Era una tarde tranquila, un día más en el que no pasaba anda que no hubiese pasado ya otros días, y yo como siempre o por lo menos casi siempre no tenía nada que hacer así que para variar un poco de los lugares que solía frecuentar me adentré en el bosque para dirigirme al lago, ese lugar normalmente era un lugar tranquilo donde se podía descansar, y yo en ese momento buscaba justo eso, sentarme en algún sitio aunque fuera un poco alejado a descansar un poco. Tardé un poco en llegar, es lo que tiene no conocer el lugar por el que vas, no llevaba mucho tiempo en la cúpula, pero el tiempo que llevaba lo habia usado para dar una vuelta por algunos lugares y para informarme por mi cuenta de la situación actual de todo, quería estar al día en todo momento de lo que ocurría.

Cuando al fin llegué al lago me acerqué a la orilla y me senté en frente del agua mirando por unos momentos esta sin pensar en nada, acto seguido me tumbé en la hierba y miré hacia el cielo, o mejor dicho hacia el techo de la cúpula, era algo molesto estar encerrado de ese modo, pero prefería eso a tener que volver a contemplar la destrucción de ciudades y la muerte de miles de personas, no quería volver a ver una cosa como esa, el olor a muerte que se respiraba cuando la guerra llegó a Tokyo… nunca lo olvidaría, pero no era momento para pensar en eso, suspiré pesadamente y me bajé un poco la visera de la gorra, cerrando los ojos

Pocas eran las ocasiones en las que se podría ver a la rubia en un estado que no fuese calmado, siendo de aquellos seres que solían pasar el tiempo explorando y conociendo el lugar con tranquilidad…Sin duda, aquel día no era uno de ellos. La pequeña Mashiro era como un rayo de luz que atravesaba los árboles a toda velocidad, mostrando un despliegue de energías de lo más insólito para aquellos que la conocían.
Tras un buen rato a la carrera, la joven hada descansaba ocultándose tras unos matorrales, esquivando de ese modo a aquellos que le perseguían. Le costaba muchísimo no hacerse notar, pues apenas y era capaz de respirar de forma normal a causa del esfuerzo físico al que no estaba demasiado acostumbrada.

Al sentir que se encontraba más o menos a salvo, volvía a moverse con rapidez, retomando el camino hacía el lago. Esperaba encontrarse con alguien en ese lugar que pudiese ayudarle. Casi siempre que tenía la necesidad de verlo o por pura casualidad, lo encontraba cerca de la orilla del lago, siendo este el principal punto de encuentro entre ambos, no siendo aquella ocasión una excepción.  

Mashiro no tardaba mucho en dar con el peliverde una vez llegaba a la zona. Este se encontraba de espaldas a ella, observando el lago distraído y relejado, completamente ajeno a la presencia de la rubia, la cual presentaba un aspecto desastroso.  Su cabello era un autentico caos, presentando una melena crispada, llena de hojas,  alguna que otra rama seca y barro…aunque esto último era algo que se presentaba en todo su cuerpo, apenas y se le podía ver un pedazo de piel el cual se encontrase limpio, ni siquiera su rostro escapaba.  El animal que cargaba entre los brazos con gran esfuerzo, se encontraba en mucho mejor estado que ella -N…- Se acercaba llamándolo con calma, recuperando un poco del aliento perdido- Quieren matarlo – Decía de forma directa, tal vez demasiado directa, pues no daba demasiada información, al tiempo que bajaba la mirada al pequeño cerdito que cargaba entre sus brazos.

Mi tranquilidad era total... O casi, empecé a oir pasos de alguien que se acercaba corriendo, ¿Un renegado? No lo creía ¿Algún estudiante pesado y molesto? Quizás, muy probablemente lo sería. Suspirando que mostraba molestia me giré hacia quien venía, encontrandome con la única persona que había llegado a acrcarse a mi y que había conseguido relacionarse conmigo... Shiina. Y su estado era desastroso, estaba llena de barro y tenía el pelo muy revoltoso, con hojas y algunas ramas entre este... Me giré hacia ella, un poco asustado al verla de ese modo, ¿La habrían estado persiguiendo unos renegados? Me gustaría aclarar que no estaba asustado por mi seguridad, si no por la de ella, cosa que era rara en mí... No era normal que me preocupase por la gente... Era algo imposible, o casi... Esa chica de algún modo lo había conseguido, aún no se porque pero era, de algún modo, diferente.

Me fijé en el animal que llevaba en brazos mientras decía lo que ocurría. Rápidamente cogí al animal y me puse delante suyo. -¿Quién? ¿Renegados? ¿Te han hecho algo?- Pregunté de forma seria e igual de directa que la que ella había utilizado al avisarme de lo que ocurría con el animalillo. Miré alrededor, todavía no había nadie allí, por lo que supuse que la rubia tuvo que haber sido más rápida que sus perseguidores. -límpiate un poco, anda.- dije serio como siempre, revolviéndole el pelo un poco más, si esque eso era posible.

Miré al cerdito que todavía sostenía, era pequeño, no entendía porque alguien querría matarlo, no iban a sacar mucho de él... Quizás eran unos estudiantes gamberros e imbéciles que lo que querían era pasar un rato maltratando al pobre animal. Y conociendo a Shiina minimamente ya se sabía que era del tipo de persona que interviene en ese tipo de actos y sacaba al animal cueste lo que cueste.

La verdad es que ella era una chica... Diferente. Cuando la conocí por muy serio y borde que yo fuese con ella y por mucho que la apartase, ella seguía allí, en una forma más pequeña, del tamaño de un hada (Pues eso era ella), metiéndose en mi pelo y queriendo dormirse allí... Si, es una forma un tanto extraña de conocer a alguien, lo sé.

La mirada de la pequeña rubia se centraba por completo en el peliverde mientras intentaba con gran esfuerzo que el animal entre sus brazos no se escurriese y cayese. Para una persona normal no resultaría tan complicado, pero para ella…se podría decir que el esfuerzo físico no era realmente su punto fuerte.  Casi se podía ver como sus finos brazos temblaban al no ser capaz de aguantar por mucho tiempo más el peso del cerdito, el cual se mantenía de lo más calmado al encontrarse junto a ella. Cosa que cambio en cuanto el peliverde lo sostenía para alivio de Mashiro y desagrado del animal, quien se esforzaba en hacerlo notar al no parar de gruñir y patalear intentando escapar del abrazo del chico.

Negaba con el rostro un par de veces al tiempo que se acercaba para acariciar y calmar al animal- No… eran unos hombres que trabajan en la academia – Jugueteaba con las orejas del cerdito estrujándolas y estirándolas con cuidado mientras hablaba, pareciendo más concentrada en aquellos pequeños juegos que en la razón por la que había ido al encuentro del muchacho-  Estaban diciendo que se pondría grande y gordo – Al decir aquello aplastaba con cuidado las mejillas del animal, recibiendo un pequeño mordisco cariñoso en su muñeca – Y se reían al decirlo… - Añadía sin mostrar demasiado en su rostro, aunque en su tono de voz se podía notar con claridad lo poco agradable que le resultó escuchar aquello.

Ladeaba ligeramente la cabeza tras recibir aquella caricia,  tras la cual permeancia unos instantes en silencio pensativa. A ella no le importaba demasiado estar  de ese modo, más bien estaba acostumbrada, era algo normal tras finalizar los juegos con los diversos animales del bosque o de la granja- Esta bien – Dijo para contentarle, pues si fuese por la rubia seguiría de ese modo hasta que el barro secase y le resultase una molestia.

Con pequeños pasos se acercaba a la orilla del lago, donde se fue introduciendo hasta que el agua llevaba por sus rodillas. Inclinándose sumergía la cabeza en el agua, comenzando entonces a frotarse el rostro y el cabello con las manos. Al volver a sacar la cabeza, su cabello ocultaba por completo su rostro, por lo que se vio obligada a apartarlo como si fuese una cortinita, aunque no se molesto demasiado en peinarlo, lo colocaba de forma que no le estorbase.  La limpieza de este tampoco fue demasiado buena, aun quedaron restos de barro por la parte superior, siendo esta la zona que quedaba mejor parada, pues el resto al volver a tener contacto con el barro que seguía en su ropa volvía a ensuciarse…aunque al menos su rostro sí que había quedado algo más decente-  ¿Mejor así? – Preguntaba al peliverde permaneciendo aun en el agua-