Un estado Armónico (libre)

John allí se encontraba, observando el cielo que empezaba a salir en las montañas mientras tomaba aire, mientras tanto Yuki, el hada que le acompañaba casi siempre, le miraba con algo de confusión, pues normalmente, John no salia dirigirse ni a las montañas, ni a ningún otro lado que no fuese o el bosque, o el árbol sagrado.
No le había dicho a Hawk; el cual se había empezado a quedar a vivir con John, que se marchaba para entrenar un poco en las montañas, pues últimamente apenas podía sentir que su instinto animal le ayudase a distinguir que era estar en una situación de peligro y que no.
Ademas, últimamente apenas escuchaba la voz de Byakko en su mente, era como si algo se lo impidiese...necesitaba volver a ser el Beifong John que había sido cuando era un "caballero" de la Orden de los Tigres Blancos, los cuales protegían la armonía la paz y demás...pero lo que de verdad necesitaba John, era escuchar la voz de Byakko...su mejor amigo, su guía, su mentor....
Recordó cuando alcanzó el llamado estado armónico, cuando su cuerpo recupero el tamaño su tamaño adulto, cuando de su frente y su cuerpo aparecieron las marcas negras pertenecientes a Byakko, de cuando sus cabellos rubios se volvieron albinos y de cuando podía ver el fluir de los puntos zen...se recordó a si mismo como un ser único, lleno de poder, capaz de controlar libremente los puntos de conexión fuera y dentro de su propio imán, de como la escuela de las seis bases que tanto entrenaba no se le resistió...pero también recordaba el alto precio que pago...
...Su cuerpo adulto.

John se acerco con cuidado a una flor que se encontraba allí y agarro uno de sus pétalos mientras se lo comía con suavidad, mirando a una de las montañas.
-Vaya, que dulce-dijo el chico sonriendo mientras suspiraba-.Se que el caos esta ganando demasiado poder, si consiguiese entrar de nuevo en el estado armónico...entonces podría hacer algo, cada vez ganan poder mas rápido y yo supongo que no puedo aguantarlo mas.
Tras esas palabras escupió con suavidad el pétalo de aquella flor y lanzo un pequeño suspiro agarrando un palo de madera y lo blandió como si fuera una espada, para luego concentrar una parte de su energía en el palo y lanzar una estocada al aire, con la cual debido a la velocidad inhumana que tenia John y la energía acumulada el muchacho consiguió que en la montaña se abriese una enorme hendidura y que los pájaros de esta saliesen volando. A su vez el palo había quedado calcinado en las manos del muchacho debido a su velocidad.

-Cuando el cielo en la Tierra se llene de estrellas fugaces, este lugar sera visitado por una inmensa amenaza...es el presagio de del comienzo de un juicio del caos. Una guerra entre la luz y la oscuridad...entre la armonía y el caos. Es cierto que terminaremos esto juntos, Byakko. Lo prometo por el amigo que lucho junto a mi por tanto tiempo...-la mirada de John dejo de ser alegre, una mirada llena de confianza para pasar a ser una de odio, de rabia y de dolor...pero mas lo era de decisión, pues si...a pesar de ser un Cazador, la intención de John era luchar contra el caos que había en aquella tierra. bajo la cúpula y tratar de convencer o eliminar a los que causaban tantos estragos allí-...A esta guerra que se ha prolongado desde el origen del planeta...yo voy a darle fin, de una vez por todas.

Mientras decía aquellas palabras, Yuki que había estado observando al chico anonadada por tanta fuerza, se sorprendió y puso sus pequeñas manos sobre sus labios para luego sonreír.

Pronto John se quedo quieto alli, sintiendo como su corazón latía a mil por hora mientras se llevaba las manos a la cabeza, cayo de rodillas al suelo mientras un dolor demasiado agudo recorría sus sienes y todo su cuerpo parecia arder. Yuki, intento acercarse a John pero al intentarlo una fuerte rafaga de aire la mando bastante lejos del muchacho, el cual era quien estaba generando aquella gran corriente de aire que emanaba desde su cuerpo.

Pronto un recuerdo acudio a la cabeza de John, donde se encontraba él con su cuerpo adulto, observando a Byakko; el majestuoso Tigre Blanco era ya casi un fuego fatuo mientras John derramaba lágrimas y trás ellos dos Genbu se alzaba majestuoso, rodeado de cientos de espiritus del caos.

-Es mi culpa, Byakko-susurraba el John adulto mientras las lagrimas caia en la tierra y el chico apretaba sus puños contra el suelo-.Si no te hubiese dicho que estaba preparado ahora no estarias muriendo...
-John, no te culpes-la voz del amigo de John sonaba con suavidad mientras parecia observar al muchacho desde el suelo.
-No digas que no me culpe...desde el principio fue mi culpa, por mi culpa te separaste de Genbu y eso hizo que fueran mermando tus poderes,nadie habria muerto en esta guerra estúpida...yo...siempre he sido un bueno para nada...
-John...entiendo por qué esas razones te hacen llorar-la voz de Byakko pronto sonó seria, cansada, pero lo suficientemente seria como para que John dejase de llorar y mirase a aquel ser fantasmal que le observaba con sus felinos ojos azules-...pero, ¿es tu deseo de proteger a las personas de la Tierra y La Cúpula tan débil que se rompería con una o dos lágrimas? Fui yo quién decidio que tu serías la persona que acabaría con esta guerra entre Genbu y yo para poder detener esas guerras entre los humanos y los seres mágicos que han tenido que esconderse durante siglos. Aunque yo muera, debes cumplir la promesa que me hiciste, por qué todas las personas acaban muriendo, pero siempre y cuando quede alguien que luche por los sueños de esas personas muertas, pues una vez decides cargar con esos principios, con esas promesas y esos sentimientos, sin importar la sangre ni las lagrimas que derrames siempre debes continuar con esos principios, eso es ser El Tigre Blanco...John

Mientras aquel recuerdo desaparecía de la mente del rubio, poco a poco todo se fue calmando. Los ojos de John estaban llenos de lágrimas, y Yuki, con sus albinos cabellos revueltos revoloteaba alrededor del muchacho intentando ver como se encontraba el chico.
John no sabia que aquello hubiese pasado, tenia lagunas de aquella batalla,pero de cuando era ese recuerdo...¿después de la batalla?...o antes de ser uno solo...John no podia recordarlo, era un lio en aquel instante.
-Yo...¿quién...demonios soy?...¿qué demonios...hice en esa batalla?

<<Dicen que el maestro y el alumno... que caminan juntos, compartirán sus destinos, hasta que sus caminos se separen>> había dicho una vez la voz de Byakko cuando John había logrado con su ayuda el derrotar a Genbu y encerrarlo en aquella prisión de mundo espiritual

-Jamás te olvidaré, Byakko...-las palabras de John resonaron mientras se ponía en pie, despojandose de su maleta y su espada para comenzar a golpear el aire con los puños, tenía que trabajar duro durante un tiempo para adquirir de nuevo su destreza..
Cerró los ojos mientras esta vez empleaba sus piernas para golpear a un enemigo imaginario que estaba tras su espalda. Un pintor podía aprender a luchar si se esmeraba.
O un carnicero que cortaba carne todos los días, con la habilidad... de que su cuchillo nunca tocase el hueso.
Aprendía la forma, pero buscaba lo que no la tiene.
John quería escuchar lo que no tenia sonido.
John que lo había aprendido todo y luego olvidado todo. Aprendió el modo, y luego encontró el suyo propio.
Sin forma, sin nombre... el verdadero poder del muchacho residía en el interior. Y sólo John podía liberarlo.

La rutina de ejercicios iba desde repeticiones de golpes combinando patadas y puñetazos, como sesiones de esgrima con la espada rota que John tenia; lanzando tanto estocadas como golpes laterales. Todo de forma fiera, borrando su sonrisa para dejar paso a la serenidad absoluta con la que John actuaba a la hora de luchar, su mente y su cuerpo estaban sumamente relajados, sus golpes parecían precisos y letales...si tuviera un verdadero enemigo este estaría hecho polvo...pero John no luchaba, hacia tiempo que había dejado atrás el camino del guerrero...solo quería traer la paz mediante la palabra, pero el mismo era consciente de que pronto tendría que pelear de nuevo...
...esta vez para protegerlos a ellos...a Seika, a Hawk, a E.V.E, a Stear,Vincent, Rose...pero... ¿que le diría a Juvia?...pelearía por protegerla, tanto a ella como a todos los que vivían en aquel lugar...
...En un ultimo golpe que dio al aire con su puño paro de golpe y sintió una opresión en el pecho; recuerdos de aquellos días con aquellas personas comenzaron a venir a su cabeza mientras sonreia.

-Si quiero que todos estén bien...entonces...-John miro su mano y suspiro volviendo a envainar la espada rota mientras se sentaba, dejando que Yuki le mirase preocupada-...El Hyuzu...es la mejor opción.

Llevaba rastrado ya el lago, el bosque y ahora se había adentrado en las montañas. Le molestaba eso de no tener aún su transporte personal... es que el que quería ahora parecía no tener precio y eso ciertamente le molestaba porque ciertamente lo necesitaba. Por eso había ido primero a caminado al lago y luego ya optó por alquilar un caballo. Le era más fácil buscar una sombra humana entre todas las demás sombras si era el caballo quien la movía y no ella por sí misma. Así se evitaba el no estamparse contra un árbol.

Percibió un pequeño brazo hacia la izquierda. A cuantos más pasos dabas más era capaz de definir la silueta de una persona. Ya lo tenía. Debía ser él y cómo fuese otro renegado o sabe dios qué cosa lo patearía. Bajó del caballo y lo ató a donde podía, no le haría mucha gracia tener que volver andando. No estaba de humor tras perder de vista a Nicro y mucho menos le hacía gracia haber jugado a escondidas con un alma por la academia. Menos mal que había shinigamis cualificados para ello. Y mucho menos el papeleo que tuvo que enviar al director. Ahora solo tenía ganas de dormir.

Suspiró y se colocó bien la capucha oscura. Hizo un pequeño hechizo y sus ojos cambiaron de color. Iba a hacer su pequeña actuación cómo siempre. No iba a decir que ella era una espía, eso le traería problemas con el jefe. Aún así, por debajo de la capa llevaba su uniforme escolar.
Empezaba a cogerle el gust... mentira, ella preferiría algo más con clase aunque había que admitir que con una minifalda se podían dar buenas patadas.

Se acercó al sujeto. Se sorprendió al ver a un crío rubio, esperaba a un hombre... ya sabía que, tras tanta experiencia, debía de aprender que no todo es lo que parece pero aún así... ¡parecía tener siete años!

Pensó en dar media vuelta y seguir por su camino pero por lo menos preguntaría. No iba a dar siempre vueltas en círculo.

--¿Has visto a alguien llamado Beifong?

No esperaba quedarse mucho tiempo, debía tener una buena charla sobre Nicro.

John seguía mirándose la mano algo extrañado, se sentía raro; había algo en el que no parecía estar bien...en mas de setenta años no había tenido la necesidad de querer proteger a alguien tanto...como lo deseaba ahora con las personas que había conocido en la cúpula. Pero en fin, es lo que había, por algo el era el Tigre Blanco, uno de los pocos de la Orden que protegían la armonía y la paz en La Tierra.
Cuando quiso girarse a coger su mochila y colgársela a la espalda, al igual que su espada, escucho una voz que le sobresalto y le hizo dar varios saltos hacia atrás bastante asustado y tembloroso.

-Yo esto...-fue lo primero que se le ocurrió decir mientras señalaba la montaña con la gran brecha causada por su corte con aquel palo que se había desintegrado-...¡¡¡esa montaña ya estaba así cuando yo llegue!!!
Entonces medito levemente las palabras que aquella muchacha había dicho, vestía con una capa, un momento...¿cuanto tiempo hacia que John no veía a alguien vestir con capa?...buffff, mucho tiempo pero en fin, aquello no venia al caso...John estaba empezando a divagar tanto como Stear...debía dejar de pasar tanto tiempo con aquel hombre.
-Beifong...depende, si te refieres a un hombre llamado Beifong, no conozco a ninguno, pero si a uno que se llama Beifong John, y ese mi querida señorita soy yo-decía el muchacho metiendo sus manos en los bolsillos para luego sonreír con suavidad a la mujer.

Parpadeó y miró por primera vez la montaña. No se había fijado antes aunque no se iba a fiar fácilmente de lo primero que dijese. Había dos opciones, que no supiese a lo que se afrontaba y aceptase ser John, o que tal vez se estuviese haciendo pasar por él. No le haría mucha gracia lo segundo después de haberle rastrado.

Fue a sentarse a una roca sin quitarle la vista de encima.

--Demuéstrame que eres John Beifong-- señaló la montaña--. Haz otro tajo de igual magnitud ante mis ojos y recevirás un premio.

Cruzó los brazos a la espera. Tenía que cerciorarse y no haría el papel de niña buena y compasiva porque la situación demandaba todo lo contrario. Ahora se necesitaban guerreros, no niños de mamá que aún se esconden tras la faldas de alguien.

Acabó por bajar la capucha mostrando su rostro aunque sus ojos estaban cubiertos de un color muy característico. Negro, completamente negro. Era un simple hechizo para simular el control mental de alguien. Le quería dar a entender que había secuestrado el cuerpo de una estudiante para mantener su identidad en secreto.

--Si lo haces... puede que te diga lo que Nicro anda pensando... o ya ha hecho.

¿Demostrar que el era Beifong John?....¿en serio?, no tenia ningún carnet de identidad, pero claro lo que le había pedido era bastante interesante, demostrarle que él era aquel chico, solamente le pedía que realizase otro tajo a la montaña. Normalmente el nombre de Nicro no le diría al muchacho absolutamente nada. De seguro el deseaba estar en su casa, puesto que su casa le daba seguridad. Pero aquel nombre no hacia que John se sintiese exactamente bien, lo que comenzó a sentir John era miedo.
Al escuchar lo que deseaba, John concentro los puntos zen en su mano derecha mientras desenvainaba rápidamente su espada rota y lanzaba un nuevo tajo contra la montaña, esta vez más condensado que cuando ataco con aquella rama de madera; pero esta vez el tajo fue mas profundo, cortando y "casi" abriendo un enorme paso entre la montaña y ellos.
Yuki, el hada albina se quedo en su cabeza con los ojos y su boca abiertos ambos como platos, era la primera vez que John mostraba una "parte" de su poder, cuando se giró observaba con seriedad a la muchacha, con una mirada llena de determinación.

-Yo soy Beifong John, capitán de la Orden de Los Tigres Blancos, y quién recibe a su vez el mismo titulo, ahora por favor, cuentamente que es lo que ha hecho ese tal, Nicro.

Miró atentamente cada movimiento del joven. Ni parpadeó al ver cómo como la montaña se hacía en dos. Sí, le había sorprendido esa fuerza y acaba de pasar a su lista de los más controlados. Giotto se interesaría también por él... era una pena que una de sus obligaciones era avisarle al director sobre cada cosa que ocurre en la cúpula y fuera de ella.

--Muy bien Beifong-- aplaudió--. Ahora vamos a hablar seriamente. De cazador a cazador --iba a seguir con su rol--Me encontré con un conocido tuyo que te tiene mucho cariño--dije con sumo sarcasmo--. Si hago esto es porque ese cazador quiere destruir la cúpula solo para hacerte daño y a mi no me hace gracia.

Volvió a cubrirse con la cabeza con la capucha. No sabía como empezar con toda la historia porque también le faltaba información.

--Será una relación simbiótica, yo te ayudo y tu me ayudas. Así que primero haré yo las preguntas, ¿queda claro?-tomó aire y soltó su primera pregunta- ¿Quién es Genbu y por qué está encerrado?

¿Aquella chica acaba de nombrar a Genbu?...no podía ser...eso tenia que ser una broma, Genbu estaba encerrado, Byakko y el se habían encargado de hacerlo y no había manera humana de que fuese liberado...claro...si no eres humano, entonces podrías intentar buscar una respuesta. Pero John no tenia ningún conocido que supiese de la existencia de Genbu, excepto su hermano menor, quien combatió junto a él, pero desgraciadamente su hermano murió en una de las cruzadas contra los espíritus del caos.

-¿Quieres saber quien es Genbu?...pues digamos que forma parte de mi pasado...y del de la Tierra-susurro John mientras observaba a aquella muchacha mientras metía sus manos en sus bolsillos-.Es el espíritu del caos y la destrucción...encargado de que los humanos vivan en continuas guerras, mi amigo Byakko, el espíritu de la paz y la armonía, y yo luchamos juntos contra él y le encerramos para que la Tierra se recuperase de todo el caos en el que ya estaba metida...e intentase reinar la armonía....Genbu es sencillamente, el yang, el mal, la destrucción...todo lo malo que puedas imaginar, eso...es Genbu.

Parpadeó ante esa información. Si eso era cierto lo que decía… estaba ante un gran problema. No solo ella, ni él, sino toda la cúpula. Chasqueó la lengua, había que detener a Nicro sí o sí.

--Estaba de caza cuando me encontré con un hombre llamado Nicro—rebuscó por los bolsillos hasta sacar un cascabel que no suena—y dijo a su serpiente que iba a despertar a Genbu, que para ello se necesitaban tres llaves y ya tiene dos.

Juntó las manos y tras volverlas a separar ya no se trataba de un cascabel. Era una pelota de papel. La abrió y gracias a la magia toda arruga desapareció. Lo giró para mostrar el perfecto dibujo de Nicro y de su serpiente.

--De hecho tengo más información… debe sentirse muy solo para hablar tan abiertamente con su mascota.

Le pasó la hoja al chico.

--¿Te suena de algo?

Esperaba una simple confirmación y cómo no estaba atenta a sus gestos corporales. Las palabras podían ser mentira, pero hay que ser un gran mentiroso cómo para ser capaz de mentir con su cuerpo.

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