Varias casas se extendían por el terreno, aunque la mayoría de ellas estaban más cerca de ser simples pilas de escombros que de semejar lo que alguna vez realmente fueron; las que aún quedaban en pie tenían la estructura corroída por las lluvias de ese lugar. Charlotte ya había visitado antes en varias ocasiones aquel sector, y poniendo a un lado la lluvia ácida y la inexistente fuente de alimentos, no era de los peores. Sin embargo, no podía andar libremente en él como solía hacer por otros sectores, exponerse por un prolongado tiempo a ese clima solía hacer un desastre con su sentido del olfato, incluso ahora se le dificultada percibir otra cosa que no fuera el olor a ácido y azufre en el ambiente, aunque tampoco le era imposible. A pesar de ello, no pretendía abusar. Mientras más rápido consiguiera la información que había ido a buscar, más rápido se iría. Y si podía transcurrir todo de un modo tranquilo y silencioso, sería simplemente fantástico. Pero no se hacía vanas ilusiones, siempre estaba predispuesta para lo peor.

El cielo carmín hacía que el ambiente se apreciara pesado y opacado. Aún así Charlotte usaba su habilidad de camuflaje para difuminar su imagen de la vista de cualquier espectador no esperado, manipulando las partículas de luz a su alrededor como si fueran otra piel; parecía un espectro o un fantasma, un minuto siendo visible y al siguiente desapareciendo, para volverla a ver al cabo de unos segundos en otra posición. En realidad, en aquella villa tan desierta y acabada, era fácil pensar que podrías encontrar almas vagantes y fantasmas que se movieran sigilosamente entre los escombros. Justo como ella lo estaba haciendo. Sólo que ella tenía un objetivo bastante claro en su mente de lo que buscaba: Información. Conseguirla había sido un dolor de trasero, aunque la extorsión era un buen método a usar de vez en cuando... Pero las líneas se estaban cerrando, muchos hacían nuevas alianzas y cada vez se volvía más precario todo el asunto de las dos caras. Incluso estaba considerando esconder su identidad, cosa que nunca antes había hecho, y que ahora probaba. No era bueno que le reconocieran y no era bueno que supieran que era una mujer.

Contó la sexta construcción a su derecha y se detuvo. En algún momento, aquel había sido un bonito pueblo turístico, los carteles señalizando varios lugares estaban algunos todavía en pie, y no había las grandes edificaciones que caracterizaban a las ciudades. Pero si había un museo, moderado y de tamaño decente... pero bien construido. De todas, era probablemente la construcción que se encontraba más entera, o al menos sus bases. Enredaderas con flores de dudoso color prácticamente cubrian las paredes en sus totalidad. Figuras talladas en granito que antes adornaban la entrada, ahora yacían deformes por la corroción del ambiente. Y no había entrada visible. Si alguna vez hubo puertas o ventanas, ahora habían quedado totalmente sepultadas entre escombros de madera, ladrillos y una cortina verde. La única manera de entrar, era por arriba. Menos mal había ido con ropa para ese terreno, así que se ajustó las botas y con su agilidad felina comenzó a escalar la pared de enredaderas evitando tocar las dichosas flores que todavía le producían sus sospechas. Apenas le había tomado unos segundos llegar a la cima, encontrando numerosos agujeros en el techo. Tal vez este lugar tuviera paredes y bases estables, pero el techo parecía dispuesto a caerse en cualquier instante.

-Tengo que apresurarme- Sin pensarlo dos veces, deslizó su cuerpo a través de la abertura más cercana y con un movimiento de su mano las corrientes de aire cambiaron antes de tocar el suelo, ayudándola a terminar bien parada y hacer un aterrizaje silencioso. El lugar era grande y habían gran cantidad de exhibiciones, pero entraba suficiente iluminación por el techo como para que cualquiera pudiera ubicarse. Le sorprendía que todavía quedaran cosas aparentemente enteras, pero no lo suficiente como para distraerla. Tenía que llegar al área de figuras históricas. Ahí estaba su objetivo.

No perdió tiempo en su misión y con prontitud retomó su avance hacia su objetivo. La construcción seguía un patrón semi-circular, y había entrado por la fachada en la parte céntrica de la construcción, dirigiéndose hacia el ala izquierda. Hacia este lado la iluminación era mucho mayor, puesto que el techo era un enorme ventanal que se alzaba como una bóveda a lo largo de la galería. Varias figuras representativas, en otro tiempo, se hallaban en ese lugar, o al menos era lo que suponía al leer por encima lo que rezaba la placa de una de las esculturas que tenía más cerca. Mirando a su alrededor finalmente encontró lo que buscaba. Al fondo de la estancia había una exhibición de armas antiguas, la cual contaba con algunos revólveres, bayonetas, fusiles,  distintos cuchillos para cacerías y hasta una replica de un cañón. Y ahí estaba lo que buscaba. Escondido dentro de la boca del cañón, debería de haber un pequeño sobre con algunas fotografías y una pequeña memoria con los datos e información que iba a necesitar.

Unos gritos provenientes de fuera la alertaron inmediatamente. -¿No se supone que estaba solo?-    Juraría que no había visto a nadie en su camino hasta ahí, pero tampoco podía estar segura porque había evitado deliberadamente pasar por lugares muy espaciosos y había seguido un sendero directo hacia el museo un poco más silencioso. Como sea que fuera, no era una buena idea permanecer más tiempo. El alarido nada humano y el fuerte sonido de algo derrumbándose la convencieron de que allá afuera había algo de grandes proporciones que no quería encontrarse. Se lanzó a la carrera para llegar al final de la larga estancia, y no pasaron ni dos segundos cuando la pared a su izquierda se hizo añicos cuando una enorme figura la traspasó... no de la manera más cómoda, la verdad. Su primer instinto fue seguir su camino y luego encargarse de lo que tuviera que encargarse, pero un chillido agudo y realmente espantoso la obligó a reconsiderar su poco efectivo método si había más de una "cosa" de la cual encargarse.

Como si se estuvieran burlando de ella, un topo gigante entró por la destrozada pared para estamparse contra el otro fenómeno. Obviamente no iba a meterse en aquella pelea de dos, pero tampoco le apetecía que por coincidencia la encontraran con los tan preciados documentos que necesitaba.  -Sabía que tendría mala suerte- con cierto fastidio se encaramó en la base de una de las estatuas y se ocultó tras la misma mientras veía como al pobre animal lo hacían revoltillo. No era nada lindo, y si no fuera porque los topos le parecían sendamente horrorosos en tan grande presentación, le daría más pena que si le hubiera dado un mordisco al otro fenómeno de aparente forma humana. ¿Pero qué estaría haciendo ahí? Una mirada por el enorme agujero que había dejado en la pared le reveló un par de personas con trajes especiales que se parecían sospechosamente a aquel otro grupo de científicos que le estaban dando tanta lata... El mal genio se le subió a la cabeza casi al instante y por redundante que suene, de un golpe le quitó la cabeza mohosa a la estatua que antes había utilizado para esconderse.

- Hey, fenómeno - llamó la atención de aquel hombre pero sin gritar para que los espectadores aún lejanos a la escena se dieran cuenta de ella.- ¿Acaso vienes con los pingüinos de trajesillos aquellos? - le preguntó señalando hacia afuera donde se encontraban los otros arrastrando el cuerpo de alguien mas... aparentemente el topo le había atinado a uno. Era notable la diferencia de tamaño entre ella y el otro, si resultaba que ahora tendría que pelear contra ese... la idea le desagradaba mucho. Ella solo quería recoger sus documentos y largarse, pero era una gran fantasía creer que se iría corriendo sin plantar cara, aunque fuera por pura tozudez.

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