El día era agradable para ella, el viento fresco golpeaba en su rostro y aun así los cálidos rayos del sol podían brindarle calor si se quedaba inmóvil bajo ellos un determinado tiempo. La figura delicada de la estudiante podía visualizarse fácilmente entre los caminos de los jardines, con paso sereno y seguro. Sus caderas se mecían suavemente por inercia al caminar, espalda recta, pecho hacia fuera y barbilla en alto, sin duda alguna la maga era una chica bastante segura al andar, siempre manteniendo una suave sonrisa en sus labios. Sus ojos, de un hermoso color amatista siempre brillaban con determinación. Su largo cabello azabache, tan sedoso y perfectamente cuidado se mantenía suelto por esas instancias, bailando mínimamente al compás del viento al caminar. En su hombro izquierdo colgaba la funda violeta que mantenía su espada, o más bien, espada japonesa, aunque ella se había acostumbrado a llamarla así simplemente.

A simple vista podría vérsela como una estudiante segura, relajada y delicada incluso… nada más erróneo que esto. Ella era explosiva, inquieta, segura de sí misma pero lo suficientemente fuerte como para que delicada no fuera la palabra exacta para describirla, haciendo honor a la clase a la que pertenecía, ella era sin lugar a dudas una tormenta. Su paso se detuvo de un segundo a otro cuando su atención se desvió del camino, posando sus orbes totalmente curiosos en la figura de un chico bajo un árbol. Observó a los lados unos instantes, preguntándose si tal vez estaba acompañado o esperando a alguien sin embargo la soledad y el silencio fue la única respuesta. Estaba claro que no eran los únicos allí, sin embargo el resto de estudiantes parecía estar en su propio mundo.

La causa de todos los problemas en los que se metía, era mayormente por su falta de razonamiento antes de hacer cualquier acción, y eso era justo lo que estaba haciendo en esas instancias. Comenzó a caminar a paso lento, cuidadoso, con mínimo sigilo para acercarse al chico que allí descansaba tan plácidamente. Se inclinó hacia delante y en aquel movimiento su cabello cayo delicadamente por su hombro, debiendo utilizar la diestra para retirarlo y peinarlo detrás de su oreja –Durmiendo … Murmuró apenas al notar que claramente él no estaba consiente. De forma automática, sus ojos se desviaron hacia las pertenencias del chico, observando con mínima curiosidad la espada que allí tenia –Hey… Nuevamente lo observó, manteniendo las manos apoyadas en sus propias rodillas mientras continuaba inclinada hacia él – ¿Hola? … Realmente no sabia el motivo por el cual quería despertarlo, pero lo estaba haciendo.

Escucho una suave y aterciopelada voz que lo sacó de su mas profundo sueño; bueno...realmente habia tenido un dia duro, Cedric estaba constantemente discutiendo con su profesora Nahiara, ella no veia, o no queria ver el talento que el moreno tenia para la esgrima, ni tampoco la velocidad, la fuerza y la decision que tenia a la hora de combatir...solo le interesaba aprender mas sobre la extraña magia chamanica que Cedric Belphegor podia usar...a aquello se le llama Oversoul de cuerpo completo, pues era cuando espiritu y dueño unian sus mentes y fusionaban sus esencias para poder invocar un poder mayor.
¿De donde salia aquella motivacion de Cedric para seguir queriendo mas de un espiritu acompañante?...Sinbad el marino, el rey de los siete mares, fundador de Sindria...y el chaman que habia tenido el contrato con no uno, ni dos, sino siete espiritus acompañantes...¡A la vez!...Cedric tambien sabia de la existencia de una guerra entre chamanes...pero eso era para elegir al mas poderoso...

Pero bueno, aquello se le iba de las manos; cuando poco a poco abrio los ojos, encontro una bella silueta frente a él, cabello completamente azabache que caia perfectamente liso, unos amatistas ojos que estaban observandole, con curiosidad, mientras los verdeazulados ojos de Cedric la miraban con curiosidad tambien, con educación, se llevo una mano a la boca para tapar el bostezo que queria salir de esta. Nahiara no le daba tregua en las clases que daba, siempre la pillaba con él y se quedaba hasta tarde estudiando para poder sorprenderla.
-Buenas...¿ya es el fin del mundo?, ¿me ha suspendido la profesora?-preguntaba ala chica, aun medio adormilado-.Ups, lo siento, ando aun dormido...¿que desea señorita?
Pregunto con suavidad y caballerosidad, sin apartar sus orbes de los de ella.