Una pequeña cabaña, una casa en ruinas reconstruida con los materiales que se tenia a mano por la zona, un aire similar al metano, aguas que a veces podían causarte malestares, tal era el hogar que tenían un joven de cabello negro y una chica de pelo blanco. ¿Matrimonio o novios? Si alguien se preguntaba eso la respuesta era no ¿acaso son hermanos? La respuesta era que si, pero no compartían lazos sanguíneos, habían sido criados juntos desde niños y sus lazos eran idénticos a los de una familia sanguínea. Se cuidaban mutuamente y se ayudaban en las tareas diarias, aunque el terreno donde vivían no era idóneo lograron cultivar con bastante esfuerzo, el agua que los rodeaba no era la mejor pero nada que no pudiese arreglarse hirviéndola primero. Se preguntarían como terminaron dos personas que se querían como hermanos en una situación así, pues ni ellos mismos lo sabían, hace años fueron atacados por un grupo de lunáticos y fueron forzados a luchar para sobrevivir.

Como era de esperarse a veces necesitaban algo de dinero para comprar algunas cosas, repuestos para el purificador de aire, también para el aire acondicionado y conseguir combustible para el generador de electricidad. Habían rescatado una turbina de viento hace un par de años, que junto a un molino de agua tenían electricidad en su casa, aunque de vez en cuando ocupaban una corriente extra y para eso era el generador. Se preguntaran como conseguían dinero, muy sencillo, el joven que habitaba en la casa tenia ciertos dotes con el agua, podía sanar con ella, curar males y heridas. Vivía como un medico y tenia un consultorio al lado de la cabaña. También vendían algunas verduras, el agua que usaba el joven las limpiaba de todo veneno o impurezas, haciéndolos unos proveedores de alimentos bastante solicitados. Como es obvio no podían vender todo lo que cultivaba la pareja, necesitaban comer y solo vendían los excedentes para no desperdiciar nada.

Ese día el joven terminaba sus labores diarias, un grupo de personas mayores había venido a que les atendieran de unos cuadros gripales. Aunque dos de ellos fueron curados, el tercer anciano sufría de tuberculosis, fue un tratamiento algo mas prolongado, y para ser curado completamente tenia que venir al día siguiente. Cuando todos salieron del consultorio el joven se quito su bata y la colgó junto a un estante, saliendo por una puerta contigua sentándose en un sofá – me siento algo agotado – un lobo de color negro apareció a su lado, se trataba de nero el espíritu de la luna – Estas agotado porque has querido, nadie te obliga a hacer esas cosas por la gente – Tsukuyomi como así se llamaba el joven chasqueo los dientes ante las palabras – vamos, esa gente necesitaba ayuda, aparte ni que lo hiciera de gratis – una risa algo burlona se escucho por parte del lobo espectral – sabes que les estas cobrando menos de lo que deberías por ser ancianos – el joven simplemente desvió la mirada y cerro los ojos, no quería escuchar los sermones de un fantasma.

Unos martillazos sonaban fuera de la cabaña, se trataba de Amaterasu, quien estaba terminando también su jornada laboral. Así como Tsukuyomi usaba sus poderes para curar a la gente y purificar alimentos, ella usaba sus dotes de fuego para la herrería, de vez en cuando ambos se ayudaban en sus respectivos trabajos. Ella ayudaba a Tsukuyomi en el consultorio como enfermera cuando había demasiada gente, así mismo el joven ayudaba a su hermana como asistente cuando tenían muchos encargos para la forja. Eran un equipo que trabajaba como una maquina bien aceitada, necesitaban de eso para mantenerse sanos en un entorno como ese – creo que ire cocinando – el lobo comenzó a girar a su alrededor y acostarse luego junto al sofá, mientras Tsukuyomi iba caminando hasta la cocina, que estaba a pocos pasos de la sala.

Comenzó a picar las verduras y luego a calentar algo de aceite, quería darle unas milanesas de pescado a Amaterasu, sabia que ese tipo de comidas era su favorita y procuraba siempre que se relajara luego de esos esfuerzos constantes en la forja. Toda la comida había sido purificada con los dotes del joven, incluyendo las frutas que usaría para preparar el jugo.

El cazador comenzaba a poner el pescado en la sartén, cuando una pequeña luz ingresa en la casa y revolotea alrededor de Nero – ¿puedes entretenerlo un rato? seguro que estaba distrayendo a Amy de su trabajo – el lobo arquea una ceja ante esa expresión – como quieras – el lobo comenzó a moverse por la casa mientras la luz se alejaba de él. Cuando estaba ya preparando algo de la ensalada Amaterasu entra por una de las puertas – Amy dentro de poco estará la comida – dijo sin verla, aunque no pudo evitarlo después. La chica se le aproximo con una de sus manos roja, estaba quemada, Tsukuyomi dejo en el acto lo que estaba haciendo y fue directo a atenderla – pásame tu mano – dice el cazador. Cuando ella le extiende la mano la toma con cuidado, examinándola, parece que fue una quemadura por contacto – Creo que lo mejor será conseguir unos guantes, podríamos también fabricar unos, seguro hay cuero en algún basurero que podamos usar – se lo decía seriamente, por mucho que dijeran que hurgar en la basura era una tontería, gran cantidad de las comodidades que tenían fue producto de reparar piezas que muchos consideraban basura.

Comenzó a canalizar su poder, la mano derecha le brillaba ligeramente en un tono azul, cuando una pequeña esfera de agua salió y toco la mano de la albina. El agua fue absorbida inmediatamente por la piel ajena, probablemente dando una sensación de frio y ardor, soltando vapor. Poco a poco la quemadura fue desapareciendo, hasta que la mano de la chica estaba intacta como antes. Tsukuyomi paso el dedo índice por su palma para comprobarlo, y estaba tan suave como antes – solo ha sido un susto Amy, ya estas como nueva – le dice a la chaman dándole una palmadita en la cabeza con la otra mano, mientras le sonríe – Anda a sentarte junto a la mesa, dentro de poco te llevare la comida, seguro te encantara – espero a que la chica hiciera caso a las instrucciones para regresar a la cocina.

Por el área se podía oler la comida, la casa no era muy grande así que el comedor, la cocina y la sala estaban todas en el mismo lugar. Era un sitio pequeño pero acogedor. Pasaron poco menos de 10 minutos cuando el joven llego a la mesa con dos platos de comida, se trataba de pescado, la comida favorita de Amy junto con algo de ensalada. Puso primero el plato de la chica, luego el suyo y se sentó en la mesa – buen provecho – dice antes de comenzar a comer – espero que te guste.

Estaba bastante contento contento por comer con Amaterasu, le había puesto bastante empeño a la cocina, aunque se alejaron un poco los dos espíritus – que tal esta el pesca… - no pudo de terminar de articular palabras, cuando vio a la albina bajarse el kimono que tenia encima hasta solo dejarse cubriendo los senos. La impresión fue tal que la comida que masticaba, se fue directo y casi se atraganta el chaman en el proceso. Toma un trago sostenido de jugo de naranja y entonces mira la chica – claro… - se levanta de la silla y se coloca a espaldas de Amaterasu, concentrando la energía en sus manos para que brotara el agua curativa, con esa luz tenue y comenzó a realizarle el masaje.

Realmente se sentía un poco incomodo con la situación, no es que no quisiera ayudarle y quitarle el estrés, es que simplemente no podía sacarse de la cabeza a ella en esa pose. Intentaba aclarar su mente pero cada vez que la miraba para decirle algo, desde su posición le resultaba imposible no observar los atributos de la chaman. De un momento a otro decidió cerrar los ojos y concentrarse en el masaje – puede que sientas algo de frió por el contacto con el agua, pero en un rato deberías estar bastante bien Amy – le habla intentando tener su mente en otro lado - ¿Qué tal estaba el encargo que te hicieron? Se que nos pagarían bien para terminarlo, pero si te costaba mucho podías haberme pedido ayuda, sabes que habría ido sin ningún problema – si sentía nudos en los hombros de Amaterasu, de verdad parecía haberse esforzado mucho. El espíritu de la luna se le aproxima, ahora sobrevolando a ambos mientras perseguía a la pequeña luz – si quieres puedo prepararte un baño para que te relajes completamente y puedas descansar bien

El chaman se estaba sintiendo un poco incomodo con lo que estaba escuchando, aunque si sentía los nudos en los hombros de la chica, y efectivamente los estaba curando con el masaje, parecía que ella lo estaba disfrutando…demasiado… - El frió ayuda cuando un musculo esta inflamado, alivia la sensación de dolor – dice el joven - ¿te parece ayudarme mañana en el consultorio? Es un trabajo menos pesado, luego prometo ayudarte a terminar la espada – en ese momento cuando hablo sobre no querer terminar el trabajo rápido arqueo una ceja, las manos le temblaban un poco, ya se estaba haciendo ideas raras así que termino por sacudir la cabeza. Todo culmino cuando ella le pregunto si se bañarían juntos. Sus dedos dieron un ligero apretón y su mente quedo en blanco unos momentos, esto ultimo ya fue demasiado, dio una respiración profunda intentando calmarse – no creo…pero si podría prepararte el baño, que tengo que revisar si el filtro de agua funciona bien

Los espíritus ingresaron a la parte del comedor, en ese momento el chaman da un respiro, básicamente había sido salvado por la campana. Dejo que la chica volviera a ponerse el kimono y se fue a sentar en la mesa frente a ella, continuando su comida. Ella exclamaba por el buen sabor de pescado, eso le hizo esbozar una sonrisa al chaman, quien también comió con bastante tranquilidad – iré a prepararte el baño Amy, te avisare cuando este listo – dice y se retira rumbo a su habitación. Se quita su chaqueta y se coloca una camisa de estar, unos shorts de color verde y unas sandalias. Le gustaba estar cómodo dentro de su casa. Fue al baño, bastante limpio, tenia incluso cerámicas como en las casas de la antigüedad. Había una bañera y en ella Tsukuyomi vertió un poco de un jabón aromático – esto seguro la hace relajarse – piensa para si mismo. Enciende el calentador y abre el grifo dejando salir el agua, el jabón no tarda en desprender el olor tan agradable – ¡Amy! ¡el baño esta casi listo! – dice para que la chaman se fuese arreglando. Tsukuyomi iba dando los últimos toques antes de salir.

Estaba tan concentrado preparando el baño que no se percato en lo mas mínimo de la cercanía de Amy, no al menos hasta que ella le hablo al oído en forma de susurro. Un enorme escalofrió le corrió por la espalda y el rostro se le puso completamente rojo, realmente había quedado impactado con lo que había sucedido – claro…¿Por qué no? – no sabia que decir realmente, aunque bueno, ya se había echado solo el muerto encima con esa situación. Se quito la camisa y las sandalias, su short le permitía bañarse usándolo así que entro en la bañera a espaldas de la chaman – Esto me recuerda cuando éramos niños, nos bañábamos juntos con mucha regularidad – dice mientras comienza a concentrar la energía en sus manos, con ella ahora empieza a darle nuevamente el masaje por la espalda – tu cabello sigue igual de hermoso que cuando eras niña, aunque claro, desde entonces has crecido bastante – dice apartándole el cabello a la albina, mientras empieza en los hombros con el masaje y poco a poco pasa a los omóplatos, presionándolos con los dedos pulgares.

Continuo hasta que se encontró en la espalda algo no muy agradable, indicios de lesiones musculares – dios…esto es mas grave de lo que pensaba – dice mientras continua pasando su mando por la espalda de la albina, por momentos se había tomado muy en serio lo del masaje, porque vio que ella tenia los músculos muy cansados. Decidió que lo mejor no era tallarle la espalda, sino darle un tratamiento de relajación completo aprovechando que estaban en el baño – yo me haré cargo de curarte la espalda – comenzó a deslizar sus manos por toda la espalda de la fémina, mas que masajes ahora parecían caricias, pues estaba regando el poder del agua lunar por toda el área, buscando sanarla por completo. Cuando termino dio un suspiro, pues se dio cuenta de algo, lo que estaba buscando ella con todo eso no era que le ayudase, sino llamar su atención – Amy… - se inclina hacia ella dándole un abrazo, cruzando sus brazos a la altura del abdomen ajeno – ¿Desde hace cuanto me ves así? No intentes mentirme – quería tener respuestas, pues su cabeza estaba demasiado confusa para poder decidir que hacer.