplemente dejó de lado la chaqueta y opto por salir simplemente con la camisa de la academia, con el logo en celeste dando a entender la clase a la que pertenecía. Las manos permanecían ocultas en los bolsillos del pantalón mientras que aquellos orbes azules se mantenían fijos en el camino en todo instante, sereno, demostrando la calma absoluta que podía llegar a poseer. Él tampoco se había tomado el debido tiempo para recorrer aquella zona, principalmente porque nada tenía que ver con la misma y no tenía ningún motivo para acercarse al lugar. Asintió ante las palabras de ella, pues no podía negar en lo más mínimo la belleza del lugar, eran pequeñas, seguramente acogedoras y era absolutamente mejor que nada o lo que había en la tierra.

La pregunta de ella logró hacer que el paso de él se detuviera por completo al momento de recordar su vida en la tierra ¿Cómo era? Desvió la mirada lentamente, inspeccionando el lugar con total cuidado y terminando por observar una fila de tres casas allí –De ese tamaño, poco más tal vez… Comentó con total calma, quitando la diestra para señalar las tres edificaciones. Había tenido una vida ciertamente estupenda, una mansión envidiable, unos padres ejemplares, y la habitación que sin lugar a dudas más extrañaba de la mansión era su biblioteca personal. –No teníamos muchas casas alrededor… Era un lugar ampliamente rico en vegetación, las mansiones a su alrededor eran claramente similares a las de él, familias completamente adineradas en un barrio privado.

-¿Qué hay de ti? Preguntó finalmente, nuevamente metiendo la mano al bolsillo y retomando el paso lento y relajado, paseando por aquellos sectores en esa mañana tana agradable para el vampiro, por el momento no tenía recolectados muchos datos sobre ella, pero lo que tenía en claro era que sin lugar a dudas era realmente agradable pasar el tiempo con ella, era cálida, y no solía saturarlo demasiado a pesar de que claramente hablaba el triple en cinco minutos de lo que él podría hablar en un día completo.