El sol se escondía en el horizonte, acariciando con sus últimos rayos de luz aquel inmenso jardín donde la chica creía que estaba en completa soledad. Se mantenía sentada en el césped, con las piernas flexionadas, abrazándose incluso a ella misma a causa de la baja temperatura que ya empezaba a sentirse mediante la programación del clima en la cúpula. Apoyó repentinamente el mentón sobre sus rodillas juntas, observando con una pequeña sonrisa al mismo tiempo a las pequeñas luciérnagas que parecían amenazar con hacerse presentes ante la inminente caída del astro.

La brisa movía sus largos cabellos rojizos hacia atrás, los cuales incluso otorgaban cierto enmarque más delicado a su bello rostro, el cual presentaba serenidad en su máxima expresión. Su mirada, curiosa, profunda, se mantenía completamente absorta en aquellos insectos que parecían felizmente comenzar a revolotear a su alrededor, dando pequeñas y casi mínimas señales de luz. Llevaba puesto el típico uniforme de dicha academia, por lo que aquella juguetona o caprichosa brisa también movía los pliegues de la falda corta, sin dejar nada indecoroso al descubierto.

Repentinamente y porque si, en su rostro se dibujó una pequeña sonrisa, encantadora, ciertamente que inspiraría confianza si hubiese alguien más allí. Por segundos cerró los ojos, disfrutando de los aromas que el viento traía rastros para consigo, desde distintos tipos de flores o hierbas agradables al olfato de la joven maga. Dejó escapar un gentil suspiro, relajada en lo que llevaba ambas manos detrás de su cuerpo para apoyarse mejor al mantenerlas en el césped. Levantó la vista al cielo al sentir el canto de algunas aves que aparentemente se “llamaban” para ir a sus nidos.

Aprovechando la brisa refrescante en cada atardecer, el peli azul se encontraba sentado en una banca en los jardines, con su mirada totalmente perdida en el libro que poseía en manos, uno claramente que tenía varias historias sobre las aventuras de su queridísimo Sherlock Holmes. Mantenía la corbata de aquel uniforme levemente desajustada y la chaqueta desprendida mientras su espalda se mantenía recta, pegada al respaldar del banco.

Aquella brisa mecía sus cabellos con gracia y lentitud, sin que el vampiro se inmutara por ello, pues el frio aire que golpeaba en su rostro era ciertamente de su total agrado. Su rostro demostraba total serenidad, como si fuera imposible perturbarlo, aquellos ojos tan profundos como el mismo océano no prestaban atención a prácticamente nada en su alrededor. Unas pequeñas luces llamaron su atención cuando una de ellas pasó por delante de su libro. Elevó la mirada para observar aquellas luciérnagas que comenzaban a salir ante la puesta de sol, logrando tal vez que el jardín se viera más armonioso y pacífico.

Dirigió la mirada hacia la puesta de sol, bajando el libro unos instantes para admirarla, comprendiendo que pronto la falta de luz no le permitiría seguir su lectura, aunque el lugar comenzase poco a poco a estar iluminado por la tenue luz de las farolas que rodeaban todo el camino.

El cálido atardecer que pronto daría lugar a una fría noche seguía presente y él decidió que tal vez era mejor ir a un lugar más cómodo para continuar la lectura. Se puso de pie, cerrando el libro y manteniéndolo en su mano derecha ocultó la izquierda en el bolsillo de su pantalón, causando que la chaqueta se elevase y arrugase levemente. Comenzó a caminar con total tranquilidad hasta que un color, resaltante entre todos los presentes en el jardín, llamo su atención.

Su mirada quedó fija en una figura femenina a solo unos metros de él, quien parecía estar más absorta en todo el paisaje que cualquier otra persona que se encontrara en los alrededores, mantenía en su semblante una suave sonrisa que la hacía ver frágil, delicada y ciertamente hermosa, eso no lo negaría nadie, tal vez ella también sumaba a aquel lugar una armoniosa calma.

El viento sopló con fuerza, causando que el aroma de las flores, el propio e inclusive el de esa chica se mezclase, llegando claramente a los sentidos del estudiante, ciertamente tenía un aroma encantador. Tal vez sin percatarse de ello, permaneció observándola en silencio escasos segundos, como quien admira un paisaje.

Casi por un pedido interno extendió la mano derecha para que una de las tantas luciérnagas se posara sobre su dedo índice. Aquel pequeño animalito le hacía cosquillas con su caminar, sin embargo, estaba ciertamente contenta de poder pasar un día así, tal vez sola, sí, pero lejos de los horrores de la guerra, aquel infierno que predominaba allí abajo. De un delicado movimiento apartó algunas hebras de aquel cabello carmesí que se encimaron en su rostro, desviando automáticamente la mirada en dirección al vuelo del insecto que había brincado de su mano tras estarse unos escasos minutos.

Su expresión de sorpresa fue aun mayor al divisar no muy a lo lejos a un muchacho de pie, al parecer observándola. Parpadeó unos momentos con ligera curiosidad y sin más, simplemente esbozó una bella sonrisa aun mayor, moviendo así la mano diestra delicadamente en señal de saludo al contrario. Sorprendiéndose incluso por aquella imagen, ya que él parecía verse perfecto, intocable, inalcanzable en la lejanía, como si tuviese la capacidad hasta de detener el tiempo con un solo mirar de aquellos bellos orbes azules que le recordaron al océano instantaneamente, o al mismo cielo terrestre cuando no estaba contaminado.

Tales cabellos azules del contrario se movían suavemente, como si de alguna manera todo estuviese estratégicamente hecho para hacerle ver un porte único, superior, decidido, firme, pero a la vez adaptable como el agua. La chica tan solo bajó la mano, llevando esa misma hasta su propio pecho por unos instantes, sintiendo los mismos latidos de su corazón en este acto sin ninguna razón en particular. Finalmente, impulsada por su propio carácter dejó escapar un leve suspiro antes de por fin hablarle, sin elevar la voz, manteniendo en aquel tono la sutileza y calma tan características de ella.

-Buenas tardes, ha sido un bonito día, ¿verdad?- Cuestionó encogiéndose de hombros por leves momentos sin quitarle la mirada de encima, manteniéndosela fija en todo momento, esperando tal vez no incomodarlo o a lo mejor no despertar una mala reacción. Comprendía que no a todos les gustaba hablar con las personas, por lo que trataba de medirse para no parecer invasiva.

La voz de ella logro sacarlo de sus pensamientos, de aquel estado casi hipnótico en el que se encontraba, terminando por caer en cuenta que anteriormente lo había saludado con un suave ademan de mano. Él por su parte simplemente movió con suavidad su cabeza, cerrando los ojos por ínfimos instantes a modo de respuesta por su saludo, mientras aún se mantenía en aquella postura recta pero ligeramente relajada, algo altiva pues así era él, siempre manteniéndose con aquel toque de elegancia con el cual había sido criado.

El viento era suave pero helado, haciendo que su piel se estremeciera levemente, sintiendo el frio en todo su rostro, poco a poco la luz abandonaba el lugar dejando el jardín solamente iluminado por las luces de las farolas, que poco y nada llegaban a iluminar aquella sección donde ella se encontraba. Por el contrario, la cantidad de luciérnagas que estaban por el alrededor dejaban ver una hermosa vista para él, quien mantiene su mirar fijo en ella –Lo ha sido… Concordó con ella, dirigiendo la mirada hacia donde segundos antes había estado la puesta de sol, donde en ese momento simplemente había obscuridad interrumpida por aquella enorme cantidad de estrellas.

Cuando el viento sopló el aprovechó para cerrar sus ojos y respirar de manera profunda, dejando ver con esa acción lo mucho que le agradaba aquello, sintiendo aquel olor particular que comenzaba en las épocas invernales –Invierno… Murmuro levemente –Huele a invierno… Parpadeo levemente y luego la observó a ella, como si no se hubiera percatado de que había dicho eso en voz alta. Se quedó en silencio unos momentos y luego observó su uniforme, precisamente el logo de este, recordando donde lo había visto antes –Clase Cielo… Si bien tenía entendido, era una clase bastante importante, por eso mismo imagino que ella seria alguien bastante interesante.

Unas voces llamaron su atención y observó a otros alumnos que caminaban de regreso por el sendero, él por su parte decidió apartarse, acercándose con calma hacia donde ella estaba, quedando de pie a su lado mientras nuevamente dirigía la mirada hacia el frente, observando el cielo a lo lejos. Dirigió la mirada hacia ella, siempre fijando sus ojos en los ajenos –Ichinose Tokiya… Decidió que lo mejor era presentarse, en lugar de estar observándose en completo silencio como si no supiera que decir. Debía admitirlo, no todos los silencios eran incómodos, a él le agradaban en demasía.

A cada palabra que él decía, casi hipnótica, ella asentía levemente, prestándole atención, observando cada movimiento por más mínimo que fuese, nada pasaba desapercibido ante su mirada curiosa, pero sobre todo tranquila, relajada. Mantuvo la mano derecha apoyada en el césped antes de impulsare para colocarse de pie, quedando precisamente frente a él sin dejar de sonreír de manera serena pero amistosa. Extendió a nueva cuenta la mano derecha con la clara intensión de estrechar la del muchacho, el cual acaba de presentarse, sin embargo…algo más había acaparado su atención ahora, aquello del aroma de las estaciones. No pudo evitar sorprenderse, expresarlo con cierto brillo en la mirada pues ciertamente con nadie podía mencionar eso sin que la trataran de loca.

-Todas poseen un aroma en particular, pero el aroma a invierno es ciertamente único, mágico. Es un placer…Ichinose Tokiya, me llamo Arabella Ravenclaw- Contestó animada, pero siempre manteniendo el tono de voz bajo y aquella delicadeza para hablar, tal vez con cierto acento aristocrático digno de su país. El viento movía los extremos de aquella bufanda blanca que rodeaba su cuello, así como también elevaba milímetros la falda y esparcía todo aquel largo cabello por el aire ante las intensificaciones de las corrientes de aire.

-En efecto, clase cielo- Contestó contenta de que él fuera ciertamente observador, sin embargo prefería no sacar conclusiones antes de tiempo. Los ojos violáceos de la chica, por el momento al menos presentaban esa tonalidad se posaron sobre el escudo del uniforme ajeno, el cual presentaba un símbolo diferente, en otro color incluso. Llevó el dedo índice izquierdo hasta sus propios labios por unos momentos, pensativa antes de proferir palabra alguna. -¿Di pioggia?...¿verdad?...¿Se pronuncia así?- Cuestionó sin el más mínimo temor de ser corregida por el contrario.

-Me complace tu llegada, ciertamente…no me gusta pasar tanto tiempo sola, sin personas con las cuales charlar- Confesó con cierta calidez tanto en sus gestos como en palabras, esperando que él no se sintiese incomodo. –Japonés…siempre quise conocer Japón pero…no tuve la oportunidad por el momento-

Observó la mano de ella por unos momentos y terminó por quitar la propia del bolsillo, extendiéndola, estrechando la de ella cálidamente, con una leve firmeza como le habían enseñado, pues un buen apretón de manos, solía demostrar seguridad y confianza. Su chaqueta se movía por el viento del lugar así como su cabello y la corbata de su uniforme que permanecía levemente desajustada para mayor comodidad a pesar del frío que comenzaba a hacer.

El que ella compartiera aquellos locos pensamientos sobre los aromas de las estaciones lo intrigó, pues ciertamente no podía hablar de ello con los demás, o no le comprendían o no les interesaba, y él no era la clase de chicos que sacase esos tipos de tema a conversación. –El aroma a invierno es único… Estaba en total acuerdo, no había otro que se comparase, si bien el de otoño era llamativo, debía admitir que esa estación era la que más le agradaba. –Lluvia, exacto… El nombre de ella ciertamente lo hizo pensar de donde era, tomándose unos mínimos segundos para ello.

-Ya veo… Estaba claro que en un futuro tampoco tendría la oportunidad, o tal vez si… pero por el momento todo había quedado reducido a simples cenizas. Cerró los ojos unos momentos al imaginar todo simplemente arder, entreabriendo la mirada la observó de reojo -¿Inglaterra? … Preguntó simplemente para no quedarse callado, pues ella había admitido que le agradaba charlar –Creo haberla visitado de pequeño… aunque no recuerdo con exactitud… Comento con calma, observando a su alrededor ahora vacío con excepciones de algunos estudiantes que caminaban, o estaban sentados a la distancia.

Estaba ciertamente encantado por el viento que constantemente soplaba, por la luna, las estrellas y las luciérnagas que parecían adornar completamente aquel pacifico ambiente así como la luz de las farolas que iluminaban su pálido rostro con sutileza. La observó nuevamente, notando que a ella también le ocurría eso, sus orbes tenían un hermoso color, profundo, sincero podría decirse.

Extendió su mano hacia ella, elevándola con cuidado pareciera inicialmente que tocaría su mejilla, sin embargo siguió de largo, rozando apenas su piel tomó una pequeña hoja que había volado con el viento y llegado a la cabeza de ella. La quitó con cuidado y simplemente la dejó caer hacia atrás de ellos.

Estrechó la mano del estudiante con la firmeza debida, rozándole incluso muy apenas con las yemas de los dedos la piel. En lo que pudo, siempre mantuvo la mirada fija en la de él, simplemente por respeto, educación, sinceridad y además porque sus ojos le habían parecido encantadores, bellos, hipnóticos, profundos como el mismo océano junto con todos sus secretos. Suspiró profundamente, sin embargo esto podría pasar como algo completamente inadvertido tanto por el sonido de las hojas meciéndose por el viento, o algún que otro murmullo de algunos estudiantes que se apresuraban para ir al interior de la academia.

-Eres la primer persona que no me toma por loca al mencionar el aroma de las estaciones…vaya, eso es bueno- Confesó, volviendo a sonreír por momentos para después llevar ambas manos detrás de la espalda, siempre manteniendo aquella postura recta en señal de que así y todo lo distraída que podía llegar a ser, cuidaba muy bien de ciertos detalles. –Nunca conocí a alguien de clase lluvia, Tokiya, que emoción…- Musitó casi la sinceridad de una niña pequeña pero sin dejar de lado aquella manera tranquila con leves atisbos de sensualidad en su forma de hablar, de dirigirse al contrario.

-En efecto, Inglaterra…Londres precisamente, pero pasé mucho tiempo también en Southampton.- Finalizó tal vez no queriendo entrar en más detalles, sabiendo que posiblemente recordar lugares o meras vivencias de la tierra podría llegar a molestar al contrario.

Ante tal gesto repentino, las mejillas de la chica se enrojecieron y sus ojos se abrieron un poco más, dejando incluso escapar una pequeña risita nerviosa e inesperada al descubrir que se trataba de una simple hoja que había caído, aparentemente siendo arrancada o elevada del mismo suelo a causa de la brisa. -¿Qué estabas haciendo?...llevo un buen rato aquí, creo que no te vi, Tokiya- Finalizó, mordiéndose apenas el labio inferior por unos instantes en los que intentaba indagar, recordar si lo había cruzado antes en algún lado…pero no, aparentemente esta era la primera vez que lo tenía en frente bajo aquella hermosa luna llena y blanquecina que había reinado en el firmamento hacia escasos segundos.

Él, iluminado por la luz de la luna sería algo que posiblemente no podría olvidar, tal vez porque esa imagen que reflejaba, esa seguridad, se potenciaba ante la hermosa luz plateada que lo envolvía, dándole un aspecto todavía más místico, más atractivo y encantador.

Nuevamente le sorprendió el hecho de que compartieran tales pensamientos, logrando que parpadease levemente observándola, como si no se creyera lo que terminaba de escuchar. La chica parecía sumamente interesante, parecía infantil y eso no quitaba que era toda una dama, le hizo gracia el que se emocionara con algo tan simple por lo que una ligera sonrisa apareció en sus labios, tal vez reprimenda aquella suave risa que había quedado oculta tras el sonido de los arboles mecerse con el viento.

Accedió ante aquel repentino cambio de tema, recordar la tierra no era nada bueno, no con los sobrevivientes, pues sabía que seguramente todos y cada uno de ellos tendrían cosas que era mejor no recordar, incluido él. –Leía un poco… Comentó, notándose claramente mucho más relajado que antes, tal vez aquellos comentarios y pensamientos iguales habían logrado que él, se soltara un poco más con ella. Manteniendo la mano libre constantemente en el bolsillo de su pantalón elevó la que sostenía el libro para que así observase la tapa del mismo, pues sabía que luego de decir eso, la mayoría solía preguntar qué libro estaba leyendo, y así se ahorraba más explicaciones.

-Con la falta de luz simplemente no pude continuar… Estaba claro que si sentaba bajo una farola podría, pero no era lo mismo, pues solía agradarle leer bajo el sol, o en la biblioteca. Dicho esto, observó a sus alrededores, divisando una de las bancas bajo la luz que iluminaba el sendero de los jardines, luego la observo a ella, como si estuviera preguntándole con la mirada para ir allí. Se giró, comenzando a caminar con calma, lentamente, dando tiempo a ella de seguirlo si así lo deseaba. -¿Qué edad tienes? … Dejó pasar a algunas estudiantes y luego fue a la banca, sentándose bajo aquella luz, recargando la espalda contra el respaldar mientras nuevamente la observaba a ella.

El frío del lugar simplemente lo hizo estremecer, pues había salido confiado de que regresaría a su habitación temprano, por ende sus manos comenzaban a helarse conforme los minutos pasaban. El deseo de ir por un café pronto llego a él, lo que causo que observase unos momentos la academia completamente iluminada a sus espaldas

Tal sonrisa del contrario la dejó más tranquila y en parte despertó que ella se quedase por unos segundos simplemente observándole, en completo silencio. Él poseía una hermosa sonrisa, eso acababa de descubrir pero prefirió no decir nada, justamente para no incomodarlo o para no parecer una chica más rara de lo que ya solía ser. Se mantuvo en la misma posición sin decir nada al respecto, simplemente observando con curiosidad la tapa del libro hasta que leyó aquel titulo que ciertamente la alegró aun más.

-Holmes!! Era un clásico en mi país. El que no lo haya leído no se lo podría haber considerado un digno británico- Contestó entre risas, claramente bromeando pero dando a entender que había ciertas “costumbres” que hacían de un inglés lo que era. Llevó la mano izquierda hasta sus propios labios por unos segundos mientras reía, tapándose en un delicado movimiento con la misma.

-Es cierto, la luz de las farolas no es la más adecuada para leer, además, una vez que te distraes ya no es tan fácil retomar la lectura y por ende…la emoción sentida en cada párrafo- Musito encogiéndose levemente de hombros, antes de colocarse a su lado, observando el horizonte y desviando por unos momentos la mirada hacia las hermosas estrellas que resplandecían orgullosas, demostrando que a pesar de ser solitarias, brillaban imponentes.

-Tengo dieciocho años, ¿y tú?, calculo que tendremos casi la misma edad pero prefiero escucharlo de ti- Aseguró entre una nueva sonrisa, notando después como el tomaba asiento en aquella banca. –Con permiso- Susurró curiosa, sentándose a su lado en lo que cruzaba la pierna derecha por encima de la izquierda, manteniendo la espalda recta y apoyada contra el respaldar del asiento. Dejó ambas manos sobre el regazo mientras giraba el rostro en dirección a él a la espera de la respuesta.

-Disculpa mi atrevimiento, se que podría sonar mal pero…¿qué raza eres?, me da curiosidad con tanta diversidad, yo me crie siempre entre magos, no tuve la oportunidad de estar con personas de otras razas- Entornó la mirada unos instantes al sentir aquella nueva brisa gélida que movió sus largos cabellos hacia el lado opuesto en esta ocasión, despejando en totalidad su frente y ocasionando un grácil movimiento en su flequillo.