El timbre que finalizaba las clases sonó por toda la Academia.
Los alumnos salieron de las aulas con tranquilidad, el sol estaba algo escondido en las grises nubes de invierno, y el frío no se llegaba a sentir debido a los movimientos y la energía que emanaban los salones que fueron plasmados de gritos, preguntas, respuestas, de los alumnos y del profesor.

Hans, por esta vez, la última clase del día le tocó a él en soledad, impartiendo Fuego elemental a algunos alumnos. Al profesor que ayudaba normalmente le tocaba por las mañanas, por suerte ninguna clase era interrumpida por ambas partes.

El rubio vestía un atuendo 'normal' en el rubro de los profesores, unos pantalones de tela café oscuro, una camisa pulcra blanca, y sobre esta un suéter crema que lo protegía un poco del frío. Y claro, Wilde era incapaz de olvidar sus inseparables auriculares, ni siquiera para dar clases era capaz de quitárselos.


Tomó su maletín y caminó por el tramado de pasillos, en dirección a los edificios habitacionales de la academia .Le era sorprendente lo grande que era, y lo fácil que era perderse en esa misma. Le llamó la atención ver que ya ningún estudiante se veía al rededor, seguro ya habían ido a sus cuartos antes de que se les hiciese tarde.

Las clases por fin habían terminado.
Como siempre solía hacer, Colette se quedó sentada en el aula de clases hasta que todo el mundo se fuera a sus dormitorios. Tomo su maleta y salió silenciosamente hacia los pasillos para dar un recorrido a la academia en su soledad, el sol apenas se notaba en su totalidad, sin embargo la albina se acercó a una ventana para observar el ocaso.

Como el calor humano aún se lograba sentir a los alrededores, las vestimentas de la chica no le complicaban en nada, tan solo llevaba su típico vestido blanco con vuelos, caminaba descalza como gustaba hacer, había vivido toda su vida así por lo cual el frió del invierno no le afectaba en absoluto.
Su mirada era fría, con rastros de nostalgia y  tristeza. Sus ojos se perdieron ante el bello panorama que veía, por lo cual no tomo atención alguna a su alrededor. Luego de un rato decidió retornar a su dormitorio, gozando del silencio de su alrededor, a excepción de sus pisadas…. Y otras que se oían  a lo lejos.

Si podría ser sincero en algo, había visto tantas veces el atardecer por su ventana a estas horas que ya no le era novedad siquiera verlo. El rubio únicamente se centró en seguir el tramado de pasillos para salir del sector de las aulas, y así entrar a lo que eran los edificios que se dividían por las clases de los alumnos, y los rubros.

Tampoco es que algo lo esperase en su habitación. La rutina era tomar un baño de tina, disfrutar de algún otro manjar mientras dedicaba unas cuantas horas a la lectura. Luego haría el maletín para las clases, se pondría el pijama, abriría apenas un poco la ventana, y se dormiría hasta el otro día.

Pero este día no estuvo en sus planes dar la vuelta en una de las esquinas; debido a tener una audición bastante amplia sí pudo percibir pasos descalzos avanzar, pero no les prestó atención cuando se encontró de frente con una joven que nunca antes había visto.

Su estatura no era de envidiar, pero sí llamó cierta atención de Hans al ver aquella voluminosa cabellera blanca como la nieve, aquel rostro de porcelana en conjunto de unas orbes violetas, que emanaban cierto aire que no era capaz de comprender. Su vestido sin dudas era bonito, inusual en las demás jóvenes que veía en sus clases, se preguntaba quién era.
Su olfato ayudó percibir que era una alumna, no distinguió alguna fragancia familiar, pero tal vez, desprendía el olor a … ¿magia?. Se detuvo , no regaló ni siquiera una sonrisa. ¨ ¿No hace demasiado frío para ir descalza? ¨ fue lo único que su voz fue capaz de decir, no articuló palabra alguna, siquiera un saludo a la joven albina .

A decir verdad, Colette ya estaba acostumbrada a ver el atardecer, pero siempre le encontraba  a este una belleza diferente, después de todo en su pasado  no había mucho que la entretuviera, por lo que se dedicaba a observar el paisaje a su alrededor cada día hasta que se esfumara el sol. Aunque no era algo que cambiara mucho luego del tiempo, casi nunca prestaba mucha atención a sus clases por perderse en la belleza del lugar.  Quizás para algunas personas fuera aburrido o menos preciado, pero la chica realmente disfrutaba ver la flora dentro de la cúpula.
Al escuchar una voz hablar  detrás de ella, la albina desvió su cabeza solo para encontrarse con un apuesto rubio con un misterioso aire a su alrededor, por sus vestimentas pudo deducir que se trataba de un profesor, el cual nunca había visto antes en su vida.
El escuchar tal pregunta le resulto algo extraño, para ella el andar descalza era algo normal, olvidaba que no estaba sola. Al ver el  rostro del joven sin expresión alguna soltó una pequeña sonrisa. “¿A caso hay algo malo en eso?”. La falta de experiencia para hablar con gente a su alrededor le dio desconfianza, aunque se tratara de un profesor, después de todo,no sabia como lidiar con este. Colette intento sonreír, no lo hacía muy seguido, por lo que se veía una sonrisa falsa y sin expresión alguna “Bueno… Ya estoy acostumbrada a usar esto… por lo que se podría decir que el frió no me incomoda.”.  Luego de decir aquellas palabras volvió su mirada a la ventana.

La respuesta hizo que Hans se sorprendiera un poco. Fría, parecía que la muchacha no tenía interés alguno siquiera en una plática. No le molestó mucho, cada quién tenía sus maneras. Y no eran quien para reclamar aquellas palabras tan secas, mucho menos aquel intento de sonrisa el cual se denotó que era forzado, antinatural. No tenía derecho a decirle algo a su actitud, porque él, hacía precisamente lo mismo. “Es inusual. Por lo pulcro de su vestido supongo que del salón se va a la habitación” supuso en voz alta, debido a que el hecho de andar descalza podría traerle variados problemas a la muchacha según los terrenos que habían en la Academia.

Por cuestión de educación, su mano izquierda se acercó al cable de los auriculares con disimulo para bajar un poco el volumen. Asintió mecánicamente con el rostro, cerrando con armonía los ojos al serle informado lo último. Wilde no encontró motivo suficiente como para platicar con la musa de cabellos blancos, soltó un pequeño suspiro “Le recomendaría volver a su habitación antes de que oscurezca” Anunció pasando por el lado de la muchacha sin antes brindar una pequeña reverencia, observando el ventanal de soslayo, presenciando como el sol bajaba. “Hay quienes de noche aprovechan las circunstancias” mencionó seguidamente que seguía el camino hacia las habitaciones, yendo lento, relamiéndose los colmillos. No obstante, no dejó a la joven sola, dobló en una de las esquinas para asomarse por uno de los ventanales consecutivos. Desde ambas perspectivas, era cuestión de mirar hacia el vidrio de al frente para ver a la estudiante, y viceversa

Colette por dentro comenzó a sentirse culpable, mostrando ese lado desinteresado. La chica de verdad quería entablar una conversación, pero su timidez se lo impedía. Más aún cuando vio al chico acercar su mano a los auriculares, para bajar el volumen supuso ella, soltó una pequeña carcajada, casi inaudible.  Estaba feliz de que alguien se acercara a ella por cuenta propia.

Al escuchar la recomendación del joven dió un pequeño suspiro, ladeo la cabeza para observar como el chico se alejaba poco a poco. ''Gracias por la preocupación, pero no creo que alguien se fije en mi ’’ soltó casi en un susurro para sí misma. Luego volvió su mirada a la ventana y acomodó  sus codos sobre ésta, sosteniendo su cabeza en sus manos se quedó observando como llegaba la oscuridad con una leve sonrisa de contemplación.
Luego de que se oscureciera lo suficiente decidió volver a su dormitorio, en el cual le esperaba su rutina diaria, que no era la gran cosa, llegar a la habitación para comer algún que otro pastel y luego dirigirse a dormir. Hasta que notó al chico mirando en la ventana del frente, al principio quedó algo sorprendida, cabizbaja libero una sonrisa y quedó observándolo de reojo por un largo momento. Al ver que el chico seguía ahí, movió sus labios obteniendo la palabra ''Gracias’’, para luego salir de la ventana y seguir su camino hacia los dormitorios.

Hans fue capaz de percibir aquel pequeño susurro que la musa de blanco había emitido, puesto que sus dotes de vampiro le habían ayudado a escuchar aquello, por bajo que hubiese sido.

Guardó silencio en su lugar, despegaba de ves en cuando los ojos de la chica para ver la altura en el que el sol iba cayendo poco a poco, y cómo la luna se ganaba el trono, su lugar durante la noche.

El joven Wilde no tenía un motivo en concreto para observar a la chica desde el otro lado del ventanal, pero como deber profesional debía de velar por la seguridad de sus estudiantes. Y aunque la albina no lo fuese llevaba la chapa de que era alumna. Tampoco es que Hans tuviese algo que hacer concreta mente.


En el momento en que la muchacha comenzó a caminar,el rubio no dudó en seguir a la chica en un paso lento, hasta que pudo alcanzarla, a suertes los pasillos ya estaban iluminados y podía verse todo más claro, así evitaría algún que otro accidente. ¨Una hora inoportuna para volver a su cuarto no lo cree? ¨ Mencionó a las espaldas de la albina siguiéndola sin mayor preocupación, con intención de ser un poco más amigable. Su idea era escoltarla hasta su cuarto, y así asegurarse de su bienestar.

Los pasos de la chica eran lentos, pero seguros. No tenía prisa alguna por volver a su dormitorio, mientras seguía su camino, de vez en cuando rotaba su cabeza en dirección a las ventanas, para ver  lo que ya sería una escena nocturna.  
En ningún momento noto que era seguida, por lo que se tomaba los pasos con calma. Con ambas manos, tomadas una a la otra en la zona posterior de su cintura. Dentro de su mente sonaba una rítmica canción, motivo de los saltos que daba de vez en cuando, cambiando el ritmo de su caminar, intercambiando de lugar sus pies, casi creando una danza. Aunque no lo pareciese, Colette es una chica muy alegre y animada, cuando está en su total soledad. Algunas de sus manías era salir al jardín durante la noche, cuándo lo único que iluminaba el lugar era la luz de la luna, sólo si estaba totalmente segura de que no había alma alguna por el alrededor. Lo que la joven más gozaba hacer era revolcarse con las flores, correr, hasta danzar en el lugar, recordando que era libre, descalza, para sentir la humedad en sus pies, lo cual decía que no era un sueño.

De a poco empezó a darse cuenta de que no estaba sola, podía oír unas sigilosas pisadas metros atrás. Hasta que por fin apareció. Era nada menos que el mismo chico del cual se había despedido minutos atrás. Con una pequeña sonrisa anunció. -¿Ocurre algo malo?-. Luego de escuchar la pregunta del Joven soltó una pequeña risa, aun sonriendo.-Oh ya veo, así que era eso, gracias por la preocupación pero creo que estoy bien así.- Sin querer admitirlo, la chica quería que el joven la acompañara a su cuarto, era una de las pocas personas con las que podía entablar conversación libremente, sin embargo no era de su agrado quitarle el tiempo a las personas.

Hans fue testigo de cada movimiento de la albina. La verdad es que le llamaba la atención, no sólo por el lado chupasangre, si no que la sentía extrañamente familiar. Tenía un aire, uno de aquellos que creía conocer, pero no estaba seguro de nada. Aun siquiera tenía conocimiento debido del todo, por lo cual prefirió indagar por su propia cuenta, siguiendo a la musa de blanco en completo silencio, hasta el momento en que le habló y fue respondido. Negó con el rostro, caminando tras de ella a aquel paso moderado y lento " No puedo dejar a una alumna sola " Aclaró en aquel tono frío involuntario que siempre presentaba. Estaba intentando parecer algo menos pesado, más light pero quedaba en pésimos intentos. " Y no me sirve un no como respuesta, puesto que el edificio de los Profesores queda cerca de los Estudiantes" Wilde se excusó esbozando una amplia sonrisa, mostrando en ello sus colmillos de vampiro.

La Luna daba un elegante resplandor en el pasillo, además de la iluminación tenue que daba el escenario perfecto apra probar un poco de la sangre de la albina. Pero tenía que tener autocontrol. No podía morder a una estudiante. Se metería en problemas con sus superiores. Por lo cual se contuvo. Luego iría a buscar una de las bolsas que tenía en las neveras de su cuarto " Cómo te llamas?"

La luz de luna llenaba los pasillos de la academia, se escuchaba claramente el eco de los zapatos del joven profesor en su caminata. El silencio era grato, impresionaba ver lo ensordecedor que podía ser la academia durante el día, a la sosegada noche que reinaba.
La voz del rubio rompió el silencio dentro de los pasillos, Colette escucho atentamente cada palabra que salía de la boca de este, soltando una pequeña carcajada. –Muchas gracias, de verdad. Pero se cómo cuidarme sola.- Cuando noto que el chico no desistiría, la albina se dio por vencida, no parecía un profesor con malas intenciones, por más que fuera vampiro, no podría hacerle nada.-De acuerdo, supongo que está bien.- afirmo completando con una dulce sonrisa.
Ambos siguieron el mismo camino por un largo lapso, Colette se había perdido en sus pensamientos, como solía hacer cuando el ambiente era pacifico, tal cual mostraba la escena. De aquella paz salió una pregunta que la hizo reaccionar, aunque un poco retrasado, pues el joven al lado de ella acababa de adelantarse.- ¿Ah? Claro, perdón por no decirlo antes, Soy Colette, Colette Harrison, un gusto conocerle ¿Se podría saber el suyo?