No había ninguna misión es especifico, aparentemente la cúpula estaba en calma o al menos eso aparentaba ser, y…adentro no había nada divertido. Esas mismas cosas eran las que me hacían cuestionarme a mí misma si es que hacía o no un buen trabajo como una de las espías del jefe Vongola…osea… de momento los ambientes tan pasivos, no había de lo que decir. ¿Es que no había metido narices en nada que valiese la pena?. Una duda, ciertamente existencial, pero a la vez basura. Tarde o temprano habría algo… por lo cual poder succionar datos en especial.
Saliendo de lo cotidiano, y en busca de diversión a altas horas de la noche aproximé al hangar de la cúpula, aquel mismo que disponía de una tecnología tan envidiable, unas naves que parecían ser sacadas de Star Wars … un panorama realmente alucinante. Sin necesidad de ser encomendada a alguna misión, terminaría colándome en una de las naves de tráfico, las que dejaban a los científicos en la Estación Italia y luego retornaban en la cúpula. ¿Problema alguno?, en lo absoluto, después de todo, cierto personal reconocía a quienes podrían tener los privilegiados derechos para poder subir o bajar de aquel nuevo mundo.
El cielo era tan opaco y sin lleno de vida, que era evidente que nada se había logrado mejorar en lo que se conocía Caos, la tierra; aun así había lo cual hacer en aquellos ambientes crueles, siempre, lo había.
Claramente, por no salir sin preparativos a por los sectores donde aún estaban en proceso de ser investigados, daría el debido descanso en la estación de las naves, preparando una pequeña mochila con provisiones tanto alimentarias, como algunas varias baterías de alto voltaje, por si algo se necesitase ¿no?. Además de aquello, no había necesidad de siquiera disponer de un traje especial, eso dejaría también en evidencia que se trataba de un sujeto proveniente de la base, y no una ‘citadina curiosa’ que vagaba por los páramos de caos. Antes de salir procuraría observar aquel alborotado mapa con las ubicaciones, sectores. Uno en especial era el que estaría timbrado como un lugar medianamente estable FW-15 , sector donde se podría encontrar movimientos de quienes decidieron, o simplemente estuvieron obligados ( o indiferentes ) a quedarse en la tierra. Sin duda, era un buen lugar para adentrarse… mynhyam~…

Cerca de las nueve de la madrugada, ya encaminada por el sendero de destrucción hacia el norte, dirigiéndome hacia aquel llamado sector. No había espabilado lo suficiente como para coger algún transporte poco obvio, pero tampoco sentaba mal hacer reconocimientos a pie…bueno…u…uno nunca sabe – Myhyahm~ … parece jugo de berrys… – solté entre tanto, caminando entre pequeños tramos de ríos de un extraño color púrpura…apenas me dignaba a humedecer la planta de los botines en aquel líquido desconocido.

La última vez que quiso colarse en la cúpula reconoció a un guardia, para su suerte desde la lejanía, y desde entonces se había mantenido lejos por precaución. Era alguien que lo había visto ya una vez y, por lo tanto, se extrañaría si lo viera subir de lejos. Además fue especialmente pesado, aquel hombre, de modo que seguramente recordaría hasta el más mínimo detalle del demonio. Eso sin contar lo otro que pasó entre ellos... No daría su información real si lo intentara de nuevo, por supuesto, como tampoco lo había hecho la otra vez, pues se inventaba todos los datos que quería sobre su vida pasada y actual a cada momento, pero prefería no arriesgarse a ser reconocido por alguien a quien perdonó la vida sin tener que hacerlo. Errores como ese le fastidiaban los planes; de ahí que cada vez los evitara más. Pero claro, al principio era más comprensivo y aquello le resultaba un conflicto pese a sus cambios, y remendarlo todo le tomaría tiempo y discreción... aunque pretendía llegar a a hacerlo. Algún día su vida, con todas sus falsas identidades, sería perfecta. O eso esperaba. Eliminar a todos los que supieran su identidad o pudieran descubrirla o delatarlo de algún modo sería lo primero que debería hacerlo, para llevar a cabo tal plan. En fin, problemas pasados y presentes, relacionados y comprimidos para parecer del mismo tiempo.
Problemas, problemas y más problemas.

Deambulaba por el sector FW-15 sin siquiera ser consciente de ello, pensativo. Algo tendría que hacer, si quería volver a subir para hacer de las suyas sin ser descubierto. Esperaría a un cambio de turno e iría, sí, pero la próxima vez... Debía eliminar a aquel desafortunado cuanto antes.
Hacía ya unas quince horas que había eliminado a cierto desgraciado bajo el nombre de Loki, un temible demonio desalmado, pero hacía doce que se había ido a dormir como Eric, un hombre perdido en la Tierra incapaz de llegar a la tan deseada estación de Italia. Y entonces estaba despierto desde hacía ya un buen rato, tal vez hasta algunas horas, como un ente indefinido, vagando por el caótico lugar, entre ruinas y un sospechoso humo que probablemente proviniera de algún incendio que terminaría con una de las pocas casas que quedaban al menos habitables. Decidiría su identidad si se encontraba con alguien. De momento sería algo pasota pero bastante corriente.

Pretendía ir a la estación por tal de comprobar lo del guardia, saber si podía colarse a la vez que buscaba la oportunidad perfecta para eliminar al que casi resultaba una amenaza para él, pero se detuvo al ver un río con una apariencia anormal. A diferencia del agua transparente y cristalina de los ríos normales o del azul del mar debido a los reflejos y a cuestiones luminosas cuyas explicaciones no veo necesarias ahora, era lila. Púrpura, más bien. Se acercó al agua con curiosidad, aunque se mantenía atento por tal de evitar cualquier amenaza que pudiera andar cerca. Ese líquido parecía apetitoso, mas no se arriesgaría probándolo al desconocer la razón de su tono. Aun así se agachó delante y lo analizó únicamente con la mirada. La interrupción causada por una voz femenina lo puso alerta, por lo que alzó el rostro, buscando la procedencia, y al encontrarla se dedicó a vigilarla desde la distancia, fingiendo que seguía admirando aquellas curiosas aguas.

El olor que esas aguas desprendían no eran.. No no no! No eran tan dulces como lo imaginaba. Tenían realmente un color bonito, una apariencia apetitosa por la cual beber, pero el olor que destilaba era una especie de… caucho quemado?... azufre?.. Puaj!. Me tapé la nariz en cuanto percibí ese mismo olorsillo por mis narices. Me aleje un poco del agua, pero era casi imposible no estársela pisando siendo que había alguno que otro charco de este mismo estancado. –Myhyahnm,… huele feo – soltaría en queja mientras me reclinaba un poquito en aquellas aguas, se podía ver el reflejo de uno, no tan claro como las aguas cristalinas, pero… algo era mejor que nada.
Del bolsito sacaría un frasco pequeño transparente, del cual sumergí un poco para llenarlo con aquella agua extraña , lo tapé con un corcho fin sellado, y guardé nuevamente por si luego se necesitaba información de estas mismas…
A…aunque desconocía completamente si es que eso ya no estuviese hecho. Myahn!. Cómo sea. Bella! No te desconcentres.
Giré el rostro multiples veces como quien lo sacudía al estar mojado. A lo lejos se podría presenciar viviendas deplorables que llegaban hasta dar pena verlas, parecían estar destruidas de la peor forma, ni idea como se mantenían en pie, y un poco más allá, un foco de algún incendio seguro. Porque aquel oscuro humo solo indicaba una quema exagerada, y no un simple foco de fuego de alguna hoguera o algo similar.
Alzando nuevamente, dispuesta a adentrar en la especie de villa destruida que quedaba a unos veinte minutos del camino, observé a … un hombre…sí, eso era.. B..bueno.. no estaba Taaaaaaaaaaaaaaan segura que se trataba de hombre como raza.. Bueno, pongamos que era de sexo masculino, que era varón. Y se podía denotar gracias a aquella forma de su espalda, sus cabellos cortos, y hasta en la vestimenta.. mynyah.. aunque, podría tratarse de una chica con aspecto más masculino, pero.. nyeh, en fin. Después de todo se trataba de vida, aunque se insinuaba que ahí era el sector más habitado, excluyendo la estación Italia, claro. – Myah!. Esas aguas son bebestibles? – Pregunté a voz alta al sujeto mientras me acercaba a un paso algo rápido, pero sin demostrar tanta prisa. Cuando llegué me puse a su lado, reclinada a la misma altura del sujeto ladeando el rostro para mirarlo con una amplia sonrisa– Hello! – saludé con energía, mirando el reflejo de ambos en la colorida agua - ¿Lo es? – volví a preguntar con mayor curiosidad.

El color atraía y el olor asustaba. Probablemente el sabor fuera algo realmente curioso pero desagradable. Fue por eso que prefirió mantenerse al margen, por si además de estar mala era venenosa. La Tierra estaba destruida así que, vamos, ¿por qué no podría estarlo también aquel líquido? Podía contener cualquier sustancia. Desde simple colorante -Aunque en cantidades industriales, eso sí. De hecho, podían ser los restos de alguna industria.- hasta el elemento más mortal que existiera. Fuera como fuese, no se arriesgaría.
No estaba totalmente a oscuras, pero tampoco es que hiciese sol. Por lo tanto, nada le impedía dejar a ciertos seres para que lo comprobaran ellos mismos. El problema era que no estaba seguro de que unas mariposas carnívoras accedieran a beber un líquido desconocido. Aun así lo probaría, pareciendo que los extraños y oscuros animalillos de sombras, con estampados de naipes, salieran de la nada de sus mangas. Eran sólo tres, ya que no necesitaría más, y una de ellas se acercó al agua y se apoyó en ésta, estando apunto de hundirse. Tal acción indicó al demonio la densidad del agua, corroborando que era un líquido más o menos normal y no un sólido, o casi sólido, aparentando cierto movimiento. Enseguida, el mismo ser procedió a alimentarse del extraño agua, aunque al hacerlo terminó dentro y se desvaneció rápidamente. Experimento fallido. Las otras dos se mantenían a los hombres del que veían como su invocador, esperando alguna indicación.
Cabe añadir que Tyki seguía vigilando a la fémina, aunque pusiera su atención en lo suyo en los momentos más críticos. Una de las mariposas, la de la izquierda, más cercana a la fémina, alzó el vuelo hacia ella, pero en cuestión de segundos volvió. No, no la atacaría. No había razón para ello. Aunque se veía algo sospechosa por estar allí, no tenía pinta de querer dañar a alguien por estar preguntándose qué diablos era aquel extraño líquido de particular color, horrible olor y desconocido sabor.
Aquella chica había guardado algo de agua, lo que le indicó que pretendía saber más de ella o, en caso de ya conocerlo, usarla. Eso dejaba dos posibilidades: era misteriosa o era útil.

- Bah. - Murmuró al oír la pregunta emitida por la voz femenina. Era la misma persona a la que había estado vigilando hasta entonces, la que habló. El problema surgió cuando el sujeto se acercó.

Aquella fémina transmitía una inocencia increíble. Decidió cambiar su comportamiento por uno más abierto y sociable para poder hacer que confiara más rápido en él y, por lo tanto, lograr sacarle información fácilmente.

- No tengo ni idea. - Afirmó finalmente, en respuesta a su anterior pregunta. Seguidamente una de las mariposas, esta vez la de la derecha, se acercó al agua y, apoyada en la orilla de ésta, justo al lado, mojándose incluso las pequeñas y oscuras patitas, bebió de ésta sin mostrar reacción alguna. Al menos no una aparente ni inmediata. - Parece que sí, aunque no estoy muy seguro de que su organismo capte la toxicidad. - Concluyó. El animalillo posado todavía en su hombro izquierdo movía las alas sin parar, dispuesto a... a... a hacer cosas poco agradables para la desconocida. Al fin y al cabo, aquellos seres servían para atacar directamente -Era mejor no saber cómo, aunque el hecho de saber que eran carnívoras daba granes pistas.-, más que para ser usados como conejillos de indias. - De todos modos, no te recomiendo probar ni una gota de lo que corra por aquí. No lo he probado ni pienso hacerlo, pero su olor no denota un buen sabor. - Tras decir esto, la mariposa que estaba bebiendo volvió a su hombro izquierdo, mojándoselo un poco. - De hecho es mejor no tocarla sin la seguridad adecuada. - Añadió, por si acaso a ella se le ocurría hacerlo porque sí.

A medida que Bella se acercaba al sujeto desconocido, no fue para nada desapercibida la aparición de aquella mariposa. Sus grandes y coloridas orbes observaron al bicho con cierta alegría, puesto que le sorprendía bastante poder ver que uno de aquellos bichos tan delicados de la naturaleza siguiese con vida. Pero no fue tanta novedad puesto que, como le llamó la atención quien se encontraba un poquito más lejos, pasó del bichito y pues, ahí estaba, junto al moreno, sin dejar de sonreír por ningún momento, observando el agua con cierta duda.

La prueba que había tomado sería para luego mandarla a los centros científicos de la estación, junto con algunas otras cosas que quería recolectar mientras supuestamente, avanzaría en su camino. Pero los fines concretos de la pelirosa era poder contactar con los que habitaban en aquellas inhóspitas tierras; entrar en confianza con algunos, o algunas, y así poder estar informada de posibles datos útiles. Más que nada le preocupaba que gente de por ahí estuviese en planes bélicos con la cúpula; y si lo pensaba, información que tenga relación con lo que consideraba su hogar era la que se pedía y requería con mayor precisión, no le servía para nada información que no estuviese relacionada con los objetivos planteados.

La chica sonreiría un poco más al ver que se le fue respondida, y en un tono para ella agradable más que uno agresivo y grosero. – Ya veo – Soltó entonces observando nuevamente la colorida agua, denotando así que un bichito se acercaba al líquido. No perdió de vista por ningún segundo a la criatura, seguidamente sus orbes terminaron posando a los hombros del moreno – Si son mariposas contaminadas, supongo que no le harían daño, entonces – bajó un poquito el volumen de la voz, diciendo lo que le parecía, puesto que desconocía que aquellos bichos – Myhyahn…. Qué lástima – se dijo así misma en un susurro tras un suspiro medio frustrado.
Nuevamente su atención irían hacia los bichitos más que al desconocido. No se atrevió a acercar la mano por temor a espantar a las mariposas, aunque estas parecían llevarse bien con el hombre – ¿Estás mariposas son tuyas? – preguntó con cierta ilusión viendo a las criaturitas.
Se había percatado que ya llevaba un buen rato haciendo ‘compañía’ al sujeto, y por costumbres que remontaban desde que Bella era pequeña, le faltó el detalle de presentarse. Obviamente no utilizaría su propio nombre por cuestión de seguridad. Sus mejillas se sonrosaron un poco por lo apenada que estaba ante saltarse ‘ese paso importante’ – A..ah, despiste. Soy Angie, es un gusto! ¿con quién tendría el agrado? – reposó las manos en sus piernas encogiéndose un poco, aun de cuclillas manteniendo perfectamente el equilibrio de su cuerpo en cuestión de la tierra.

"Contaminadas", ¿eh? No le parecía un mal adjetivo, pero tampoco el adecuado. Ni de lejos. Al contrario, nunca las hubiera llamado así, aunque no le extrañaba que alguien lo hiciera tan tranquilamente. Para él era normal ver mariposas negras con pequeños agujeros como decoración, mas lo normal sería extrañarse ante tan extrañas criaturas, y él, consciente de ello, lo entendía y vivía lidiando con ello, acostumbrado a aclarar cada vez la naturaleza de aquellos seres, siempre a su manera, prohibiéndose a sí mismo molestarse o siquiera asombrarse por cualquier cosa que pudieran decirle a sus... armas Porque realmente eran eso, armas. Otra cosa era que decidiera mantenerlas temporalmente tranquilas para el beneficio propio, o más acertadamente simples pruebas para sí mismo, la cuales en principio no tenía la intención de compartir. Eso sí, si otro u otra lo veía, pues allá él o ella; no se lo impediría, como tampoco daría detalles innecesarios si no le eran pedidos de algún modo que él considerase adecuado. Él y sólo él.
Y ella lo estaba haciendo bien, muy bien. Realmente bien. Demasiado, incluso. Aquello, sinceramente, le hacía desconfiar. Paranoias de un fugitivo, posiblemente, o algo así.

- Contaminadas. - Repitió en voz baja, casi para sí mismo. - Infectadas, envenenadas... - Añadió, y se encogió de hombros mostrando cierta indiferencia. - No. Para nada. Sólo son sombrías. - Aclaró mientras apenas le dedicaba una mirada  e soslayo a la... ¿joven? Lo dudaba. Aun así la llamaría así, si en algún momento le daba la gana hacerlo. A veces era algo personal, por describirlo de algún modo.

Volvió la atención a su experimento, pero enseguida se vio interrumpido por la fémina y su dulce voz La miró nuevamente, sonriendo de medio labio, y asintió.

- Podría decirse. - Comentó con cierta indiferencia, como si no fuera el mismísimo creador de aquellos curiosos seres. - Puedes estar tranquila. Son totalmente inofensivas. - Mintió convincentemente. Era lo que mejor sabía hacer, prácticamente. "A menos que les pida que te devoren por dentro, joven.", se ahorró decir. En apenas unos segundos, una nueva mariposa había surgido de su manga izquierda y, rápidamente, se había colocado sobre el hombro derecho de la fémina. - Examínala cuanto quieras. - Le ofreció. "A menos que hagas algo raro. En ese caso, olvídate de ella." fueron las palabras que reprimió esta vez.

Durante cierto tiempo se mantuvo inmóvil, pensativo. Se debatía entre la curiosidad, algo infantil tal vez, y la seguridad, mucho más madura, y, aunque la segunda idea lo tenía todo ganado, la segunda continuaba insistiendo, sin cansarse.
Le sobresaltó un tanto la súbita presentación ajena. El mismo problema de siempre: ¿Nombre real o nombre falso? Ya tenía el beneficio de poder acercarse demasiado a sus preciadas mariposas carnívoras. Se decantó por la idea más vil de las dos que tenía en mente.

- Charles Meyer. Un placer, jo... Angie. - Estuvo a punto de delatar una manía común en él, llamar "joven" a todo hombre viviente, así como también a algunas féminas. Era algo más extendido por el público masculino, eso sí.

Otra cualidad de este chico era, indudablemente, el poder mentir cuanto quisiera sin sentirse mal después. El engaño en general, al fin y al cabo.

La muchacha esperó alguna de las respuestas del moreno, admiraba aquellos bichos como si nunca antes hubiese visto un ejemplar de esas características, aunque en toda su vida, a pesar de haber vivido encerrada durante un largo tramo de tiempo, había visto una mariposa con aquellos motivos decorativos. Y eso sin duda le parecía aún más lindo de lo normal. – Ahhh! – Asintió levemente con el rostro ante la explicación, bien, no estaba en lo correcto, pero no era excusa alguna para entristecerse, reclamar o algo parecido, simplemente con su duda ya resuelta se limitó a ver intercaladamente a los bichitos, queriendo tocarlas realmente – Podría to- cortó en cuanto vio a otra salir , ésta vez de la manga del sujeto.

Se maravilló a tales grados que aguantó un ‘Mynyahm’ , puesto que al verla posada en su hombro, temió en asustarla. La señal era clara, pero aun así no podría tener la guardia tan abajo – Ok! – acercó con lentitud el dedo índice de su mano izquierda al ejemplar, pero no la tocó, únicamente la acercó a ver cómo reaccionaba la criatura .
La veía como cualquier bichito, pero a juzgar por las características que éste tenía, podría tratarse.. ¿Y si eran mariposas nuevas que inyectan alguna especie de veneno? ¡Sería algo realmente sorprendente y digno de vivir , en parte! Al menos tendría algo que dar en el informe que plantearía una vez devuelta a la cúpula
“ Hoy conocí a un sujeto bien simpaticón!, alto, cabellos de rizos bien negros y moreno. Traía unas mariposas tan lindas consigo!” . Ya comenzaba a hacerse alguna idea de lo que escribiría, claro que era lo que anotaría para que no se le olvidasen algunas cosas, si entregaba un informe redactado de esa forma, seguramente le dirían que es una muchacha infantil, una niña .

Pero si resolvía su propia suposición, eso quería que pensaran de ella. Reiría a por dentro – Charles Meyer! – eso le sonó de alguna y otra forma, un nombre que por un tiempo corrió en boca de muchos, al del ciclista , pero no lo asoció de inmediatamente con lo que podría tratarse– Tu apellido es como Lothar Meyer – comentó anexando otro personaje histórico, esta vez un alemán químico, el mismo que se debatía en peleas con Mendelev. ¡Jáh! Después de todo si bien tuvieron buenos aportes, solo fue la inspiración para un resultado familiar.

Ea. Se sorprendió de sí misma que recordase en parte aquel curioso personaje, puesto que al recibir la educación básica hasta los dieciocho años de edad era materia que seguramente le implantaron cerca de los quince, y ante tanto cambio.. ¡Wait, Bella, se te va el rollo – Será que eres un descendiente perdido? – bromeó viendo nuevamente el reflejó en las purpurinas aguas