Después de intercambiar un par de palabras, pareció que necesitaba adentrarse más en la academia, pues nadie haría su propio trabajo, que era estar continuamente estudiando cualquier bicho o cosa mágica, viviente o inanimada. No obstante, también contaba cierta preocupación suya, la cual procuraba no revelar a nadie, pues todavía, ni él mismo sabía lo que tenía.
En las últimas semanas, le costaba dormir: extrañas pesadillas, además de una voz inhumana, invadían su sueño. Podría contárselo a la pelirroja, pero no vio la necesidad.

Las explicaciones que dio ella le dejaron bien claro que ella era la herdera de los Ravenclaw, sin conocimiento acerca de la existencia de hermanos. Cuando la chica hizo la reverencia, al alemán le pareció un cabello increíblemente largo, ¿le llegaría hasta la cintura? No se trataba mucho con chicas, de hecho, esta era la primera pelirroja natural que se encontraba ante sus ojos.
A ella también le entró la curiosidad, no estaba en contra de hablar sobre su persona... hasta cierto punto, claro. Juntos partieron hacia la gran academia, cuyo director también fue el artífice del proyecto de la cúpula, o eso había oído en sus años de estudiante.

-En efecto, tengo ciertas técnicas auxiliares que, por cierto...- Semi-flexionó el brazo derecho, con la palma abierta y orientada hacia el cielo, como si fuera a hacer algo. Antes de que ella dijera o preguntara nada, lo cerró en puño, mirádola con una media sonrisa de suficiencia - ...como buen mago, no revelaré.

Igualmente, no se descartaba la posibilidad de que el pelimorado tuviera que hacer uso de sus habilidades, quién sabe si para bien o para mal. Si aquella joven prestaba atención a sus poderes, no tardaría en darse cuenta cuál era su elemento: la luz. Aparcando el tema de su magia, también le ofreció una breve explicación de su espada, describiéndola como su ''varita''. El sol apenas se veía por culpa de las nubes, pero el ambiente estaba iluminado, aparte de que ya estaban dejando los jardines.
Una peculiar y exótica fragancia llegó hasta su sentido del olfato. Procedía ni más ni menos que de la joven Ravenclaw. No podía negar que se trataba de un aroma agradable, debería comentarlo. Debería, mas no estaba en su labor. Simplemente le dedicó una corta sonrisa, escuchándola atentamente.

-La única verdad es que todo es mentira- Reflexionó sobre aquellas palabras que le contaba su padre, mitad filósofo, mitad mago. Pero sin pretender profundizar, la vio por el rabillo del ojo, acercándose a la puerta, para que accedieran a los pasillos. Probablemente, estuvieran dando clase, así que no le sorprendería que todo estuviera en calma. Abrió, cediéndole el paso a la pelirroja:

-Sólo tomaré prestado un libro, no te preocupes- Y con prestado tal vez se refiera a ''robado próximamente''. Y en efecto, como ella predijo, los interminables pasillos estaban desiertos, sin un alma viviente, pero eso acabaría en el cambio de clases o con la presencia de algún sujeto inesperado. Esta situación le beneficiaba, pues no había nadie que podría recordar la cara del renegado.

Pensó por unos segundos, llevándose una mano a la barbilla, contemplando al suelo, como si eso sirviera de algo, sin advertir que ella le estaba analizando. A continuación, volvió la vista hacia aquellos grandes ojos, respondiendo:

-Recuerdo que los de clase Tormenta y los de Sol solían llevar un tomo básico de hechizos ígneos. Con tu ayuda, no creo que tardemos, Ravenclaw. ¿Vamos?

Dicho y hecho, la tomó de la mano cuidadosamente, para que ella le acompañase a seguir cierta dirección, como si Jaeger ya supiera perfectamente qué hacer, cómo llegar y cómo era el libro. Bien que se podía equivocar, pero allí estaba la pelirroja para corregirle, después de todo, él no tenía memoria infalible. El tiempo estaba en su contra.
Y si la cosa se ponía tensa, había que atenerse a las consecuencias. Con que algunos profesores o trabajadores no le vieran, estaría todo bajo control... O eso imaginaba.

Fue un acto razonable y seguro apartarse de aquellos cortes, que aunque no fueran letales, sí podrían abrir heridas sangrantes. Si ella tuviera alguna clase de armadura, tendría que recurrir a sus hechizos, pero la pelirroja iba con su uniforme de categoría estudiante, así que como mucho, algún arma podría ocultar, como una daga o pistola. Lo comprobaría a la postre, porque el renegado también necesitaría habilidades de evasión, saber huir le salvaba el pellejo con bastante frecuencia. La chica no se lo pondría fácil, mas él tampoco.

Aunque no estaban en igualdad de condiciones (porque él sí contaba con arma blanca), ambos sí eran magos y depende de cómo lo usaran cada uno, tanto victoria y derrota se hallaban en pleno e inestable balance. Al impulsarse contra ella, encadenó una serie de sencillos cortes, pero que para fortuna de la pelirroja, fracasaron, provocando un leve estirón en el brazo derecho del pelimorado, el cual se resintió un poco por lanzarse tan precipitadamente:

-Scheisse...- Maldijo entre dientes en su alemán nativo, mientras seguía con la mirada el ágil movimiento de la joven hechicera -¿Quién eres tú para decirme a mí cómo luchar?- Preguntó escéptico, con clara reticencia. Si fuera alguien así como un maestro suyo, lo tendría en cuenta, pero no veía a quién tener que obedecer en lo que a la cúpula se refiere. En cuanto ella movió su brazo, no esperaba que fuera para defenderse de sus próximos cortes, sino de responder a la ofensiva. Era el turno de la pelirroja para herir al que hería.

En la mano de ella, empezaba a formarse una especie de orbe luminoso, probablemente para dañar al renegado, como si fuera una bola de fuego. El elemento de Jaeger era la luz, así que calculó que la estudiante no daría tantos problemas... O eso creía. ¡Hora de defenderse! Imitando el movimiento del brazo, alzó este para combinar dos técnicas: Cuatro Reyes y Canalizar.

La esfera de luz invocada por la estudiante no llegó a su destino, pues además de no haberse cargado adecuadamente, se disparó antes de tiempo y el joven mago aprovechó aquel descuido para lanzar el ''contrahechizo''. Haciendo uso de la absorción de la energía luminosa, absorbió el ataque de ella y parte de la energía luminosa presente, anulándolo al completo y estableciendo contacto visual con su diana. Apuntando tan pronto como pudo, no tardó en devolver las energías liberadas, atacando con una versión de esfera de luz de Arabella, pero algo más potente.

-Elegancia, señorita Ravenclaw, yo lo llamo elegancia- Respondió con un tono caballeroso y hasta jovial, haciendo girar su espada, soportando esta con una única mano y admirando su ''varita mágiva''.

Frunció el ceño al comprobar que se iba a proteger de alguna manera. La pelirroja había conjurado un hechizo defensivo que probablemente le salvaría daños provocados por el elemento Luz. Para desgracia de ella, el contragolpe del pelimorado resultó un pelín más fuerte, quebrantando de a poco esa clase de escudo y recibiendo la maga parte de su propia ''medicina''. El renegado meneó la cabeza ligeramente, como dando una vaga negativa:

-Parece que he sobreestimado a los Ravenclaw...- Opinó acerca de aquella reputación que se había labrado la familia de la pelirroja, en el rostro del chico no se mostraba compasión alguna, pues ella ya había decidido entorpecerle el camino, pero no quitaría el hecho de que la dejara huir, si es que quería. El problema que planteaba su enemiga era la obstinación de ella. No tenía intención de rendirse ni nada por el estilo, así que habría que conducir este desacuerdo bélico hasta el final.

¿Ahora tocaba atacar con la zurda? En opinión del mago, atacar tan seguido no lo veía acosejable, se gastaba demasiada energía mágica y esfuerzo. Su estrategia se basaba en contragolpear, devolverle al agresor su agresión, valga la redundancia. A pesar de ser finas armas, el fuego que las imbuía le hizo distinguir al chico que se trataban de objetos finos y punzantes ígneos, los cuales probablemente intentarían clavarse en su cuerpo, cuello o cabeza. Una media sonrisa, casi imperceptible y con gesto de excesiva confianza, apareció por un instante en en su rostro. La habilidad Cuatro Reyes era el as que se guradaba en la manga para situaciones como aquella. Pero esta vez no lo usaría, sino que maniobraría para devolver el ataque ajeno... otra vez.

Con un vertiginoso molinete realizado con una sola mano blandiendo la espada, esquivó la mayoría de aquellas espinas, las cuales acribillaron y rasgaron levemente sus oscuros ropajes de figura misteriosa, sin llegar a quemarse esta misma, en tanto que la espada había ''capturado'' una de las agujas. Ejecutando un veloz movimiento circular, el pelimorado redirigió una única espina de fuego contra la pelirroja, a modo de contraofensiva, aunque dudaba que esta llegase a acertarle... A no ser que ella fuera demasiado atenta y rápida.

-¿Por qué te limitas únicamente a atacar y atacar?- Le cuestionó con gesto de extrañeza, la verdad es que esperaba que ella primeramente le desubicara o cosa por el estilo, pero al parecer, para los Ravenclaw, unos hechizos bastaban para dejar fritos al contendiente. Resopló pesadamente y se impulsó de nuevo hacia la joven para practicarle unos cortes en las piernas, con la finalidad de reducir tanto velocidad como agilidad de ella.