Poco a poco el sol fue descendiendo conforme los minutos transcurrían caminaban lentos como si se burlaran de la pequeña ilusionista; quien ya comenzaba a darse por vencida en aquello de esperar.  No tenía reloj consigo y la sombra del reloj de sol había desaparecido por lo que ya no sabia ni que hora era ni cuanto tenia esperando pero seguro mas de una hora y tanto. Suspiro estirándose para desentumirse. Habia pasado de estar parada, a recargada en la pared, sentada, hecha en el piso  boca abajo y  cuando se entumió de esto último y aun mas alguien de la limpieza paso mirándola extraño decidió volver a ponerse de pie. Pero ya de eso un buen rato, ahora recargada en el marco de piedra de la ventana del edificio el sueño producto del aburrimiento comenzó a ganarle la partida.
Recargo sus codos en el ventanal y sobre sus manos su barbilla. La fresca brisa que golpeaba su rostro la arrullo con sus caricias y comenzó a perderse en ese momento. Y seguramente hubiera entrado en un profundo sueño de no haber sido porque la brisa de la tarde no solo llego a su rostro su no más arriba de sus muslos siendo la tela de su falda alzada. ¿El viento? No, claro que no era el viento…

Ah ¡¡ - El susto que se pegó no solo fue por tan atrevida acción sino por escucharle  detrás de si sin siquiera haberse percatado de su llegada. El cuerpo de la pelimorada dio un salto, no tan grande como el que dio su corazón en su pecho.  El  guardián le había dado un susto de muerte después de hacerla esperar  tanto tiempo y para semejante entrada “triunfal”.

Sus manos  tomaron rápidamente la tela de su falda para cubrir su trasero al mismo tiempo que se dio media vuelta para encarar al mayor.  Sus mejillas estaban encendidas y ardían en su rostro.  – Mu…Mukurowl-sama- musito apenada.  Y en cambio ahí estaba él, tranquilo, quizás algo soñoliento, disfrutando por completo de sus travesuras como si fuera un crió haciendo vagancias por la casa… y al mismo tiempo el sujeto que no querías desafiar en casi nada, el sádico y caprichoso. -Solo...solo me e puesto cualquiera.-  se atrevió a responder aunque su voz saliera a duras penas, pues bajar la mirada solo había causado que se encontrara con la contraria bicolor.

Desde… desde que llegue alguien alzando la ropa de los demás- soltó la frase más coherente que pudo formular. Se queda mirando al mayor de reojo mientras sus dedos juegan con la tela e su falda con nerviosismo y pena. No era para menos. Llegar de la nada después de hacerla esperar dos horas,  mirar bajo su ropa, hablar de su ropa interior como si fuera el tema más común el universo y aparte hacer como si nada paso. Debería estar molesta y roja de coraje en lugar de nerviosa y apenada.

Aunque esos pensamientos de rebeldía fueron menguando cuando el mayor se reincorporo alzándose por completo. La pelimorada tuvo que alzar poco a poco la cabeza hasta quedar mirando hacia arriba pues era evidentemente más alto y más corpulento que ella, quien se sintió al instante pequeña a comparación.- ¿Eh?- sus músculos de pies a cabeza se tensaron cuando su mano tomo su rostro con firmeza. El brillo de sus ojos tintineo nervioso y apenado teniendo al guardián tan cerca y aun mas sus labios. El toque final al rojo de sus mejillas fueron las acusaciones del muchacho sobre su ropa íntima y tacharle de pervertida.  ¡Habrase visto!. Si lo único que conocía de aquello era lo que él mismo le había enseñado.  –  No soy una pervertida…- Gruñe  bajito inflando las mejillas como una cría.

Apenas se recuperaba del susto y del coraje cuando ya entraba la sorpresa. Abrió sus ojos grandes al verlo incorporarse animado-  ¿Qué clase de cosa? – Pregunto mientras le guiaba pero él nunca respondió. No lo haría supuso. Y es que  como en nada de tiempo se enteraría, responder era incensario.

Una vez en la habitación del guardián niebla * cabe destacar que era la primera vez que se encontraba en ese lugar*, miro con temor la caja que le entregaba y de la misma manera lo que se encontraba en el interior. Parecía ser algo de ropa. – Te..tengo que usarlo- no fue una pregunta, si  no más bien una confirmación por ello observo de reojo al azabache. A  juzgar por su expresión era un evidente “si”. Suspiro y entro al cuarto de baño, no le encontraba un lado malo a algo de ropa, o no lo encontró hasta que vio con detalle el contenido.

Trago en seco al verse en el espejo con aquel nuevo cambio. Por más que tiraba de el no lograba hacerlo más grande o que cubriera más su cuerpo. –  Mu…Mukurowl-sama- asomo solo la cabeza por la puerta.-– No…no puedo salir con esto, es tan…pequeño y …  

- Todo a su alrededor incluida su propia respiración de cógelo cuando escucho al mayor hablar y el resonar de sus pasos mientras se acercaba su cuerpo se tensó al sentir apenas la punta de sus dedos amenazar su cabello y sus ojos se cerraron al sentir la aquella caricia. Una parte de ella si bien no era la felina ilusión sino su lado ninfa el que encontraba la situación y estar con el guardián extremadamente magnético. La singularidad en la personalidad del muchacho, querer entender la naturaleza de cada uno de sus actos.

La pequeña pelimorada alzo con lentitud el rostro conforme la presión de los dedos del mayor marcaba, y de la misma manera abrió los ojos teniendo de frente los heterocromicos contrarios. El parche en su rostro se había aflojado cuando cambio de ropa y aun mas con el movimiento de las felinas negras orejitas por lo que termino resbalando dejando su cara completamente descubierta, en los orbes contrarios encontraba una especie de espejo. Su interior se pregunto si el mayor pensaría lo mismo