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Mensaje por Dorothy Hammet Aligerhi Mar Mayo 03, 2016 4:36 am

[S-010] There are silences that speak and words that say nothing... [Privado]

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De nuevo la saliva adquiría una consistencia parecida a la pasta, abrió la boca un poco en un vano intento de mejorar la situación, algo que no ocurrió por desgracia para la chica. Los labios resecos y agrietados, se había abstenido de repasarlos con la lengua para evitar heridas pero eso los dejó completamente secos y rígidos, casi como le había pasado a su piel, que comenzaba a perder la primera capa que había quedado totalmente deshidratada, como respuesta a la falta de agua que experimentaba. Se acomodó en el asiento de la nave robada, llevaba las muñecas y tobillos atados, y si bien no había intentado escaparse o siquiera librarse de las cuerdas, estas le habían dejado las zonas enrojecidas y por las condiciones en las que estaba todo su cuerpo en general ya empezaba a notar las primeras heridas.
Los rosados ojos de la chica se clavaron en ese hombre que manejaba el vehículo, este aparentaba unos cuarenta años, el pelo había empezado a caerse por la coronilla y sus ropas estaban desgarradas, además de que parecían realmente viejas. Bajó la mirada a lo que llevaba ella, una falda larga color aguamarina y una blusa blanca, no estaba nada roto, pero si sucio por el largo viaje. Decidió que no quería seguir observando todo eso y cerró los ojos para así volver a su mente, el único sitio en el que esos días podía encontrar algo de paz.
Nada más volver a la oscuridad, su mente recreó el último día de su relativa paz, como volvía por el bosque del lago, donde le gustaba nadar de vez en cuando. Sabía que estaba vetado, pero no pensaba que de verdad fuese a pasarle algo a ella. No tardó ni dos segundos en caer inconsciente por un golpe en la cabeza, el cual había sangrado lo suficiente como para que en esos momentos una parte del pelo se viese roja y rígida al no haber sido limpiada. Cuando ya había recobrado el sentido estaba en ese sito y sabía que ya no estaba en la cúpula por lo que observaba a través de la ventana.
En el primer día intentó parecer todavía dormida, pero cuando la falta de agua se hizo presente no tuvo más remedio que pedir un poco, y si bien no era mucho, al menos le había dado de beber un poco, poco más de un litro al día. El segundo día fue más o menos llevadero, pero en el tercero la tensión era palpable, como si pudiese cortarse con un cuchillo, lo cual ante sus preguntas, el hombre la dejaba sin agua más tiempo del necesario o directamente la pegaba o ataba más las cuerdas.

No sabía cuento tiempo se llevó medio dormida, escuchando el murmullo del motor y sintiendo el vaivén general, seguramente empezaba a quedarse sin combustible o energía, algo que no quería ya que según explicaron, todo el planeta estaba inhabitable, lleno de contaminación, tal vez ese era el lugar más seguro, algo que a seguía pensado pese a ver animales extraños por la ventanilla y los paisajes supuestamente “sanos”.
Parando sin previo aviso, el hombre soltó una maldición en lo que parecía ser ruso, las pocas palabras que le había escuchado antes eran en inglés, uno de los pocos idiomas que entendía. Tal vez era de la antigua Rusia, o simplemente le gustaba ese lenguaje, ella no era quien para juzgar ese aspecto.
Abrió la puerta, saliendo al exterior, casi no había notado que aterrizaban ya que el único cambio fue la ausencia del ruido del motor y el movimiento de antes. Sin saber que pasaba, e interesada por la razón de su parada, se removió como pudo para al menos alzarse un poco, no quería perder el equilibrio y tener que ser levantada por su captor, no quería ser tocada de nuevo por él.
A duras penas pudo asomarse un poco, el aire que le llegaba era fresco y lo agradeció enormemente, parecía como si no se hubiesen movido del bosque donde había sido tomada, pero claramente estaban muy lejos de ese lugar. Como murmullos, unas voces algo alejadas del lugar parecían hablar de algo, no podía saber ni en qué idioma hablaban, tan solo sabía que dos voces mantenían una conversación.
Sabiendo que eso no la llevaría a nada intentó volver al asiento, perdiendo el equilibrio y tirando unas cuantas cosas de las que había robado el supuesto ruso. El ruido llegó al nuevo dueño de todo eso y de ella, lanzando un claro y enfadado- ¡Joder! ¡Estate quieta de una puta vez! –Algo asustada volvió a sentarse y relajarse para así mostrar de nuevo una calma poco natural de alguien que sería esclavo en poco tiempo. Imaginaba sobre su rostro una máscara de tonos gises, ojos aparentemente cerrados y largas pestañas, como si de una vidriera se tratase las distintas partes estaban divididas en formas geométricas y algunas perlas adornaban puntos estratégicos para dar belleza al conjunto, cubría todo el rostro y no dejaba ver para nada la piel de debajo… Esa era su favorita, la que más utilizaba para momentos en los que debía permanecer serena o al menos aparentarlo, ayudándose de lo que transmitía esa imaginaria mascara.
La aguantó como pudo, evitando desmoronarse cuando las dos voces se acercaron, las pisadas ya eran más que audibles y temía que el nuevo fuese igual o peor, por eso centró los ojos en la puerta para así ver quien entraba, la espalda recta y las piernas juntas y dobladas ligeramente hacia la derecha, lo que le permitían las cuerdas inferiores hacer al igual que las de las muñecas, manteniéndole los brazos por detrás del cuerpo.
Dorothy Hammet Aligerhi
Mensaje por Ahren Radziwiłł Sáb Mayo 07, 2016 3:43 pm

Re: [S-010] There are silences that speak and words that say nothing... [Privado]

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Sobrevivir era fácil, simplemente no debías morir; ya fuera de hambre, de sed, por contaminación, por radiación, devorado por animales y bestias, envenenado, por infección, enfermo, asesinado... Bueno, de acuerdo, tal vez no era tan fácil para cualquiera como él solía verlo en su mente, pero definitivamente era más fácil que hacerse una vida y conseguir algo parecido a un 'hogar' en medio de un territorio plagado de guerras. Cosa que, por cierto, era exactamente lo que ellos intentaban hacer. Nada fácil eso de conservar humanidad en medio del salvajismo, así que era de esperarse que tuvieran que tomarse algunas medidas un tanto «extremas» para mantener las cosas controladas. Para su fortuna, su hogar había quedado en una zona relativamente habitable, si bien no del todo segura debido a los distintos y extraños habitantes, al menos no estaba totalmente contaminada como otras zonas. ¿Lo malo? Eso aumentaba la necesidad de marcar un cierto territorio o terminarían encontrándose con intrusos dañando el lugar. A veces eran problemas en cuanto a los recursos, otras veces los problemas eran meramente legales. Justo como el que ahora tenía entre manos. Tanto él como sus familiares tenían un código muy simple: refugio al que lo necesite y aliados de quienes lo pidan, siempre y cuando no quebranten sus reglas. No sonaba tan complicado, ¿verdad? Pero imponer tus reglas y hacerlas cumplir eran cosas muy distintas, y si ellos no hacían cumplir las reglas que imponían entonces dejarían de ser tomados en serio… Y en una lucha por supervivencia, nadie quiere convertirse en el eslabón más débil, usualmente sólo terminan sirviendo como alimento para el que está más arriba.

— Algunos simplemente tienen un fuerte deseo de morir… — comentó con fingida preocupación mientras se giraba hacia los dos chicos que lo acompañaban — Otra cosa que ustedes deberían aprender, si es que tienen el deseo de mantener la cabeza unida a su cuerpo, es no meterse con aquellos a los que no puedan enfrentar. ¿Quedó claro o debo ser más gráfico? — sonrió con cierta malicia por las miradas inseguras que se dedicaron ambos. Eran unos buenos chicos, cambiantes de osos kodiak, enormes y fuertes pero un tanto sumisos; seguía pensando que esa no era la mejor cualidad que le hubiera gustado que tuvieran, pero luego se daba cuenta que era exactamente la cualidad por la cual no podía simplemente dejarlos abandonados, ya que sólo eran dos caminos disponibles para ellos si se les dejaba a la deriva... y ninguno era de su agrado. — Muy bien, ahora chicos, ¿alguno de ustedes me puede explicar por qué estamos aquí hoy? — preguntó, tal vez, en un tono muy ligero y despreocupado. Cualquiera pensaría que estaba tomando el té o jugando a las mil y una preguntas, cualquier cosa menos lo que realmente estaba haciendo.

– Protegemos nuestro territorio – respondió uno de ellos con una expresión seria y determinada – Y hacemos cumplir las leyes – agregó su gemelo mientras una expresión feroz cruzó su semblante. Decir que Ahren se sintió orgulloso de ellos sería quedarse corto, una enorme sonrisa de suficiencia se extendió por su rostro y volvió a darles la espalda. — Entonces vamos a cortar algunos miembros, ya hace un tiempo que no pruebo algo de carne recién cazada — soltó con un tono divertido, se ajustó los guantes y al minuto siguiente sólo caían unas cuantas plumas negras mientras un cuervo grande alzaba el vuelo y se perdía entre las copas de los árboles. Tras de sí escuchó como ambos chicos lo seguían a cuatro patas y sus respiraciones pesadas, distintas de aquella que tendría un cuerpo humano. Se estaban acercando a un pequeño claro, lo suficientemente abierto como para permitir que una nave pequeña aterrizara, lo que confirmó que había pasado en cuanto se posó sobre la rama de un árbol que lindaba con el terreno. ¿Por qué estaban aquí? La respuesta era bastante sencilla: no toleraban que sus leyes fueran quebrantadas. Muchos pensaban mal de ellos y él no era precisamente quien iba a defenderse de tales o cuales acusaciones de barbaries, puesto que estaba perfectamente claro al respecto: Santo no era. Ni aún en sus mejores momentos se imaginaba siendo un pacificador, simplemente no lo llevaba en la sangre. Sin embargo, no eran desalmados monstruos que se aprovechaban del incauto y el más débil, simplemente eran sanguinarias personas con principios morales. ¿Uno de esos tantos principios? Las personas no son mercancía.

Odiaban encarecidamente a aquellos que traficaban con sus congéneres, con infantes, con los de razas más débiles y con las mujeres. En su caso, sobre todo con las mujeres. Normalmente no se metían en asuntos ajenos, tampoco es que se creyeran salvadores del planeta entero que intentaban resolver los problemas de cada individuo, pero cualquier cosa de esta índole que sucediera en lo que ellos ya consideraban sus tierras no se pasaba por alto bajo ningún concepto. Mucho menos si uno de los suyos participaba en el intercambio. Ahora lo único que se preguntaba en ese momento, mientras observaba a los hombres que se dirigían hacia la nave, era a cuál de los dos debía torturar primero. Todavía no se habían fijado en él, pero eso no era algo que le sorprendiera en lo absoluto. El tipo que traía la nave parecía enfermo, aunque no por eso se justificaban ninguna de sus acciones, pero era un dato a considerar de relativa importancia; por el otro lado estaba Flenn, joven de dudosa reputación que recientemente había querido la cobertura de ellos y que habían permitido sólo bajo una estricta vigilancia. Al parecer, no entendió lo que significaba estricta o de otro modo no se habría arriesgado a hacer algo fuera de los límites. Cuando el mayor dejó al descubierto la mercancía, una joven de mal aspecto y a claras luces de cuerpo delicado, sintió como la furia se deslizaba a través de sus extremidades con pasmoso ardor haciendo corto circuito en su capacidad de sensibilidad.

Con un graznido de advertencia nada más por su parte, ambos osos que lo habían acompañado salieron como balas de entre los árboles y embistieron a ambos hombres con sus enormes cuerpos de casi 500kg cada uno, tomándolos con la guardia baja e inmovilizándolos contra el suelo. Aprovechó la distracción para volver a su forma humana y acercarse al grupo, dedicó apenas una rápida mirada hacia la chica para evaluar su estado y eso solo hizo que se enfureciera más todavía. — Explícame mientras no te estoy arrancando la lengua exáctamente qué significa esto. Creo que habíamos dejado bastante claro que nosotros no traficamos con otros seres vivos, y el castigo que imponemos a los que lo hacen —. Se acercó a la chica mientras los otros hombres seguían inmoviles. Tenía una postura demasiado serena y le pareció que de algún modo también digna, cosa que desmentía totalmente su aspecto maltratado y su extraña piel reseca le recordaba cuando una serpiente cambiaba de piel. — ¿De dónde la sacaron y por qué está así? — preguntó a cualquiera de los dos que respondiera con toda pizca de humor totalmente ausente ya de su voz y su semblante.
Ahren Radziwiłł
Mensaje por Dorothy Hammet Aligerhi Dom Mayo 08, 2016 1:04 pm

Re: [S-010] There are silences that speak and words that say nothing... [Privado]

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En cuestión de segundos una mano la agarró con fuerza del brazo, haciéndola levantarse y salir de la nave al claro de entre tantos árboles. Quien la había sacado era el mismo que la había metido la primera vez, quien la ató y llevó al borde de la deshidratación, al borde de la muerte que suponía para ella estar mucho tiempo así. Fuera pudo ver que un hombre más la miraba, parecía satisfecho con ella, y sabía que quería comprarla ¿qué más podría ser? Pero no perdió la máscara, la cual durante unos segundos se tambaleó cuando los siguientes acontecimientos se iniciaron por un graznido fuerte proveniente de entre el follaje.
Manteniendo la máscara perlada sobre sus facciones, conseguía permanecer firme y segura, al menos eso parecía expresar ya que el miedo estaba por dentro, viendo como unos osos salían de la maleza para así lanzarse contra los dos hombres que allí había, sin dañarlos en ningún momento. Gracias a su rápida mente supo que no eran osos normales, tal vez cambiapieles, osos entrenados… Quién sabe, pero unos animales salvajes ya habrían desgarrado el cuello de sus víctimas de un mordisco o un zarpazo.

Sin moverse de al lado de la nave, distinguió otra sombra, un cuervo que al aterrizar tomó la forma de un humano alto y de pelo azabache. No tenía tiempo para fijarse en los detalles, se dedicó a mantener su vista en los grandes mamíferos que retenían a los traficantes, por lo que decía el hombre cuervo parecía estar en contra del esclavismo, preocupándose por ella de forma bastante hosca. “¿Qué más me da? Estoy en la tierra, seguramente acaben matándome o a saber qué, pero lo más seguro es que no vuelva arriba” Ese pensamiento era desalentador pero a su vez realista, no era de las que se inventaban fantasías y soñaban con cosas imposibles, una buena dosis de realidad era lo que mejor venía para situaciones como esa.

Lo más prudente era seguir quieta, sin decir ni hacer nada, si atacaba de alguna forma podrían dañarla y acabar con su vida demasiado rápido, además de que en el remoto caso de poder escapar se perdería y moriría de deshidratación y hambre por ese bosque desconocido para ella. Mientras pensaba eso se dio cuenta de que su captor ya se había rendido totalmente- Lo siento, lo siento, solo cumplo órdenes y necesito el dinero para sobrevivir –El tono era el de un hombre arrastrado y lleno de miedo, por ello el oso le dejó levantarse, pudiendo así darse cuenta de que pese a no haber realizado ningún esfuerzo físico estaba sudando y con la respiración alterada, además de la mano en la zona del corazón.
Los ojos marrones del animal se encontraron con los rosados, dándose cuenta de las ataduras casi al instante, parecía no haber visto bien a la mujer hasta ese instante- Puedo daros todo lo que tengo dentro de la nave, hasta la misma nave, no hay mas gente ni volveré a raptar. Así que por favor, no me hagáis daño –Se había arrodillado a los pies del hombre de negro, casi besándole las botas. Todo lo dicho por este no pasó desapercibido por el que seguía placado por la gran bestia, bufando y maldiciendo por lo bajo al insecto que acababa de venderlo sin ningun miramiento, tal vez confiando demasiado en la palabra de un ladrón.
Mientras este se dedicaba a hacer todo lo posible por conservar el pescuezo, el animal cambió a un hombre corpulento y de rostro amable pero firme a la vez, en pocos pasos ya se había acercado a Dorothy por detrás para así quitarle las cuerdas de los tobillos primero. Sentirle tan cerca detrás de ella no era alentador, se sentía todavía más alerta pero sujetó la fachada creada para evitar problemas. Cuando sus piernas fueron liberadas adoptó una postura ligeramente más cómoda, dejando que le quitara también las otras ataduras.

En ese momento había perdido el hilo de la conversación, si su “salvador” había dicho algo no se dio cuenta, tan solo escuchaba el llanto ahogado del viejo, el cual temblaba todavía en la misma posición de la última vez que se centró en él.
Con las manos libres, las llevó hacia delante y se acarició las muñecas con delicadeza, manchándose los dedos ligeramente de sangre por las heridas que había allí.

- ¿Estas bien? -Preguntó el hombre castaño que seguía tras ella, su voz pese a ser áspera parecía dulce y de verdad mostraba un tono de preocupación por la sirena. Sin pensarlo dos veces cambió a una nueva máscara, la cual era de tonos cálidos, naranjas claros y amarillos radiantes como el sol, varios rallos de esta estrella parecían surcar desde la esquina superior derecha toda la superficie, algunas gemas pequeñas de diversos colores parecían seguir el patrón de un arcoíris. Junto a ese nuevo rostro se mostró una sonrisa, una cargada de alivio y amabilidad- Si, muchas gracias -Respondió con una voz suave e igualmente dulce.
¿Había cambiado de parecer? Claro que no, seguía manteniéndose alerta, algo que se notaba en que no lo había tocado bajo ningún concepto, pero si se mostraba de esa manera frente al joven tal vez ganara puntos para poder sobrevivir un poco más.

Cuando volvió la vista al frente miró al de pelo negro, intentando ver si era alguien importante, tal vez el jefe principal de esos dos metamorfos o alguien a medio camino del mando superior, además de averiguar si se trataba de alguien capaz de matar o no, sabiendo así a qué atenerse.

Dorothy Hammet Aligerhi
Mensaje por Ahren Radziwiłł Jue Mayo 12, 2016 5:57 pm

Re: [S-010] There are silences that speak and words that say nothing... [Privado]

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Probablemente no debió haberse mostrado tan bruto delante de la joven, pero como Koda estaba con ella y era particularmente el más perfecto de ambos hermanos para ocuparse, decidió él volver su atención hacia el deplorable gusano que se arrastraba por su vida.— Hice una sencilla pregunta, ¿acaso te cuesta mucho responderla? — suspiró como si en serio estuviera dolido por la ofensa, aunque estaba lejos de importarle nada de esas ridiculeces, pero si que le fastidiaba que le rogaran y los tipos cobardes; justo como el que tenía en frente. — No me gusta perder el tiempo con este tipo de mierda Flenn... — le dijo al que todavía se encontraba inmovilizado contra el suelo en tanto que se agachó y rodeó el cuello del otro hombre con su mano enguantada, la carne suave y flácida lo catalogaba como nada amenazante...—Pero si es capaz de hacerse el fuerte con una joven indefensa— el mero pensamiento hizo que apretara el cuello con fuerza, cortando la respiración del hombre. Por fortuna tenía los guantes, era repulsivo nada más ver su rostro tornarse rojo y luego púrpura mientras boqueaba en busca de aire. — Cuando crees que vas a morir, puedes decir cualquier cosa para salvar el pellejo. Así que no te creo nada. — susurró en un tono tan lleno de desprecio que uno pensaría lo peor, pero su expresión únicamente mostraba una cierta repulsión y otro tanto de indiferencia. Soltó el cuello del hombre que por un segundo tal vez pensó que no lo matarían, pero inmediatamente tomó su cabeza por la boca y la parte trasera del cráneo girándola brusca y violentamente; el cuerpo sin vida simplemente cayó en la tierra en cuanto lo soltó.

No sintió ningún tipo de satisfacción por lo hecho, tan solo era algo necesario de hacer y él obviamente estaba dispuesto. Sin embargo levantó la mirada, sólo por curiosidad, para ver la reacción de aquella jovencita. ¿Lo estaría viendo ahora con horror, asco o miedo? Se hacía una idea de que seguramente no lo estaría viendo con buenos ojos, pero le parecía una falta de cortesía no ofrecer aunque fuera un mínimo gesto amigable. Así que le dedicó una pequeña sonrisa, restandole igualmente un poco el mal humor, aunque una parte de humor negro le salió a flote cuando se imaginó cómo sería si agarrara la mano del hombre que ahora estaba muerto para saludarla. Eso sería realmente divertido, pero no era el momento para esos juegos. Probablemente Koda adivino lo que se estaba imaginando, porque casi de inmediato hizo una mueca y estaba seguro de que no era de disfrute. Volviendo su atención al oso que seguía con el idiota de Flenn, se puso de pie — Bueno querido Flenn, eso fue algo tonto y estúpido de tu parte. Tanto contratar a la llorica esa como meterte con nosotros, pero como ya sabes que me considero una persona sumamente comprensible, no te haré nada que no merezcas —

El hombre tendría unos treinta y pico de años, o al menos aparentes, y era el típico estereotipo de niño bonito con sus ojos azul claro y el cabello rubio. Pero a Ahren no le agradaba ni pizca esa mirada maliciosa que siempre le observaba, no le importaba que en las apariencias fuera alguien pasablemente inofensivo si detrás se escondía una mente perversa. Y es lo que siempre había pensado, pero nadie quiso hacerle caso y ahora mira lo que había pasado. – Perdóneme, su gran Majestad, por no querer jugar a la casita y la familia feliz con ustedes – comentó el joven con su increíblemente molesto tono sarcástico, si él tuviera un tick probablemente le aparecería sólo de escuchar a ese idiota hablar cuando se quitaba su faceta de niño bueno.– Si quiere puedo colocarme un vestido y hacer de niñera de cuanto engendro se les ocu-... – y entonces no lo dejó terminar de hablar porque la poca paciencia que ya tenía la perdió totalmente al escuchar sus insultos inútiles y su bota terminó pateando aquel angelicalmente engañoso rostro. — Maldito perro suicida, tan solo cállate de una puta vez. ¡Mierda! — tal vez fue un error mostrarse tan abiertamente molesto, porque el otro escupió y le miró desafiante — Obligame —

Ahren sólo le miró en silencio unos segundos, contrario a lo que podría haberse esperado de cualquiera tras esa abierta provocación y luego de haber visto su reacción violenta y emocional tan sólo un minuto antes. Pero simplemente se estuvo ahí de pie callado, lo cual probablemente era peor incluso que una reacción violenta. Él no dejaba un insulto pasar, jamás en su vida lo había hecho y no tenía pensado empezar a hacerlo en un futuro. Con un golpecito amistoso en el cuello del oso, éste se quitó de encima del hombre y al segundo siguiente ya mostraba una apariencia totalmente humana e idéntica a la de su hermano. — Kenai, haz el favor de agarrar cualquier cosa que pueda sernos de utilidad de la nave — su tono de voz fue plano y sin dar ninguna señal de lo que realmente estuviera pensando o sintiendo. Y vaya que estaba pensando en un montón de cosas en ese momento, su mente analizando lo que quería hacer y lo que no se podía permitir hacer. Principalmente pensando en la pobre chica que ya bastante había soportado y que no necesitaba agregar más violencia a su memoria, aunque por ese mismo motivo sus instintos le sugerían varias formas de hacer pagar al implicado... y hasta ahora el mutilamiento era su preferida, por suerte iba ganando su deseo de no hacer una escena innecesaria frente a la chica. Flenn ya se había puesto de pie y lo miraba como si esperara que se abalanzara sobre él de un momento a otro. Al menos estaba consciente de que no era una persona que aceptaba un insulto tan fácilmente; no era ni de lejos un consuelo, pero era algo al fin y al cabo. — Realmente no eres muy listo Flenn — comentó con algo de lástima y eso obtuvo una reacción violenta por parte del contrario; probablemente justo lo que esperaba que sucediera. Cuando estaba a punto de caerle encima, ya Ahren estaba preparado. Clavó una aguja de metal de unos 15 centímetros de largo justo en la base del cuello en un punto vulnerable, traspasándolo y saliendo por la nuca. Ambas manos del contrario fueron de inmediato a la zona agredida con los ojos abiertos por la sorpresa y se dejó caer en la tierra. No era lo que quería hacerle, pero sabía que tardaría unos segundos, con suerte minutos, en morir; y que sería una sensación terriblemente dolorosa.

— Koda, si necesitas cargarla hazlo. Nos vamos ya. No dejes que vea, no es algo que una señorita debería presenciar — dio la orden que fue seguida en el acto y en lo que Kenai salió con una bolsa de lona de la nave, se pusieron en movimiento y simplemente dejaron a ambos hombres tirados. En lo que cayera la noche servirían de alimento para los animales. – Ella no se ve bien Amler – fue Kenai quien dijo eso y su hermano Koda que la llevaba cargada para avanzar más rápido entre el bosque tupido y porque veía lo lastimada que estaba, secundó el comentario – Pareciera que fuera a morir por deshidratación en cualquier momento, hasta su piel se siente como lija –. Eso definitivamente lo preocupó, así que encaró a la chica con ojos calculadores. No estaba sucio de sangre ni nada, pero tal vez ella no quisiera que la tocara luego de haberlo visto matar a esos hombres, así que fue lento y delicado cuando pasó la parte descubierta del dorso de su mano por el rostro de la chica para poder sentir su piel — Esto no me parece normal, pero supongo que algo de agua te ayudará, ¿cierto? No tenemos con nosotros, pero podemos buscar aunque tardará un poco. ¿Estarás bien? — en su expresión y en su voz no había rastro del hombre de hace unos minutos, prácticamente era como ver a una persona totalmente diferente, todo comprensión y tratándola con tanta delicadeza — Perdona si te asustamos, pero no pretendemos hacerte daño, aunque tampoco te podemos dejar ir o probablemente terminarás peor que como te encontramos. ¿Cómo te llamas? — ya había alejado su mano, pero habían dejado de avanzar porque Ahren estaba plantado con la mirada fija en los ojos ajenos. Él era así, tal vez un poco demasiado invasivo, pero no mostraba ni un poco de arrepentimiento al respecto. Además, tenía unos ojos tan extraños, varios tonos más claros que los de él y eso simplemente hacía que no pudiera dejar de mirarlos con abierta curiosidad.
Ahren Radziwiłł
Mensaje por Dorothy Hammet Aligerhi Jue Mayo 19, 2016 10:51 am

Re: [S-010] There are silences that speak and words that say nothing... [Privado]

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Observó cómo rodeaba el cuello de aquel que la había dejado en ese estado, de ese viejo hombre que no dejaba de suplicar por su vida, esperando que de verdad lo perdonasen. Los ojos de la muchacha no pudieron ver más allá del cuerpo de quien se encontraba agachado, no sabía si le estaba diciendo o haciendo algo, pero las manos intentando separar el brazo y al dueño de este le daban una ligera idea de lo que pasaba. Cuando se levantó, no hizo esperar mucho al hombre ya morado por la falta de aire y le rompió el cuello, una muerte rápida y firme. Ya se esperaba eso pero le costaba ver un cuerpo sin vida frente a ella, le gustaría apartar la mirada, más si lo hacía tal vez la tomaran por alguien débil, y si bien es así la verdad prefería aparentar otra cosa, al menos de momento resultaba la mejor opción.
Luego le llegó el turno al otro más joven, parecía apuesto y burlón, seguramente alguien entretenido con el que pasar el tiempo, pero ahora se estaba riendo de ellos en sus narices, sobre todo del que parecía el jefe, Dorothy no entendía si “Majestad” era de verdad su título o una simple broma de mal gusto con el que buscarle, algo que consiguió al ver que este se cabreaba pero no actuaba directamente, parecía controlarse bastante bien, tal vez demasiado ya que estaba tan calmado que daba miedo.

Mientras observaba como el otro oso tomaba una apariencia casi idéntica al que tenía detrás y la había ayudado, se acarició las muñecas de nuevo, aprovechando para así discretamente tocarse la piel y notar que comenzaba a escamarse de lo seca que estaba, sabía que si en las siguientes horas al menos no la humedecía un poco podría correr mucho peligro su vida. Un suspiro escapó de ella tras esos minutos, en los que al alzar la vista se encontró con el llamado Flen lanzándose hacia el moreno, el cual en un rápido movimiento le clavó una aguja en el cuello, atravesándolo de lado a lado. Al ver eso se alarmó de verdad, algo que el oso notó y la hizo darse la vuelta, tocándola tan solo en el hombro y ofreciendo una sonrisa amable. Ahora sí que le parecía alguien con quien pudiese llevarse bien, cualquiera no se habría ni preocupado por si miraba o no, él la había visto tensarse incluso bajo su máscara y evitó que viese todo lo demás, que seguramente no sería agradable. Sin pensarlo dos veces correspondió con una ligera sonrisa, está mucho más honesta que la anterior, agradeciéndole en silencio el gesto, el cual era uno que después le había mandado a hacer el cuervo, sabiendo ahora con más seguridad que lo hizo por cuenta propia.
Con permiso señorita –Avisó antes que nada, pasando la pelirrosa una mano al hombro del oso para que este entendiese que podía cargarla, casi no podía caminar así que era perfecto, y de no ser por lo recientemente sucedió, se habría puesto al límite para no dejarse llevar y caminar al lado de ellos. Como si no pesara nada, Koda la cargó sin problema al modo “princesa” y comenzaron a correr, parando en cuanto se dieron cuenta de su situación, si bien descansaba ahora sus miembros, la piel continuaba agrietándose y mostrando unas escamas transparentes, de aspecto enfermo, seguramente debería quitarlas en cuanto pudiese, pero aquel momento no era el idóneo, pues estarían por muchas partes de su cuerpo, desde las piernas hasta zonas más íntimas.
Se mordió el labio y no pudo ocultar lo incómoda que se sentía ahora que lo sabían, continuaba en brazos del metamorfo cuando sintió la cercanía del recientemente llamado Amler. Con la mirada firme enfrentó los morados que la examinaban, sin perder contacto y sin moverse o expresar nada en su rostro cuando este lo tocó con la mano, con mucha más delicadeza de la esperada, una delicadeza que notó en su tono de voz– No se preocupe señor, no estoy asustada y comprendo la situación, se que no sobreviviría sola por mucho que me pueda empeñar –La verdad era su mejor baza en ese momento.

Miró al oso y este no le hizo falta comprender que le estaba por pedir que la bajase– Gracias Koda –Murmuró con cierta ternura, sus piernas temblaron ante el peso, algo que pensó pasaría desapercibido por la larga falda– Me llamo Dorothy, un placer conocerlos –Se presentó cortésmente antes que nada, para los presentes que ahora mismo eran solo dos, uno de los osos parecía haber desaparecido– Mire –Le dijo al cabecilla del grupo que le sacaba varias cabezas, levantándose la manga derecha y elevando el brazo, dejando que viese las escamas a contraluz, las cuales se verían mejor así que a simple vista– Me llega su cortesía, pero como seguramente ya sepa al ver esto, –Acarició las escamas con delicadeza, con el brazo ya bajado– un poco de agua casi no me ayudará, necesito hidratar por completo mi cuerpo, llevo días con tan solo un poco de agua ingerida y no es suficiente –Si era tan listo como parecía, comprendería que ella era un ser marítimo y necesitaba de verdad todo eso, y si bien pensaba dejarlo claro en la siguiente frase, el otro oso llegó justo a tiempo para interrumpir– Amler, hay un arroyo a unos metros en esa dirección, tal vez pueda beber un poco –Informó, parecía haberse marchado a buscar precisamente eso o algún punto de agua potable.

Al escuchar eso, no pudo evitar comenzar a caminar en esa dirección, más lenta de lo que esperaba, sin pararse a pensar que pudiese ser descortés o si se trataba de una trampa o mala broma, pero su instinto de supervivencia la llamaba con fuerza. Tropezó un par de veces, en concreto tres ya que tras esas las cálidas y grandes manos de Koda la sujetaron del brazo para así ayudarla. Le agradeció con la mirada y avanzaron lo más rápido que ella podía hasta dar con lo que Kenai había avisado. No podría bañarse ni sumergirse por completo en el riachuelo, pero era lo justo y necesario para mojarse en condiciones.
Con un rostro lleno de alivio prácticamente se derrumbó de rodillas al lado del agua, dejando las manos en el fondo de este, con el agua que llegaba hasta poco más arriba de sus muñecas.
Gracias a dios… –Murmuró para sí misma mientras miraba el cristalino elemento como si se tratase de un viejo y querido amigo. Rápidamente formó con sus manos un cuenco y bebió unos sorbos, dejando el resto del agua para mojarse la nuca, le importaba bien poco si se mojaba la ropa o si la observaban, ahora estaba concentrada en hacer lo mismo con las partes importantes.
Sentada y con las piernas hacia el frente y ligeramente dobladas, levantó la falda hasta casi el final, guardando un poco de recato. Allí las escamas ya estaban tomando un tono grisáceo, no quería ni saber cómo estaría su cola de hacerla aparecer. Le tomó tiempo llevar agua hacia estas, pero a medida que caía sobre ellas, las escamas se volvían rosáceas y desaparecían a los pocos segundos. Se esmeró en mojar bien las marcas de las cuerdas que dejaron de sangrar, en las muñecas no era necesario ya que cada vez que tomaba un poco, estas se empapaban. Volviendo a sentarse de rodillas, pasó a meter las manos por debajo de la camisa, intentando no levantarla mucho para llegar al estómago y espalda, se pegaba un poco la tela pero en cuanto se secase estaría como antes. Desabrochó unos pocos botones del pecho y ahí también llevó una gran cantidad de agua, donde las escamas sufrían el mismo cambio. Tras el rostro y la parte de la cabeza herida, dio por terminado todo eso, sintiéndose mucho mejor ahora, olvidándose incluso de los hombres que la acompañaban, de que había sido secuestrada o su crítico estado anterior. Se descalzó y dejó los pies en el agua, con las rodillas dobladas y apoyando los brazos y cabeza en estas, ocultando su rostro lleno de verdadera paz y una sonrisa, dejándose mecer por la corriente que la acariciaba, adormeciéndose un poco.
Dorothy Hammet Aligerhi
Mensaje por Ahren Radziwiłł Jue Jul 07, 2016 7:02 pm

Re: [S-010] There are silences that speak and words that say nothing... [Privado]

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A lo largo de su vida se podría decir que, a pesar de todo, y con todo se refiere a todo el asunto de que sus prioridades nunca fueron las mujeres, había gozado de una considerable popularidad con las féminas. Tal vez era su sonrisa, sus modales, y su no muy frecuente, pero si existente, sentido del humor más agradable y menos negro. Cualquiera que fuera el caso, al menos una chica se le acercaba por año desde que se había convertido en un joven que entraría en la categoría de "Buen partido", y considerando la cantidad de años que tenía no era precisamente una cantidad despreciable de chicas y mujeres las que había conocido. Así que había perdido un poco la capacidad de sorprenderse ante algún despliegue de encanto femenino y el realce de sus atributos. O al menos eso pensaba y eso solía decirle su prima. No, no sólo lo pensaba, estaba casi completamente seguro. ¿Entonces por qué se quedó embelesado con la imagen de aquella joven? No tenía idea y en cierta forma le molestaba mucho sentirse como un puberto hormonal, pero ni siquiera le daba chance a profundizar en el motivo de su incomodidad porque precisamente las hormonas le estaban nublando la razón.

¿Pero es que esperaban que fuera ciego? Tenía unas delicadas manos y gracia que acompañaba cada uno de sus movimientos. No le había llevado ni un segundo levantar la falda y dejar al descubierto unas hermosas piernas, y no es que se refiriera en un primer momento a su color o su textura puesto que no podía tocarla, pero anatomicamente hablando tenían el largo perfecto y el grueso perfecto, tal vez si la cargaba pudiera hacer más exacta y sólida esta opinión. Sus ojos vagaron nuevamente por el cuerpo de la chica y tuvo que tragar entero cuando una nueva vista activó su imaginación. Ella estaba tomando agua, simplemente, la cabeza inclinada hacia atrás y el líquido que escapaba de sus labios hacía un perfecto camino por su cuello y se perdía entre sus pechos. El problema es que su mente no veía solo aquello, en su mente, de la nada, era él quien sujetaba su cabeza en ese ángulo inclinado con las manos enredadas en aquel rosado cabello, que en serio quería ver totalmente suelto, mientras recorría el mismo camino que el agua pero con sus labios, beso a beso, mordida a mordida, hasta finalmente llegar...- Mierda - Detuvo su imaginación abruptamente y de la nada se había volteado y había estampado ambas manos con la palma abierta en el rostro de cada gemelo, obstruyendo la vista que ambos habían tenido tan fija en la chica como él, y de paso empujándolos hacia atrás.

- A controlar las hormonas enanos - susurró, aunque no eran enanos y moral no tenía para hacerlo, pero bien poco que le valía porque una cosa era él y otra ellos. Y ellos haciendo lo mismo le molestaba bastante. ¿Sorprendido? En absoluto, aunque fuera confuso para los demás, él se conocía a si mismo perfecta y absolutamente, sabía que lo que acababa de sentir era un deseo carnal e instintivo. Y estaba en su mente tan claro como el agua donde reposaba la chica, que iba a satisfacer aquel deseo. Nadie más tenía derecho a tocar lo que era suyo, y si bien la chica no era suya o siquiera tenía conocimiento de todo esto, él ya había decidido que la quería para él y eso bastaba. - Yo me voy a encargar de llevarla ahora, adelántense ustedes para que puedan llegar y acomodar lo que llevan en esa bolsa - les dedicó una sonrisa algo pícara y juguetona, como si hablara de una broma, aunque los tres sabían que no era algo que se debía tomar a broma. Sorprendidos in fraganti y con cierta renuencia, o tal vez desilusión, ambos jóvenes se alejaron a paso lento y con furtivas miradas en su dirección, hasta finalmente avanzar con mayor rapidez y sin mirar atrás. Entonces fue cuando se dejó abrumar por ese instinto de posesión del animal, para controlarlo y enfriarlo de a poco. Bien, no iba a ser un hormonado sin tacto, los años de experiencia tendrían que colocarlo al menos por encima de eso. Pero no significaba eso que no estuviera haciendo un gran esfuerzo por relajar su cuerpo tenso.

- Deberías tener más cuidado sobre dónde decides dar un espectáculo como ese - comentó con una sonrisa al tiempo que se acuclillaba junto a la joven que ahora parecía absorta en su mundo - Ahora tu ropa está toda mojada y no creo que traigas precisamente una muda contigo para cambiarte - cuando la veía ahora, visiblemente más saludable y esos rasgos delicados, podía fingir que no había tenido unos pensamientos tan poco castos hace unos segundos... pero no si seguía con esa blusa casi transparente y mojada adherida a su torso. Ni hablar, no podía permitir que eso siguiera así. Con un movimiento fluido se quitó la chaqueta negra que llevaba, que por suerte esa vez había escogido una medianamente larga que a él le llegaba hasta los muslos, quedando solamente en un camiseta manga larga negra que parecía extremadamente delgada y ceñida al contorno de su cuerpo - Ahora quita esa ropa mojada y ponte esto. Todavía está tibio y te cubrirá lo suficiente - aunque mantenía la sonrisa y el tono amable, se notaba a leguas que esa era una orden sin margen a réplica. Después de todo, estaba acostumbrado a que se le obedeciera y podría pasar horas debatiendo sobre por qué su alternativa era mejor, aunque eso realmente le incomodaría y la verdad es que también le interesaba que se quitara esa ropa. ¿Por qué negarlo? Quería que llevara su chaqueta, tan simple como eso.

Ahren Radziwiłł
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