La falta de gente en su clase normalmente la dejaba desanimada hasta niveles increíbles, después de todo veía como en las demás eran muchos más y podían hacer mas amigos, algo que se le complicaba a la albina sobremanera por todos los impedimentos, si intentaba simplemente “hablarle”, o más bien escribirle a alguien, pasaban de ella o no la llegaban a notar.
De todas formas ese día desistió por la única razón de que se quedó en clases más tiempo por hacerle preguntas al profesor de la última clase, el saber que iba mal en esa asignatura la atormentaba hasta el punto de intentar darlo todo por remediar el problema… Ocasionando que saliera ya cuando el sol comenzaba a ocultarse, no le molestaba ya que esa noche habría luna llena y solían mantener casi todas las zonas bien alumbradas, pero de tener que pasar por sitios demasiados oscuros, moriría incluso antes de intentarlo.

La mochila descansaba en su espalda y llevaba el piano-pizarra sujeto por ambas manos por delante, caminaba lentamente, mirando curiosa el interior vacío de las aulas, cada una parecería la misma que la anterior a excepción de pequeños detalles como alguna silla descolocada, la falta de una o dos mesas, algún abrigo olvidado o ventanas abiertas. Las diferencias podrían ser infinitas, mas al pasar frente a una en concreto, pudo ver a un chico que miraba por la ventana. Quiso entrar de inmediato, pero pareció escuchar algo, unas palabras que no llegó a captar y el albino cambió de postura, dejando una larga espalda sobre la mesa, algo que a Solei no llegó a gustarle demasiado, después de todo las armas para ella eran cosas incensarías y crueles.

Cuando notó que ya parecía estar quieto y que no le molestaría, entró al aula, encaminándose directamente hacia él, después de todo era la oportunidad perfecta para poder hacer un amigo. En cuanto se quedó lo suficientemente cerca del chico, golpeó su hombro con un ligero toque para así saludarle con la mano que había requerido su atención y una gran sonrisa.

Su alegría se incrementó a niveles desorbitados al ver que el chico se giraba y le dedicaba una sonrisa, tanto tiempo llevaba sin “hablar” con alguien que podía notarse la emoción en sus ojos, los cuales permanecían totalmente abiertos, examinando al contrario. La diferencia de alturas no era mucha, en general el físico del que acababa de presentare como Geryon, estaba bien entrenado y a primera vista parecía coincidir con la proporción aurea, algo que llamó la atención artística de la albina.

Al ver que el otro se había sentado en una mesa, ella hizo lo mismo, dejó el piano a un lado junto a la mochila y mientras dejaba detrás el lugar al cual quería llegar, se apoyó con ambas manos y de un saltito se acomodó perfectamente sobre la madera. Recuperó el piano y procedió a responder a la pregunta del chico tocando la tecla sol, la cual estaba marcada con rotulador, las letras estaban ya bastante malgastadas ya que llevaban años ahí puestas, de cuando empezó a aprender a tocar.

Tras tocar la nota, miró de nuevo al chico y se inclinó para llegar bien a la mano de este y estrecharla con la suya en un saludo más que normal entre la gente, algo que a Solei le gustaba hacer por el simple dato de saber si era una persona cálida o no.

Al colocarse de nuevo en el lugar de antes, alisó su falda y esperó a saber la reacción del chico, normalmente muy pocas personas llegaban a captar que al tocar la nota era su forma de presentarse, cosa que conseguía sobre todo con gente que estudiase música o al menos llegara a tener un mínimo nivel en esta materia. De todas formas giró el teclado en su regazo, apagando el sonido para así evitar el sonido que emergería por pulsar más de una sin querer y así acceder a la pizarra de color verde muy oscuro, la tiza estaba guardada en su bolsillo y comenzó a escribir ahí con una caligrafía impecable.

“Me llamo Solei, pero puedes dejarlo en Sol” Añadió la clave de sol al lado de la abreviatura para darle la pequeña pista de lo que hizo antes por su acaso. “¿A qué clase perteneces, Geryon?” Preguntó debajo de lo ya escrito. Tras comprobar que todo estaba bien, algo que le costó escasos segundos, dejó la tiza a su lado y levantó la pizarra para que así lo pudiera leer aquel a quien estaba dirigido. Junto a todo eso, esperando a que respondiese, le dedicó la usual sonrisa tranquila y agradable, casi siempre en su rostro y que solo cambiaba de vez en cuando, como al escribir, donde parecía concentrarse tanto que llegaba a ser divertido verla fruncir los labios.

El joven echo hacia un lado su flequillo, blancos como la nieve eran sus finos y suaves cabellos, ademas de largos y un poco molestos a veces, pues quería mirar bien con ambos ojos a aquella chica que se le había acercado, pues le había echo un buen favor al hacerle compañía, la soledad no le terminaba de gustar, aunque a veces necesitaba estar solo para pensar, pues a su mente llegaban cada vez mas y mas recuerdos de su infancia, de todo lo que paso para llegar a la cúpula y aunque, sin ser amnesico, se sentía atormentado por todo ello, día tras día, noche tras noche, fue todo demasiado rápido para el.

-"¿Por que hemos tenido que llegar a esto?, la tierra destruida, exiliados y forzados a vivir en una cúpula para sobrevivir..dejar tanta gente atrás..¿se podría haber evitado esto a tiempo si..se lo hubiesen propuesto hacer?".- Resonaba y resonaba sin parar por la cabeza del chico, provocandole a ratos dolores de cabeza, aunque solía disimularlos con una leve sonrisa en el rostro.

-Un placer Solei..¿no puedes hablar?.- Fue algo que extraño bastante al joven, no solía encontrarse gente muda, era la primera de todas que conocía, siempre hay una primera vez para todo dicen. -Pues soy de la clase Trueno, ¿y tu de que clase eres Solei?.- Pregunto el chico con una leve sonrisa en el rostro, volviendo a apartarse el flequillo, dejando ver sus ojos de color azul marino bastante llamativo, ademas de una sonrisa tan blanca y brillante como su pelo

El albino no tardó en darse cuenta de la falta de palabras en la chica, algo que mejoró la situación notablemente ya que ella prefería no tener que explicarlo cada dos por tres, por eso mismo negó con la cabeza sin quitar de todas formas la sonrisa en su rostro. Esperó a la respuesta que recibió al poco, sobre la clase del otro chico, tenía entendido que todos lo que estaban en la clase trueno eran personas algo problemáticas, como los de la clase tormenta, pero Geryon no parecía serlo, desbaratando así los esquemas que se había montado en la cabeza de Solei.

Para responder a la pregunta, volvió a tocar la nota “sol” del teclado, suponiendo que era más que suficiente para darse a entender y proporcionarle la información que acababa de pedir el contrario. Movió las piernas, de manera alegre y comenzó a escribir de nuevo en la pizarra, todavía interesada en conseguir “información” del chico.
“¿Cuántos años tienes?” De nuevo en una caligrafía más que cuidada, añadiendo esta vez un pequeño dibujo de un oso con una interrogación, algo que le pareció gracioso de poner y así adornar un poco su curiosidad, la cual podía ser tomada como molesta.

A ojos de la chica, parecía rondar los veinte años, poco más o poco menos, pero le veía entonces demasiado mayor para estar en clases, por eso prefirió preguntar antes de sacar cualquier conclusión precipitada, después de todo ella estaba en una “situación” algo parecida a lo mencionado, prefería ocultarlo y no tener que lidiar con problemas ya fuese de compañeros, profesores o cualquier otra persona.