La brisa otoñal mecía hacia tras los dorados cabellos de la fémina que en largo llegaban hasta aproximadamente a la cintura o un poco menos, siempre manteniéndolo en ese cuidado excelente como era propio de ella. Llevaba puesta una falda corta de color negro y en la parte superior una camisa de mangas cortas de color blanca con los primeros botones desabrochados donde claramente iniciaba el escote, siempre mantenía una ligera insinuación en vez de mostrar puesto que consideraba que eso era más sensual. Desde su cuello colgaba una delicada cadena con un pequeño dije plateado en forma de corazón partido, es decir, solo conservaba la mitad de lo que formaría un supuesto corazón…en él podía apreciarse la letra “N”, obviamente en dorado.

A cada paso que daba podía notarse la elegancia misma, ese porte altivo, delicado pero con atisbos propios de seducción que su raza ofrecía, sin embargo, en todo el mundo ella no tenía ojos más que para él…aquel vampiro que había conocido en extrañas circunstancias y que a fin de cuentas había terminado siendo su novio con el que ya llevaba un poquito más de cuatro meses.

Mantenía ambas manos alrededor del brazo izquierdo del vampiro mientras iban paseando, adentrándose en las calles mientras observaban las vidrieras, una tras otra puesto que al menos tenían un poco más de tiempo y en cierta forma, la orgullosa hibrida adoraba pasar tiempo con el que consideraba único en su vida. A cada paso que daba podía notarse ese meneo natural de caderas…irónicamente todo en ella parecía haberse puesto para encantar a cualquiera, sin embargo, la actitud de la rubia era completamente lo opuesto.

Los orbes azules de la joven abandonaron la vidriera próxima que prometía ser bastante interesante para luego posar total y completa atención sobre él, dedicándole apenas una mínima sonrisa en lo que se aproximaba todavía más para darle un pequeño beso en la mejilla, cerrando los ojos en ese segundo en señal de estar realmente sintiendo esa demostración de cariño. -¿Quieres pasar primero a comprar las cuerdas de la guitarra?, así después podemos ir a merendar tranquilos…aunque bueno, ya tuve mi adelanto- Aquello ultimo claramente había sido dicho con todo el doble sentido de la palabra, e incluso no podía creer que él tuviera tal resistencia, que no se cansara tan fácil a pesar de los constantes “ataques de hambre” de la rubia, que bien podrían ser de dos a tres veces por día.

Finalmente llevó la vista al frente mientras continuaban caminando entre las personas que claramente hacían lo mismo, ya sea de a dos o tres, pequeños grupos o en solitario, el día era simplemente hermoso para pasear pero ante los ojos de la hibrida mitad ángel mitad súcubo lo especial era poder compartir un momento a su lado. Esperaba al menos poder encontrar más adentrada la tarde una bonita cafetería en donde merendar, seguir pasando tranquilos momentos en compañía de su novio…en pocas palabras…generar más recuerdos lindos que fueran llenando su corazón.

Las calles estaban siendo bastante transitadas a pesar del fresco clima que se había levantado, los abrigos tomaron su lugar y los suelos estaban siendo adornados por las incontables hojas de los arboles despegándose de sus ramas, dejando toda la cúpula de matices cálidos a pesar del frio clima. Las tiendas eran llamativas, tal vez no tanto como lo fueron una vez en la tierra, sin embargo debían dar crédito a la cúpula por recrear un lugar donde todos los sobrevivientes pudiesen vivir en calma y tomar su lugar, llenando con alguna que otra actividad sus almas, haciendo que sus mentes olvidasen todo el caos que habían dejado atrás junto con la inhabitable pero no inexistente tierra.

Su andar siempre fue tranquilo, sin prisa alguna en recorrer los sitios mientras que sus ojos estaban clavados en el frente. La mirada del vampiro estaba algo ausente, como era de esperarse en él, demostraba el poco interés que tenía con su alrededor, aquellos ojos que normalmente eran uno totalmente distinto del otro por ese entonces dejaban ver una tonalidad marrón, tal vez miel con la correcta iluminación. El lente de contacto ocultaba ese ojo rojo que tanta repulsión le causaba ver, a pesar del tiempo transcurrido y las palabras de su compañera de cuarto el tema sobre su ojo parecía más bien tabú, no permitía que le dijeran que hacer, mucho menos con algo que ni siquiera él mismo soportaba. A pesar de que podría causar peleas entre ambos esas conversaciones, ella parecía respetarlo aunque no fuera de su agrado, algo por lo que estaba secretamente agradecido.

Sus manos estaban ocultas en los bolsillos de la chaqueta desprendida, dejando ver el suéter y la camisa que tenía debajo de estos, un poco más arriba, cerca de su cuello resplandecía con sutileza un pequeño dije con la inicial de la rubia, algo que había sido un regalo ante los cuatro meses que cumplieron siendo pareja por parte de la menor. Ella, extrañamente cálida y cariñosa se mantenía aferrada a su brazo, algo que creyó que jamás permitiría a nadie, sin embargo ahí estaba, siendo acompañado por la hibrida por las calles de la cúpula. La había conocido de una forma un tanto particular, incluso se atrevieron a intimar momentos luego de haberse visto, su relación no parecía que iba avanzar en absolutamente nada, sin embargo ya llevaban meses de relación, una que él no esperaba terminar. Algo había en la rubia que lo había hechizado y si meses atrás no se imaginaba compartiendo habitación con esta, actualmente no quería ni podía imaginarse sin ella.

El beso recibido lo sacó de sus pensamientos y automáticamente bajó la vista para fijar sus orbes en los ajenos, no siendo sino hasta que la escuchó hablar que recordó el verdadero motivo de la salida para ambos. Aquel doble sentido no lo tomó desprevenido en lo más mínimo, desde que la había conocido su vida sexual había aumentado considerablemente, algo que ciertamente no le desagradaba en lo más mínimo –Primero iremos a tomar algo como habíamos acordado, si quieres merendar deberás esperar a regresar, porque yo también tengo sed. También hizo alusión a su propia condición como vampiro, lo cierto era que no parecía debilitarse tanto gracias a que ella siempre estaba dispuesta a ser su alimento a todas horas, tal vez era un trueque entre ambos, amigos, pareja y alimento, una extraña pero agradable relación.

-La tienda no queda lejos de la cafetería, si quieres ir y aguardar allí, compraré las cuerdas e iré directamente. Puedes ir pidiendo por mí El vampiro tenía la misma costumbre de pedir café y algún tostado si tenía ganas por la tarde, por lo que no era muy difícil saber qué era lo que deseaba, tampoco era necesario para él comer, pero no significaba que no pudiese disfrutar de ello al menos en algún momento del día –Pide algo para que comas, necesitarás energías porque pienso beber de hasta estar saciado… La observó de reojo, sonriendo mínimamente de forma filosa, dejando ver ese lado confiado y tan descarado que poseía. –Es lo justo.