Lugar: Jardines.
Hora: 19:05 hs.
Temperatura: 20°C.
Epoca del año: Verano.

-Una agradable noche, aquel albino habia salido temprano de los dormitorios y habia estado haciendo recados todo el día, como de costumbre un agitado transcurso del día era lo que le precedia aquella hermosa y tranquila noche, se habia enterado del evento una semana atras, cuando en la academia comenzo a correrse el rumor entre los alumnos, vaya que le parecio interesante la idea a aquel Híbrido, asi que decidio tomar parte en el mismo, ademas de que el penso que seria bueno que muchos profesores asistieran para en caso de alguna emergencia vigilar a los alumnos.

Llego a los jardines algo temprano pues habia poca gente presente ademas de la que atendia los puestos, pero no le importo, el solo continuo caminando por los jardines con sus manos en los bolsillos y con un cigarrillo en la boca, fumando y caminando, no era raro en el ver esas actitudes. Como de costumbre tenia sus pistolas guardadas en la parte de atras de su cinturon, siempre listas para una emergencia, hoy vestia con unos vaqueros negros y su chaqueta de cuero a rayas negra con roja, un traje presentable pero no demasiado para la ocación quizas, aunque las invitaciones no pedian una vestimenta obligatoria.

El albino solo se limitaba a observar los puestos decomida y bebidas, tambien los de baile y culturas, le parecian muy interesantes y entretenido, se alegraba un poco de haber asistido al evento, claro que su expresión facial solo denotaba seriedad y frialdad, con aquella cara larga y relajada, como si no tuviera preocupaciones como si la vida se basara en caminar libremente por ahi y respirar aire con olor a cigarrillos, el cual por cierto casi se consumia asi que prosigui a tirarlo en un bote de barusa cercano y ya no volvio a encender otro en ese instante, solo se limito a buscar un lugar donde poder sentarse y disfrutar el festival.

Mientras buscaba donde yacerse noto que la noche tenia mucho que ofrecer, apesar de su temperatura corrian unas brisas suaves que movian el cabello de aquel albino y tambien parte de sus ropas, incluso algunos manteles de las mesas, y gracias a esta brisa las flores se agitaban liberando agradables olores a los que las precenciaban y tenian el placer de detenerse a degustar el ambiente, todo estaba perfecto a su parecer, seria una velada tranquila y fructifera, algo que no tenia hace muchos años.

¿Qué era eso que inquietaba a las masas, incluido los fantasmas que la acompañaban, más que nada porque ella era, en sí, rara? El evento de culturas, claro; un evento tan importante como para fastidiarla a más no poder con que los pocos profesores a quien se dignó ver lo recordaran hasta pudrirla, ¿Por qué era tan importante? ¿Acaso Japón hablaría de sus Chamanes? ¡Por supuesto que no! ¿¡Qué caso tendría si solo hablarán de pequeñeces tan insignificantes!? Aun así tuvo que asistir más por petición de los entes que por el de ella misma. No quería ir y menos querer conocer las otras culturas si no comprendía la suya y menos el por qué aborrecía la moda moderna, aun así, mandó al demonio los vestidos modernos que tenía y que los entes que, obviamente americanos, les gustó y buscó uno que iba más acorde a sus gustos que era obviamente los kimonos japoneses, ¿Por qué no daba una oportunidad a la modernidad en cuanto a moda? Porque ella será delgada y estilizada pero la misma moda anoréxica era asquerosa y le repugnaba, además, no eran cómodos para combate.

Optó por un kimono de cola larga que recibió la aprobación de, al menos, algunos japoneses antiguos que la acompañaban con el resto en su dormitorio; no era gruesa, pero tampoco traslucida, perfecta para que pudiera estar fresca. El respeto ante todo pues los entes se habían ido para darle privacidad a la fémina mientras se vestía, anudándose el cinturón con la faja de seda como último instintivo antes de iniciar con el cabello, cepillándoselo y así hacerse un peinado bastante japonés, digna de una princesa de la era Edo, seguido de unos botines de cinta y de suelo pues de tacón sería la muerte en cualquier lado. Solo se puso un hidratante para los labios junto con sus armas y el sable, que por más curioso que se viera hacia un adorno exquisito a su delgada figura. Listo y hecho salió del dormitorio luciendo elegante, quizás mejor que las demás compañeras aunque fuera un kimono ¿quién hubiera pensado que existían kimonos de ese tipo? Solo en Japón existían distintos modelos de Kimono. Cómo sea, la cola no era larga para ser un estorbo pero tampoco pequeña, era perfecta.

Al llegar al lugar, miró de reojo a un peliblanco y a una pequeña rubia que, sin interés de conocerlos, solo se dirigió a la sombra más lejana para no oír el discurso cruzándose de brazos por debajo de las mangas de su vestido bastante aburrida, igualmente no se movió aun cuando ya iniciara la fiesta aunque sí permitió que los fantasmas fueran a  divertirse pues le era de su desinterés este tipo de eventos donde, al menos, podría pasar desapercibida, ¿no?

Vestido:

Al fin había llegado aquel día del que todo el mundo hablaba, el chico llegó incluso a arrancar una de las pancartas de la pared para no olvidarse del día del evento y es que aunque no le emocionaba la idea le parecía bastante bien el poder conocer a otros habitantes de la cúpula sin hacer distinciones en cuanto a su función, esas cosas le daban igual.

Después de darse una ducha y asearse como es debido se vistió con un traje negro totalmente con una camisa blanca debajo de la chaqueta y una corbata de un negro bastante mas oscuro que el del traje. No le había costado demasiado el pensar en que ponerse ya que ese traje era de las pocas prendas mas formales que tenia y la verdad es que era una de las que mas le gustaba. Cuando salió de su cuarto ya era algo tarde, pero normalmente todo el mundo llega algo mas tarde de lo que se dice en la citación, la verdad es que es una costumbre bastante estúpida pues la gente llega tarde a propósito porque al principio no hay nadie, porque la gente siempre llega tarde.

Cuando llegó el mismo se dio cuenta de eso, el clima y el ambiente tranquilo que había en el lugar hacían pensar desde un primer momento que aquella iba a ser una gran noche. En un primer momento se fijó en una mujer con un kimono bastante bonito que frente a ninguna persona con buen gusto debería de pasar desapercibido. Se acercó a uno de los puestos a por una bebida, para ser mas exactos una cerveza fría en botellin pues prefería eso a un vaso y comenzó a pasearse tranquilamente por los jardines observando los distintos puestos mientras esperaba a que llegaran mas personas y se viera un poco mas animado el evento.

Nani? Un evento en aquella despreciable cupula con el fin de conocer culturas y personas, que patetico parecia aquello, pero byakugan no penso dos veces en ir, por simples razones, dulces y posibles nuevas piezas de su puzle, claro que mejores razones para asistir aun evento de tal indole, no hacia falta mas, dulces que tanto adoraba aquel albino y juntar nuevas fichas para su puzle, las dos cosas que mas le gustaba hacer, los demas guardianes de la base tierra lo miraron extrañados, aquel tipo podia ser muy amigable a primera vista, pero incluso ellos le temian la mayor parte del tiempo por sus conductas y a pesar de eso se habia vestido muy bien para salir a un evento de la cupula, todos aun estaban sorprendidos al ver que tomara parte en dicho evento, claro, habia publicidad por toda la tierra y la cupula, asi que era probable que byakuran tuviera objetivos en el evento, eso podia apostarlo mayormente G, pero byakuran no perdio demasiado tiempo para desplegar sus alas y alzar vuelo hacia la cupula, Byakuran era uno de los pocos con la velocidad de vuelo necesaria para llegar a la cupula por sus propios medios y sabia exactamente donde se encontraba cada vez que queria subir a la misma.

Byakuran estaba al paso de un par de horas en la cupula sin haber sudado ni una gota, no suponia reto simplemente llegar alli arriba sin ninguna obstrucción en el camino, incluso el viento aquella noche estaba a su favor para llegar a la cupula, una vez alli noto como habia varios ciudadanos, personas comunes, esas piezas no eran de interes en el puzle de aquel ojos lila, y de pronto diviso a una chica recostada de un árbol, con desdicha, su cara decia a gritos querer irse, esa conducta antisocial y un poder magico que con entrenamiento podria ser util para aquel albino y entonces decido que esa seria una de sus piezas a mover en su juego. Luego diviso un chico bebiendo cerveza mientras divisaba los puestos que habia, ese tambien poseia un poder magico con posible potencial, vaya que si, la sonrisa de byakuran se dibujo de manera sadica en su rostro, cuantas piezas divertidas para mover, estaba extasiado.

Conforme camino y pasaba por los puestos comprando dulces como cual niño, al cabo deu n rato tenia un par de bolsas llenas de dulces y mientras caminaba iba degustando un pastel que llevaba en la mano mientras con el otro brazo y mano sostenia sus bolsas de dulces. Byakuran llevaba aquella noche una camisa de vestir negra con unos pantalones de vestir igualmente negros y un chaleco blanco con una corbata blanca alrededor de su cuello, estaba bastante bien vestido para la ocasión segun veia a los demas que estaban presentes, claro estaba que un hombre de la estarua de byakuran y con su porte y color de pelo, sumado a su tatuaje debajo del ojo izquierdo, llamaria un tanto mas la atención que la mayoria de los presentes ciudadanos que hasta ahora eran los que mas se notaban en el lugar.

Al cabo de un rato paseando logro divisar a una mujer de cabellos blancos y ojos rojos, su poder magico estaba muy por encima de los dos anteriores que habia divisado, ella no podira ser una alumna, debia ser una profesora o algo por el estilo, pero la verdad no llamaba demasiado la atención de byakuran, algo en ella parecia patetica e inutil para su puzle, luego se desharia de ella igual que con el resto de inutiles. Pasado otro rato diviso a un peliblanco ojos rojos, incluso tenia parecido a la anterior, vaya serian hermanos penso, aunque el poder magico de este tambien estaba muy por encima de las personas que habia detallado antes, otro profesor o algo por el estilo, nada de utilidad para byakuran, demasiado del lado de los buenos para su gusto, su sonrisa sadica seguia dibujada mientras caminaba y comia dulces, seria una noche prometedora.

Vestimenta y Escena:

Se había enterado de aquel evento apenas unas horas antes. No sabía quien lo organizaba, ni tampoco que habría o quien estaría. Tenía un poco de miedo de que ninguno de sus pocos amigos fuera y tuviera que pasar la velada sola, pero se convenció de que de ir o no ir, estaría sola del mismo modo.

No sabía que vestir tampoco, lo que le causó un grave inconveniente. Sería al aire libre, por lo que esperaba que hubiera un poco de viento y que el calor nocturno no sofocara a la joven rusa, acostumbrada totalmente al frío que calaba en los huesos. Optó finalmente por un sencillo vestido blanco. Una pequeña cinta azul a la cintura le creaba una hermosa silueta, digna de una dama como ella era. A juego, tomó un par de zapatos blancos de piso a cuadros, con pequeñas franjas azules y tomó un suetes azul por si hacía mucho viento.

No se dio cuenta, pero ya era un poco tarde para llegar. Había ya muchas personas cuando se iba acercando a los jardines hermosamente decorados. Para iniciar, había un gran puesto con comida y bebida tradicional japonesa. Probó un poco de sake y dejó pasar el sushi, pues no quería llenarse antes de seguir con los otros puestos. Ahí mismo, el precioso kimono de una linda chica le llamó la atención. Había visto muchos anteriormente, pero aquel era particularmente hermoso y moderno. Le sonrió dulcemente a la chica, aunque no sabía si le había visto, y siguió caminando hacia el siguiente gran puesto.

Italia. La bella Italia. Le traía recuerdos gratos de cierto rubio y le calentaban el corazón con memorias hermosas. La comida se veía exquisitamente preparada y, aunque no quiso probar bocado, sabía que volvería ahí para degustar un poco al final. Se quedó un momento en aquel lugar, observando las fotografías que tapizaban las paredes de la gran tienda, alusivas a lugares típicos de Italia. Eran hermosos lugares que ella probablemente había visto. Trataba de ubicar alguno de cuando la rescataron en esa ciudad, pero fue en vano. Cuando ella visitó Italia, estaba ya destruida y cubierta de cenizas y polvo de cemento de los edificios destruidos. Muy pocas edificaciones se encontraban en pie. Al final y por insistencia de la chica que atendía el local, probó una exquisita pasta y un vino Italiano de exquisita cosecha. Decidió que volvería al final para ver si podía llevarse alguna de las fotografías.

El siguiente puesto era dedicado a Francia. Espumosa champagna y quesos eran para la libre degustación de los asistentes. Un verdadero deleite el poder paladear un vino de tan exquisita calidad. No se quedó mucho por aquel lugar. Desde pequeña había tenido un cierto desagrado por Francia y ni siquiera recordaba el por que. Simplemente se alejó caminando con una copa de champagna.

Estados Unidos fue el siguiente en ser representado. Había en el platillos típicos y postres regionales tales como pay de manzana y una cantidad impresionante de comida rápida de diferente clase. Este país fue el que logró que su padre prosperara en el negocio de las armas. Venderles armas a los rusos para que combatieran estadounidenses le trajo fortunas y enemigos en cantidades inimaginables. Ni siquiera se atrevió a entrar. No le agradaba ni la comida ni la cultura del país. Siguió de largo con rapidez.

Bélgica fue el siguiente lugar que la chica visitó. En ella se refugiaba todo el encanto de los países escandinavos. Chocolate completamente delicioso era distribuido entre cientos de diferentes recetas en postres y bebidas. Un suave licor de chocolate fue lo que probó la pelinegra. No era amargo, sin embargo, dejaba esa calidez en el paladar del alcohol y esa calidez en el corazón del chocolate caliente. Se mantuvo observando también las imágenes alusivas a este país. Era realmente hermoso. Grandes areas verdes despejadas y hermosos parques y praderas. La pelinegra nunca tuvo algo así en casa ni nada parecido hasta que llegó a la cúpula y visitó los grandes jardines que se extendían a todo lo que se podía ver.

Salió de ahí, pues el lugar le causaba un poco de tristeza y se dirigió al último de los grandes puestos que habían en el lugar. Rusia. Oh, su amada rusia. Llegó corriendo practicamente sin importarle si sería infantil o si debía ser recatada. Tomó antes que nada un vaso de Vodka y comenzó a recordar con las imágenes. Todos aquellos lugares a los que nunca había asistido, pero que conocía de memoria llamaban su atención. Ahí se sentó en una de las mesas del puesto, en su hogar. No necesitaba nada más. Fue ahí donde su corazón sonrió como no lo había hecho en mucho tiempo, mientras veía a las personas pasar, un poco en silencio, pero de lo mas alegre.

Apoyado contra la pared, mientras observaba a todos divertirse. Aparentemente, ese era su lugar. Si cotidianamente se lo podía ver soberbio y elegante, esa noche era aún más especial, impecable, de blanco invierno perfecto, frío por dentro y ahora también por fuera. Pero él no lo veía así. Él era solo un ''adorno extra en un ambiente de armonía y elegancia perfecta'', como siempre, totalmente ajeno al clima de festividad.
Al fin y al cabo, él estaba allí trabajando. Incluso cuando le habían recomendado que deje por unas horas su puesto y disfrute del evento, ¿cómo podría? Toda su tarde había consistido en eso: preparativos, decorativos, aperitivos y repetir el proceso hasta obtener resultados satisfactorios. ¡Y estaba muy satisfecho! Sobretodo con los arreglos florales y la iluminación. ¿Cómo podría bajar la guardia ahora que todo estaba perfecto? Debía continuar perfecto. Todo perfecto. Él y todo lo que lo rodeaba debía verse totalmente...
Un suspiro lo cortó de sus pensamientos.
- ...Perfecto.

La gente estaba tan bien vestida que casi le dan ganas de llorar de melancolía. ¡Hace cuántos cientos de años que no veía tanta clase y tanta belleza en un salón! Si miraba a un costado...si torcía levemente su cabeza y entrecerraba los ojos, las luces reflejaban un bello espejismo de una noche nublada en Inglaterra y podía ver la figura de ella..de su Majestad haciendo su deslumbrante entrada, con él detrás, sosteniendo la cola de su impecable vestido para que no se arrastre, y mirando con el mentón en alto cómo todos a su paso se arrodillaban al grito de ''¡Larga vida a la Reina!¡Larga vida...!''.

Él nació para la realeza. Para vivir cerca de lo más privilegiado con la belleza entre las cosas más bellas que existen. Juventud, delicadeza, timidez. El aura de una verdadera reina emanaba desde no demasiado lejos.
- Milady Elissa, ¿tiene sed...? - Parado junto a la joven, con sus manos detrás de su espalda. - Quizás sea muy osado de mi parte preguntar, pero... ¿no es aquello un poco fuerte para usted...? - señalando con el mentón a la bebida que ella traía. Pero no lo dijo con un tono de regaño ni mucho menos intimidante. Lo dijo con una mueca que simulaba una sonrisa, un surco en sus comisuras.
- Más tarde, creo va a tener que concederme una pieza... - mirando a varios lados -  Para serle franco.... - se acercó un poco a ella para hablar en voz baja con una mano a un lado de la boca, como si se tratase de un secreto - ...tengo miedo de haberme puesto viejo para éstos..
Y con eso señaló con los ojos sus botas con siete centímetros de tacón.

Ahora sí. Era indudable que aquello era una sonrisa amable y contenta. Cualquiera que no lo conociera, diría que estaba feliz.

vestimenta:

Tenía ya un buen rato en aquel último puesto. Le llenaba de vida. El exquisito olor de la comida, las bebidas, las prendas que quienes atendían llevaban, las imágenes que daban vida a las paredes, todo. Absolutamente todo le recordaba a casa. Incluso, por un momento creyó sentir el frío de su hogar y le llenó de alegría. Tanta era su felicidad que, por un momento, olvido o no sintió llegar al peliblanco tras de ella. Suspiró suavemente y su gran sonrisa se atenuó un poco antes de girar el rostro para observarle.

-E-Estoy bien con esto, gracias.- Sonrió un poco. No había bebido mucho de su vaso, por lo que dio otro pequeño trago. Le gustaba como le ardía la garganta, le recordaba a su hogar, por lo que sonrió ante aquello.- No es nada osado. Es una adorable historia...-Con la mano, le tendió el asiento que estaba frente a ella, preparándole para la historia.- En Rusia no era mucho lo que yo tomaba, pero desde muy pequeña me daban un pequeño vasito con apenas un traguito de Vodka...-Susurró mientras sonreía por el recuerdo.- No me prepararon para beber mucho en realidad, dos copas hacen que se me suba a la cabeza, pero para poder beber sin estarme ahogando y poder disfrutar una copa de vez en cuando fue bastante útil.- Oh, memorias por todos lados. Cada cosa que veía, incluso la silla en la que estaban sentados le traía recuerdos de casa. Quería contarle a él, a alguien, lo que cada cosa significaba para ella.

-No me imaginaba que usted bailaba, señor Levittford.-Murmuró en voz firme y baja, con una sonrisa en los labios. Escuchó con timidez el secreto que le confiaban y rió con suavidad al ver el objeto de la desgracia del peliblanco.- Oh, en ese caso, creo que estamos un poco iguales.-Los zapatos de la morena eran de piso, pero también le cansaban demasiado los tacones altos.- Con gusto le obsequiaré una pieza si logra sobrevivir. Estoy segura de que para el final de la noche, nos iremos a casa con los zapatos en las manos.- Bromeó y rió suavemente por lo bajo mientras le observaba. No le conocía de mucho tiempo, pero era una persona agradable según le parecía a la morena.

Antes de seguir hablando, dio un vistazo detrás del hombro del peliblanco, buscando entre los presentes a viejos amigos y solo encontrando desconocidos con amables sonrisas. Parecía que aquella velada sería interesante y memorable.

Pudo observar de reojo como pocas personas terminaron viéndola, ¿acaso tenía algo en la cabeza para que les miraran? Inclusive, una chica de piel pálida le dedicó una sonrisa, ¿Qué diablos? ¿Por qué le dedicó esa sonrisa a alguien que ni conocía? Tal vez la sociedad de otros países era distinta a la suya. No le dio importancia alguna, más que nada porque enserio no le interesaba estar ahí; aunque debía admitir que ese peliblanco de camisa negra no parecía alguien de quien confiar, ni siquiera lo conocía, ¿un externo? Quizás, quien sabe. Justo cuando pensó que al fin podría largarse a su dormitorio, un espíritu, específicamente, un ente que simplemente la ayudaba con la práctica de la espada, además de forjar su propio estilo de esgrima; específicamente, hablaba de un Tengu Cuervo aunque de cuervo solo lo tenía en las alas. Sonrió. Notó que había traído unos dangos y mochis para ella, además de té verde para acompañar, debido a que ella era menor de edad todavía; se irguió de su sitio para aceptar dicho plato.

”Mizki-san, debería visitar su país al menos, quizás encuentre algo que le pueda interesar” Habló el ente mientras le ofrecía dichos aperitivos mencionados siendo aceptados por la pequeña Chaman quien tuvo que suspirar suavemente, ¿cómo decirle que no a un espíritu respetado por el folklore japonés? -Solo porque tú me lo pediste, degozaruyo… Iré a ver a Japón- Respondió mientras comía un dango de sabor a chocolate al tiempo que se dignaba a acercarse a los puestos, pasando de largo por Estados Unidos, Italia, Inglaterra, Holanda, China, India hasta a Rusia, ignorando a quienes le miraban con mala cara, siempre blandiendo su chokuto enfundado en la saya, pues lamentablemente ya estaba acostumbrada a las críticas por parte de las chicas quienes veían molestas a Kirihara aunque ella ignoraba que lo que sentían eran celos. Si solo lo supiera, menuda carcajada se habría echado y no precisamente de burla, sino que sería una risa sincera, una que indicaba un “eso es ridículo que me tengan  celos” que un “pobres idiotas, me tienen envidia porque yo si soy delgada y ellas no” pero no, eso no sería posible; simplemente eso no sería posible, no hoy por lo menos. Llegó al tan esperado puesto de Japón que, para algo de disgusto de la chica, supo de inmediato que la mayor parte del país, trataba de las provincias de Tokio, Hiroshima, Nagasaki, Kioto, Osaka y Yamagata, y, en menor medida, las islas que rodeaban a él gran país, incluida a Okinawa. Eso la decepcionó con creces y aun así, por petición de Tengu accedió a entrar pues quería ver que habría de bueno y cuando detectó un libro del cantante favorito de “oka-san” y suya, no dudó en nada para quererla junto con varios discos que fueron de su interés pues eran canciones nuevas de él, debido a que solo tenía canciones viejas, le emocionó bastante poder oír las más recientes o las que se pudieron recuperar. Fue entonces que el trabajador quien era japonés le explicó que dicho cantante provenía de Okinawa, cosa que le sorprendió; ahora si se sentía en casa y, ¿cómo no estarlo? Tenían a su pequeña y adorada isla, los sitios para poder visitar y una comida increíblemente buena aunque el arroz estaba muy desabrido cuando le tocó comer un maki de salmón. No importaba mucho pues fue una de las pocas que comió con palillos para más enfado de la gente que no sabía usarlos. Lástima para esos idiotas.

No se había quedado mucho en aquél puesto pues al ser extremadamente tímida como para socializar, se despidió de los trabajadores para devolverse a las sombras del árbol, donde, al menos, pudo sentarse en un pequeño futón que pudo conseguir además de bastante comida para aguantar un buen rato feliz de tener comida real y no esa basura al que llamaban “comida” de la cafetería.