Había resultado una mañana de lo más productiva para la rubia. Llevaba desde casi el amanecer deambulando por las montañas, buscando algunas plantas difíciles de encontrar, con las que planeaba practicar algunos hechizos y pociones que seguro serían de lo más práctico en un futuro. Prácticamente había conseguido todas las especies que se encontraban en la lista, solo faltándole un par, a las que no iba a renunciar por nada. Tenía que encontrarlas como fuese, a esas alturas debía hacerlo si o si. Solo había una cosa que le preocupaba…y era que anocheciera antes de haber dado con su objetivo. Alzando la vista al cielo, era fácil percibir que no tardaría demasiado en caer la noche. La oscuridad comenzaba a hacerse patente y el bajón de temperatura que había aparecido de repente, le hacían tener más ganas de volver a casa que permanecer más tiempo en aquel lado de la montaña.

Continuando por una pendiente escarpada, teniendo mucho cuidado con no tropezar con las resbaladizas piedras, llegaba a un saliente donde podía tomar un pequeño descanso. La pequeña estudiante dejaba la mochila a un lado, comenzando a estar los brazos y la espalda, llevándose luego la mano a su hombro, masajeando este, al tiempo que disfrutaba de la hermosa vista que se apreciaban desde esa altura. La mirada de la chica se expandía, mostrando una amplia sonrisa en sus labios. Era un lugar bastante bonito, tenía que recordar cómo había llegado hasta allí, para poder enseñarle aquello a su querido Zack. En aquel momento, se arrepentía bastante de no haberle dicho que le acompañase en su pequeña excursión.

Tras casi media hora descansando, decidía volver a ponerse en marcha. Según tenía entendido, la planta que buscaba no estaba demasiado lejos….o al menos era lo que indicaba el libro por el que se guiaba. Pasaba las páginas con rapidez, levanto de vez en cuando la mirada de las hojas para fijarse en el camino. Hasta que de repente, todo parecía confuso. El cielo estaba abajo y la tierra arriba…No tardo demasiado en darse cuenta. Había tropezado torpemente a saber con qué y ahora caía por la pendiente sin remedio. En aquel momento, se pudo escuchar claramente un fuerte chillido por toda la montaña, para luego hacerse sonar un golpe seco. La rubia había usado sus poderes de viento para frenar la caída, la cual estaba a punto de dejarla en muy malas condiciones. Con el corazón aun a mil, miraba hacia arriba, sintiendo un pequeño escalofrío al ver la tremenda altura desde la que había caído. Si no hubiese reaccionado a tiempo, a saber lo que habría pasado.

Incorporándose lentamente, miraba de un lado, buscando el camino para volver a casa…Ya había vivido bastantes aventuras por aquel día, en otra ocasión encontraría aquellas plantas. Colocándose bien la mochila, dirigió sus pasos por lo que pensaba que era un camino conocido, dándose cuenta a los minutos que no tenía ni idea de donde se encontraba…Nada se le hacía conocido, lo único que había a su alrededor eran árboles, rocas, arbustos y poco mas…Se había perdido por completo y lo peor de todo…cada vez estaba todo más oscuro y frío. No tardó demasiado en entrar en pánico, comenzando a correr en busca de una salida de aquel laberinto natural, siendo del todo contraproducente, pues cuanto más se movía, mas se perdía y mayor era el miedo que sentía. Si al menos fuese de día, sería capaz de pensar con tranquilidad y no dejarse llevar tanto por su pánico, pero al ser de noche…el imaginarse perdida y sola en aquella oscuridad, era algo que le aterraba.

No solía frecuentar las montañas, pero siempre está bien cambiar un poco de lugar para variar un poco, la vida se hace muy monótona cuando vas solamente a un lugar todo el tiempo, con el mismo paisaje y las mismas cosas casi siempre, los mismos sonidos... Uno termina cansándose de todo aquello cuando lo oye muchas veces. Obviamente no es aplicable a todas las cosas lo que acabo de decir, y hay cosas de las que uno nunca se cansa, jamás. No fue hasta la tarde que me dirigí hacia las montañas. Me había pasado la mañana entera buscando un libro en la biblioteca de la academia y leyendo parte de él, éste era un libro no muy largo sobre algunos sucesos de la guerra que había devastado la tierra. Tenía curiosidad sobre ello y quería saber más sobre la guerra, sobre el porque de ésta... Sobre que finalidad tenía.

Debí pasarme gran parte de la mañana leyendo hasta que vi la hora de parar y descansar un poco, y, con ese tema todavía en la cabeza, me fui hacia las montañas poco después del mediodía. En todo el camino no dejé de repasar mentalmente una y otra vez lo que había leído esa misma mañana, tratando de encontrar algo de lo que no me hubiese dado cuenta aún, cualquier cosa... Cuando empecé a entrar bien en la zona de las montañas ya debían ser las siete de la tarde más o menos... Entonces recordé más de un rumor y cosas que había oído... Que por ahí había más de un renegado deambulando, lo cual era comprensible en cierto modo teniendo en cuenta lo fácil que lo tiene para esconderse en una montaña al borde de la cúpula... A partir de ese momento quizás debería mantenerme un poco más alerta, no solía hacer caso de los rumores, pero por si acaso...

Fue un rato más tarde, una media hora o más, cuando oí un grito, un grito femenino, el cual reconocí al instante... Era Rave'n. No sabía que hacía allí, porque estaba allí ni nada, pero el golpe seco que pareció oírse poco después del grito no me dio muy buena espina, y esperaba que hubiese reaccionando a tiempo. Pero ya no había tiempo para pensar, empecé a correr en dirección al grito lo más rápido que pude, intentando no desviarme lo más mínimo y seguir el origen.

Cuando me quise dar cuenta ya era de noche, era una noche cerrada y oscura,  encima en la montaña, rodeado de arboles, rocas y algún que otro arbusto, en resumen, nada bueno. No dejé de correr por mucho que me cansase, fue así hasta que escuché a alguien más correr hacia donde estaba no muy lejos ¿Podría ser...? Si, podía ser ella, e iba a averiguar si lo era. Con tal de no asustarla y que corriera todavía más me acerqué sin hacer ruido (Si, sabía que eso podía asustarla más, pero de la otra manera podía perderla de vista) y cuando estuve cerca la rodeé con un brazo y no tardé demasiado en avisarla de quien era.

-¡Rave'n, no grites, soy yo!-La avisé cogiéndola por ambos hombros y poniéndome en frente suyo, para que me viera bien. -Tranquila... ¿Estás bien?- Pregunté bastante preocupado, en ese momento lo que más me preocupaba era que se pudiese haber hecho daño.

Quién diría que unos simples arboles fueran a causar tanto terror a alguien…pero así era. Las formas retorcidas que formaban y las sombras que proyectaban, jugaban una mala pasada a la rubia, quien al tener una imaginación demasiado desbordante, le hacían pensar que eran algo más que simples sombras o ramas retorcidas y de formas extrañas. Seguramente si parase un momento a pensarlo… ¿De qué tendría que tener miedo?... Se encontraba en un lugar repleto de criaturas extrañas y de lo más variadas, con las que solía socializar sin apenas problemas. Los animales salvajes no le suponían un problema y el encontrarse con cazadores o renegados no significaba que fuesen a resultar una amenaza para ella. Aun así, la joven estudiante no paraba de correr y moverse entre los árboles en busca de un lugar que considerase seguro, desgarrando su ropa  tras engancharse con alguna que otra rama en su intento de huida. Había dejado completamente a un lado el pensamiento racional, que por otro lado, no era algo que le caracterizase demasiado.

Por un momento, se vio obligada a parar, recuperando todo el aire que había perdido tras semejante carrera. Su respiración se encontraba agitada y desacompasada, su rostro se encontraba completamente sonrojado por el esfuerzo e incluso su flequillo se encontraba ligeramente humedecido por el sudor a pesar del frío, el cual a esas alturas, era casi imperceptible para ella.  Por un segundo había conseguido calmarse…solo por un segundo, pues al escuchar algo cerca de ella, no tardaba en emprender la carrera de nuevo, sin pensar que pudiese simplemente el movimiento de una rama causado por el viento.

La oscuridad siempre había sido uno de sus mayores miedos, al verse de ese modo no podía evitar recordar viejos tiempos…los cuales no era muy agradables. Volvía a sentirse como una niña pequeña pérdida y abandonada, sin saber a dónde ir ni que hacer, solo sintiendo miedo y confusión. Sin duda aquellos viejos traumas eran los que no le dejaban pensar con claridad, más que la oscuridad, eran los recuerdos que venían con ellas…recuerdos tan nítidos que se confundían con la realidad, haciéndole pensar que se encontraba en otro lugar por un momento y no en un simple bosque de la cúpula.

Su miedo llegaba al punto más álgido, provocando que acábese teniendo un autentico ataque de pánico, cuando de repente sentía que le sujetaban de golpe, provocando que se detuviese en seco, emitiendo al segundo un chillido a pleno pulmón, intentando escapar de aquello que le había capturado, sin percatarse de quien era hasta escuchar su voz- … ¿Za-zack?...-Su voz temblaba, al igual que toda ella. Su mirada buscaba la contraria, sin creerse del todo que el moreno se encontrase ahí- ¡Zack! – Se lanzaba sobre él, abrazando su torso con fuerza, hundiendo la cabeza en su pecho comenzando a llorar como una niña pequeña- ¡Es-estaba…estaba tan asustada! ¡Pensaba que no iba a volver a casa! ¡No sabía qué hacer!  -Exclamaba entre sollozos sin separarse ni un centímetro del moreno, el cual parecía haber eliminado todos sus miedos con tan solo su presencia.

El grito de Raven que acompañó a su reacción provocó un pitido que resonó en mi oreja. Sin duda sus gritos eran fuertes y agudos, pero era comprensible, estaba asustada y encima ella tenía muchísimo miedo a la oscuridad. Por suerte mi voz se escuchó por debajo del grito y me reconoció entre toda esa oscuridad. La abracé con fuerza y le acaricié la cabeza para tranquilizarla y que dejase de llorar, veía que estaba muy asustada, y en ese momento quería hacer todo lo que tuviera en mis manos para que olvidara ese miedo y empezase a sentirse más tranquila.

-Tranquila... Volveremos a casa, sólo tenemos que encontrar el camino de vuelta.- La miré a los ojos y sonreí, aún no sabía como iba a hacerlo, pero algo pensaría, al fin y al cabo sólo teníamos que salir de las montañas y buscar el camino de vuelta, ¿No? Con es idea en mente me puse a su mano y le cogí firmemente una mano. -Vamos... Si vamos juntos no pasará nada.- Dije en un tono tranquilizador y creé una pequeña bola de fuego a su lado para alumbrar y que no estuviera tan asustada, lo último que quería en ese momento era que ella lo pasara mal. -Que suerte que te haya oído antes... Me has asustado.- Comenté mirándola, lo mejor era hablar en ese momento, además, llevaba tiempo sin verla y tenía ganas de ello desde hacía días, por lo que ese encuentro más o menos era algo bueno, aunque hubiese sido mejor en otro contexto y en otra situación, claro está.

El camino se extendía ante nosotros, largo e interminable para la vista, pues la bola candente tampoco  iluminaba demasiado y no veíamos mucho más que lo que nos rodeaba, pero por lo menos veíamos, que era importante. La había creado de ese modo porque así iba a durar y era un coste mínimo en lo que a energía a la hora de lanzar el hechizo.