Hans llevaba poco tiempo en la cúpula y pudo,al menos, hacer unos 'amigos', y entre comillas debido que aun no lograba confiar plenamente en ellos. Era alguien un poco desconfiado, pero eso no quería decir que en un posible futuro próximo no pudiese tomar un poco más de libertad con aquellas dos personas.


Y fresco lo era un poco,puesto que ya se tomaba las libertades de andar pegoteandose con el albino o con el castaño. Era algo que no podía evitar, Wilde era de quienes se catalogan como 'hombres de piel', gusta del contacto físico, de las caricias, de cierta forma el afecto. ¡Lo mejor es que los sujetos se dejaban!. Aunque dependiendo del qué, porque bien que se apartaban al estar a disgusto.


Intentó hacer algo distinto con quienes comenzaban a agradar; organizó una pequeña merienda en la azotea de la Academia, a sabiendas que ambos eran buenos para disfrutar de las cosas dulces y del té . Él pensaba a que se debía al hecho de que eran ingleses, y las costumbres de ellos no se había disuelto. Las de Hans Wilde tampoco habían pasado desapercibidas, ya que él también provenía de la misma tierra, y disfrutaba de los mismos manjares de la cultura.


Elevó suavemente la mirada, sentado en el suelo como indio recargando la espalda en la rejilla, observando a ambos con una suave sonrisa ¨No sé cuales son sus combinaciones preferidas. Supongo que con el té está bien¨ Soltó un pequeño suspiro, afuera hacia algo de frío por el invierno pero era bien tolerable, o para él lo era un poco. Aun así dejaba expresado en sus acciones y en su hablar aquel aire de frialdad y seriedad, robótico, como quisiese llamarse

Qué curioso.
Resultaba que había recibido la más inesperada invitación de la más inesperada persona. Nunca pensé, en estas semanas que Hans Wilde, uno de mis ayudantes, bah, el único, más bien, sería quien invitase a tomar la merienda al aire libre.
Lo había catalogado como una especie de antisocial pero a la vez extraño, rarito.. en el sentido que dé a pesar de verse altamente desapegado de las personas, como que de pronto se ponía demasiado cariñoso en plan, rogando mimitos y abrazos.
Claramente era algo que me extrañaba, puesto que era una faceta que desconocía de la Rusia, como quien dijese.
No se me hizo precisamente la mejor idea de tomar el té a las afueras, aunque la nieve al parecer no caía como los otros días, al contrario, simplemente el cielo estaba gris , como si estuviese triste.
Con el abrigo puesto en los hombros seguí al rubio en compañía del ayudante de biblioteca, si, ese mismito, Reim Bush. – Descuida, el té solo supongo que sabrá bien – suspiré una vez situado en el lugar viendo lo pobre que era la situación. Solo tazas de té, siquiera un pastel…o un pedacito de pan . Sin duda la merienda más, pero más pobre de la vida.

Por educación nada más no reclamé ante los dos, o algo similar, de todos modos traía algunas cosas dentro de los bolsillos sin fondo, pero esa no era exactamente la idea – la intención es lo que cuenta, no? – miré a Hans con una suave y empalagosa sonrisa, sentado con las piernas extendidas una cruzada sobre la otra, recargado con una de las manos por detrás de la espalda a la altura del suelo – sobre todo si viene de alguien que no suele hacer estas cosas. ¿Qué bicho te ha picado? – pregunté con cierta curiosidad pasando la mirada por los presentes.
Tomé un poco de la taza de té correspondiente, no sabía para nada mal, estaba bien preparado, lo bastante decente y a una temperatura agradable para el exterior, ni tan caliente para quedar con la boca chueca, ni tan frío para quitar la sed en un día inexistente de calor.

Reim se situo de una forma mas relajada con las piernas estiradas, disfrutaba del té que Hans les había servido, sí estaba lo bastante extrañado como el albino pero le parecio lindo aquel gesto que había hecho el otro profesor, le vino curiosidad por saber pero encontro medio desubicado lo dicho por stear, observó los alrededores mientras disfrutaba de la taza - que a ti te extrañe no significa que sea algo poco normal de hans, stear - dijo en un tono suave mientras tomaba del té. la verdad es que le era relajante aquella situación. Observó a ambos nuevamente, arreglandose los anteojos con una suave sonrisa, había valido la pena en parte haberse escapado un rato de la biblioteca en la hora de su receso pero sabía que tarde o temprano tendría que volver a su labor.

pero no lo desanimaba mucho puesto que le serviría en mucho estar un rato con aquellos amigos que el consideraba, aunque sabía que hans no era del todo fiable, o no tan amigo como el creia puesto que noah le había contado algunas cosas y hasta el mismo rubio le hacía comentarios pesados a él, cosa que no lo animaba mucho. Bajo en ello la mirada, supirando con levedad

Wilde observó como los dos de sus invitados se acomodaban en el lugar. Sonrió de una forma leve viéndolos a ambos, los consideraba tal vez cómo amigos, o simplemente conocidos pero realmente eran agradables con él, cosa indiscutida, por lo que era simple motivo para la pequeña merienda que este les había invitado.

Como era de esperarse a comienzo quien partió en quejas indirectas fue Stear, no le molestó en nada, al contrario...
para él le era sumamente chistoso aquel sujeto, sobre todo porque tenía unos actuares raros cuando él mismo se ponía

¨Supuse que querría algún pastel, profesor. Pero no debería de excederce en el azúcar¨ objetó el rubio mientras sorbía de su propia taza, sonreiría de una forma de burla, observando el ojo del profesor ¨Si Ginger lo cuida en casa, mi deber es cuidarlo en la Academia¨ volvió a atacar,posando esta vez sus azules orbes en las claras del ayudante de biblioteca, Reim Bush.
A ese sujeto le llamaba la atención en muchos aspectos
primero, su ingenuidad como persona,
segundo, había obtenido la atención de dichoso chico que él miraba cuando no tenía lo que hacer,
demasiada atención que el chico pudo lograr envidiar en parte

¨Muchas gracias Reim¨ le agradeció en una ciníca sonrisa, tampoco es que se le fuese desagradable aquel hombre, pero la envidia le golpeaba en la nuca a Hans Wilde.


Se rascó levemente la nuca , mostrando los colmillos que lo evidenciaban como un chupa sangre, pensando más menos la respuesta que le daría al profesor. ¨ Quería compartir la tarde con ustedes¨

Mantuve la atención a lo que sería la taza de té, o al menos así fue hasta que el castaño de lentes interrumpió, estando en una especie de defensa con el rubio de ojos azules. Sin duda era una situación medianamente divertida, puesto que a conciencia aquella relación hipócrita que ambos se montaban dejaba mucho que decir para quien sabía algunos detalles que ninguno de los dos me habrían contado, pero si aquel pajarillo de climas fríos que lo contó todo sin rechiste. – Eh! ¿Me vas a decir que a ti no se te hace raro que nos esté invitando el té? – Observé a Reim tras un leve suspiro, apartando un poco la taza de mis labios para así prolongar el sabor del té, y claro, no andar pidiendo más siendo que tal vez no habría. Aunque…¡Eres Stear! , siempre traes la tetera del té caliente contigo, y pasteles, pero … na, en ésta ocasión no saqué alguno por supuesta educación.

Aquella observación fue debidamente acertada. Dejé descansar aquella delicada taza en mi regazo, obsequiándole una amplia y picarezca sonrisa a Hans – Bueno, es grato saber que mi propio aprendiz se preocupa de mi salud física; pero el hecho de tener diabetes no me limita al cien por ciento de deleitarme con un pastel – Pasé del hecho de que tal vez podría decir algo grosero, fuera de lugar, después de todo ya se mantenía cierto aire de supuestas confianzas entre los tres de aquel grupo, no había lo ocultar, o al menos, así era desde mi lado, uno completamente neutral ante los intereses como del profesor, como también los del ayudante de biblioteca. – Pero he de insistir que esta misma taza de té necesita ser acompañada, a lo menos, aunque sea, por algo salado. Déjalo como una sugerencia para una segunda, tercera, o cuarta vez que esto suceda, si es que volverás a hacerlo, claro. – Preferí luego de aquello guardar silencio, disfrutando de la suave brisa invernal que corría, tomando un segundo sorbo extendido del té que Wilde habría preparado.

El joven Wilde observó la conversación entre el profesor y el ayudante. Los miraba con aquel gesto de desinterés y neutralidad que le caracterizaba, sin mostrar ninguna expresión en especial, aunque podría haberse hecho perfectamente de una sonrisa molesta, o cómplice “ Pues, verá. No quería arriesgarme” seguía excusándose, jugando con los dedos, bastante relajado, acomodándose así mismo en su sitio, repasando con sus ojos azules el ojo carmín “Pero en verdad usted es un sujeto bastante molesto, Stear. ¿Cómo es que le aguantan tanto?” Wilde había encontrado el momento perfecto, sonrió para sus adentros, tomando la taza de té, degustándola. “Siempre me pregunto si es que ya hay alguien que logre ponerlo en su lugar, bueno, no sacarle del quicio del todo, tampoco fastidiarlo, si no alguien que haga que se ubique, a pesar de que es bastante caballero, como dice ser y alardear” se mofó en silencio, negó con el rostro al ayudante, al cual le tenía más menos buena, excusando el fortuito hecho de que gracias a él, Noah se pasaba sus propuestas pseudo románticas por los sobacos. “No, no te molestes, Reim. Si el caballero quiere algo, que éste lo traiga, o se aguanta” el joven Hans mantuvo siempre aquel tono respetuoso y tranquilo, pero aquella forma de hablar no dejaba de ser de alguna manera u otra, insolente, y es que a pesar de que idolatraba al profesor de brujería y demás, a la vez lo aborrecía. Por no cumplir un pequeño capricho, por haberse dado cuenta de que él no lo consideraba a la altura de alguien merecedor, si no como un simple ayudante, un amigo, si es que el sujeto lo declaraba. “Porque dudo que Reim lo haga, sus hijas, o alguno de sus hermanos. Supongo que usted, profesor, sabe cómo es y toda esa cosa. No creo tampoco que le sorprenda que esté criticando su actitud en forma respetuosa, de forma constructiva; pero… me gustaría saber algo.” Wilde descansó la lengua por unos segundos. Estaba hablando demasiado para su propio gusto. “¿Es posible que esté solo por su propia actitud? ¿No le tiene pavor en ver miles de espaldas, y ninguna mano? Porque a mi me preocuparía estar en una situación tan crítica.”.

Una de las más grandes irracionalidades que al menos yo, encontraba, era el hecho de que Reim era bastante iluso con respecto a Hans. Obviamente el rubio no era tan mal muchacho, pero la evidente tensión que entre ambos existían… y éste otro seguía pensando en que las cosas podrían tener alguna solución. – bonito, bonito, bonito. Ya verás – refuté bufándome del ayudante de biblioteca.
La taza estaba aún medio llena, en lo cual me dedicaría a terminarla sin ninguno de los aperitivos que indirectamente pedía, bueno, era bastante directa la querella, como también innecesaria. Que va, sólo lo estaba haciendo para fastidiar al rubio. Después, tras el siguiente ofrecimiento de parte del amigo número uno, del ratón de biblioteca… ¡La solución a los problemas! – No te preocupes – le dije, obsequiando una de esas sonrisas inocentes, insoportables.

¿Ea? ¿Y eso? ¿Insoportable? Pues, claramente era de algo que estaba claramente consciente desde hace muchos, muchos años atrás. Pero.. esa misma actitud cambiante, de un momento a otro era bastante sorprender. Definitivamente, uno nunca termina de conocer al todo a las personas. Guardé silencio, dejando la taza de té a un lado, metiendo una de las manos dentro de la chaqueta para sacar un pequeño pastel, con relleno de manjar.
Blah. Blah. Blah.
Saqué la envoltura del aperitivo.
Blah. Blah. Cayó al suelo. – No estoy solo – respondí con sencillez. Sin duda, algo de enfado guardado bastante adentro de pecho…con esas ganas de tirarle el pastelillo entre los ojos – Aunque en verdad es un tema que me es indiferente. Tampoco debería de ser de tu saber – Me incorporé, sacudiendo los pantalones. En fin, arreglándome – Si me disculpan, caballeros. Necesito ir a las caballerías. Los veré más tarde – Dicho y hecho, sin esperar algo, o simplemente a la nada, me dirige a los escalones, descendiendo sin preámbulo alguno