En busca de frutas~ [Priv. Elissa Zaitseva~ ]

El trabajo estaba siendo realmente, lento. Los informes presupuestados que deberían de haber llegado a principios de este nuevo año, se habían retardado debido a una confusión en el tipeo del Asunto, erróneamente, habían mandado el informe correspondiente para mis investigaciones a una especie de papelera virtual, dejando el tema cerra y obsoleto. Realmente, era fastidiante haber perdido la entrega caliente.
Los días desde que habían pasado eran realmente lentos, las horas iban como pasos de tortuga , veía el reloj de pared puesto en los laboratorios, uno digital, realmente sobrio para el lugar, y por qué no destacar, pulcro, que los segundos avanzaban con lentitud, o al menos ese era mi parecer. El labor empezaba por la mañana temprano, de las habitaciones asignadas por los superiores caminaba hasta donde se encontraba la edificación del laboratorio, ahí me servía una taza de café bien cargada, con tres terrones de azúcar bien disueltos en la oscuridad del agua, junto a un pequeño pan dulce, y me sentaba en mi sector a revisar los trabajos pasados, chequear los actuales y revisar si es que habría algo para el prospero futuro.Luego de darle la rápida revisada, quedaría libre cerca del medio día, en el cual me dedicaba expresamente a organizar los trabajos que estaban fichados, mientras disfrutaba de un ligero almuerzo, usualmente, ensalada. De la tarde en adelante era concentrarse en los estudios que se mantenían en pie, a veces, llegaba a madrugar en el laboratorio, sin tener la necesidad de volver a las habitaciones debido que Morfeo me habría hecho caer sobre el escritorio como si nada.

Hoy en día quería romper aquella aburrida rutina, aprovechar la hora libre iría a dar una pequeña vuelta a la Academia, o al menos, a conocer un poco más el sector del cual estaba pisando. Debido al frío clima, emprendí el camino con un abrigo oscuro como el de costumbre, siempre con el báculo en mano, haciendo un suave sonido con este al pisar a la par. Entre ello, veía el cielo de soslayo, algo nublado, gris.. sonaría casi nostálgico el solo hecho de verlo sin mucha vida, aunque el viento alocaba de veces las ramas, no era tan frío el ambiente para exagerar. Entre tantas cosas que pensé , me llamó la curiosidad sobre el sistema del cual disponía la comida. Las veces que me entregaban el almuerzo, las hojas verdes, aquellos colores de las verduras se veían vivos, en buen estado, realmente frescos, por lo que me daba cierta curiosidad el donde los plantaban. Así tendría quizá en qué entretenerme, de paso. Luego de deambular en donde podrían encontrarse las plantaciones, llegué hasta el vivero.
Entrando, un aire cálido se podía sentir, así elevando mi propia temperatura corporal. Los vegetales crecían sobre el agua, algunos bajo tierra, se encontraba realmente una gran variedad de comestibles.
Aun así, lo que me llamó más la atención fueron las frutas. Me deshice del abrigo por unos momentos, algo acalorado mientras sujetaba la coleta de mi cabello con cuidado de no desarmarla ni estropearla, dejando el bastón sobre uno de los mesones de igual manera. Me aproximé hasta uno de los perales que habían, tomando una fruta entre mis manos, dándole un mordisco. Dulce, fresco.. sobre todo, jugosa.

Se había perdido de nuevo por el camino que llevaba a su habitación. Siempre le pasaba, aunque ya muchas veces creyó que lo había superado. El camino, aquella vez, era muy diferente y complejo. No sabía ni tenía idea de donde estaba y, como siempre, tampoco sabía cual era la dirección correcta que tenía que seguir. Justo cuando estaba a punto de rendirse y dar vuelta atrás a donde le llevara aquel camino, encontró un... Una edificación un poco extraña.

Aquel lugar era alto y grande. Dentro... dentro no sabía bien que había. Se veía bastante marginado del mundo, pues había caminado un muy buen rato antes de llegar a aquel lugar. Sus pasos se encaminaron a donde vio una pequeña puerta a aquel lugar. Parecía entreabierta, como si alguien apenas acabara de entrar. Abrió con mucho cuidado, sintiendo rápidamente como el aire cambiada de adentro a afuera. Cerró la puerta. Afuera, estaba mucho más fresco que adentro y estaba lista para volver sus pasos hacia la academia, cuando recordó que no sabía la dirección en donde ir. Volvió a abrir la puerta y, con mucho cuidado, entró en aquel lugar a pasos cortos y tímidos. El lugar estaba repleto de... plantas. La chica frunció el ceño; no esperaba que aquel lugar fuera una especie de vivero. Sabía lo que era, pues en casa, en Rusia, tenía uno similar. En aquel había una habitación repleta especial para flores de toda clase. Ahí, solamente parecía haber plantas de diferentes tipos que, a medida que avanzaba por los pasillos, comenzaban a verse como frutos comestibles, verduras y una variedad de otros frutos que no sabía identificar. El lugar era muy amplio y espacioso, como si no hubiera límites para sus dimensiones.

Tras una pequeña caminata por el lugar, su sorpresa fue grande al encontrar como aquel conocido adulto se pavoneaba por el lugar. -¡Sir Stear! - Gritó la chica, corriendo hacia él y abrazándole por la espalda, sonriente y dulce, mientras reía feliz por la dicha de encontrarle.- ¡Sir Stear! - ¿Qué hace aquí? ¡Me perdí de nuevo! Traté de encontrar el camino de vuelta, pero terminé aquí. ¿Qué es esto? - Sus grandes ojos azules inquirieron al contrario, soltando un suave suspiro cuando se supo a salvo, junto al mayor.

Spoiler:

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