Y tu...¿quién eres? [Priv. Ginger]

Recuerdo del primer mensaje :

Las montañas, oh, hermoso paisaje regalaba aquel enorme gigante de piedra que obstruia el sol en aquel instante mientras este se ocultaba. El sonido del viento y el palpitar de la tierra mientras los animales se movian por aquellos lares, hizo que el muchacho de rubios cabellos y verdes orbes,abriese los ojos deespues de llevar alli tiempo meditando, intentando ser uno con la misma naturaleza.
El chico dedico una sonrisa a la nada, inspirando aquel puro aire; a pesar de ser un Cazador, aquellos que querian atacar la cupula, John era diferente...demasiado diferente. El no odiaba a la gente, deseaba encontrar la paz para ambos bandos...a pesar de estar en el equivocado. El lo sabia.

Siempre portaba consigo una espada rota con un mango en forma de dragón, el chico habia obtenido aquella arma de su amigo Byakko, un tigre albino espiritual...recordar las batallas que vivieron en el pasado le hizo ponerse algo nostalgico. El chico envaino su espada y se puso en camino; conocer aquel hermoso lugar le era prioritario.
-Alehopo, vamos en camino de nuevo...Byakko-sonrio el chico mientras caminaba, nuevamente por aquellos lugares.

- Si es capaz de cuidar a todas esas personas, entonces se merece no solo mi respeto, sino mi admiración, espero conocerle algun día y poder presentarle como ya he dicho antes, mis respetos-aquellas palabras salieron al instante, la verdad es que todo lo que la mujer le estaba contando habia hecho que John sintiese curiosidad por aquel hombre que era el maestro de la mujer. Su mente a veces pensaba en las personas que conocia en la cupula, Bella, Seika, Juvia, Hawk, Eve,, Stear, Gowther, Merlin, Rose...habian muchas personas...pero pocas se merecia el respeto de John, quien se habia criado junto a su hermano como futuros "caballeros"...algo curioso. sin embargo John despues de todo lo que habia recordado de su anterior vida apenas podia pensar ya en si mismo como alguien bueno...¿que era realmente?

-Si quiere puedo acompañarla y ayudarla en sus quehaceres siempre que quiera, estoy para ayudar a los demás- las palabras del joven rubio eran suaves y alegres mientras la miraba con alegria en sus ojos, al menos, ahora debia sentirse como alguien util, lo habia prometido.

- Si sueles pasearte por la cúpula seguramente lo conoces, es alguien que también conoce a mucha gente- Comentó la arácnida mirando a sus alrededores aun buscando las hierbas que le faltaba, pero el tema seguía pendiente en su cabeza en lo cual no se le irian las palabras de la mente por más que ocupada se viese con otras cosas- Se presenta como Stear, es un hombre de edad promedio, como de éste alto, viste de una forma poco peculiar, tiene un ojo rojo y su cabello es blanco- No entró demasiado en detalle aunque podría haberlo hecho, esa descripción era suficientemente buena como para reconocer a cualquiera, inclusive, cuando mencionó la estatura se levantó en la punta de sus tacones señalando más o menos cuanto era lo que media, igual su maestro la superaba en altura.

Dado el ofrecimiento dle muchacho, no consideró una mala idea aceptar la ayuda, por lo cual le indicó el sendero que estaba tomando para buscar las hierbas que buscaba- ahora mismo necesito buscar las hierbas que me faltan, serías tan amable de ayudarme, John?... ¡aj, se me pasaba, me llamo Ginger, un gusto.-

-Ohhhh, se refiere a Stear-sama, si, si le conozco-dijo sonriendo mientras recordaba la alegre y cálida charla con el albino, mientras que a su vez un extraño pensamiento acudió a su mente, el de aquella muchacha que no dejaba de estar en sus pensamientos a pesar de estar ambos en mundos muy diferentes, John sabía que aquella muchacha de rosados cabellos era solo un como llamarlo...¿amor platónico?...si, llamarlo así estaría bien, pero, ¿por qué razón había acudido a los pensamientos del muchacho rubio, el rostro alegre y amable de Bella?

-Claro, si necesitas ayuda estoy para prestar mis servicios a aquel que lo necesite en la Cúpula-sus palabras eran suaves, delicadas como una fina lámina de hielo que parecía estar a punto de romperse, lo decía de aquella forma por la timidez, pues noto que en sus pensamientos acudía aquella muchacha, sin embargo, la peliazul tampoco escapaba de sus pensamientos...definitivamente, John tenía un lío de faldas, pero en aquel instante debía pensar en ayudar a la mujer que tenía frente a él y a quién le estaba llevando la cesta que tanto había insistido en llevar.
-Sabes, Stear-sama es bastante amable y cálido, hacía cerca de setenta años que no encontraba a nadie con quien compartir mis descubrimientos-dijo riendo el muchacho

- Ah, también conoces a mi maestro? Jeh, ya sabía yo que a ése hombre hasta las hormigas le conocen - se reía sintiéndo cierto orgullo de lo que estaba escuchando, pero cierto celo guardado, puesto que le preocupaba que el albino tuviese tantos conocidos, y posiblemente no todos tan buenos como decían ser.

Tras el ofrecimiento su sonrisa se amplio de tal forma, que con cuidado y con ése aire maternal que siempre la rodeaba, besó la frente del rubio, dejándo así parte de su oscuro labial impregnado en su frente, el cual no borró por costumbres, mientras reía - Qué muchachito tan agradable, pues, ayúdame a buscar las hierbas que me faltan; luego podemos ir a merendar a casa de mi maestro, si sois amigo, él no se molestará en llevarte a su casa, después de todo, siempre los amigos son invitados - Ginger comenzó a avanzar en compañía del muchacho rubio, manteniéndose cerca de éste para seguir con la charla.

En un comienzo su actitud no fue más de una mujer algo amargada, pero la verdad es que era ella bastante cariñosa y cálida, y el muchacho rubio ya se estaba ganando poco a poco sus respetos como para tratarlo como a todos sus cercanos, la gentileza, para Ginger, siempre era bien vista.

Luego reía con ganas por escuchar el halago de su maestro - Ah, cariño. Stear es un hombre bastante cambiante, lo haz conocido amable y cálido, pero te aseguro que como pases más tiempo con él, notarás lo cruel que es. Quiero decir, él sonríe a todo el mundo, pero siempre te observa. Si no le haces nada malo no te hará nada, inclusive, me arriesgo a decirte que será capaz de protegerte en cualquiera de los casos - Ginger le dio algunas advertencias y consejos, cosa que pocas veces solía hacer, pero las buenas influencias siempre lograban cambiar a las personas, y esperaba que el muchachito rubio, John, lo ayudase con algunas cosas. Luego, algo llamó su atención. - Setenta... años? -

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