Era ya un poco tarde, empezaba a anochecer, no sabía la hora exacta pero tampoco es que la necesitase para algo, estaba en las montañas, realmente ese lugar y el bosque eran los dos lugares más seguros donde podría estar un renegado, o por lo menos lo eran para mí, seguramente habrían otros sitios, pero con esos dos lugares yo ya estaba a gusto. Estaba dando una vuelta por las montañas como si nada, para simplemente matar el tiempo un rato, algo tenía que hacer… Sujetaba enfrente mío un colgante en forma de estrella, hecho con conchas, era de color marrón, lo tenía desde hacía ya años… no sabia porque… supongo que por algo que me dijeron una vez… ‘’nunca olvides de donde vienes’’ Ese colgante me lo regaló un viejo amigo mío, Sora… Me lo regaló a mi y a otra amiga nuestra cuando teníamos diez años, el de ella era verde y el de él azul… recuerdo que volví a por el colgante a casa cuando nos íbamos en plena guerra, y cuando volví estaba solo… me habían dejado… me habían traicionado, como si no fuera nadie para ellos. No se porque conservaba el colgante, los odiaba por traicionarme de ese modo, pero algo en mí me decía que no podía deshacerme de eso, nunca fui capaz por algún motivo…

Sacudí la cabeza de un lado a otro para apartarme pelo de enfrente de los ojos y para intentar despejarme un poco, me guardé el colgante en un bolsillo y seguí caminando, no quería continuar recordando todo aquello. Con la mirada al frente seguí caminando, tenía pensado irme en uno de los días de la semana siguiente, ya no tenía nada que hacer en la cúpula.

Pateé una piedra que había en el camino y seguí andando distraído, intentando dejar de pensar en aquello y centrarme en otras cosas, como por ejemplo en como salir de ese sitio de forma segura.

Hacía poco que me había recuperado, por lo que todavía no conocía demasiado mis nuevos alrededores. Era consciente de que me encontraba en una cúpula flotante con su propio ecosistema tras una devastadora guerra mundial, la tercera y la más potente hasta entonces debido a los grandes avances tecnológicos, a la cual había accedido desde una base que se encontraba en Italia, ignoro desde y hasta cuándo. También sabía que estaba inscrito en una academia que pretendía preparar a todo aquel que entrara como estudiante por si había que pelear otra vez, que estaba en la clase Niebla, experta en ilusiones, que había diferentes rangos y no sólo de la academia, pues algo había oído de posibles amenazas externas, aunque no terminara de entender por qué se guiaban para renegar a la gente... Vamos, que lo básico lo sabía bien. Lo que desconocía era el terreno, la ubicación de cada cosa o lugar, como tampoco sabía siquiera con quiénes convivía. Allí estábamos los que habíamos sobrevivido y llegado hasta la base, excluyendo a los que habían sido expulsados, por lo que posiblemente pudiera encontrarme con algún conocido pero la mayoría de gente con la que me cruzara probablemente fueran completos extraños.

Estaría bien conseguir que alguien me guiara un poco, al menos para empezar... Nunca me había gustado estar o sentirme solo, y eso era precisamente cómo me sentía al pensar que tras el ataque por parte de aquella extraña gente, el que había sufrido antes de subir a la cúpula, me había separado de mis mejores amistades.

Iba caminando mientras pensaba, sin saber exactamente a dónde me dirigía por carecer de un objetivo fijo, y en cuanto me quise dar cuenta estaba en un lugar que nunca antes había visto y que parecía más cercano a los límites de la cúpula que a la academia. Además era tarde. Allí y en aquel justo momento difícilmente encontraría a alguien.
O eso pensaba, hasta que lo hice. Y no alguien cualquiera. Ese alguien era... o parecía ser... Si mi vista no me engañaba, significaba que... Y entonces... Si no me equivocaba... Aunque realmente me hubiera confundido me saldría a cuenta intentarlo de igual manera. Nada perdía por probar. Así pues, sin poder contenerme más que unos segundos en los que medité rápida y superficialmente las posibilidades, me acerqué rápidamente a mi nuevo objetivo mostrando una exagerada emoción en la expresión. Era él: estaba seguro. En cuanto se lo contara todo lo entendería, porque la base de las amistades es la confianza mutua, e iríamos juntos a buscar a Kairi para repetir la acción, esta vez juntos, y poder reagruparnos como lo habíamos antaño. Nada podía salir mal. De un momento a otro, la soledad que notaba se desvaneció al momento para dejar paso a un sentimiento prácticamente opuesto: ¡la alegría al saber que me reuniría con mis mejores amigos de nuevo!

- ¡Riku! ¡Sabía que volveríamos a encontrarnos! - Con las prisas ni había tenido en cuenta que seguramente no supiera lo ocurrido, así que probablemente creyera que nos separamos aposta, o algo así. La emoción sólo me dejaba ver el reencuentro y la felicidad, la parte buena, y no las posibilidades negativas. - Aun así me preocupé cuando nos separamos, pero no porque dudara... - Me excusé enseguida. No quería causar una mala impresión, y menos en un momento así. - ¿Sabes si Kairi también consiguió subir? - No es que ella me importara más que él, ni mucho menos, pero si ya se habían reunido todo sería más rápido.

Oí a alguien, o algo acercarse rápidamente a mi y aunque no lo considerase nada peligroso o al menos potencialmente peligroso me mantuve más o menos alerta. Cuando escuché la voz del chico que me hablaba a mi espalda y me llamaba por mi nombre no me lo creí, pensaba que eran imaginaciones mías, no podía ser el... Y si lo era...  Ese sólo pensamiento hacía que mi cabeza fuera una mezcla de pensamientos de rabia y nostalgia, mientras que mi yo más ''inocente'' me pedía a gritos que me girase, mi yo ''actual'' me empujaba a seguir andando, y mi consciencia hizo caso a mi lado más serio y seguía caminando como si nada hubiera pasado allí. No debía girarme, no debía hacerle caso, no debía hacer nada de nada que lo involucrase a él. Él ya no formaba parte de mi vida ni de las personas que me importaban, ya solo me importaba una persona... Y esa persona era yo, sólo debía preocuparme por mi mismo, y por nadie más, los demás no importaban.

-...No se nada de Kairi.- Solamente respondí eso, no tenía intención de responder nada más, no me paré mientras lo decía tampoco. La verdad es que simplemente respondí eso para que siguiera buscándola a ella en parte y porque... Bueno, seré sincero, yo también la tenía a ella en la cabeza en ese momento, no podía evitarlo.

Sabía que Sora me seguiría a donde fuera a partir de ese momento, sabía que sin importar que saltase de la cúpula él saltaría detrás mío... Y yo no quería eso, años atrás cuando eramos pequeños si que me hubiese girado y le hubiese sonreído, o hasta lo hubiese abrazado después de tanto tiempo sin vernos por la emoción del reencuentro, pero ahora... No era lo mismo, él y yo ya no eramos lo mismo... Él me había traicionado y yo no le iba a perdonar eso, me había dejado solo... Me decidí finalmente por seguir el camino que había elegido hasta ese momento, como si él no estuviera allí, aunque bien sabía que me iba a resultar inmensamente difícil el no hacerlo.

A decir verdad me esperaba una respuesta rápida, lo que causó que la espera se me antojara sospechosamente extensa e innecesaria, como si buscara una excusa o algo le impidiera contestar. Por ello, me sentí compensado, incluso aliviado, al oír sus escasas palabras, directas y algo cortante pero aparentemente sinceras. Estábamos en las mismas, por lo visto. Lo que me extrañó era su pasotismo: ni se giró ni se detuvo al hablarme, como lo haría normalmente. Nada. Ni siquiera mostraba un mínimo interés por prestarme atención. Al contrario, se alejaba voluntariamente ante mi vista, pareciendo querer remarcar una huida. Me consolaba saber que si fuese el caso lo diría directamente, ya que había confianza entre nosotros. Al fin y al cabo, nos conocíamos desde pequeños. Estaría entendiendo mal la situación, me dije a mí mismo. De todos modos lo trataría como si estuviese actuando normal, pues suponía que tendría sus razones para no hacerlo.

- Si la buscáramos entre los dos iríamos más rápido. - Le ofrecí de forma casi inmediata. Fácilmente podía interpretarse que me refería a ir cada uno por su lado, aunque mis verdaderas intenciones eran unir fuerzas sin separarnos. No de nuevo. Con una vez había tenido suficiente.

Aligeré el paso, llegando a avanzar varios metros corriendo como si tuviera prisa, hasta llegar a él. Aunque él no fuese a una gran velocidad era algo incómodo tenerlo tan lejos mientras hablábamos. Porque es cierto que él apenas había dicho cuatro o cinco palabras mal contadas, pero también lo es que yo pretendía seguir dándole conversación hasta descubrir qué le ocurría, incluso si tenía que recurrir a temas absurdos de variadas índoles. Estaba, cuanto menos, cambiado desde la última vez que nos vimos, hacía... Ni sabía el tiempo que había pasado desde entonces.

Ya a su lado, le sonreí como si nada hubiese pasado desde nuestro último encuentro.

- Es de mala educación no mirar a la cara de las personas cuando se les habla.  - Le reclamé en un tono bromista, cuando en realidad lo estaba utilizando como excusa perfecta para que se detuviera al fin o me contara la razón de su cambio de trato hacia mí. Si me lo explicaba con sinceridad no se lo echaría en cara luego aunque fuese una chorrada, desde luego, pero me interesaba saber la razón de su curiosa actitud. - Podríamos comenzar preguntando si se ha inscrito en la academia, ya que de ser así lo siguiente será rápido, pero no sé dónde hacerlo exactamente. Ya que parece que llevas más tiempo por aquí conscientemente, ¿tienes alguna idea? - Obviamente, con "conscientemente" me refería al hecho de que estando en la enfermería no podía conocer el lugar. No, al menos, como lo haría en el estado que me encontraba entonces, tras haber pasado al fin toda la recuperación, y seguramente en el que estaba él desde su llegada.

La actitud de Sora no había cambiado una pizca desde que nos separamos años atrás, y eso se veía en como insistía en que todo era igual que antes con esa petición de buscarla juntos... En otro tiempo me hubiese lanzado hacia él, lu hubiera abrazado de la emoción de volver a verlo y le hubiese dicho que si, pero en ese momento lo veía más bien imposible, no por él, si no por mí.

Y seguía insistiendo en ponerse a mi lado, a hablar conmigo, a que lo mirase y le sonriera como siempre pasaba en el pasado, pero el pasado ya no existía. Me paré en seco completamente, sin mirarlo e ignorando completamente su broma. Seguía igual que siempre...

-Haz lo que quieras.- Volví a usar el mismo tono que había usado antes mientras retomaba mis pasos hacia ningún sitio. Él acabaría por seguirme, y eso era algo que yo ya sabía.

El colgante se movía en mi bolsillo con mis pasos, al unísono cuando mi pie daba contra el suelo al pisar, y eso me recordaba una vez más el porque de la situación.

La razón de todo aquello... De la insistencia de Sora y de mi pasotismo, y también de la desaparición de Kairi, la chica que estuvo con nosotros durante años cuando eramos pequeños... Hacía años que no nos veíamos, y todo a raíz de un accidente que tuvimos al huir de nuestros pueblo casi natal y querer alejarnos de la guerra, un accidente que a mi, al menos, me había dejado una importante marca que había conseguido cambiarme desde el mismo instante en que aquello sucedió...

Nada, ni caso. No entendía por qué actuaba así. Esperaba una reacción totalmente distinta cuando lo vi y decidí saludarlo. Al fin y al cabo, los reencuentros siempre son felices.

- La intención es que la busquemos entre los dos. - Repetí, por si no le había quedado claro, que era lo que me daba a pensar su respuesta. - Si lo hago solo no... Es decir... Para buscarlo entre los dos... - No me salían las palabras. Estaba ocupado pensando en sí debía preocuparme por su fría actitud.

No hacía falta ser muy inteligente para darse cuenta de las secas respuestas que me daba, y con aquello consiguió hacerme pensar. Años atrás se hubiera girado hacia mí y se me hubiera acercado nada más verme, pero en ese mismo instante estaba haciendo justo lo contrario: alejarse, evitándome cuanto fuese posible.

- Riku... Antes no eras así. - Con esto pretendía que confesara el porqué de su extraña actitud. Aunque pensándolo bien, "antes" era el pasado, como "ahora" el presente, y dicen que con el tiempo la gente cambia... Lo había notado en algunos casos, aunque no en mí mismo. Podía ser que yo lo hubiera hecho también pero, al ser yo mismo, no lo hubiese notado, y su caso podría ser el mismo.

Estaba seguro de quién era ese chico, y si no lo explico detalladamente es porque quedaría muy extenso. Estaba seguro también de que algo había cambiado en él. Ah, y por supuesto notaba que pretendía que dejara de seguirlo, pero no lo haría hasta que me diera razones. Y... Bueno... Siendo sincero, creo que ni con buenas razones lo dejaría irse así como así, incluso si no tuviera con qué defenderme ante sus palabras.

Basta de pensar. Si no reaccionaba con lo que había dicho, me saldría más a cuenta actuar directamente.

-Te he dicho que hagas lo que quieras. Búscala cómo te de la gana.- Repetí lo mismo que había dicho minutos atrás, más o menos. Mientras que normalmente lo hubiera abrazado después de tanto tiempo este no era el caso.

-La gente cambia.- No podía decir mayor obviedad en ese momento, ya lo sé, pero era lo mejor en mi opinión, ¿Qué le iba a decir? ¿Que había estado fingiendo todo ese tiempo y era una broma? Seguramente hubiese estado bien, un reencuentro diferente, (la broma sería bastante pesada, pero bueno) aunque no era el caso, todo lo que ocurría era cien por cien real y no había un sólo ápice de mentira ahí.

Había cambiado, sí, pero aun así consevaba todos aquellos recuerdos y aquel regalo de nuestra infancia... Quizá lo que realmente quería era volver a esos días felices, años atrás... Pero aquello era imposible y ambos lo sabíamos, no había vuelta atrás. Siempre podía reconciliarme con él, eso sí... Volver a ser su amigo, aunque... ¿Realmente sería así si él descubriese en lo que me había convertido? Probablemente no.

Traté de sacar de mi cabeza todo eso, tenía que hacer algo... Algo efectivo, y eso no iba a ser huir, aquello era la peor idea ya que Sora me seguiría sí o sí a donde fuese.

-Sora.- Lo llamé, parando en seco y girándome lentamente hacia él. La luz roja del atardecer me golpeaba en la cara, pero eso no era algo que me molestase. -No deberías estar aquí, ni conmigo. Ni deberías hablarme.- Le aconsejé y me quedé ahí, quería saber que iba a responder, aunque realmente sabía que eso no tendría efecto alguno en él, ese chico siempre había sido de ese modo.

La actitud del chico me desconcertaba cada vez más. El Riku al que yo conocía nunca me hubiese hablado así, siquiera bajo la excusa de que el tiempo mueve las cosas. Estaba claro que algo había pasado, y no era algo precisamente intranscendente o nimio.

Una chispa de esperanza apareció en cuanto oí mi nombre. Era la primera vez que lo mencionaba desde que habíamos subido a la cúpula, y esperaba que no fuese la última. Aunque pareciese una memez, que me llamase por mi nombre era todo un mérito para mí, pues significaba que, de un modo u otro, no me había olvidado ni pretendía hacerlo, y aquello me alegraba mucho. Aunque actuase de un modo distante, se sentía cercano y era como si me tratase de aquella forma por un compromiso, o algo así, más que por propia voluntad.

- ¿Por qué dices eso? Es habitual que los estudiantes vayamos al bosque... - No estaba seguro de la veracidad de lo que acababa de decir, pero teniendo en cuenta la cercanía con la academia era más que probable. - Eres mi mejor amigo. Eso es suficiente para querer hablarte. - De hecho, lo necesitaba. Tenía mucho que aclarar. - Tengo que contarte tantas, tantas cosas... - Al verlo estático me apresuré a aproximarme a él, yendo a paso rápido pero sin llegar a correr y deteniéndome antes de acercarme demasiado. Tampoco era cuestión de invadir su espacio personal así como así. - También tienes mucho de lo que hablar, supongo... - Le cedería el primer turno si me lo pidiese explícitamente.